jueves, 18 de septiembre de 2025

Curso 2025-26: menos alumnos y más diversos

Hace una semana que volvieron a clase 8,2 millones de niños y adolescentes, en 28.748 colegios e institutos, para iniciar un nuevo Curso escolar con algunas novedades y viejos problemas. Por segundo año consecutivo, habrá menos alumnos este Curso (-29.939), sobre todo en Infantil, Primaria y la ESO, por la caída de la natalidad. Y vuelven a aumentar los alumnos extranjeros (un tercio latinoamericanos), que ya suponen el 12,9% de los alumnos en Colegios e institutos, aunque concentrados en los Centros públicos y en el este de España. Mientras, sigue la escasez de financiación de la enseñanza pública, mayor en algunas autonomías, que impide reducir los alumnos por clase y contratar más profesores, mientras seguimos con una educación no universitaria de baja calidad, con un exceso de repetidores y abandonos. Y asistimos a un aumento de gastos educativos para las familias. Con todo, el mayor problema es la desigualdad educativa por regiones y centros, que exige medidas concentradas en apoyar a los centros y alumnos con más problemas.

                           Curso 2025-26: menos alumnos y más extranjeros

Este Curso escolar 2025-26 va a ser el segundo en este siglo en que bajará un poco el número de alumnos en colegios e institutos. Ya pasó el Curso pasado (2024-25), cuando hubo 13.245 alumnos menos en las enseñanzas no universitarias (desde infantil a Bachillerato y FP), concretamente 8.319.029 alumnos, según el Ministerio de Educación. Este nuevo Curso escolar se espera una bajada de alumnos mayor, sobre todo en los primeros cursos, por la caída de la natalidad sufrida en España desde 2009: -29.939 alumnos en enseñanzas no universitarias, un total de 8.289.090 alumnos, según el avance publicado por Educación. Eso sí, la mayor caída de alumnos se espera en los Centros públicos (donde estudian el 66,9% de los alumnos): el curso pasado, se perdieron 15.806 alumnos en los Centros públicos y se ganaron 2.561 en los concertados (donde estudian el 24,5% de los alumnos no universitarios) y privados (donde estudian el 8,6% del total de niños y adolescentes).

Yendo por cursos desde el inicio, la educación infantil de 0 a 2 años (que no es obligatoria) va a ser de las pocas donde crezcan los alumnos (se esperan 496.803 niños y niñas, +8.332 que el curso pasado),  debido a que el Gobierno y las autonomías aumentaron su financiación y las plazas públicas para que las familias envíen a los Centros a sus niños más pequeños, lo que hace que la tasa de escolarización a esta edad (0 a 2 años) ronde ya el 50%, una de las más altas de Europa. Siguiendo con el 2º ciclo de Educación Infantil (3-6 años), gratuito y no obligatorio, se espera otra bajada de alumnos este curso  (-18.959 alumnos), con un total de 1.059671 alumnos matriculados en este 2º Ciclo de infantil.

Los dos siguientes ciclos educativos (Primaria y ESO) son los que tienen más alumnos y donde también habrá menos este año, como el pasado, por la caída de la natalidad en las dos últimas décadas. En Primaria (6-12 años), se han matriculado este Curso  2.672.153 niños y niñas, 35.718 menos que el curso anterior (-1,3%, la mayor bajada de alumnos de toda la enseñanza). En Secundaria (12-16 años), la caída de alumnos este año será de -17.687 adolescentes (-0,8%), con 2.071.790 matriculados.

En los siguientes niveles educativos (Bachillerato y FP) se espera este curso un nuevo aumento de alumnos, como el curso pasado, debido a que estos jóvenes nacieron antes de la última caída de la natalidad. En Bachillerato (16-18 años), este curso se han matriculado 3.354 alumnos más (+0,5%), alcanzando los 707.788 alumnos. Y el gran salto se espera este curso en Formación Profesional (FP), “la enseñanza estrella” de los últimos años, debido a que las familias y sus hijos (sobre todo chicos más que chicas) han comprendido que es la mejor puerta al empleo. Este Curso estudiarán FP 1.218.347 alumnos, 28.971 más que el año anterior (+2,4%, el mayor aumento en el alumnado no universitario), porque han aumentado las plazas (más las privadas).

La pérdida de alumnos en la enseñanza no universitaria, por la caída de la natalidad, sería mayor si no fuera por los niños y jóvenes inmigrantes, que siguen creciendo en los Centros de enseñanza no universitaria. El curso pasado (2024-25) asistieron a colegios e Institutos un total de 1.125.860 alumnos extranjeros, el 12,9% del total de estudiantes no universitarios. Una cifra que no deja de crecer desde principios de siglo (205.000 estudiantes extranjeros en año 2000, el 3% del total) y sobre todo tras la pandemia (823.000 extranjeros, el 10% en 2021), según los datos de Educación. En muchos pueblos, este alumnado extranjero (el 38,8% de origen latinoamericano) ha permitido que no cierren colegios públicos y que se mantengan institutos, mejorando “la diversidad” de la enseñanza y la formación, aunque en otros lugares, este aluvión de alumnos extranjeros supone una carga adicional para Centros y profesores, complicando la enseñanza y deteriorando su calidad en algunos casos.

El problema del aumento de alumnos extranjeros es que están mal repartidos, tanto por regiones y ciudades como por Centros de enseñanza. Así, se concentran especialmente en el este de España, en zonas con gran peso de los servicios, el turismo y las tareas agrícolas (en las que trabajan sus padres): tienen un mayor porcentaje de alumnos extranjeros Baleares (19% del total), Comunidad Valenciana (18,5%), la Rioja (17,6%), Aragón (16,7%), Cataluña (16,5%), Murcia y Madrid (15,5%), mientras su porcentaje es bajo en Ceuta (3,6%), Extremadura (4,5%), Galicia (6,3%), Andalucía (7,5%), Melilla (8,2%(, Asturias (8,3%) y Castilla la Mancha (9%), según los datos de Educación.

Pero la mayor disparidad se da en la titularidad de los Centros donde estudian, dado que la mayoría lo hacen en Centros públicos, lo que parece consecuencia de una actitud discriminatoria ante los alumnos extranjeros de los centros concertados (que cobran cuotas, aunque dicen que no son obligatorias) y los privados. Los datos oficiales son muy concluyentes: en Primaria, los centros públicos tienen un 17,3% de alumnos extranjeros frente a un 11,7% los concertados y privados. Y en la ESO, el porcentaje de alumnos extranjeros es del 15,1% en los Centros públicos y el 11,4% en los privados. Y  por provincias, en Primaria hay 7 provincias donde el porcentaje de alumnos extranjeros en centros públicos es muy superior a la media (17,3%): Alicante (29% alumnos extranjeros en la pública y 16,2% en centros concertados), Lleida (27%), La Rioja (26,4%), Castellón (26,1%), Murcia (24,8% en centros públicos y 8,3% en privados), Girona (24,7%) y Teruel (24,6%).

Visto el panorama de alumnos esperado para este Curso 2025-2026 (menos alumnos pero más “diversos”, con más extranjeros), se esperan además algunas novedades educativas. Una de ellas, que será el 4º Curso en que se aplique la nueva Ley de Educación, la Lomloe (aprobada en 2020 y que se empezó a aplicar en el Curso 2022-2023), con lo que se graduarán de la ESO los primeros estudiantes educados con la nueva Ley, que pretende una educación menos “memorística” y más basada en potenciar habilidades, como defienden los expertos educativos y el Informe PISA, aunque los expertos creen que apenas se notará el cambio, porque hará falta más tiempo y el reciclaje de los profesores. 

Una novedad importante de este curso será que se evaluará el nuevo sistema educativo (la Lomloe), con la celebración de un examen (en la primavera de 2026) a una muestra de 35.000 alumnos de 6º de Primaria (elegidos en 1.000 Centros) para ver su "competencia" en Lengua, Matemáticas, Ciencia y Digital. Una especie de "Informe PISA español", que se repetirá en la primavera de 2027 con otra muestra de alumnos de 4º de la ESO. Otra novedad relevante es que empiece a aplicarse el Plan de refuerzo de matemáticas, anunciado en enero de 2024 y retrasado por la formación del profesorado y la escasez de recursos : este Curso se aplicará en 2.500 Centros de Primaria y Secundaria, desdoblando aulas y reforzando las clases con más profesores y una formación más personalizada. 

Además, en este Curso escolar se generaliza la prohibición del uso de móviles en infantil y Primaria en toda España, después de que ya lo estaban aplicando la mayoría de las autonomías, algunas incluso extendiendo la prohibición a la ESO, tras la propuesta aprobada en 2024 por el Ministerio y el Consejo Escolar del Estado. Una medida que busca mejorar la calidad de la enseñanza y reducir el acoso escolar, dado que el 76% de los niños españoles de 10 a 15 años tiene un móvil (y el 96% de los adolescentes de 15 años). Ahora, las autonomías estudian regular el uso de las tablets y portátiles en las aulas

Y en la Comunidad de Madrid se estrena este Curso una experiencia piloto interesante: se implanta en 300 colegios públicos una política de “patios y bibliotecas abiertas”: tras el final de la jornada lectiva, se permitirá a los alumnos proseguir en el centro (patio y biblioteca), vigilados por personal no docente que aportarán los 84 municipios donde se aplica (ojo: sólo se probará en un Centro educativo de Madrid capital, en Carabanchel).

Entre tanto, este nuevo Curso escolar arrastraremos los viejos problemas de la enseñanza no universitaria en España. El primero y fundamental, la falta de medios, derivada de una escasa financiación. El gasto en educación Primaria en España (10.181 dólares por estudiante) es un 15,4% inferior a la media europea (12.043 dólares) y en Secundarios es un 5.17% más bajo (12.541 dólares por estudiante frente a 13.225 dólares la UE-25 o 17.077 en Alemania), según el informe de la OCDE “Panorama de la Educación 2024”. Y además de gastar menos en educación no universitaria, hay enormes diferencias en el gasto educativo por autonomías (879 euros por habitante en Madrid, 1015 en Cataluña y 1.592 euros el País Vasco). Eso obliga a las familias a gastar cada año más en educación (cuotas, material, comidas, transporte, extraescolares). Tal es así, que España es el país europeo donde las familias financian un mayor porcentaje de la educación de sus hijos: el 11,6% en Primaria (frente al 4,4% en Europa) y el 9% en Secundaria (frente al 5,4% en la UE-25).

La escasez de recursos se traduce en los altos ratios de alumnos por clase (20,7 en Primaria), 24,5 en la ESO, 25,7 en Bachillerato y en torno a 20 en FP) y en la falta de profesores: los sindicatos señalan que faltan unos 100.000 para apoyar a los 800.000 docentes que enseñan hoy en Colegios e institutos. Pero estos profesores no universitarios tienen otro problema más grave: su inestabilidad laboral, que acaba repercutiendo en la calidad de la enseñanza: 1 de cada 5 profesores no universitarios es interino, una tasa del 21,06% que supera el límite del 8% de interinos obligado ahora por Ley. Esta precariedad ya provocó huelgas y protestas en la enseñanza no universitaria el curso pasado y se esperan nuevos conflictos este curso, máximo cuando las recientes oposiciones (en junio 2025) a profesor de Secundaria han sido un fiasco: 1 de cada 4 plazas (16.647 convocadas) ha quedado desierta. Esto plantea la necesidad de cambiar el sistema y acelera la necesidad de aprobar el esperado Estatuto del docente, donde los sindicatos siguen esperando una propuesta del Gobierno.

Además de la inestabilidad laboral, los profesores se quejan de otro problema que también afecta negativamente a la enseñanza: la excesiva burocratización de la docencia. Por un lado, los profesores tienen un exceso de tareas no docentes y los equipos directivos de Colegios e Institutos dedican hasta el 70% de su tiempo a gestiones administrativas, restando tiempo a la labor docente y a la planificación de una enseñanza de más calidad. Y se quejan de que les faltan medios, recursos y profesores para centrarse en reforzar a los alumnos que más lo necesitan, sobre todo en Centros públicos con más niños y adolescentes de familias con menos recursos, desestructuradas o de origen extranjero.

Al final, todo este panorama se traduce en que tenemos una enseñanza no universitaria “manifiestamente mejorable, de una calidad muy desigual, según el tipo de Centros y alumnos. Pero a nivel global, los resultados no son buenos. Lo indican los estudios PISA, que relegan a España en matemáticas y comprensión lectora. Y varios datos incontestables. Uno, el alto porcentaje de repetidores: el 2,1% en primaria (1,2% en la UE-25) y el 7,8% en secundaria primera etapa (2,2% en la UE-25) y un 6,5% en la 2ª etapa. Dos, el abandono escolar temprano, el altísimo porcentaje de jóvenes que dejan sus estudios sin acabar Bachillerato o FP: 13% en España frente al 9,5% en la UE-25. Y tercero: el elevado porcentaje de jóvenes “ni-nis” (ni estudian ni trabajan): 17,8% en España y 12,9% en Europa.

¿Qué se puede hacer? Parece claro que hay que gastar más en educación, desde infantil a Bachillerato y FP. Pero no sólo se trata de gastar más, sino de gastar “de otra manera, gastando más en los Centros y ciudades donde hay más problemas, o bien por la situación socioeconómica de los padres o bien por el porcentaje de alumnos extranjeros, que necesitan una mayor atención (empezando por el idioma). Se trata de concentrar el gasto, los medios y los profesores en los alumnos con más problemas (hay más de 1 millón que necesitan apoyo, un 75% más que hace seis años, según CCOO) y en los Centros con un alumnado más “problemático”, para que no se queden atrás y acaben abandonando la enseñanza.

Eso exige que si algún día se debate un nuevo modelo de financiación autonómica, se tenga en cuenta no sólo la población de cada autonomía y su edad (el número de alumnos), sino el perfil de estos alumnos y los Centros, con una mayor colaboración entre Centros públicos y concertados o privados, que muchas veces discriminan a los alumnos más problemáticos. Hay que potenciar las clases de refuerzo y apoyar al profesorado, reduciendo al mínimo su precariedad laboral, con mejores sueldos y más tiempo para la docencia real. Y, sobre todo, debería haber una mayor colaboración entre el Ministerio de Educación y las autonomías, para homogeneizar la calidad de la enseñanza en España y que la educación de nuestros hijos y nietos no dependa de dónde vivan y de los ingresos de sus padres. Nos jugamos el futuro.

lunes, 15 de septiembre de 2025

Otoño incierto: tenemos más problemas

Tras la vuelta de vacaciones, este otoño se presenta muy incierto, con más problemas económicos que antes del verano. Por un lado, Europa ha cerrado con Trump un acuerdo comercial muy negativo, que va a agravar el estancamiento de la economía europea, que apenas creció un 0,1% en el 2º trimestre, con una crisis en Alemania y problemas en Francia e Italia. Además, la incertidumbre ha impedido que baje el Euribor en agosto (y los tipos del BCE en septiembre). Y las locuras de Trump y su abultada deuda debilitan el dólar, fortaleciendo al euro (+13% este año), lo que nos resta competitividad y encarece los productos europeos y el turismo. En España, los problemas de Alemania y Francia más los altos precios y el euro fuerte han frenado en julio el impulso del turismo, el motor de nuestro “milagro económico”, junto a los inmigrantes (atacados dentro y fuera). Así que la polémica coyuntura política, internacional y nacional (extrema polarización) , pone en peligro los logros de la economía española tras la pandemia. Pintan bastos.

                                                                                          Enrique Ortega

El verano nos trajo, además de las olas de calor y los incendios, un pésimo acuerdo comercial entre la Unión Europea y EEEU, presentado en un club de golf de Trump en Escocia el 27 de julio. La Comisión Europea se ha afanado en defender la bondad del acuerdo, porque es mejor aceptar un arancel del 15% que el 30% que nos iba a imponer Trump si no pactábamos. Y añaden que hemos salido “mejor parados” que la mayoría de paises (salvo Reino Unido, que tendrá un arancel del 10%), igual que Japón (15%) y mucho menor que el 35% de Canadá, el 25% de México o el 50% de Brasil e India (ver mapa aranceles), mientras China negocia todavía bajarlo del 30%.

Pero en realidad, el acuerdo arancelario aceptado por Europa es una humillación en toda regla. Básicamente, porque Trump impone un arancel del 15% a la mayor parte de los productos europeos (que ahora pagaban el 1,43% de media) mientras EEUU paga un 0% por vender sus productos en Europa. Eso, traducido en cifras, es escandaloso: de los 850.000 millones de productos europeos exportados a USA en 2024, ahora (desde el 7 de agosto), la mayoría (780.000 millones exportados) pagan aranceles del 15%, lo que tendrá un coste para los europeos de 117.000 millones de euros, un “impuesto” que nos pone Trump para reducir su abultada deuda y bajar impuestos a los norteamericanos (ricos).

Pero hay más concesiones. Una, que a cambio de ponernos sólo un 15% de arancel (no el 30% con que amenazaba), Europa se compromete a comprar a EEUU petróleo, gas y equipamiento nuclear por valor de 700.000 millones de dólares, además de comprarles 40.000 millones en chips y compras millonarias de material militar. Y si Europa no lo hiciera, amenaza Trump, nos subiría los aranceles. Además, EEUU acepta rebajar los aranceles de los coches y piezas del automóvil europeas al 15% (del 35% inicial, ahora en el 27,5%) si Europa abre su mercado a productos norteamericanos agrícolas y pesqueros (alimentos, frutos secos, soja…), que ahora podrán vendernos sin restricciones, una medida que ya ha legislado Bruselas para que los coches europeos sólo paguen un 15% de arancel en USA. Y por si acaso nos sentimos ya “tranquilos”, Trump ha amenazado con incluir también en el futuro una rebaja de la vigilancia sobre los servicios digitales, para forzar a Bruselas a que no controle tanto a las tecnológicas ni les cobre (tasa Google) si no queremos problemas...

Así que Europa ha cedido en casi todo, mientras Trump lanza cada día una nueva amenaza, que alimenta la incertidumbre en las empresas, inversores y paises. Y además, el Tribunal de apelaciones de EEUU acaba de decir que los aranceles de Trump no son legales, aunque permite que sigan en vigor hasta el 14 de octubre. Pero Trump lo va a recurrir ante el Tribunal Supremo USA, donde tiene mayoría conservadora. Así que los aranceles seguirán adelante, dañando la economía internacional y sin que por el momento dañen a los estadounidenses, que los acabarán pagando con más inflación y menos crecimiento a medio plazo. Pero mientras, Trump pretende recaudar millones de dólares del resto del mundo y presentar unos logros que le permitan ganar las elecciones de medio mandato (noviembre 2026).

En consecuencia, desde principios de agosto, los aranceles de Trump dificultan las exportaciones a EEUU del resto del mundo, que pagan una media cercana al 20% (el 50% de aranceles al aluminio y al acero). Eso va a tener una consecuencia inmediata: menos ventas en EEUU y menos comercio mundial, encareciendo la mayoría de los productos y recortando el crecimiento y el empleo. Y también en Europa. En el primer trimestre, tras el anuncio de aranceles el 2 de abril, muchos paises aceleraron las ventas a EEUU, antes de que entraran en vigor. Y eso aumentó las exportaciones europeas y el crecimiento. Pero ahora, cuando los aranceles ya están en vigor, el frenazo económico en la UE será inevitable. De hecho, ya se ha producido: la economía de la UE-27 creció un +0,5% en el primer trimestre de 2025 y después se ha estancado, creciendo sólo un +0,1% en el 2º trimestre, según Eurostat.

Sobre todo lo ha notado Alemania, el país europeo que sale peor parado por los aranceles de Trump, dado que allí van el 10,4% de sus exportaciones: en el 2º trimestre, según Eurostat, la economía alemana ha caído un -0,1% (tras crecer un 0,3% en el primer trimestre), sufriendo sobre todo sus multinacionales del automóvil y numerosas industrias. También ha caído en el 2º trimestre la economía de Italia (-0,1%), otro país que depende mucho de las ventas a USA (el 10,4% de sus exportaciones totales). Y ha tenido menos efecto en Francia, que crece un +0,3% en el 2º trimestre, porque vende menos a EEUU (el 8% de sus exportaciones), aunque es un porcentaje alto, como el de Finlandia (9,7%), Suecia (8,9%) y Austria (8,2%), si bien el país más afectado es Irlanda (el 32% de sus exportaciones van a EEUU). España, de momento, sigue siendo el país que más crece (+0,7% en el 2º trimestre), por una menor dependencia comercial de EEUU (4,6% de nuestras exportaciones), pero nos acabará afectando, sobre todo si el resto de Europa entra en recesión este otoño/invierno.

De momento, la crisis en Alemania y Francia  ya ha retraído el turismo hacia España en los últimos meses, según los datos de pernoctaciones hoteleras del INE. Y en julio, aunque España tuvo un récord histórico de turistas (más de 11 millones), sólo aumentaron un 1,6% sobre 2024 y cayeron los turistas alemanes (-4,8%) y franceses (-3,1%), estancándose los turistas británicos (+0,7%), una tendencia que ha podido repetirse en agosto y que supondría un cierto “freno” del boom turístico, el motor de nuestro crecimiento récord. De hecho, el empleo en España ha cerrado su peor verano en 6 años, con casi 200.000 afiliados menos en agosto.

Otro factor que juega a la contra de Europa (y de España) es la debilidad del dólar, motivada por la errática política de Trump y su abultada deuda (36,2 billones de dólares, el 124% de su PIB), que provoca una revalorización del euro frente al dólar: +13,2% en lo que va de año (el euro cuesta hoy 1,1728 dólares frente a 1,036 a principios de año). Eso significa que todos los productos europeos cuestan en dólares un 13% más, lo que resta competitividad a los productos de la UE y encarece Europa (y España) a los turistas no europeos. Y encima, los expertos apuestan porque Trump siga dejando caer al dólar (para reforzar sus exportaciones), hasta el nivel de 1,20 euros por dólar (casi +16% revalorización), lo que dañaría más a Europa.

Así que lo que antes era una amenaza, la subida de aranceles, es ya una realidad desde el 7 de agosto, y está dañando a las grandes empresas exportadoras europeas, sobre todo al automóvil, los bienes de equipo y maquinaria, el vino, la industria del lujo, la aeronaves, la siderurgia y la industria química y farmacéutica. En el caso de España, el sector más afectado es la industria alimentaria (USA es su 2º gran mercado, tras Europa), el vino (España es el 4º exportador europeo), el aceite (somos el primer exportador europeo a USA), la industria de componentes de automóvil (no exportamos coches a EEUU, pero los coches que exporta el resto de Europa llevan piezas fabricadas en España) y la industria farmacéutica.

Lo más preocupante es que “el bombazo” de los aranceles de Trump pillan a Europa en medio de una profunda crisis política, agravada por los problemas económicos en Alemania y la crisis política en Francia, donde ha caído el primer ministro). La Unión Europea se tiene que plantear a la vez cómo afronta una serie de problemas de futuro: configurar una Defensa europea (con más gasto militar, que pone en peligro otros gastos económicos y sociales), cobrar un mayor protagonismo geoestratégico (los conflictos de Ucrania y Gaza revelan el escaso peso internacional de la UE), configurar una política de inmigración (Europa necesita mano de obra extranjera, pero el auge de la extrema derecha europea fuerza a los paises a posturas xenófobas), una postura más decidida ante la crisis climática (crece el negacionismo en muchos paises y en la Comisión Europea, lo que fuerza a suavizar políticas medioambientales) y, sobre todo, la urgencia de dar un salto adelante en la mejora de la competitividad europea, impulsando la tecnología, la digitalización y la industrialización para competir con USA y China. Cuestiones claves en la que la actual Comisión Europea no avanza, mientras la humilla Trump.

Y en el caso de España, las consecuencias de los aranceles y el menor crecimiento de Europa y el resto del mundo nos van a acabar de hacer daño, rebajando el consumo, las exportaciones y las inversiones (por la incertidumbre), lo que se traducirá, antes o después, en menor crecimiento y menos empleo, después de varios años de “milagro económico” tras la pandemia. La incertidumbre por los aranceles, incluso, ha frenado la bajada del precio del dinero: el Euribor, en agosto, ha subido (al 2,114%), tras 6 meses a la baja. Y el BCE frenó la semana pasada sus rebajas de tipos (siguen en el 2%), por temor a un repunte de la inflación, lo que sigue aumentando el Euribor (2,17% en septiembre), dificultando la rebaja de las futuras hipotecas  (aunque bajará la cuota de las antiguas cuando se revisen).

Por ello, Europa y España deberían aprobar un Plan de choque, como hicieron con la pandemia o la hiperinflación tras la invasión de Ucrania, para afrontar este menor crecimiento y mantener las empresas y el empleo. En Europa, tal medida no parece fácil y ya hay paises como Alemania que hablan de “reducir el Estado del Bienestar” para salir adelante de esta crisis. En España, un acuerdo para reanimar la economía en los próximos meses parece aún más difícil, a la vista de la tremenda polarización política, que impide hasta afrontar juntos los incendios forestales.

Pero si alguna vez hace falta acordar algo es ahora, para afrontar el posible estancamiento económico en Europa y la desaceleración económica en España. Urge aprobar unos Presupuestos que reanimen la economía, con un pacto fiscal que consiga aumentar la recaudación para afrontar el necesario mayor gasto en protección civil ante el cambio climático (incendios, inundaciones, malas cosechas…). La enseñanza de los incendios de este verano es que el Estado (desde la Administración central a las autonomías y Ayuntamientos) sólo puede afrontar las catástrofes con más medios y para eso hace falta gastar más. Y eso pasa por recaudar más, por ingresar más de los que más tienen, lo que exige una reforma fiscal que Europa nos lleva pidiendo décadas. Pero con el actual panorama político, ni Presupuestos ni reforma fiscal ni acuerdos contra la crisis climática.

Las otras dos prioridades económicas de este otoño deberían ser la vivienda y la ejecución de los Fondos Europeos, porque queda menos de un año (hasta agosto de 2026) para comprometer los proyectos pendientes (sólo se han comprometido 53.600 millones de 163.014 que recibiremos, entre subvenciones y créditos), dado que si no se ejecutan se perderán los Fondos UE. Y eso exige también pactar las reformas pendientes, requisito obligado para que llegue el dinero que falta (hemos perdido ya Fondos UE por el rechazo de la derecha y los nacionalistas en el Parlamento a la subida de impuestos al gasóleo exigida por Bruselas). Urgen pactos para terminar las reformas pendientes y para promover la construcción de viviendas, pero ambos parecen imposibles.

Ya lo saben: tenemos problemas, tendremos más en los próximos meses y la solución pasa por acuerdos políticos y económicos para afrontarlos. Pero como esto es imposible, iremos a peor. Y serán los políticos, al menos una parte de ellos, los responsables de que España ponga fin al mejor balance económico de las últimas décadas. Pintan bastos.