El Congreso aprobó el 14 de julio la nueva Ley de Residuos, para cumplir con las exigencias europeas. El futuro Gobierno tendrá que elaborar un Plan Nacional de Residuos para evitar que España sea el país de Europa con más basura y menos reciclaje. Ello supondrá un gran esfuerzo para las empresas y los Ayuntamientos, en plena crisis, y también para los consumidores, que tendremos que pagar más por las basuras. Y habrá que olvidarse de las bolsas de plástico para 2018.También volverá la antigua costumbre de devolver los cascos y cobrar por ellos. Al final, se trata de utilizar menos envases, más reutilizables y más fácilmente reciclables. Y acostumbrarnos todos a reciclar, desde pequeños. Basura no, gracias.
España es uno de los países que produce más basura y que menos recicla. Cada español genera al año 556 kilos de basura, más de kilo y medio diario, frente a 508 kilos de media europea. Y sólo reciclamos el 15,5%, unos 86 kilos al año por habitante, frente a 119 kilos (un 23,4%) que reciclan los europeos. La mayoría de la basura acaba en el vertedero (287 kg en España, frente a 202 en Europa) y poca se incinera (48 kg aquí y 100 kg en la UE).
Con todo, la anterior Ley de Residuos, de 1998, supuso un gran salto, ya que se pusieron en marcha dos sociedades sin ánimo de lucro para recoger y reciclar residuos (Ecoembes y Ecovidrio) y se ha conseguido reciclar un 66% de los envases ligeros (plásticos, latas y briks) y el 83% del cartón y papel, así como el 60% de los envases de cristal, aunque los ecologistas rebajan esos porcentajes y acaban de presentar una queja ante el comisario europeo de Medio Ambiente para que investigue las “graves irregularidades” en los datos que presenta España.
Polémicas aparte, el caso es que queda mucho por hacer en el reciclaje de basuras en general y en los envases en particular: cada día se utilizan 51 millones de envases y sólo se reciclan entre un tercio y dos tercios, según materiales y fuentes. El objetivo de la nueva Ley de Residuos, aprobada sin votos en contra, es triple: que haya menos envases, que sean menos contaminantes (menos peso y más fácilmente degradables) y que se reciclen y reutilicen más. La Ley tiene tres grandes retos. Uno, que para 2015 toda la basura se recoja en España separada (papel, plástico, vidrio, metales y biorresiduos). Dos, que para 2020 se reduzcan los residuos generados un 10%. Y tres, que también para 2020, se reutilicen y reciclen el 50% de los residuos domésticos (hoy es un 15%).
En paralelo, el proyecto estrella es la supresión de las bolsas de plástico no biodegradables: habrá que suprimir el 60% en 2013, el 70% en 2015 y el 100% para 2018. España es el mayor fabricante de bolsas de plástico de Europa (350 empresas y 50.000 empleos, que tendrán que reciclarse) y su tercer consumidor, con 238 bolsas por español al año, que en un 85% se reutilizan para tirar la basura y que tardan hasta 20 años en degradarse. La cruzada contra las bolsas de plástico ya ha empezado en las grandes superficies, que las cobran (eso ha bajado su uso 5 veces menos), pero la nueva normativa va más allá: en 2015 llevarán mensajes negativos, como el tabaco (“esta bolsa mata el medio ambiente”) y en 2016, el Gobierno les pondrá un impuesto, para desanimarnos más a usarlas.
Estos ambiciosos objetivos van a suponer un gran esfuerzo a las empresas, sobre todo de alimentación, y a los Ayuntamientos, que gestionan la mayoría de las basuras y que nos subirán más la recogida. Harán falta más inversiones, en plena crisis, para mejorar los envases (mucha innovación para que contaminen menos), aumentar la reutilización y el reciclado. Y sobre todo, hará falta un esfuerzo de educación al consumidor, para que colaboremos más en separar y reciclar. Para animarnos, la nueva Ley abre la vía a la recogida de envases, a volver a guardar y llevar “los casos”, como hacíamos cuando éramos pequeños. El sistema SDDR (Sistema de Depósito, Devolución y Retorno) consiste en poner máquinas en tiendas y supermercados donde el consumidor deposita los cascos a cambio de cobrar 25 céntimos por envase, como ejemplo.
El sistema, que tiene mucho éxito en Alemania (se recuperan así el 98% de los envases) y otros 35 países, permite que el consumidor le dé un valor a los residuos y no los tire, reutilizándolos con menos coste que el reciclado actual. La industria y los comerciantes han iniciado una batalla contra el sistema SDDR, porque dicen que les supondrá muchos costes (600 millones de euros), entre las máquinas y la logística. Y los ecologistas responden que ahorraría costes y que el consumidor ayudaría más a reciclar. En cualquier caso, sería un buen sistema complementario a la gestión de residuos, ya que sólo se puede utilizar para los envases de plástico (PET), briks, latas y botellines de cervezas, bebidas y refrescos, un 5% de los residuos totales generados en España. Y tardará unos años en ponerse en marcha.
Con la nueva Ley y muchas inversiones, España puede convertirse en un país más limpio, que genere menos basura y la recicle más. Es un tema de dinero, de ayudas, de gestión, de colaboración entre empresas e instituciones y, sobre todo, de educación. Hoy por hoy, sólo 6 de cada 10 españoles separa las basuras en su casa y son muchos los que todavía no la llevan al contenedor, a pesar de que España es el país con más contenedores por habitante de Europa. Vivimos en la cultura del desperdicio, del usar y tirar. Y eso es también la cultura del despilfarro. No podemos seguir tirando dinero a la basura. A reciclar tocan.
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