En 2014 aumentó
mucho la venta de coches: 855.308
turismos, la mejor cifra desde 2010. Pero
son unas ventas “dopadas” por las ayudas del Plan PIVE (1.000 euros por coche con cargo al Presupuesto). Y no se dice que parte de estas ayudas se destinan a comprar coches fabricados fuera de España: 5 de los 10 coches más vendidos aquí se fabrican en Alemania, Francia,
Reino Unido, Rumanía o Marruecos. Así que con una parte del Plan PIVE subvencionamos el empleo en otros países.
Y así lo hacemos desde 1.999, con
los Planes Prever, VIVE y PIVE. En
total, 3.138 millones en ayudas a la compra de coches durante los últimos 15 años. Más otros casi 9.000 millones en créditos a la
industria automovilística, el sector
más mimado por todos los Gobiernos. Mucho dinero para una industria en manos extranjeras, que se puede ir cualquier día. Habría
que dirigir las ayudas a las fábricas
españolas y a cambio de mayores garantías de
futuro.
enrique ortega |
La industria del
automóvil y los concesionarios están eufóricos:
llevan 16 meses aumentando las ventas de
coches en España y crecieron un 18,4%
en 2014, el mayor aumento en los últimos 15 años, con 855.308
turismos matriculados. Y creen que este año 2015 rozarán el millón de coches vendidos, para vender 1,2 millones en 2017, todavía lejos de
los buenos años del sector: en el cuatrienio 2004-2007,vendieron 1,6
millones de coches al año.
El tirón de las ventas, sobre todo en
diciembre (+21,4%) se ha debido al mantenimiento y ampliación de las ayudas
del Plan PIVE (2.000 euros por coche, la mitad con cargo al
Presupuesto), presente en 9 de cada 10
matriculaciones de turismos. Para 2015
ya se han previsto 175 millones de ayudas del Plan PIVE 7, que se suman a las aprobadas desde octubre de 2012, cuando el Gobierno Rajoy aprobó el Plan
PIVE 1. En total, ya son 960
millones de ayudas a la compra de turismos, que permitirán renovar 930.000 coches en cuatro años,
además de ahorrar 247 millones de litros de combustible al año y reducir 500.000
Tm. de emisiones anuales de CO2, al ser los nuevos coches menos contaminantes.
En paralelo, las ventas
de vehículos comerciales
crecieron un 33,3 % en 2014 (113.782 matriculados), gracias a las ayudas del Plan PIMA Aire, creado en
febrero de 2013 y que ha tenido ya 4
ediciones, con 53,1 millones de euros, que han permitido sustituir 35.000
vehículos industriales, tractores y turismos eléctricos. Además, hay 10
millones más para el Plan
Movele, que apoya la compra de vehículos eléctricos, y otros 4,7
millones del Plan
PIMA Transporte, lanzado en diciembre 2014 y que pretende renovar 2.500
camiones y autobuses.
En total, 1.027,8
millones en ayudas públicas a la compra de vehículos entre 2012 y 2015. Y a eso hay que sumar los 2.110,72 millones de ayudas
concedidas antes por el Gobierno Zapatero,
que puso en marcha el Plan Prever (1.580.72 millones entre 1999 y 2007) y el
Plan VIVE (otros 530 millones entre 2009 y 2010). Son pues 15
años de ayudas públicas continuadas
a la compra de vehículos, por un
importe total de 3.138,5 millones de euros. Un “dopaje” que ha impedido una mayor caída de ventas y empleo (en las
fábricas, concesionarios y talleres) con la crisis y que el
sector pide mantener al menos en 2015 y 2016. Un dinero que, según los
cálculos del sector, es
muy rentable, porque por cada euro
público aportado al Plan PIVE el Estado recupera tres euros en impuestos y
cotizaciones.
Un problema del que no
se habla es que esas ayudas se dan a la compra de cualquier coche nuevo
(con algunas condiciones), por lo que subvencionamos
también coches que se fabrican fuera
de España. De los diez coches
más vendidos en 2014 (ver
aquí el ranking), cinco se fabrican fuera de España:
una parte del 2º más vendido, el Citroën C4 (el Picasso y Cactus se fabrican en España pero el DS4 se fabrica en Mulhouse,
Francia), el Volkswagen Golf (7º, fabricado en Wolfsburgo, Alemania), el Dacia
Sandero (el 8º, fabricado en Rumanía y Marruecos), el Renault Clío (el 9º, fabricado
en Flius, Francia) y el Nissan Qashqai (10º, fabricado en Sunderland, Reino
Unido). Y muchos más, si ampliamos la lista de ventas. En esos casos, al
dar dinero público a quien los compra, subvencionamos el empleo en otros países
(con mucho menos paro).
La alternativa sería subvencionar
sólo la compra de coches fabricados en
España, pero ni Zapatero ni Rajoy se han atrevido a hacerlo porque podría provocar la fuga de alguna multinacional.
Otra vía sería suprimir las ayudas directas
a los compradores (que no tiene ningún otro sector, como los
electrodomésticos) y dedicar ese dinero
(o menos) a apuntalar la industria del
automóvil en España con ayudas a la
fabricación, a la tecnología y al empleo. Ayudas que por otra parte ya se han dado y de forma cuantiosa. Por
un lado, la industria del automóvil ha recibido 1.656 millones en créditos “blandos” desde 2009 a 2014,
más 110 millones en subvenciones directas en 2009. Y además, el sector recibió 4.070 millones entre ayudas y préstamos del Plan
Integral de Automoción (PIA) aprobado en 2009. En total, pues, otros
5.836 millones en ayudas directas a la industria, a sumar a los 3.138,5 millones de subvenciones a la compra
de vehículos. Casi 9.000
millones de ayudas en 15 años.
Unas ayudas a las que hay que sumar el sacrificio de los trabajadores, que han aportado a las
multinacionales moderación salarial, flexibilidad de horarios y vacaciones más
numerosos EREs
temporales que han recargado las
cuentas de la Seguridad Social. Al
final, todas estas ayudas y sacrificios han conseguido que España vuelva en 2014 a ser el 9º
fabricante mundial de automóviles
(2,4 millones de turismos en 2014) y el 2º europeo (tras Alemania), con nuevas inversiones de las
multinacionales en sus plantas españolas (5.500 millones entre 2012 y 2014),
que han lanzado 13
nuevos modelos (lo que asegura 7-8 años de trabajo) y han creado 20.000 nuevos empleos directos (84%
estables) y 80.000 indirectos.
La industria
del automóvil en España (la tercera en importancia tras el turismo y la
agroalimentaria) tiene indudables fortalezas: gran flexibilidad laboral, plantas de montaje muy
productivas (10 de las 17
factorías españolas están entre las más eficientes de Europa), salarios
más bajos (22-25 euros por hora trabajada frente a 46 en Alemania o Francia,
aunque más del doble que los 8,7 euros de Eslovaquia, los 7 de Polonia o los
11,5 de la República Checa), un personal
muy formado y con experiencia, además de una competitiva e importante industria auxiliar cercana a las
factorías.
Pero el automóvil
es también un sector muy vulnerable, con dos grandes riesgos. Uno, que las fábricas de coches “españolas”
son muy dependientes
del exterior: el 87% de los vehículos se exportan, la mayoría a Europa
(que no despega y cuyos principales mercados están físicamente muy alejados,
encareciendo el transporte). Y el otro, que la industria del automóvil (10%
del PIB y 12% del empleo) está en
manos de las multinacionales, que toman sus decisiones en Wolfsburgo (Volkswagen)
o Stuttgart (Mercedes), París (Grupo PSA), Yokohama (Nissan), Detroit (GM), Dearborn
(Ford) o Turín (Iveco). Y estos grandes fabricantes tienden a fabricar donde se vende, lo que juega en contra de España: aquí
se venden 18 coches por cada 1.000 habitantes frente a 35 en Europa. Y para
2020, los
expertos apuestan porque las ventas crecerán sobre todo en el Sudeste asiático y Latinoamérica, por lo
que las multinacionales tenderán a fabricar allí y no en Europa.
España
tiene un gran dilema con el
automóvil: si no le sigue “dopando”
con ayudas públicas (a la compra y a las fábricas), las multinacionales pueden irse a fabricar los futuros modelos a
Asia, Latinoamérica o África. Pero si les seguimos dando dinero público, no
tenemos ninguna garantía de que vayan a
quedarse dentro de unos años. Y encima, estamos subvencionando empleo en otros países, no en España. Habría que analizar a fondo las ayudas y ligarlas
directamente al empleo en España y al refuerzo
de las factorías españolas en innovación,
tecnología, calidad y eficiencia, para que sean “imprescindibles” para las
multinacionales. Y con cláusulas de penalización por “fugas”. Si el automóvil tiene un trato
de favor respecto al resto de la industria, deberíamos buscar garantías
efectivas de que no puedan dejarnos sin más. Reciben demasiado dinero como para
no controlarlo mejor. Sin chantajes.
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