lunes, 27 de mayo de 2019

Pérdida de biodiversidad amenaza la economía


Los humanos hemos provocado un cambio drástico del clima en la Tierra, con olas de calor, sequías, inundaciones, tormentas y un aumento del nivel del mar. Pero también somos responsables de que 1 millón de especies (animales, insectos y plantas) estén en riesgo de extinción tras haber desaparecido ya muchas otras, según un reciente informe impulsado por la ONU. Esta pérdida de la biodiversidad preocupa no sólo a ecologistas y muchos jóvenes, sino también ahora a los economistas: la OCDE ha dado la alerta y dice que es la mayor amenaza para la economía mundial. Vamos, que antes de cargarnos el Planeta, nos vamos a cargar la economía, con la destrucción de especies, la tierra, el mar y el clima. Para evitarlo, proponen con urgencia subir los impuestos a quien emita CO2 y gastar 10 veces más en nuevas tecnologías para huir del petróleo y el carbón. Acordar un Plan mundial de inversiones verdes. O eso o nuestros biznietos sufrirán la última Gran Recesión.

La vida en la Tierra está en peligro por culpa del hombre: 1 millón de especies (animales, insectos y plantas), de los 8 millones que existen, están en peligro de extinción y podrían desaparecer en las próximas décadas si no se toman medidas para frenar la drástica pérdida de biodiversidad, según un informe publicado el 8 de mayo por la Plataforma intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES), organismo impulsado por la ONU. El estudio, elaborado durante 3 años por 145 expertos de 50 paises, revela que están amenazadas más del 40% de las especies anfibias, casi un tercio de los arrecifes de coral, un tercio de los mamíferos marinos y un 10% de los insectos, que son claves para la polinización, de la que depende gran parte de nuestra agricultura. Y además, están amenazadas más de 1.000 especies de mamíferos domesticados. Estamos en puertas de “la 6ª gran extinción” de especies en la historia del Planeta.

El informe “Evaluación Global sobre Diversidad y Ecosistemas”, de 1.500 páginas, deja claro que esta pérdida de biodiversidades consecuencia de la actividad humana” y evalúa los 5 cambios en la naturaleza provocados en los últimos 50 años: deterioro de la tierra y el mar (alteración del 75% de la superficie terrestre y del 66% del mar), sobreexplotación (el 33% de los recursos pesqueros eran explotados de forma insostenible en 2015), aumento del Cambio Climático (la emisión de gases de efecto invernadero se ha duplicado desde 1980 y ha provocado un aumento de la temperatura global de 0,7º centígrados), aumento de la contaminación del aire y los océanos (la polución por plásticos se ha multiplicado por 10 desde 1980) y han crecido las especies foráneas invasoras (un 70% desde 1970 en 21 paises).

Esta pérdida y deterioro de la biodiversidad afecta más a América Latina, África y buena parte del Sudeste Asiático, según el informe del IPBES, aunque advierte que como vivimos en un mundo interconectado (“somos una red de vida interconectada”), en realidad “nos afecta a todos”. Y advierten: “La vida en la Tierra se está deteriorando rápidamente. Estamos dilapidando nuestro patrimonio mundial común”.

Al día siguiente de este dramático informe, la OCDE, el organismo económico que integra a los 36 paises más desarrollados de Occidente, lanzaba esta inusitada alerta: la alarmante pérdida de biodiversidad es la mayor amenaza para la economía mundial. Y añadía más datos preocupantes sobre el deterioro del Planeta: 6.000 millones de hectáreas de suelo se han degradado (20 veces la superficie de Francia), 6,5 millones de hectáreas de bosques han desaparecido cada año entre 2010 y 2015 (más que la superficie de Reino Unido), han desaparecido un 35% de los humedales de la Tierra, el 30% de los arrecifes de coral corren riesgo, han desaparecido desde 1970 el 60% de los vertebrados y se han reducido drásticamente más del 40% de las especies de insectos.

Todos estos ataques a la biodiversidad son ataques a la economía, según la OCDE, porque las distintas especies, la tierra y el mar sostienen la vida en la tierra y también la economía: la biodiversidad aporta entre 125 y 140 billones de dólares al año, vez y media el PIB mundial. Es un factor clave para la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza y un crecimiento inclusivo. Y por eso, la pérdida de biodiversidad es una tremenda fuente de pérdidas para el mundo: el valor de los ecosistemas perdidos y de las tierras y océanos degradados supone unas pérdidas anuales para el mundo entre 10 y 31 billones anuales, según el informe “Financiar la biodiversidad, clave para la economía y las empresas”.

El informe de la OCDE llama la atención de Gobiernos, empresas y bancos de que la pérdida de la biodiversidad entraña enormes riesgos para la economía y para muchos sectores económicos (sobre todo la alimentación y el turismo), riesgos en materia de responsabilidad económica y jurídica (seguros y bancos), riesgos de reputación (sobre todo para las empresas energéticas) y riesgos de mercado y financieros. Por ambas razones, las pérdidas que se generan y los riesgos que se corren, la OCDE pide a Gobiernos, empresas y bancos que afronten la pérdida de biodiversidad como “el mayor reto económico del siglo XXI”, junto al Cambio Climático, otro problema muy relacionado. Y proponen 10 aspectos prioritarios donde concentrar los esfuerzos y presentar soluciones, cara a la Cumbre del G-7 que se va a celebrar en China en 2020, dentro de la Convención de Biodiversidad de la ONU.

Lo primero que propone la OCDE es plantearse unos objetivos mundiales para recomponer la biodiversidad, apoyados en unos indicadores objetivos y homogéneos. Además, plantean la necesidad de que los Gobiernos vigilen los ataques contra la biodiversidad y tomen medidas. Y que se movilicen empresas, bancos e instituciones, para aportar compromisos y dinero en la mejora de la biodiversidad. La clave está en destinar más dinero a favor de la biodiversidad, porque ahora no se dedican ni 50.000 millones de dólares anuales y haría falta gastar casi 10 veces más, 440.000 millones de dólares al año. Parece mucho, pero hoy los distintos paises están gastando 500.000 millones al año en subvenciones energéticas que van en contra de la biodiversidad: ayudas al gasóleo y al transporte, subvenciones a las industrias energéticas y a la agricultura, que van en contra de la vida en la Tierra. Se trata de “gastar ese dinero de otra manera” y destinar fuertes inversiones a reconvertir la economía, para no crecer a costa de matar especies y destruir el clima.

El mensaje de la OCDE es claro: la ventaja de restaurar la biodiversidad en el Planeta es superior a los costes. Y ponen este ejemplo: restaurar el 46% de los bosques degradados del mundo generaría entre 7 y 30 dólares por cada dólar invertido. En general, insisten, prevenir una mayor degradación de los ecosistemas es más barato que restaurarlos. Y lo más importante: si seguimos degradando el Planeta, la economía mundial entrará en una Gran Recesión de dimensiones desconocidas, con pérdidas del PIB superiores al 20%. Así que el riesgo no es sólo “cargarnos el Planeta” sino “cargarnos antes la economía”.

Esta alerta de la OCDE nos la viene dando desde 2017 el Foro Económico de Davos, que encuesta cada año a 750 expertos y líderes mundiales sobre los mayores riesgos globales. En su informe de 2019, los riesgos medioambientales suponen 3 de los mayores riesgos probables que tiene el mundo en un horizonte a 10 años: el 1º (el mayor riesgo) es el clima extremo, el 2º el fracaso de la política medioambiental (los pocos avances tras los Acuerdos del Clima de París) y el 3º, los desastres naturales, por delante del riesgo de robo y fraude de datos o los ciberataques. El cuanto a los mayores riesgos por su impacto, el Informe de Riesgos Globales 2019 señala 4 riesgos medioambientales entre los 5 más impactantes: el fracaso de la política medioambiental (2º), el clima extremo (3º), la crisis del agua (4º) y los desastres naturales (5º), estando en cabeza el riesgo de las armas de destrucción masiva. Y citan como ejemplo que 800 millones de personas viven en 570 ciudades costeras muy vulnerables al aumento previsto del nivel del mar (+0,5 metros para 2050).

Así que la preocupación por la biodiversidad, el Cambio Climático y el medio ambiente no es cosa de ecologistas o jóvenes que se manifiestan sino que empieza a calar en el mundo económico y empresarial, aunque todavía sin resultados tangibles. Pero ya son muchos los que ven el medio ambiente como “el mayor problema económico del siglo XXI. Y esta preocupación es mayor en Europa, quizás porque es una de las zonas más afectadas por el Cambio Climático y el deterioro de la biodiversidad, junto a Asia y el Pacífico. De hecho, un 24% de los europeos están alarmados y un 54% preocupados por el cambio climático (un 78% en total), frente al 63% en EEUU y el 65% en China. Quizás porque algunos sepan que Europa podría perder 240.000 millones de euros anuales para 2100 si la temperatura aumenta 3º centígrados, por los negativos efectos de las olas de calor, las inundaciones en las costas, las pérdidas en la agricultura y las bajadas de productividad, según un informe del Centro Común de Investigación (JRC). Y los paises del sur de Europa (España, Portugal, Italia, Grecia, Malta y Chipre) sufrirán 8 veces más daños que la Europa del norte, según este informe, encargado por la Comisión Europea.

España es uno de los paises más vulnerables al Cambio Climático y la pérdida de biodiversidad, según los expertos.  La temperatura sube dos veces más rápido que en el resto del mundo: 0,42ºC de promedio anual cada década en los últimos 40 años, según Manola Brunet, que preside la Comisión de Climatología de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Y un informe de Greenpeace alerta que la temperatura ha subido en España 1,5ºC las tres últimas décadas (+2º en Murcia), frente a los 0,4ºC que ha subido la temperatura global en el último siglo. Un aumento de la temperatura que ha provocado el deshielo de gran parte de los Pirineos y numerosos sequías, olas de calor, inundaciones y temporales en los últimos años. Y pérdidas de playas y zonas costeras en el Cantábrico, deltas del Ebro y Llobregat, Mar Menor y Doñana, mientras el mar sube 4 milímetros anuales y  podría subir entre 10 y 68 centímetros en este siglo. Además, Greenpeace alerta que un 20% de la Península es un desierto y que media España corre el riesgo de desertificarse, al sur del eje de Alicante a Lisboa. Y desaparecen especies autóctonas (oso y alcornoque) mientras llegan otras invasoras (mejillón cebra y medusas). Sin olvidar las muertes por olas de calor y frío o por contaminación (30.000 al año, según la Agencia Europea de Medio Ambiente) y el aumento de enfermedades olvidadas, transmitidas por mosquitos (malaria y dengue).

Lo más preocupante es que, a pesar de estos datos sobre el tremendo alcance del problema medioambiental en el mundo, la situación no mejora, sino que empeora. En 2018, aumentaron las emisiones mundiales de CO2 un +1,7% (el mayor aumento desde 2013) alcanzando un nuevo récord de 33.143 millones de TM, tras subir otro 1,2% en 2017, después de tres años de estancamiento (2014-2016). La culpa fue de India (+4,8% emisiones, que suponen el 6,94% del total), EEUU (+3,1% emisiones, que suponen el 14,75% del total) y China (+2,5% emisiones, que suponen el 28,6% del total), mientras las bajaba Europa (-1,3% emisiones, que suponen el 11,94% del total), según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AEI). En España, las emisiones de CO2 bajaron un -3,2% en 2018 (+2,6% en 2017), como en 19 paises europeos, sobre todo en Alemania (-5,4%), Francia e Italia (-3,5%).

Ahora, los expertos mundiales, la ONU y la OCDE piden que los paises se tomen más en serio el grave problema medioambiental, porque apenas se ha avanzado desde los Acuerdos de la Cumbre de París de 2015. Y se acaba el tiempo, no sólo para recortar las emisiones sino para salvar las especies, la tierra y el mar. Presionados por las manifestaciones de los jóvenes en medio mundo, 8 paises europeos (Francia, España, Portugal, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Dinamarca y Suecia) han firmado una declaración conjunta en la que piden actuar con más decisión en la lucha contra el Cambio Climático, adelantando a 2050 el plazo para conseguir la neutralidad de las emisiones (emitir sólo lo que se pueda absorber). Para ello piden que la próxima Comisión Europea defienda la máxima prioridad a los problemas medioambientales, destinando el 25% del futuro presupuesto a inversiones contra el Cambio Climático. Y piden que la financiación verde sea la 1ª prioridad europea.

En paralelo, la congresista demócrata  USA Alexandria Ocaso-Cortez ha propuesto un “Green New Deal” (GND), un gigantesco Plan de inversiones verdes que movilice recursos sin precedentes desde el Plan Marshall, una interesante iniciativa que podría cuajar si Trump pierde las elecciones en noviembre de 2020. Pero hasta entonces, el mundo no puede esperar. La próxima Cumbre europea de junio abordará el problema, junto a la elección del próximo Gobierno europeo (Comisión). Y a partir de ahí, Europa quiere encabezar la lucha mundial contra el cambio climático y la pérdida de diversidad, donde será clave el papel de China. Pero lo más importante es que el mundo económico asuma la alerta de la OCDE: el medio ambiente es la mayor amenaza contra la economía. Hay que tomar medidas ya.

Todos los expertos creen que hay que actuar en un doble camino: penalizar las emisiones e invertir lo más posible en energías alternativas y una reconversión energética de las economías. El Premio Nobel de Economía 2018, William D. Norhaus, ya propuso hace años crear un Club mundial de "paises verdes", que aplicaran un elevado impuesto a las emisiones de CO2 (hasta 50 dólares por Tm., frente a los 25 dólares que se pagan en mayo 2019) y que se “defendieran” frente a los “paises sucios” aplicándoles unos aranceles a sus exportaciones. Es una buena idea, siempre que haya consenso en los grandes paises (China, USA e India), que por ahora parece difícil. Pero parece evidente que hay que penalizar con impuestos a las empresas más contaminantes, a la vez que se recortan drásticamente las subvenciones que van contra el medio ambiente (transportes, carburantes, petroleras y agricultura) y se las dedica a la reconversión energética de las economías.

Hará falta destinar mucho dinero y muchas inversiones a esta gigantesca “revolución energética”. La gestora ISF Global estima que hará falta invertir 2 billones de dólares anuales (el PIB USA) en la próxima década, mientras la Comisión Europea estima que la UE tendrá que invertir más de 220.000 millones de euros anuales, que tendrán que salir de los impuestos verdes y de una energía más cara (y más limpia), más potentes inversiones públicas y privadas. Y en España, el coste de la reconversión energética puede costar unos 10.000 millones de euros anuales de aquí a 2050 (el 65% en el sector eléctrico), según un informe de Deloitte. Es mucho, pero más caro será no tomar medidas y avanzar hacia una peligrosa Recesión, como advierte la OCDE. Y además, el reto medio ambiental puede generar nuevas industrias y nuevos empleos. Es la hora de dejar de lamentarse, de afrontar la gravedad del problema con medidas y dinero. Porque si no, destruiremos la economía y el Planeta.

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