lunes, 13 de enero de 2020

Tenemos una mala educacion


Más de 8 millones de niños y adolescentes han vuelto a clase, afrontando la última mala nota a la educación en España: el informe PISA 2018, que nos coloca en el puesto 17 y 19 de Europa en ciencias y matemáticas, la peor nota desde 2009. Y con una enorme diferencia entre autonomías: sitúa a los alumnos en Ceuta 3 cursos por detrás de los de Navarra o Galicia. Y con el tercer mayor porcentaje de alumnos repetidores de Europa, donde somos líderes en abandono escolar. En resumen, tenemos una “mala educación”, fruto de los recortes, la falta de profesores y medios,  y, sobre todo, de una educación memorística, que no proporciona habilidades para trabajar. Este informe PISA debería servir para acelerar un Pacto educativo, al margen de las diferencias políticas, asentado en más recursos para la educación (+11.200 millones para homologarnos con Europa), más profesores mejor formados y un sistema de enseñanza más eficaz, que reduzca las tremendas desigualdades entre autonomías. Urge un acuerdo: nos jugamos el futuro.


enrique ortega

Empecemos por el principio. ¿Qué es el Informe PISA? Es un “Programa internacional para la evaluación de los estudiantes” (significado de PISA) que realiza cada tres años (desde el 2000) la OCDE, el organismo que agrupa a los 36 paises más desarrollados de Occidente. Es un examen que se realiza a 600.000 jóvenes de 15 a 16 años en 79 paises, siendo España el país con más alumnos evaluados (36.000 alumnos de 102 centros) y el que más paga por el estudio a la OCDE, porque es el que realiza una muestra más desagregada por autonomías. El test mide las habilidades de los alumnos en comprensión lectora, matemáticas y ciencias y establece una puntuación media de 500 puntos, adjudicando a cada país una puntuación en cada materia por encima o por debajo. Lo importante del informe PISA: no es un test sobre lo que saben los adolescentes sino sobre cómo usan sus conocimientos. Lo que valora son las habilidades de los alumnos para “aplicar” sus conocimientos en contextos desconocidos. No vale saber las cuestiones de memoria, sino aplicarlas a los temas que se plantean, la clave para manejarse en un mundo global.


El último Informe PISA 2018, conocido a principios de diciembre de 2019, revela unos malos resultados para la mayoría de paises analizados: sólo 7 de los 79 paises mejoran sus resultados, su nota. Y de ellos, de los 7 que mejoran su nota educativa, sólo uno (Portugal) es miembro de la OCDE. El resto de los grandes paises avanzados en educación (Corea, Finlandia, Estonia, Holanda, Canadá, Polonia o Nueva Zelanda) empeoran su nota en 2018. ”Es un resultado decepcionante”, señaló el secretario general de la OCDE, recordando que la enseñanza internacional no mejora a pesar de que los paises OCDE han aumentado un 15% su inversión por estudiante en la última década.


España también empeora su nota en el Informe PISA 2018, pero además tiene otros dos problemas. Uno, que sigue muy por detrás de la nota que consiguen la mayoría de grandes paises occidentales y europeos: en matemáticas, tiene una nota de 481 puntos, que nos sitúa en el puesto 28 del ranking mundial (de 79 paises) y en el puesto 19 de los paises UE-28. En ciencias, la nota de 483 puntos nos sitúa en el puesto 25 del ranking mundial y en el puesto 17 de la UE-28. En comprensión lectora, el informe PISA no ha incluido en 2018 a España, por  haber detectado “respuestas inverosímiles”, pero en el Informe PISA 2015 ocupamos el puesto 22 en el ranking mundial y el puesto 14 entre los 28 paises UE. El otro problema es que las notas que ha sacado España en el Informe PISA 2018 son las más bajas desde el inicio de la crisis (Informe 2009).


Vayamos a los resultados concretos del Informe PISA 2018. En matemáticas, la nota media obtenida por España son 481 puntos, por debajo de los 489 puntos de la OCDE y los 494 puntos de la UE, en un ranking mundial encabezado por Japón (527 puntos), Corea (526), Estonia (523), Paises Bajos (519), Polonia (516), Suiza (515), Canadá, Dinamarca y Eslovenia (509 puntos) y Bélgica (508 puntos). La nota sitúa a España en línea con Italia (487 puntos), Luxemburgo, Lituania, Hungría y EEUU (478 puntos). Se trata de una nota inferior a la de 2015 (486 puntos) y la más baja desde 2009 (483 puntos). Además de tener una nota global más baja. España tiene un menor porcentaje de alumnos que han sacado una nota excelente en este examen: sólo un 7% de los examinados españoles, frente al 11% en la OCDE.


Con todo, lo más preocupante es la tremenda disparidad de la nota en matemáticas por autonomías. La que saca mejor nota es Navarra (503 puntos), al nivel de Suecia (502), Reino Unido (502), Noruega (501) y Alemania (500), seguida de Castilla y León (502 puntos), País Vasco (499), Cantabria (499) y Galicia (498), todas por encima de la media OCDE (489). Y a la cola de España están Ceuta (411 puntos), que se mide con la nota de México (409) o Colombia (391 puntos, la peor nota mundial), Melilla (432), Canarias (460), Andalucía (467), Extremadura (470), Comunidad Valenciana (473) y Murcia (474 puntos). Si se considera que 30 puntos de diferencia es un curso, los alumnos de Ceuta están 3 cursos por detrás que los de Navarra en matemáticas. Y los andaluces, más de un curso por detrás.


En ciencias, la nota obtenida por España en el PISA 2018 son 483 puntos, también por debajo de los 489 puntos de la OCDE y los 490 de la UE-28, en un ranking mundial encabezado por Estonia (530 puntos), Japón (529), Finlandia (522), Corea (519), Canadá (518), Nueva Zelanda (508), Eslovenia (507), Reino Unido (505), Paises Bajos y Alemania (503 puntos ambos). Se trata también de una nota inferior a la de 2015 (493 puntos) y la más baja desde 2009 (488 puntos). Además de esta baja nota global, España tiene un menor porcentaje de alumnos que han sacado una nota excelente en ciencias: sólo un 4% de los españoles, frente al 7% en la OCDE, el 37% en Singapur o el 44% en China.


Y vuelve a ser preocupante la tremenda disparidad de la nota en ciencias por autonomías. La que saca mejor nota es Galicia (510 puntos), al nivel de Polonia  (511), Nueva Zelanda (508) o Eslovenia (507), seguida por Castilla y León (501 puntos), Asturias (496), Cantabria (495), Aragón (493) y Navarra (493 puntos), todas por encima de la UE (490) y la OCDE (489). Y a la cola vuelven a estar Ceuta (415 puntos), que se vincula otra vez a México (419) y Colombia (413 puntos, el “farolillo rojo” mundial), Melilla (439 puntos), Canarias (470), Andalucía (471), Extremadura (473), Comunidad Valenciana (478) y Murcia (479). Y de nuevo, los alumnos de Ceuta están 3 cursos por detrás de los de Galicia en ciencias. Y los andaluces, más de un curso por detrás que los gallegos.


El tercer indicador de PISA 2018, la comprensión lectora, no incluye este año a España, porque se ha detectado un “comportamiento inverosímil” en las respuestas de los jóvenes españoles, como responder en menos de 25 segundos una prueba que requiere entre 50 y 120 segundos por cada cuestión. La OCDE descarta la “intencionalidad” en las respuestas, pero ha iniciado una investigación, en colaboración con Educación y las autonomías, para detectar qué ha pasado. Ya en el último Informe PISA 2015 chocaba que la nota de España en “comprensión lectora” fuera 496 puntos, mejor que la media de la OCDE (493) y que la UE (494 puntos), algo que nunca ha pasado en los test de matemáticas y ciencias.


Además de estas notas, el Informe PISA 2018 informa sobre los alumnos de 15 años que han repetido curso. Y el dato es dramático: un 28,7% de los jóvenes españoles han repetido curso, frente al 13% que repiten en la UE-28 y el 11,4% en la OCDE. Y nos coloca como el 4º país con más repetidores, tras Colombia (40,8%), Luxemburgo (32,2%) y Bélgica (30,8%), muy lejos del 3,3% de repetidores en Finlandia. Y otra vez más, choca que haya 11 autonomías con más repetidores que la media, encabezadas por Ceuta (49,1% alumnos 15 años han repetido curso), Melilla (45,6%), Canarias (35,6%), Extremadura (34,7%), Murcia (34,6%), Castilla la Mancha y Rioja (34,1%) y Andalucía (33,3% de repetidores). Las 6 autonomías con menos repetidores son Cataluña (15,1%), País Vasco (20%), Navarra (23,9%), Asturias (26,7%), Cantabria (26,9%) y Galicia (27,5%).


El Informe PISA 2018 refleja que hay una relación directa entre pobreza y alumnos que repiten curso: en España, los alumnos pobres repiten curso 4 veces más que las familias con más recursos, siendo el 2º país donde más incide la pobreza en los repetidores (tras Eslovaquia, donde los pobres repiten 4,3 veces más). El informe también señala que los resultados en las pruebas de ciencias, matemáticas y lectura tienen mucho que ver con el índice socioeconómico y cultural de los alumnos, en España más (el 12% del rendimiento en matemáticas se debe al entorno económico de las familias) que en la OCDE (sólo afecta al 3% del rendimiento) y en la UE (afecta al 4% del rendimiento). En conjunto, Noruega es el país que menos segrega educativamente por la situación económica  y los que más Chile (recuerden las últimas protestas estudiantiles), Lituania, Colombia, República Eslovaca, México y Bulgaria, estando España en una situación intermedia, similar a la media de la OCDE. Y aquí, los alumnos con desventajas económicas tienen mejores expectativas respecto a los más privilegiados que en la media OCDE y europea.


El Informe PISA 2018 refleja también que España tiene un mejor “clima escolar que en la mayoría de paises analizados: menor acoso escolar (17% alumnos expuestos frente al 23% en la OCDE o Alemania, el 20% de Francia o el 30% de Australia), más estudiantes “satisfechos(74% frente al 67% en la OCDE), menos alumnos que se sienten solos, incómodos o marginados, y más jóvenes (15 años) con autoconfianza (85%) y menos miedo al fracaso que en la OCDE. Y además, sus padres se implican más en la educación de sus hijos y en la gestión de los centros que en otros paises de la OCDE.

Estos reveladores datos del Informe PISA 2018 se suman al exhaustivo diagnóstico de la educación en España publicado por la OCDE en septiembre 2019. Allí se reflejaba otro dato preocupante: España es líder europeo en abandono escolar temprano (2018), con un 17,9% de jóvenes de 18 a 24 años que han dejado sus estudios al final de la ESO (etapa obligatoria) y no completan el Bachillerato o la FP básica, frente al 10,6% de media en la UE-28 y muy por delante de Holanda o Austria (7,3% de abandono escolar), Finlandia (8,3%), Francia (8,9%), Alemania (10,3%), Reino Unido (10,7%), Portugal (11,8%) o Italia (14,5%), según los últimos datos de Eurostat


Al final, los jóvenes españoles están peor formados que el resto de jóvenes europeos:  entre 25 y 34 años, el 32,3% de los jóvenes están poco formados (tienen la ESO o menos), frente al 13,6% de los europeos, el 23,4% tienen una formación media (Bachiller y FP grado medio) frente al 43,5% en Europa, y el 44,3% de los jóvenes españoles son universitarios, incluso más que en Europa (42,9%), según los últimos datos del “Panorama de la educación 2019” publicado por la OCDE. En consecuencia, los jóvenes españoles tienen menos empleo (21,7% de jóvenes entre 15 y 24 años frente al 35,4% en la UE-28) y mucho más paro (32,1% en noviembre 2019 frente al 14,3% en la UE-28). Y como consecuencia de esta menor formación y empleo, España tiene más “ni-nis”, más jóvenes que ni estudian ni trabajan: un 20,2% de jóvenes “ni-nis” (1 de cada 5 españoles de 18 a 24 años, 649.000 jóvenes), frente al 13,1% de media en Europa y el 9,6% en Alemania.


Estos datos, junto a los pésimos resultados del PISA 2018, deberían hacernos reflexionar sobre nuestra “mala educación”. ¿A qué se debe? Los expertos creen que esta caída en la nota del Informe PISA desde 2009 es el fruto de los recortes educativos iniciados en 2010 y continuados hasta 2015, que han sufrido los jóvenes de 15 años ahora evaluados. De hecho, la autonomía que más empeora en el Informe PISA es Madrid (la autonomía que menos invierte por escolar, 3.945 euros) y la que más mejora es el País Vasco (que invierte 6.502 euros por alumno, un 60% más que Madrid). Estos recortes se han traducido en que hay 2.214 docentes menos que hace una década y un 62% más profesores precarios que en 2009. Y además, se les ha obligado a impartir 3 horas de clase más (reduciendo horas de formación y tutorías) con la LOMCE de 2013, que aumentó también la carga burocrática de los docentes, reduciendo desdobles, prácticas y laboratorio,  en perjuicio de la calidad de la enseñanza.


Pero no es sólo cuestión de dinero, como demuestra que Galicia o Castilla León tengan unos buenos resultados en el Informe PISA. Los responsables del estudio recomiendan a España que cambie el sistema de enseñanza, que los centros trabajen menos la memoria y se centren más en desarrollar la capacidad crítica, el trabajo en equipo y la creatividad. Que no se busque tanto “cumplir el programa” como “enseñar a pensar”, dando las clases de otra manera y no sometidos a la rigidez de los programas. Y profundizando en las enseñanzas de matemáticas y ciencias, vinculándolas a otras disciplinas y a una enseñanza “práctica”, que les proporcione “habilidades”, no sólo conocimientos aprendidos de memoria.


Y la tercera receta, en la que coincide el Informe PISA y muchos expertos, es mejorar la formación de los profesores, sobre todo en matemáticas y ciencias, inicialmente en la Universidad y después con formación permanente. En España hay “poca especialización docente” en matemáticas y ciencias y muchos profesores están poco cualificados para estas enseñanzas y las dan mal, con lo que sus alumnos “las tienen miedo” y no les resultan atractivas, con lo que las aprenden mal. Además de pensar en algún tipo de formación complementaria para los docentes (al estilo de los MIR de los médicos), habría que innovar en los métodos de enseñanza, utilizando más herramientas colaborativas online.


Al final, el Informe PISA 2018 y los últimos datos educativos de la OCDE deberían impulsar con más fuerza un Pacto Educativo, para implantar cambios cuanto antes. Urge aumentar el gasto en educación (subir del 4% del PIB que gastamos ahora al 5% de media de la OCDE, lo que supone gasta 11.200 millones al año), recomponer plantillas y medios (mejorando desdobles, refuerzos y clases prácticas y de laboratorio) y poner en marcha un programa de formación permanente del profesorado, con un cambio en el sistema de enseñanza, desde infantil a Bachillerato, menos “memorística” y más práctica. Y con sistemas de evaluación constantes, no sólo PISA, para detectar los problemas. Una tarea que llevará décadas, pero que urge empezar cuanto antes. Nos jugamos el futuro.

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