Este miércoles 13, el Parlamento europeo aprobó la 1ª Ley
en el mundo sobre la Inteligencia Artificial (IA), que entrará en vigor en mayo y hasta
2026. Mientras, sigue la fiebre inversora por la IA y las grandes empresas
empiezan a utilizarla, por temor a quedarse fuera de la mayor revolución
tecnológica desde la electricidad. Y se perfila el gran temor ante la IA, la pérdida
de empleos: un 40% del empleo mundial (1.360 millones) se
verá afectado, según el FMI. En España, un estudio revela que perderemos
400.000 empleos netos los próximos 10 años: en realidad se perderán 2
millones, pero también se crearán 1,6 millones. Un problema muy serio, que afectará
más a mayores y personas con formación, y que exige prepararse desde
ya, aprobado ayudas a los que pierdan el trabajo y formando al resto
para adaptarse a esta revolución tecnológica. España tiene “ la ventaja”
de la escasa adopción de la IA (54,5% empresas no la utilizan), pero su
uso crecerá exponencialmente. Urge prepararse.La Inteligencia Artificial (IA) avanza imparable
en todo el mundo, recibiendo millonarias inversiones para nuevos
desarrollos y empresas (más de 50.000 millones de dólares en 2023) y con un
uso cada vez más extendido entre las empresas (más de la mitad de las
grandes empresas del mundo la están utilizando en 2024), por el temor a
quedarse fuera y para aprovechar una tecnología que puede aumentar su
productividad. Y con este avance, aumentan también los dos
miedos que genera la Inteligencia Artificial (IA): que avance
sin control y que suponga la destrucción de millones de empleos.
La Inteligencia Artificial (IA) busca que
una máquina o una red de máquinas sean capaces de aprender y desarrollar tareas
humanas, desde escribir o traducir a diagnosticar enfermedades,
conducir un coche, investigar o invertir. Las primeras computadoras se crearon
en EE. UU. en los años 40 y ya en 1950
se creó el primer experimento de Inteligencia Artificial, el proyecto Theseus: un ratón a control remoto capaz de encontrar
la salida de un laberinto. En los años 90 aparecieron programas para juegos
contra humanos y ya en 2012, el
desarrollo AlexNet reconocía imágenes y objetos. En 2020 se avanza en el
reconocimiento del comportamiento humano y el 1 de diciembre de 2022
aparece ChatGPT, un sistema de chat basado en modelos de lenguaje por
IA que permite elaborar informes, traducción, artículos, fotos y vídeos,
gracias al reconocimiento de voz e imágenes. Y actualmente, Google, X y otras
grandes tecnológicas compiten cada día con nuevos desarrollos.
Los expertos
creen que, antes o después, se conseguirá que las máquinas (los
ordenadores, solos o con robots) realicen
(con menos coste y aceptable calidad) una
gran parte de las tareas humanas, que exista “una Inteligencia Artificial a
nivel humano”: un 50% de los científicos encuestados creen que esto sucederá antes de 2061 y el 90% están
seguros que será “antes de 100 años”,
aunque muchos creen que se logrará “un gran avance” ya para 2050. Todo
apunta a que la Inteligencia Artificial (IA) será la mayor innovación en la
historia de la humanidad desde la electricidad (finales siglo XIX),
permitiendo grandes avances en la Ciencia, sobre todo en energía, medicina,
movilidad y sustitución de trabajos rutinarios y desagradables. Pero tiene dos graves incertidumbres: su efecto negativo sobre el empleo y el temor a un descontrol, que permita manipulaciones y controles
de la sociedad.
El temor más inmediato es que la Inteligencia Artificial
(IA) nos
deje sin trabajo, sustituyendo a los humanos en muchos empleos,
sobre todo los trabajos más cualificados y los más rutinarios, especialmente
empleos administrativos, profesionales y técnicos, matemáticos, asesores
financieros, periodistas, abogados, traductores y gestores. Todos estos empleos
cualificados corren más riesgo con la IA que los empleos de baja
cualificación, porque suelen tener salarios altos y la inversión para
sustituirlos por IA compensa más que en empleos de baja cualificación (salvo
los más rutinarios). A cambio, la IA también creará nuevos empleos, especialmente
los ligados a la programación de las máquinas (“ingenieros de peticiones") y al
tratamiento de datos.
Un reciente informe
del Fondo Monetario Internacional (FMI), de enero de 2024,
cuantifica por primera vez los riesgos de la IA para el empleo: afectará al
40% del empleo mundial, a 1.360 millones de trabajadores, cuyo trabajo
cambiará drásticamente o desaparecerá. Pero el efecto será diferente según los
paises: en
los paises desarrollados, el 60% de los trabajadores estarán expuestos
a la IA, afectando al 40% en los paises emergentes y al 26% de trabajadores
en los paises atrasados. También dependerá mucho de la cualificación:
los trabajadores más afectados por la IA
serán los que tienen alta cualificación, junto a los mayores y parte de las mujeres. Otro informe anterior, de
la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señalaba que las
profesiones más afectadas por la IA serán los empleados administrativos
(82% expuestos), las profesiones intermedias (27%), las intelectuales y científicas (26%),
los servicios directos a particulares, comerciantes y vendedores (22%) y los directores y gerentes (14% afectados).
El informe del FMI señala que la IA tiene “un lado oscuro”,
que supondrá la pérdida y reconversión de millones de empleos y agravará la
desigualdad laboral y salarial dentro de los paises y también entre sectores y
paises. Pero también la IA tiene “un lado muy positivo”: es una
revolución tecnológica que aumentará
la productividad de las empresas y el crecimiento del mundo,
creando además nuevos empleos. Se trata, pues, de una gran oportunidad,
como la que abrieron antes otras revoluciones tecnológicas, y el reto es
aprovechar sus ventajas y reducir sus inconvenientes, que serán más
visibles a corto plazo. De hecho, el
FMI advierte que la IA puede agravar las tensiones sociales (como
hizo la 1ª Revolución Industrial, en el siglo XIX) y ampliar
la brecha de desigualdad entre paises desarrollados y paises pobres.
De momento, aunque la aplicación de la IA está empezando, ya
han surgido los primeros despidos. Así, un 25% de las grandes empresas anticipan
una reducción del 5% de su plantilla o más en 2024 por la IA, según una Encuesta
realizada por la consultora PwC a 4.702 consejeros delegados de 105 paises y
presentada en enero en el Foro de Davos. Y, en paralelo, otro 39% de
grandes empresas encuestadas van a aumentar su empleo este año un 5% o
más por la IA . Los sectores
que van a recortar un 5% o
más por la IA son los medios de comunicación y
entretenimiento (lo harán el 32% de las empresas), bancos, mercados y
aseguradoras (el 28%), el transporte y la logística (el 25%), las telecos
y empresas de servicios (25% harán recortes). A cambio, el 60% de los
directivos multinacionales consultados esperan que la IA les mejore sus
productos y servicios, aumentando su productividad y permitiendo nuevas
contrataciones a medio plazo.
En España, un reciente
informe de Randstad (26 de febrero) se atreve a hacer un balance del coste
laboral de la IA en los próximos 10 años (2023-2033): se perderán 2 millones
de empleos (casi el 10%) y se crearán 1,61 millones de empleos nuevos,
con un saldo neto de -390.000 empleos perdidos. Profundizando más, el informe de Randstad
refleja que el 9,8% de los empleos actuales (2 millones) corren el riesgo de
ser automatizados, mientras otro 15,9% de empleos (3,25 millones) se
mantendrán (aumentando su productividad,) y la mayoría (el 74,3% restante, 15,19
millones de empleos) no tendrán cambios significativos por la aplicación de
la Inteligencia Artificial (IA).
El informe concreta los
sectores que se verán más afectados
negativamente por la IA: el comercio (perderá 158.415 empleos
netos), las actividades administrativas (-147.915 empleos netos), hostelería
(-112.770) y transporte y almacenamiento (-47.490), teniendo un menor
impacto negativo la agricultura, ganadería y pesca, industria y construcción. Y los sectores más beneficiados por la IA
en España, que ganarán empleo neto, serán la programación y consultoría
(+76.364 empleos netos), actividades científicas y técnicas (+48.816
empleos netos), telecomunicaciones
(+8.995 empleos), medios y publicaciones (+3.576) . Mientras, la IA aumentará
la productividad del 15,9% de empleos, sobre todo en programación y
consultoría (mejorará el rendimiento del 40% de los empleos), los seguros (37%
empleos) y finanzas (36%), medios y publicaciones (33%), actividades
científicas y técnicas (27%) y telecos (subirá productividad 25% empleos).
El problema del trabajo en el futuro es que la
IA va muy rápido y los trabajadores tienen menos tiempo para adaptarse
que en las revoluciones tecnológicas anteriores, según otro
estudio de la consultora Oliver Wyman. Lo que parece claro, añaden, es que
en las próximas décadas, la Inteligencia Artificial (IA) “cambiará el
papel de los trabajadores”: serán “un complemento” de los
ordenadores y robots en la gestión de equipos, transmisión de mensajes y
gestión de las emociones, desempeñando un papel más “humano y asistencial”.
Parece claro que las máquinas necesitarán al hombre para ser “inteligentes” y
que el trabajador seguirá siendo clave en las empresas, pero en muchos casos su
papel cambiará radicalmente y en otros serán suplantados por la Inteligencia
Artificial.
Esta nueva tecnología, la IA, ya está revolucionando la
gestión de los recursos humanos hoy: el 40% de los responsables de recursos
humanos, los que seleccionan y contratan personal, ya conocen y utilizan la IA
para el cribado de currículos y la búsqueda de candidatos, según
publica el Observatorio de RRHH de Randstad, que refleja que una de las
primeras aplicaciones de la IA está siendo identificar el talento y las
competencias a la hora de ampliar y definir las plantillas del futuro .¡Qué
miedo!
Parece claro que, a pesar de sus indudables ventajas,
la IA va a traer una oleada de despidos en el mundo y en España. Los sindicatos ya lo están asumiendo, en la negociación del último
ERE de Telefónica, por ejemplo. Saben que las nuevas tecnologías, acabarán
con los trabajadores menos formados y más mayores, cuyo puesto cambiará drásticamente
o desaparecerá. Y sólo queda una salida: ayudar a los que se van, con un
desempleo que se alargue hasta la jubilación (incluyendo la ampliación del
ingreso mínimo vital, como “una red de seguridad” frente a los
despidos tecnológicos). Sólo en otros
casos, en algunos puestos y con trabajadores más jóvenes, hay otra salida: el
reciclaje y la formación, algo por lo que deben apostar empresas y
Gobiernos, según
recomienda el estudio del FMI.
El temor al despido por la IA va paralelo a su
implantación, todavía lenta: sólo el 8% de las compañías mundiales
utilizan la IA de forma proactiva en el día a día, según
un informe de la consultora KPMG. Pero ojo: un 55% de los directivos
de las grandes empresas mundiales consideran que la implantación de la IA
será crucial para alcanzar sus objetivos en los próximos 3 años. En
definitiva, que el proceso de implantación de la IA va a toda velocidad,
en paralelo a las múltiples inversiones para poner en marcha nuevas versiones
más accesibles y eficaces. Por eso, la IA va a crecer de forma imparable
y afectará cada año más al empleo.
En España, tenemos “la
ventaja” de que todavía son pocas las empresas que han implantado la IA en
su día a día, aunque un 45,5% ya lo utilizan para tareas complementarias,
como el análisis de datos, la automatización de procesos productivos o la
optimización de tareas administrativas, según
el estudio de Randstad. Pero también en España, la IA está “pisando el
acelerador” y su uso se ha multiplicado por 5,7 en el 4º trimestre de 2023.
Y hasta Microsoft
acaba de anunciar que invertirá 1.950 millones
de euros en España hasta 2025 para potenciar la Inteligencia Artificial.
El otro temor sobre la IA, su regulación
para evitar que crezca de forma descontrolada, sigue ahí. De hecho, en
marzo de 2023, más de 1.300 expertos y personajes públicos firmaron
esta carta abierta para ralentizar (durante 6 meses) el desarrollo y
aplicación de la IA, buscando “controlar los profundos riesgos para la sociedad
y la humanidad”. Pero no ha habido ningún parón, sino una aceleración de
inversiones y proyectos. Eso sí, a principios de noviembre de 2023, un total de
28 paises (entre ellos EE. UU., China, Europa, Japón, Corea y Brasil) firmaron
en Oxford la Declaración de Bletchley para trabajar juntos en que la IA
se atenga a “unos mínimos de regulación”. Pero la realidad es que EE. UU.
y China mantienen una
guerra tecnológica por la IA, sin transparencia ni controles.
Mientras, Europa, que está muy retrasada
en cuanto a desarrollos e implantación de la IA, se ha convertido en el
continente líder en la regulación, aprobando este miércoles 13 de marzo, en el Parlamento Europeo, la 1ª ley que regula la IA en el mundo, que entrará en vigor en 2026. El Reglamento de la IA, aprobado
por los líderes europeos el 8 de diciembre, pretende “garantizar que los
sistemas de IA utilizados en la UE sean seguros, transparentes, trazables, no
discriminatorios y respetuosos con el medio ambiente”. Y, sobre todo, asegurar
que los sistemas sean supervisados por personas, no por máquinas. Ahora
se creará una Oficina Europea de IA para vigilar los distintos riesgos
en la aplicación de la IA y la aplicación de la Ley (que no
resuelve varios problemas claves) será progresiva, hasta mediados de 2026.
En paralelo, la Comisión Europea quiere que la UE
recupere el terreno perdido en la IA frente a EE. UU. Y China, pensando en
aprobar (después de las elecciones europeas de junio) un nuevo Plan
económico (como el de Recuperación tras la pandemia) para relanzar las
inversiones europeas en tecnología, digitalización e Inteligencia Artificial
(IA). Entre tanto, en España, que creó en 2022 la 1ª Agencia
Nacional de IA (en
A Coruña), el Gobierno apuesta por promover la IA dentro del Plan de
Recuperación (Componente
16), con una inversión pública de 560 millones de euros que busca movilizar
otros 1.500 millones de inversión privada. El Plan pretende atraer inversiones
internacionales (como
la de Microsoft) y que tiren de la IA las grandes empresas españolas, para
llegar luego a las pymes. Un reto, la IA, que debería ayudar
a España a mejorar su productividad, inferior a la de la mayoría de
Europa.
En resumen, que la Inteligencia Artificial (IA) crece de
forma imparable y ya sabemos que, además de mejorar la productividad de
empresas y paises, va a provocar la pérdida de millones de empleos, 2
millones de ellos en España. No podemos perder este tren, como
perdimos el de las anteriores revoluciones tecnológicas. Pero hemos de
prepararnos para ayudar a los que caigan y a salvar a los que puedan reciclarse.
No dejar a nadie atrás.