jueves, 31 de octubre de 2024

2,5 millones son "pobres" a pesar de trabajar

Hay 2,5 millones de personas que van cada día a trabajar y son “pobres”: ganan menos del 60% que la media (menos de 916 euros mensuales) y no pueden atender gastos básicos. Son tanto hombres como mujeres, jóvenes y personas de 45 a 59 años, muchos inmigrantes, familias y mujeres solas con niños, personas con poca formación y contratos precarios en el campo, hostelería, construcción, limpieza y servicio doméstico, en el sur y Levante. España es el tercer país europeo con más “trabajadores pobres”, un porcentaje (11,9% de los que trabajan) similar al de 2008. Y Caritas alerta que la mitad de las personas que atienden tienen trabajo. Ahora, la subida de alquileres ha aumentado esta tasa de pobreza laboral, vinculada a empleos precarios y mal pagados, así como a tener hijos. Pero los expertos insisten en que no basta con mejorar empleos y sueldos: urgen políticas para aumentar las ayudas a los más pobres y a las familias con niños. Pobres con empleo.

                               Enrique Ortega

Hasta hace 2 décadas, tener un trabajo permitía a las personas vivir “medianamente bien: emanciparse, formar una familia, tener una casa o un coche y mantener un ritmo de vida “digno”. Pero la crisis financiera de 2008 trastocó esta “vida tranquila” de la mayoría de trabajadores: muchos perdieron su empleo y otros vieron recortar sus sueldos y sus expectativas vitales, de la mano de los recortes presupuestarios. Y a partir de 2012, con la reforma laboral aprobada por el Gobierno Rajoy, muchas empresas “cambiaron a su personal”, sustituyendo personal mayor por jóvenes peor pagados y con contratos precarios. Y después, la pandemia y la inflación disparada se comieron parte de los sueldos, que apenas habían subido, deteriorando más la calidad de vida de las familias.

Con todo ello, la pobreza afecta a una parte importante de la sociedad, en Europa y en España. En la UE-27, había 72 millones de personas “pobres” en 2023, un 16,2% de la población que ingresaban menos del 60% de la media del continente, según Eurostat. Y España es el 6º país europeo con más porcentaje de población “pobre”, un 20,2% que ingresa menos del 60% de la media española (10.990 euros al año), 9.715.577 personas en 2023, según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN), sólo por detrás de Estonia (22,6% son “pobres”), Letonia (22,4%), Rumanía (21,1%), Bulgaria y Rumanía (20,6%), según Eurostat, que refleja también un alto nivel de “pobreza monetaria” en Italia (18,9% de la población), Francia (15,4%) y Alemania (14,4%).

Lo que quizás se conoce menos es que muchos de estos “pobres” tienen un trabajo, son “pobres con empleo”. En España, los últimos datos del INE revelan que un 32% de los pobres tenían empleo, mientras otro 22% son parados, un 15% son jubilados y el 31% restantes son inactivos (personas que ni trabajan ni buscan trabajo, la mayoría mujeres y jóvenes). Si se aplica el criterio de “pobreza” a las personas que trabajan, que ingresen menos de 10.989 euros al año (916 euros al mes), que se amplía a 23.078 euros anuales (1.923 euros al mes) para familias con dos progenitores y dos niños, según el INE, resulta que un 11,9% de los que tenían un empleo en 2023 eran “pobres”: casi 2,5 millones de trabajadores “pobres” (2.499.654), según los cálculos de la Red EAPN.

El problema de que hay muchos “trabajadores pobres” no es nuevo: lo arrastramos desde 2008, cuando ya eran “pobres” (ingresaban menos del 60% de la media) el 11,7% de los ocupados: eran 2.370.139 trabajadores “pobres”. Después, el porcentaje aumentó con la crisis, hasta un máximo del 14,8% en 2015, para bajar al 12% en 2020 y volver a subir al 14,3% en 2021, por la pandemia, bajando al 12,5% en 2022 y al 11,9% de 2023. Con este último dato, España se sitúa como el tercer país europeo con más porcentaje de “trabajadores pobres” (11,9%), sólo por detrás de Rumanía (15%) y Bulgaria (11,7%), peor que Portugal (10%) o Grecia (9,85) y por encima de la media de la UE-27 (8,9% de trabajadores “pobres”), así como de Italia (9,9%), Francia (7,8%) o Alemania (6,5%), según Eurostat.

Dentro de estos 2,5 millones de “trabajadores pobres” en España, el grupo más preocupante son los 890.000 trabajadores (el 4,2% de todos los que trabajan) que viven en “pobreza severa”, porque ingresan menos del 40% de la media (menos de 611 euros al mes los individuos y menos de 1.283 euros mensuales las parejas con 2 hijos). Son “los más pobres entre los trabajadores pobres”, un porcentaje que apenas ha mejorado desde 2008 (cuando los trabajadores en pobreza severa eran el 4,3% del total de ocupados). Y están muy lejos de salir de esta situación, según el estudio de la Red EAPN: ingresan de media 4.521 euros al año y tendrían que ingresar 2.805 euros más al año para salir de la pobreza severa. Y ganar 6.469 euros más al año (539 euros más al mes, vez y media lo que ganan) para salir de la pobreza. Algo imposible… En el caso del resto de “trabajadores pobres”, los que ingresan menos del 60% de la media del país, ganan de media 7.705 euros al año, así que necesitan ganar un 22% más (2.423 euros más al año) para dejar de ser pobres. Difícil…

¿Quiénes son estas personas “pobres” a pesar de trabajar? Son algo más hombres (12,4% de ocupados) que mujeres (11,3%), más jóvenes (12,9% de ocupados entre 16 y 29 años) que mayores (11,8% entre 45 y 64 años), aunque sube la pobreza entre los que tienen de 45 a 59 años, según un estudio de Intermón Oxfam, porque este grupo de trabajadores sufrió más la crisis de 2008 y encima tienen en casa a hijos que no pueden emanciparse. Hay más “pobreza laboral” entre los ocupados con baja formación (27,9% de los que sólo tienen primaria son “pobres”) y sobre todo entre los inmigrantes: un 32,3% de trabajadores de fuera de la UE son pobres (19% si vienen de la UE), frente al 9,9% de españoles ocupados “pobres”. Y lo sufren más zonas rurales (15,4%) que urbanas (11,4%).

Un factor clave es el tipo de contrato que tengan: los trabajadores con contrato temporal tienen más tasa de pobreza (17,9%) que los fijos (7,8% son pobres) y lo mismo los que tienen contratos a tiempo parcial, por horas o días (22,5% son pobres) frente a los que trabajan a jornada completa (sólo 10,1% son pobres). Y como estos contratos precarios les suponen ganar menos, muchos son pluriempleados (el 13,4% son pobres). Otro factor decisivo que explica la pobreza laboral es el sector en que se trabaje. Los que salen peor parados son los autónomos, según el estudio de Intermón Oxfam: el 26,9% son pobres, básicamente porque son “falsos autónomos” o porque son actividades que hacen solos, sin empleados). Y entre los asalariados, los más “pobres” son los que trabajan en el campo (31,4% ocupados son pobres), las empleadas de hogar (29,4% pobres), en hostelería (21,1%) y construcción (19,6%), estando por encima del 15% de empleados pobres los que trabajan como monitores deportivos (15,7%) y en Call centers y limpieza de edificios (15,3%).

Por autonomías, las zonas con más porcentaje de “trabajadores pobres” son Andalucía (19,4% ocupados), Extremadura (17,2%), Ceuta (16,3%), Castilla la Mancha (15,4%), Murcia (14,3%), Canarias y Comunidad Valenciana (13,8%), todas por encima de la media. En resumen, el sur y Este de España. Y tienen poca “pobreza laboral” Navarra (6,3%), país Vasco (6,6%), Madrid (7%), Baleares (9,6%), Cantabria o Asturias (9,6%) y Aragón (10%).

Es importante añadir que la composición de los hogares también es decisiva para que un trabajador sea o no pobre, según el estudio de Intermón Oxfam. Así, esta “pobreza laboral” se concentra más en las familias numerosas (el 39% de los hogares con 3 o más hijos) y en los hogares monoparentales (el 75% de ellos con mujeres solas) con niños (el 29,5% de estos hogares donde la madre trabaja son pobres). Los expertos reiteran que la existencia de menores agrava el riesgo de pobreza, se trabaje o no. También es mayor la tasa de pobreza entre los trabajadores que viven solos (13,3%), ya sean jóvenes o mayores.

Un dato llamativo son los gastos de estos “trabajadores pobres”. El estudio de Intermón Oxfam revela que un tercio viven en alquiler (y el 24% pagan una hipoteca) y que pagarlo se lleva el 53,6% de sus ingresos mensuales  (cuando supone un 22,4% de los ingresos en los hogares sin pobreza). Y otro 25,6% se lo lleva el pago de suministros (luz, agua y gas). Así que entre alquiler (o hipoteca) y pagos del hogar, las familias pobres destinan hasta el 79,2% de sus ingresos (frente al 32% las familias que no son pobres), lo que apenas les deja margen para comida, enseñanza (transporte, comida, uniformes y libros) o sanidad (la mayoría de los hogares pobres no pueden pagar al dentista, las gafas o algunas medicinas). Y por eso, 1 de cada 4 familias pobres acuden a ONGs o a los servicios sociales: Caritas dice que la mitad de las personas a las que atendió en 2023 trabajan.

¿Por qué hay trabajadores que son pobres? La primera causa es que su trabajo es precario y por eso tienen un sueldo bajo, que les dificulta sobrevivir. En España, aunque la reforma laboral ha bajado el porcentaje de contratos temporales (16,4% de los asalariados en septiembre, según la EPA) y a tiempo parcial (12,8%), aún son más que en Europa. Y tenemos  un exceso de trabajos que exigen baja formación y en el sector servicios, que están peor pagados. En  consecuencia, el salario medio bruto en España era de 1.964 euros brutos en 2023, casi un 20% inferior al salario medio en la UE-27, que era de 2.351 euros brutos, según un estudio de Adecco con datos del INE y Eurostat. Y hay 11 paises europeos que cobran más que España: Luxemburgo (4.086 euros brutos mensuales), Holanda (3.771), Irlanda (3.596), Dinamarca (3.494), Austria (3.205), Alemania (3.174), Finlandia (3.040), Bélgica (2.967), Suecia (2.827), Francia (2017) e Italia (2017).

No se trata sólo de que los sueldos sean más bajos, sino que en España se cobra también menos por hora trabajada, según Eurostat: 18,2 euros en 2023, un -24,2% menos que en la UE-27 (24 euros por hora) y bastante menos que en Dinamarca (42 euros/hora), Bélgica (36,3), Irlanda (33,3), Paises Bajos (33), Alemania (31,6), Francia (28,7)o Italia (21,5). Y sólo ganan menos por hora en Portugal (13,7), Grecia (12,6) y los paises del Este.

El segundo problema que explica la pobreza laboral es la inflación, que se ha ido comiendo las subidas de salarios, sobre todo entre 2021 y 2023, pero también antes. Así, el salario medio bruto en España pasó de 1.774 euros en 2008 a 2.128 en 2022 (+20%),  según el INE. Pero como la inflación subió más (+29,9%), pues los salarios reales (descontando la inflación) han bajado, de 1.774 a 1.652 euros. Y esto afecta más a las familias más vulnerables, que son las que sufren más la inflación, por el tipo de gastos que tienen.

Un tercer factor que explica nuestra mayor pobreza laboral es que los salarios se han revalorizado menos en España los últimos años. Así, el salario por hora trabajada aumentó aquí un +27% entre 2008 y 2023,según Eurostat, mientras aumentó un +49% en la UE-27, un 44,95% en Alemania, un +37% en Francia y un +37% en Portugal.

Pero hay más causas que explican por qué tenemos más “trabajadores pobres”. Una es que hemos tenido un salario mínimo muy bajo, menor al del resto de Europa, aunque el Gobierno Sánchez lo haya subido de 736 euros (2018) a 1.134 euros en 2024 (+54%), lo que beneficia a 2,5 millones de trabajadores (muchos han dejado de ser “pobres”, otros no, porque trabajan menos de la jornada completa). Otra causa, clave, es que los trabajadores pobres en España tienen menos ayudas públicas: sólo llegan a un tercio de las familias pobres y su impacto es reducido (suponen el 22% de los ingresos totales), según el estudio de la Red EAPN.

Por eso, los expertos reiteran que no sólo hay que actuar sobre los contratos y los sueldos para reducir la pobreza laboral, sino que hay que aumentar las ayudas públicas a la pobreza, sobre todo a los hogares vulnerables con niños, dado que España destina sólo el 1,5% del PIB a la infancia y la familia, la mitad del gasto que hace la UE (2,4% del PIB). Para ello, habría que ampliar el alcance del Ingreso Mínimo Vital (IMV), que sólo llegaba en septiembre a 661.640 hogares (con 2 millones de beneficiarios). Además, es importante la reforma del seguro de desempleo, que entrará en vigor el 1 de noviembre y permitirá cobrar un subsidio y aceptar un trabajo (para animar a buscarlo), lo que aumentará los ingresos de algunos “trabajadores pobres”. Además, hay que seguir negociando mayores subidas en los convenios para los trabajadores peor pagados, mejorando en paralelo el salario mínimo.

Y será clave mejorar las ayudas a la infancia, porque los hogares con niños son más proclives a la pobreza. En este sentido, es indignante que la Ley de Familia siga estancada en el Congreso (desde febrero en que la envió el Gobierno), porque pretende asentar las ayudas por hijo (100 euros al mes para hijos menores de 3 años), que el Gobierno quiere ampliar a 200 euros en 2025 (ojo, va a tenerlo difícil si no consigue aprobar los Presupuestos) y generalizarla en el futuro para todos los menores hasta los 6 años.

En resumen, que en pleno siglo XXI, hay 2,5 millones de españoles que se levantan cada día para trabajar sabiendo que su empleo no les impide ser pobres y malvivir. Somos un país que crece y crea mucho empleo, pero a muchos eso no les permite vivir dignamente y tienen graves problemas para subsistir. Habría que polarizar menos la política y pactar de una vez un Plan contra la pobreza, que es una vergüenza social y un cáncer para la economía. Contratos y salarios dignos, alquileres y precios asumibles y ayudas para los que se quedan atrás, esos casi 10 millones de españoles pobres, una cuarta parte trabajando.   

lunes, 28 de octubre de 2024

EPA verano 2024: empleo récord y mucho paro

El empleo sigue creciendo en España, aunque menos este verano que el anterior. Y tenemos 21.823.000 personas trabajando, otra cifra récord  y 2 millones más que antes de la pandemia. También bajan los parados, medio millón de parados menos que en 2019. Cara al futuro, el Gobierno ha enviado a Bruselas un Plan donde contempla crear 1,6 millones de empleos entre 2024 y 2026, gracias al fuerte crecimiento, los Fondos europeos, el tirón del consumo, turismo y exportaciones, más el dinamismo de los inmigrantes. Pero hay un punto negro: España tiene casi el doble de paro que Europa y las previsiones internacionales indican que superará el 11% en 2025. Hay que afrontar esta divergencia histórica con Europa. Urge un Plan de choque para reducir las bolsas de paro entre jóvenes, mujeres y mayores de 45 años (1,48 millones). Y eso exige un acuerdo entre Gobierno, patronal , sindicatos y autonomías, quienes gestionan (mal) las políticas de empleo. No hay que dormirse en los récords.

                                        Enrique Ortega

El verano suele ser una buena época para el empleo, por la temporada turística y los contratos en la enseñanza. Este año también, aunque el empleo ha crecido algo menos que el verano anterior: se han creado + 138.300 empleos entre junio y septiembre de 2024, según la EPA conocida el viernes, frente a +188.000 creados el verano de 2023 y los mismos que el anterior (+138.300 el verano de 2022). Con ello, se han creado ya +433.300  empleos este año. Y en España hay ya 21.823.000 personas trabajando, otro récord histórico tras el de junio 2024 (21.648.700 ocupados), el mayor número de personas trabajando en España (hubo un máximo de 20.646.000 ocupados en junio 2008).

En el tercer trimestre, el aumento del empleo ha sido gracias a los servicios (+152.700 empleos), sobre todo la hostelería, el turismo y el comercio, pero también creó empleo la industria (+23.400), estancándose en la construcción (sólo +500 nuevos empleos) y cayendo en la agricultura (-47.800 empleos). El empleo se creó solo en el sector privado (+155.500 empleos) , perdiéndose empleo público (-17.100), según la EPA. Y se ha creado casi cinco veces más empleo entre los hombres (+114.800 empleos) que entre las mujeres (+23.500), cayendo el empleo sólo entre los jóvenes de 25 a 34 años (-23.900 ocupados)  y entre los de 40 a 44 años (-13.200 empleos). Y del empleo creado (+138.300), 73.000 trabajos han sido para extranjeros y 63.300 para españoles. Por autonomías, el empleo ha crecido en 11 regiones, encabezadas por Cataluña (+53.500 ocupados), Castilla y León (+32.100), Baleares (+35.200) y Andalucía (+24.500) , cayendo en las 8 regiones restantes, sobre todo en Comunidad Valenciana (-42.300), País Vasco (-41.900) y Madrid (-12.600).

Esta nueva mejora del empleo en el tercer trimestre (+138.300) se traducido también en una mejora del paro, que bajó ligeramente en verano (-1.200 parados), cuando había subido en el verano de 2023 (+86.300) y 2022 (+31.100 parados), según la EPA. Ello se debe a que este verano han aumentado menos los españoles “activos”, que buscan trabajo: han aumentado sólo en 137.100, la mitad que el verano anterior (+274.300), permitiendo así bajar las cifras del paro. Con todo, en España hay un récord histórico de personas activas (que trabajan o buscan trabajo), un indicador del fuerte dinamismo del mercado laboral, empujado por los inmigrantes: 24.577.100  personas “activas”, 1,5 millones más que antes de la pandemia (23,08 millones en el verano de 2019).

El  paro bajó en el tercer trimestre (-1.200 parados), gracias a que encontraron trabajo muchos que lo habían perdido hace más de un año (-40.800 parados), bajando también el paro en la construcción (-12.300 parados) y los servicios (-3.600) y subiendo en la agricultura (+20.700 parados) y entre los que buscan su primer empleo (+ 41.800 parados. El desempleo bajó sólo entre las mujeres (-5.300 paradas) y aumentó  entre los hombres (+4.100 parados). Y también creció entre los más jóvenes (+53.100 parados menores de 25 años), bajando sobre todo entre 25 y 54 años (-62.600 parados). Por autonomías, el paro bajó en 12 regiones, sobre todo en Cataluña (-21.400), Castilla la Mancha (-12.600), Baleares (-10.900) y Asturias (-10.100), subiendo mucho en Madrid (+47.000 parados), Comunidad Valenciana (+35.100) y Canarias (+6.100), por el final de la temporada turística.

La cifra total de parados EPA se reduce en un millón desde el fatídico verano de 2020 (pandemia) y queda en 2.754.100 parados estimados a finales de septiembre 2024, un dato que no se veía desde septiembre de 2008 (2.600.700 parados). Y la tasa de paro baja al 11,21%, según la EPA, mucho más baja que antes de la pandemia (13,78% en 2019) y la menor tasa de paro desde el verano de 2008 (11,23%). Eso sí, todavía duplicamos la tasa de paro europea (5,9% en la UE-27) y cuadruplicamos la alemana (3,5% de paro), según Eurostat.  Y baja ligeramente la tasa de paro de los  jóvenes (menores 25 años), al 26,89% (la más baja desde 2008), que casi duplica la europea (14,3% en la UE-27).

Hay otros datos preocupantes del paro que mejoran. El primero, que hay 854.500 hogares con todos sus miembros en paro (-74.800 menos que hace un año). El segundo, que baja el paro en las 6 regiones con mayor tasa de desempleo, aunque sigue alta: Ceuta (29,30% de paro), Melilla (27,29%),  Andalucía (16,06%), Canarias (14,40%), Extremadura (13,79%) y Comunidad Valenciana (13,04%). Contrastan con 6 autonomías que tienen una tasa de paro casi europea : Baleares (6,17%), Cantabria (7,17%), País Vasco (7,61%), Navarra (7,72%), Cataluña (8,83%) y Galicia (8,84%). Y el tercero, que bajan los parados de larga duración, los que llevan más de 1 año sin trabajo: son 1.025.000 parados, el 37,21% de los parados (eran el 39,67% el trimestre pasado, pero el 43,5% a finales de 2019).

Esto provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren ya ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza extrema. En agosto de 2024, último dato de Trabajo, cobraban alguna ayuda 1.845.877 desempleados: la mitad cobraban un subsidio contributivo (según lo cotizado) de 958 euros de media y el resto (49,8%) cobraban un subsidio asistencial de 480 euros. Eso significa que sólo dos tercios (el 67%) de los parados estimados por la EPA de septiembre (2.754.100) cobran alguna ayuda por desempleo. Y que 908.300 desempleados no cobran ningún subsidio.  Y si contamos los que están registrados como parados en el SEPE (2.575.285) , cobran ayudas el 71,67%.

La mejor noticia es que el empleo que se está creando en 2024 sigue siendo menos precario, de más calidad, gracias a la reforma laboral aprobada a finales de 2021. El balance de enero a septiembre es muy positivo: un 42,39% de todos los contratos firmados estos 9 meses (11.408.900) han sido indefinidos (4.836.300 contratos), aunque este porcentaje es ligeramente inferior al de enero-septiembre 2023 (43,56%). Y apenas sube sobre el porcentaje de indefinidos de todo 2023 (42,87% de los contratos). Pero supone un salto tremendo sobre los indefinidos antes de la reforma laboral: en 2021, sólo el 10,9%  de los contratos eran indefinidos. Y entre 2014 y 2020, sólo eran indefinidos entre el 6 y el 8% de los contratos. Además, en lo que va de año, más de la mitad de los nuevos contratos (56,30%) son a tiempo completo, más de la cuarta parte (29,42%) a tiempo parcial y el resto, fijos discontinuos (1.628.400), que son los contratos fijos que se hacen a muchos que antes eran temporales en el turismo, hostelería y construcción.

El resultado evidente de la reforma laboral es que aumentan mes a mes los asalariados con contrato indefinido, que eran el 74% de los asalariados hace dos años (septiembre 2021), un 79,81% hace un año y que ahora son ya el 83,59%, con un 16,41% todavía de asalariados con contrato temporal, el mayor porcentaje en Europa (la media de temporalidad en la UE-27 es del 14,1%). Los que más se están beneficiando de los contratos fijos son los jóvenes, cuyos contratos son ahora fijos en un 75% (antes de la reforma, lo eran menos de la mitad).Y además de conseguir más contratos indefinidos, la reforma laboral está consiguiendo contratos temporales que duran más, al penalizar la cotización de los contratos por días o menos de una semana, que ahora se hacen mucho menos.

En resumen, aunque el empleo creció menos este verano (+138.300 ocupados) que en primavera (+434.700) y que el verano pasado (+188.000 ocupados), sigue mejorando, a pesar del estancamiento en Europa y los conflictos de Ucrania Y Oriente Próximo. Los expertos muestran su extrañeza por el alto nivel de empleo en todo el mundo, con la tasa de paro más baja en los 38 paises de la OCDE desde principios de siglo (4,9% en agosto de 2024, frente al 5,39%  en 2019, antes de la pandemia, el 8,58% en 2009 y el 6,75% en 2001). Una bonanza del empleo en Occidente, a pasar de la inflación, los tipos altos y la guerra, motivada por el elevado gasto público tras la pandemia, las ayudas contra la inflación, la moderación salarial y el aumento de los beneficios empresariales, el envejecimiento de la población (hay menos mano de obra disponible) y la vuelta de mucha producción de Asia y paises en desarrollo a los paises desarrollados, tras los “embudos” en las cadenas de producción post-pandemia.

Esta mejoría internacional del empleo en los últimos años ha sido mayor en España, según los datos oficiales: el 60% de todo el empleo creado en Europa en 2023 se ha creado en España. Respecto a diciembre de 2019 (antes de la pandemia), la creación de empleo aumentó más en España (+7,1% hasta septiembre 2023) que en Francia (+4,9%), Italia (+2,2%) o Alemania (+1,3%). Y si analizamos la creación de empleo desde diciembre de 2021 (antes del inicio de la guerra en Ucrania), también se ha creado más empleo en España (+5,2% hasta septiembre 2023) que en Italia (+3,2%), Francia (+1,7%) o Alemania (+1,6%). Y en los 9 primeros meses de 2024 se han creado otros 433.000 empleos. Las razones son varias: el mayor tirón del turismo y los servicios, la menor caída de las exportaciones, el menor peso de la industria (que está creando menos empleo), la menor inflación y los salarios más bajos, que mejoran nuestra competitividad.

Pero ahora, cara al 4º trimestre de 2024 y, sobre todo, ante 2025, preocupa el futuro del empleo, en Occidente y más en Europa, dado el bajo crecimiento esperado, los altos tipos (a pesar de las 3 rebajas del BCE) , la incertidumbre sobre la energía y la inflación y los conflictos geopolíticos. Por eso, tanto la OCDE como el FMI auguran una menor creación internacional de empleo en 2024  y, sobre todo, en 2025. Mientras, el Gobierno Sánchez acaba de enviar a Bruselas su Plan económico a medio plazo, donde refleja sus previsiones de empleo: prevé la creación en España de casi 1,6 millones de empleos entre 2024 (+556.132 empleos), 2025 (548.645) y 2026 (494.878 empleos), con lo que España rozaría los 23 millones de ocupados en 2026 (22.989.350), otro hito histórico.

El Gobierno justifica esta fuerte creación de empleo entre 2024 y 2026 en varios “motores”: el fuerte crecimiento de la economía española (+2,7% en 2024, lo mismo que en 2023, aunque el FMI cree que creceremos un +2,9%, otro +2,5% en 2025 y +2,2% en 2026), el tirón de la inversión por los Fondos europeos, la fuerza del consumo y las exportaciones españolas (que crecen más que otras europeas), las reformas económicas y laborales (reforma del desempleo en 2025) y, sobre todo, el dinamismo del empleo, gracias a la alta actividad y el empleo de los inmigrantes (y la regularización de 500.000 “irregulares” en 2025).

El punto negro de estas previsiones sigue siendo el paro, que seguirá muy alto: el Gobierno ha enviado a Bruselas una previsión de que acabará el año 2024 en el 11,2% (como está ahora), lo que casi duplica el paro previsto en la UE-27 (6,1%). Y prevé bajarlo al 10,3% en 2025 (6% en la UE-27), aunque el FMI y la Comisión Europea lo ponen en duda y creen que el paro español seguirá el año próximo por encima del 11%. La clave es cómo conseguir que nuestro mayor crecimiento aporte empleo suficiente para atender a más demandantes de empleo, conseguir que en España trabaje más gente y tener una tasa de paro “europea”. Mucho tiene que ver con el modelo económico y nos obliga a una reforma a fondo de las oficinas de empleo, que apenas ayudan a los parados a recolocarse.

Por todo esto, no hay que caer en la complacencia: crecemos más que la mayoría de los paises y creamos más empleo, pero seguimos teniendo casi el doble de paro que Europa. Y eso nos obliga a reformar y modernizar la economía, a promover la creación de empleo en múltiples empresas y sectores (que siguen “cortos de personal”), mejorar la formación y la empleabilidad de la mano de obra y aprovechar los Fondos europeos,  la digitalización y la descarbonización de la economía para crear nuevos negocios y empleos. Pero, además, el Gobierno debería promover un Plan de choque, para reducir las bolsas de paro entre los jóvenes, las mujeres y los mayores de 45 años (son 1.485.685 parados, el 57,7% de todos los parados, “un ejército de parados” a los que hay que ofrecer una salida…). Y este Plan debe negociarse con patronal, sindicatos y autonomías, que son quieres gestionan las políticas de empleo y las oficinas del SEPE (mal, con pocos medios y escasa efectividad).

En resumen, sigue mejorando el empleo, pero preocupa que “pinche” en los próximos meses. Y todavía tenemos demasiado paro, concentrado en los mayores, las mujeres y los jóvenes, que siguen esperando una oportunidad. Crear más empleo y de calidad debería concentrar los esfuerzos esta Legislatura. Porque el empleo es la base de todo.

jueves, 24 de octubre de 2024

Inmigrantes: no quitan trabajo ni servicios

La nueva Comisión Europea pretende endurecer la política migratoria en Europa, presionados por el auge de la extrema derecha. Y la inmigración se ha convertido en la 1ª preocupación de los españoles, alentada por bulos y campañas de VOX y PP. Pero la realidad es otra, según dos recientes informes de Fedea y el Banco de España. Primero, la inmigración es uno de los motores que explica el mayor crecimiento de España. Segundo, los inmigrantes no roban empleo a los españoles, sino que ocupan trabajos que nadie quiere y peor pagados. Y tercero, pagan impuestos y cotizan, no usan más la sanidad y la educación y ayudan a pagar las pensiones y a que crezca la población. Por todo ello, la inmigración beneficia a la economía, en España y en Europa. Por eso, el Gobierno aprobará un Reglamento para regularizar a 500.000 inmigrantes irregulares y facilitará contratar extranjeros para cubrir puestos donde hoy falta personal (construcción, campo, transporte, hostelería, cuidados…). La inmigración legal nos ayuda.

                            Enrique Ortega

En España y en toda Europa, los flujos migratorios han recuperado un fuerte dinamismo, tras los retrocesos de inmigrantes por la crisis financiera (2008-2014) y la pandemia (2020 y 2021). En consecuencia, la llegada de extranjeros permite que Europa y España ganen población en 2022 y 2023, tras perderla cuando llegan menos inmigrantes, por la tremenda caída de la natalidad y el envejecimiento. Así, en 2023, el número de europeos nacidos en Europa bajó en -1.173.700 personas, cayendo la población autóctona en todos los paises (-334.900 en Alemania, -281.300 en Italia, -136.600 en Polonia o -114.000 en España), salvo en Francia (+47.700 autóctonos) y Suecia (+5.700). Pero se compensó con la llegada de extranjeros: +2.821.056 inmigrantes netos (entradas-salidas) en 2023, lo que permitió a Europa aumentar su población en +1.647.300 personas (hasta 449.206.579 habitantes).

La migración exterior hacía Europa se ha duplicado en la última década, pasando de 1.425.507 inmigrantes netos en 2015 a un mínimo de 151.974 en 2020 (en plena pandemia) y un máximo de 3.976.730 en 2022, que bajó en 2023 a 2.821.056 inmigrantes netos (ojo: de ellos, sólo 318.000 entraron en la UE “irregularmente”). Las mayores llegadas netas de inmigrantes en 20223 se dieron en Alemania (+664.000 inmigrantes), seguida de cerca por España (+639.000), quedando a más distancia la inmigración neta recibida por Italia (+273.800), Francia (+181.700), Portugal (+155.700) o Paises Bajos (+136.700 inmigrantes. Con ello, en 2023 eran 59.901.585 los europeos residentes que habían nacido fuera de la UE, el 13,48% de la población censada.

Por paises, los que tienen más porcentaje de extranjeros son Luxemburgo (50,4%), Malta (28,3%) e Irlanda (21,8%, por los británicos), pero por número, el mayor peso de extranjeros se da en Austria (21,6% de la población: 1.963.300), Suecia (20,4%: 2.144.300), Alemania (19,5%: 16.476.400 extranjeros), Bélgica (19,1% población: 2.246.900 extranjeros), Estonia (17,2%: 234.700), España (17,1% población: 8.204.200 extranjeros en 2023), Portugal (16,1%: 1.683.800), Paises Bajos  (15,6%: 2.777.000 extranjeros), Eslovenia (14,6%: 309.300), Dinamarca (13,6%: 804.100 extranjeros) y Francia (13,1% de la población: 8.942.100 extranjeros), según Eurostat.

Si depuramos estas cifras de “extranjeros”, quitando los extranjeros nacidos en otros paises de la UE-27 (son 13.935.200 “extranjeros”, la mayoría rumanos, italianos y polacos que viven en otro país europeo), la cifra de extranjeros de terceros paises (no UE) que viven en Europa se reduce a 41.318.600 habitantes, el 9,23% de toda la población europea.  Y aquí, en este ranking de paises con más inmigrantes no UE destacan Alemania (7.715.000 extranjeros de paises no UE, el 9,1% de la población), España (4.394.900 extranjeros de fuera de la UE, el 9,1% de la población), Francia (4.074.600 extranjeros no UE, el 6% de su población) e Italia (3.746.900 extranjeros no UE, el 6,4% de su población. Pero hay otros paises donde los extranjeros no UE pesan más en el censo, como Malta (17,5%, aunque son 94.800), Estonia (15,6% y 213.700), Letonia (13,6% y 255.200), Luxemburgo (10,2% y 67.300) o Austria (9,3% y 842.600 extranjeros no UE).

 La mayoría de estos extranjeros no UE en Europa son turcos, marroquíes, ucranianos, polacos, , latinoamericanos, sirios, afganos, pakistaníes, indios y chinos. La mayoría de estos inmigrantes extranjeros en Europa son hombres y la edad media 36,5 años, más jóvenes que los europeos (45,7 años). España recibe inmigrantes más mayores (32 años) que Francia (26,1) y  Alemania (29,1), como Italia (32 años), según un reciente estudio del Banco de España. Y también es el país europeo que recibe más inmigrantes mujeres (50,5% del total) y el país europeo que recibe inmigrantes con más nivel educativo: un 43% de los que vienen son universitarios, frente al 38% en Alemania y al 15% en Italia, aunque son casi la mitad en Francia, mientras recibimos menos inmigrantes con bajo nivel educativo. Y otra ventaja de España, según este estudio, es que la mitad de los inmigrantes proceden de Latinoamérica (el 65% de los extranjeros no UE), lo que facilita su integración y trabajo, por lengua y cultura, algo que no les pasa a Alemania y Francia (y menos a Italia).

Pero la gran diferencia de la inmigración que recibe España frente al resto de Europa es su gran dinamismo: son personas con una gran tasa de actividad (el 78% trabaja o busca trabajo, por encima del 70% en Francia, el 71% en Italia o el 73% en Alemania), mayor incluso que la de los españoles. Y eso ha creado una enorme fuerza de trabajo: en los últimos 5 años, la población activa extranjera ha crecido en 1,2 millones de personas, mientras los españoles “activos” han aumentado en 120.000, según el Banco de España. Por ello, los extranjeros en España han contribuido más al crecimiento del empleo que en otros paises europeos. Y eso explica el mayor crecimiento de España estos años.

Volviendo a las cifras de extranjeros en España, el último Censo del INE (1 julio 2024) revela que viven en España 6.632.064 “extranjeros”, el 13,59% de la población total , lo que supone un gran salto desde los 600.000 extranjeros que vivían en España en 1998: pasaron a ser 2.058.879 en 2002 (el 4,97% de la población) a 5.265.457 extranjeros en 2008 (el 11,45%), para bajar en 2019 (5.033.641 extranjeros, el 10,68%) y subir en 2022 (5.787.013 extranjeros, el 12,11%) y 2023 (6.089.620, el 12,66%). Estas cifras revelan que el porcentaje de extranjeros en España se ha cuadruplicado en este siglo, cambiando el panorama de pueblos y ciudades. Pero ha sido en los últimos años, con el auge de la ultraderecha en Europa y en España, acompañada de bulos y xenofobia por parte de Vox (y el PP siguiendo su “senda”), cuando los inmigrantes preocupan más. Hasta el punto de que en el Barómetro del CIS de septiembre aparecía como “la primera preocupación de los españoles”.

La realidad indica que no es para tanto, que los inmigrantes han dinamizado el empleo y la economía (como revela el estudio del Banco de España) y que no “roban” a los españoles ni el empleo ni los servicios públicos, como demuestra otro estudio de Fedea, que concluye que las oportunidades de empleo de los trabajadores españoles (nativos) “no se ven afectados de forma significativa por la inmigración”, básicamente porque copan trabajos que no quieren los españoles (construcción, campo, hostelería y turismo, transporte, servicio doméstico y cuidados), con peores contratos y salarios. Y además, los inmigrantes tienen más problemas que los españoles para encontrar trabajo en los primeros 5 años desde que llegan y tienen una menor tasa de empleo y más paro (17,43% tasa de paro frente al 10,74% los españoles). Sólo las mujeres inmigrantes consiguen, a los 5 años, tener una tasa de empleo mayor que las mujeres españolas, porque sirven en casas o cuidan a ancianos.

Además, como los inmigrantes que vienen a España están bastante cualificados (43% tienen estudios universitarios), muchos trabajan “sobrecualificados”, en puestos más bajos de los que deberían por su formación: en España les pasa al 50% de inmigrantes (frente al 34% del total de trabajadores), como en Italia, mientras en Alemania y Francia sólo trabajan “sobrecualificados” el 30% de inmigrantes, según el Banco de España. Y además, los datos del INE revelan que los inmigrantes ganan un 30% menos que los trabajadores españoles, porque tienen peores contratos (más temporales y a tiempo parcial) y trabajan en sectores con salarios más bajos (hostelería, construcción, campo, cuidados y servicio doméstico). Aunque si consideramos sólo el factor “nacimiento” (descontando su contrato y trabajo), la discriminación salarial de los inmigrantes bajaría del 30 al  6%, según Fedea.

Lo que está claro es que el impulso del empleo en los últimos años se ha dado gracias a los inmigrantes. Así, de los 1.280.000 nuevos empleos creados en España entre 2019 y 2023, el 43,2% (553.000 empleos) han sido para trabajadores nacidos en el extranjero, 31,2% (465.700 empleos) para trabajadores nacidos en España y el 20,4% restante (261.300 empleos) para trabajadores con doble nacionalidad (extranjeros que ya son españoles), según los datos de la EPA. Y este año 2024, de enero a junio se han creado 295.000 nuevos empleos, de los que el 32,8% se lo han llevado los trabajadores extranjeros, el 25,2% los trabajadores españoles y el 41,62% los que tienen “doble nacionalidad”. Con ello, en junio de 2024 había 21.684.700 ocupados en España, casi el 80% trabajadores (79,96%) nacidos en España (17.340.600), 3.224.900 nacidos en el extranjero (14,87%) y 1.119.200 trabajadores con doble nacionalidad (5,16%).

Este récord de extranjeros trabajando (3.224.900) ha permitido el fuerte crecimiento de la economía española en los últimos años (superior a toda la UE), un tirón del consumo y de la demanda (también vivienda) y el salto que se ha dado en el turismo y la hostelería, la agricultura y la ganadería, el transporte, la construcción y la economía de los cuidados. Y ha ayudado a sanear las cuentas de la Seguridad Social, con un récord de cotizantes extranjeros (2.868.678 en septiembre, frente a 2 millones en 2019). Los cotizantes extranjeros aportan el 9% de los ingresos por cotizaciones y su gasto en pensiones sólo supone el 1% del total, así que su aportación al sistema es muy positiva.

Una queja que se amplifica es que los inmigrantes “quitan servicios” a los españoles, desde la sanidad a la educación o la Dependencia y las ayudas sociales. El estudio de Fedea revela que no es así. En Sanidad, la utilización de servicios por los inmigrantes es similar a la de los españoles, según los datos del SNS, tanto en visitas a médicos de familia y estancias en hospitales, aunque acuden menos a los especialistas y más a urgencias. Y como los inmigrantes suelen ser más jóvenes que los españoles, acuden menos a servicios ligados a enfermedades crónicas y de mayores. Eso no quita, advierte el estudio, que haya zonas de España donde la mayor concentración de inmigrantes tensione más la sanidad (o la educación), algo que sí pasa en Cataluña, Madrid y Comunidad Valenciana. Eso exige reforzar los servicios públicos en estas autonomías, que también se benefician de más ingresos fiscales y cotizaciones por tener más inmigrantes.

La inmigración beneficia a la economía europea y más a la española, según todos los estudios nacionales e internacionales. Y será aún más necesaria cara al futuro, cuando se desplome más la población europea y sean necesarios más inmigrantes para financiar los servicios públicos y las pensiones. La ONU estima que Europa necesita recibir 60,8 millones de trabajadores extranjeros hasta 2050. Y España necesita recibir 7 millones de inmigrantes más entre 2020 y 2050, según el Centro de Desarrollo Global de Washington, mientras el INE prevé que los nacidos en España bajen de 40,20 a 37,10 millones entre 2020 y 2050. Así que “necesitamos a los inmigrantes”, les guste o no a algunos. Eso sí, hay que ordenar y organizar la inmigración, para “canalizar las llegadas” y reducir la inmigración ilegal (en 2023 entraron 56.852 inmigrantes ilegales, menos del 10% del total).

Para conseguirlo, el Gobierno Sánchez quiere aprobar en noviembre dos cambios en el Reglamento de la Ley de Extranjería. Uno, la regularización de unos 500.000 inmigrantes que viven en España sin regularizar, una medida que ya se ha presentado en el Congreso como iniciativa popular y que teóricamente apoyan todos los partidos, salvo Vox, medida que reduciría la economía sumergida y el fraude, mejorando la vida de estos inmigrantes no regularizados. Y la otra, promover la contratación en origen de trabajadores extranjeros (por periodos o campañas), para hacer frente a la demanda no cubierta de mano de obra en muchos sectores, desde el transporte y la construcción al campo y la hostelería. Además, el Gobierno pretende agilizar la homologación de títulos a extranjeros, porque ahora hay un “atasco” de 5.000 solicitudes al mes (se atienden 2.000).

Con ello, el Gobierno quiere facilitar mano de obra a sectores clave donde falta y aumentar el empleo extranjero legal, lo que facilitará que España siga creciendo (será el país occidental que más crezca en 2024, según el FMI. Y por eso, en el último Plan económico enviado por el Gobierno a Bruselas (octubre 2024), se prevé crear 1,5 millones de empleos nuevos entre 2024 y 2026, con lo que España rozaría los 23 millones de ocupados, superando todos los récords históricos (20,7 millones en 2007 y 21,6 en junio de 2024). Y eso será en gran medida gracias a “la ayuda de los inmigrantes”, que empujan nuestra economía, “no nos roban”. Por eso, hay que regularizar su situación, canalizar sus legadas e integrarlos mejor, porque si mejoran sus contratos y sueldos, si se integran mejor en nuestras ciudades y pueblos, si trabajan más a gusto, aumentará su productividad y, con ella, la de toda España, una “asignatura pendiente” de la que depende que produzcamos más y vivamos mejor.

 Así que no hagan caso a bulos y “sensaciones” personales : los datos y estudios revelan que los inmigrantes están salvando la demografía y la economía, en Europa y en España. Y que los necesitamos para seguir creciendo, recaudando y pagando los servicios públicos y las pensiones. No nos “roban” ni trabajos ni servicios: nos ayudan (con precariedad y bajos salarios) a construir el presente y el futuro. No lo olviden.

lunes, 21 de octubre de 2024

La profunda crisis del automóvil en Europa

Las ventas de coches se estancan en Europa, cayendo en Alemania y Francia y estabilizándose  en el resto, lo que ha creado problemas de empleo y resultados a gigantes como Volkswagen, Stellantis, Mercedes Benz o BMW. En  España, las ventas apenas crecen un +4,5% y se venden el doble de coches de 2ª mano que nuevos. La causa de esta crisis son los altos precios y que no despegan las ventas de eléctricos, que cayeron en Europa en agosto y apenas crecen en España, a la cola de venta de vehículos electrificados en Europa. Se culpa a la competencia desleal de China, que ya fabrica un 21,7% de los vehículos electrificados vendidos en Europa, pero también cuentan el escaso apoyo de muchos Gobiernos a los eléctricos y el retraso tecnológico de las marcas europeas, un 30% más caras que las chinas. Urge un Plan ambicioso, como propone Draghi, para relanzar ayudas, puestos de carga e inversiones en vehículos alternativos, para salvar la primera industria europea.

                             Enrique Ortega

La industria del automóvil ha sido uno de los motores de la economía europea en el siglo XX. Pero lleva una década renqueando y los datos de ventas de 2024 son muy preocupantes: hasta finales de agosto (últimos datos publicados por la patronal ACEA) se habían vendido en la Unión Europea 7,2 millones de coches nuevos, sólo +1,4% más que el año pasado. Y las matriculaciones caen en Alemania (-0,3%) y Francia (-0,5%), creciendo lo mínimo en España (+4,5%) e Italia (+3,8%). Y todo apunta a que este año 2024 se repetirán las ventas de coches que tuvo Europa en 2023 (10,5 millones), muy por debajo (-20%) de las matriculaciones europeas anteriores a la pandemia (12,99 millones en 2019).

Este estancamiento global de ventas se completa con un freno o caída de ventas este año de las principales marcas europeas: grupo Volkswagen (+1,8% de ventas, aunque la marca alemana vende un 0,8% menos que en 2023), Stellantis (-3,2 caen las ventas del grupo y -4,51% sólo Peugeot) , Renault (+0% ventas el grupo y -2,5% la marca Renault), BMW  (-0,3% ventas hasta agosto) o Mercedes Benz (-3,1%), según los datos de ACEA. Y por ello, Volkswagen negocia con los sindicatos el mayor recorte de empleo en la historia de Alemania, Stellantis ha perdido un -41% en Bolsa y las dos recortarán sus beneficios en 2024, como BMW y Mercedes. En contrapartida, el grupo japonés Toyota vende este año muchos más coches en Europa (+17,9%), igual que la ahora china Volvo  (+37,8%), las japonesas Nissan (+8,3%) o Suzuki (+22,7%), la china SAIC Motor (+18,1%) y las japonesas Mitsubishi (+70,3%) y Honda (+44,5%), mientras bajan ventas Tesla (-14,9%), el grupo Hyundai (-4,3%) , Mazda (-1,8%) o Jaguar Land Rover (-4,9%).

En España, las ventas de coches crecen algo más que en la mayoría de Europa (porque crece más el consumo), pero siguen siendo bajas: se han matriculado 744.698 automóviles de enero a septiembre, un aumento del  +4,7% sobre 2023, según ANFAC. Y acabaremos el año 2024 con 1 millón de automóviles vendidos, cifra parecida a 2023 (949.400 coches matriculados) y bastante inferior a los récords de 2018 (1.334.780 vehículos) y 2019 (1.258.250 coches matriculados). En España, Toyota sigue liderando las ventas en 2024 (como en los dos años anteriores), con el 9,32% de cuota, seguida por Volkswagen (6,53%) y Seat (6,49%), Hyundai (6,39%), Renault (5,96%), Kia (5,45%), Peugeot (5,45%) y Dacia (5,43%). Y la mayoría de coches matriculados se importan: sólo el 14,1% de los coches vendidos este año se fabricaron en España (frente al 21,8% en 2019).

¿Por qué se estanca la venta de coches, en Europa y en España? Hay varias razones. Una importante, que la industria automovilística todavía se resiente de la “postpandemia”, de los problemas sufridos en las cadenas de suministro (baterías y traslado de vehículos desde Asia), que retrasaron las entregas y han encarecido los precios de los coches. Esta coyuntura, junto a la alta inflación de estos años (recortando el poder adquisitivo, sobre todo en España), ha retraído las compras de coches nuevos, en beneficio del mercado de 2ª mano, que se ha disparado: entre enero y septiembre, se han vendido 1.512.947 coches usados, más del doble que nuevos (744.698 matriculados). Y otros conductores han optado por no cambiar de coche, seguir con el que tienen, cada vez más viejo : 14,2 años de media ( y 1 de cada 4 circulan con más de 20 años), según ANFAC, frente a 8,3 años en 2008.

La segunda causa de la actual crisis es que han “pinchado” las ventas de vehículos eléctricos, a pesar de la apuesta de los Gobiernos y las grandes empresas europeas. En agosto se publicó un dato alarmante: las ventas de vehículos eléctricos cayeron un -43,9% en la UE, con una fuerte caída en Alemania (-68,8%), Francia (-33,1%) e Italia (-40,2%) y algo menor en España (-24,8%), según los datos de ACEA. Y de enero a agosto se han vendido en Europa 902.011 vehículos eléctricos (-8,3% que en 2023), 501.266 híbridos enchufables (-5%), 2.138.474 híbridos (los únicos que crecen: +21%), 2.504.457 vehículos de gasolina tradicionales (-2,9%) y 909.592 coches diesel (-9,7%). Así que los coches más vendidos en Europa en 2024 ( y también en Alemania y España) son los tradicionales coches de gasolina, seguidos de los híbridos (el coche más vendido en Francia e Italia y el 2º en ventas en Alemania y España), los diesel, los eléctricos puros y los híbridos enchufables (estos dos tipos, vehículos “electrificados”, suman 1.403.277 ventas, -7,15% que en 2023).

Si en toda Europa no despegan los coches “electrificados”, España está a la cola. De enero a septiembre se han vendido en España 83.866 vehículos “electrificados” (43.895 eléctricos puros y 42.968 híbridos enchufables), frente a 294. 536 vehículos de gasolina, 278.943 “híbridos”, 210.231 vehículos de gasoil, 24.797 vehículos a gas y 57 con hidrógeno. Estos datos de ANFAC revelan que el porcentaje de vehículos “electrificados (eléctricos+híbridos enchufables) en España está en el 9,7% (por debajo del 10,5% hace un año), a la cola de Europa, salvo Italia (7,2%): 30,4% en Portugal, 25,3% en Reino Unido, 24,6% en Francia, 19,5% en la UE-27 y 18,9% en Alemania. Un dato que hace imposible cumplir el objetivo del Gobierno de matricular 280.000 vehículos electrificados en 2024 (no llegan al 30%) y lo mismo alcanzar 372.000 vehículos electrificados para 2025 (o 787.800 en 2030).

¿Por qué no se venden más coches eléctricos en Europa y en España? Básicamente, por tres razones: son caros, no hay apenas postes de recarga y las ayudas se retrasan y son escasas. En Alemania, el Tribunal Constitucional obligó al Gobierno a retirar las ayudas a los coches “electrificados” a finales de 2023 y ha sido la puntilla para las ventas. Y en otros paises europeos, se han recortado las ayudas, para recortar déficit y gastos. En España, las ayudas (hasta 10.000 euros por coche: 7.000 del Plan Moves III y 3.000 de deducción en el IRPF) a la compra de coches electrificados se reciben muy tarde (hasta un año y más), por la lenta gestión de las autonomías. Y los compradores no se animan a comprar “electrificados” porque tienen poca autonomía y porque hay muy pocos puntos de recarga: había 37.876 funcionando en septiembre (la mitad de los 63.500 previstos) y otros 10.333 instalados pero que no funcionan, según ANFAC. Por todo ello, ventas y puntos de recarga, España está a la cola de Europa en penetración del vehículo electrificado, según el Barómetro de Electromovilidad de ANFAC: 21,3 puntos frente a 38,7 de media la UE-27. 137,4 Noruega, 70,4 Paises Bajos, 49 Francia, 48,9 Reino Unido y 45,2 puntos Alemania.

Para los fabricantes europeos de coches, la causa principal de la crisis de ventas es la competencia desleal de los coches eléctricos chinos en Europa. La patronal europea ACEA, aporta este dato: el 21,7% de los coches eléctricos vendidos en Europa en 2023 se fabricaron en China, frente al 2,9% de los vendidos en 2019. Y como hay coches eléctricos fabricados en China que son de fabricantes europeos o de EEUU (Tesla), si los descontamos, resulta que la cifra de ventas de eléctricos en Europa de marcas chinas es del 7,6% (frente al 2% en 2019). En agosto, este porcentaje de vehículos eléctricos de marcas chinas ha sido del 20,9%: 19.400 coches chinos que superaron a los 19.080 vendidos por Tesla, los 12.165 de BMV y los 11.363 eléctricos vendidos por Volkswagen. Los fabricantes europeos se quejan de las ayudas directas y financieras del Gobierno chino a sus fabricantes, lo que les permite vender sus coches eléctricos en Europa un 30% más baratos.

Pero los expertos destacan que los coches chinos (y asiáticos) copan el mercado europeo no sólo por las ayudas que reciben y su menor precio, sino porque ofrecen muchos extras y alta calidad, tienen una tecnología muy avanzada y su fabricación está muy integrada, con cadenas únicas de producción que no tienen los fabricantes europeos. Un hándicap son las baterías, integradas en la cadena de producción, gracias a la apuesta del Gobierno chino, hace años, por fábricas de baterías (y chips) : China controla el 75% del mercado mundial de baterías y Europa está “en mantillas”. El Plan estratégico de baterías de la UE no se aprobó hasta 2019 y pretende construir de 20 a 30 “gigafactorías”, que van muy lentas.

Mientras, el Consejo Europeo aprobó el 4 de octubre (con el voto en contra de Alemania y la abstención de España) aumentar los aranceles europeos a los coches eléctricos fabricados en China, del 10% actual hasta un 7,8% adicional (Tesla), 17% (BYD), 18,8% (Geely) y 35,3% (SAIC). Una medida que muchos expertos consideran poco eficaz, porque podría ser replicada por China para los coches europeos (Volkswagen, BMW, Renault, Mercedes y otras venden coches en China e incluso los fabrican allí). Además, estos aranceles podrían impulsar más la creación de plantas chinas de coches en Europa (ya hay contactos en Italia y el Este), para “burlar” así los aranceles. Sin olvidar los “daños colaterales” a las economías europeas si China replica con aranceles a alimentos y productos europeos (España vende 1.500 millones anuales de carne de cerdo, ahora amenazada con aranceles). Y eso es preocupante para un continente como Europa, muy “vulnerable” comercialmente, porque compra mucho más a China (516.223 millones de euros en 2023) de lo que les vende (223.494 millones).

Pase lo que pase con los aranceles, está claro que Europa tiene un problema serio en el sector del automóvil y está perdiendo en la competencia con China, Japón, Corea y EEUU: de hecho, Toyota es el primer fabricante mundial de coches desde 2020, superando a Volkswagen (11,23 millones en 2023 frente a 9,24), mientras Hyundai-Kia (7,3 millones de coches) supera a Stellantis (6,39 millones). Y siguen en el ranking la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi (6,28 millones de coches fabricados), General Motors (6,19 millones),  la china SAIC (5,02 millones), General Motors (4,87 millones), Ford (4,41 millones) Honda (4,19) y Nissan (3,37 millones), por delante del tercer gigante europeo, BMW (2,56 millones). Y seguido o superado por las chinas Changan (2,55 millones) y BYD (3,55 millones). Y crecen también las exportaciones de coches asiáticas (23,8%), mientras bajan las europeas (26,1%).

Ahora, los fabricantes tienen la vista puesta en 2035, cuando la Comisión Europea prohíbe la venta de coches de combustión (gasolina y diesel) y sólo podrán venderse coches eléctricos puros, híbridos enchufables o híbridos, coches que hoy sólo suponen el 49,32% de las matriculaciones en Europa (y el 48% en España). Los fabricantes reiteran que ellos “han hecho los deberes”, van a invertir 250.000 millones para reconvertirse al coche alternativo, pero se quejan de que las ventas de estos coches no despegan, como demuestran las estadísticas. Y piden un mayor esfuerzo público, aumentando y facilitando las ayudas a los compradores (en España, la patronal ANFAC pide que se entregue la ayuda en el momento de la compra del coche electrificado, además de otros beneficios fiscales y en el IVA). Pero además, aumentan las voces para retrasar la prohibición de vender coches de combustión para después de 2035, a la vista de la situación. Y piden más ayudas a la industria.

Al margen de la necesidad de aumentar y agilizar las ayudas a los compradores, urge que Europa diseñe un ambicioso Plan para reconvertir la industria del automóvil, tras 150 años de motores de combustión. El informe recién presentado por Mario Draghi dedica una parte importante a diseñar el futuro del automóvil en Europa, para conseguir que pueda competir mejor con los fabricantes chinos, asiáticos y de EEUU. Plantea 10 acciones claves, que pasan por reducir los costes de producción, estandarizar normativas, apoyar procesos innovadores, mejoras formativas y, sobre todo, una estrategia industrial combinada entre los 27, para crear “gigantes europeos” (como Airbus en la aeronáutica) y la integración vertical de la cadena de valor: que los fabricantes europeos no dependan de otros paises en chips o baterías. Y todo ello exige grandes inversiones privadas y públicas, una parte de los 800.000 millones anuales que pide Draghi para reconvertir y modernizar  toda la economía europea.

La crisis del automóvil es un problema muy serio para Europa, porque es nuestra primera industria  (aporta el 8% del PIB europeo) y da trabajo a 14 millones de europeos (2 millones en España). Pero además, es clave para la descarbonización del continente, para luchar contra el cambio climático y conseguir las cero emisiones netas en 2050. El sector tiene un reto histórico y los europeos deberíamos aprovechar para modernizar la industria y la economía en esta reconversión, para evitar que los coches vengan de fuera de la UE y se pierda empleo y riqueza. Pero eso exige un Plan industrial serio, una hoja de ruta europea, mejores ayudas y campañas a los compradores y fuertes inversiones, que hay que financiar sin demora. Es una de las grandes tareas que tiene por delante la nueva Comisión Europea y los paises, especialmente España: porque la industria del automóvil está en manos de multinacionales extranjeras y de ellas dependen nuestras fábricas y empleos. Máxima prioridad.