14.30 h. Confirmado el temor: el BCE ha subido tipos +0,25%, al 4,50%, el tipo más alto desde 2001
Enrique OrtegaEl mundo económico y financiero tiene la vista puesta hoy en el Banco Central Europeo (BCE), que debe decidir si aprueba o no la 10ª subida de tipos en los últimos 14 meses. El BCE empezó a aplicar su “receta” de subir tipos contra la inflación el 21 de julio de 2022, con un retraso de cuatro meses sobre la Reserva Federal USA, que empezó a subir los tipos el 17 de marzo. Desde entonces, hace 14 meses, el BCE ha subido los tipos de interés oficiales del 0% en que estaban al 4,25%, tras la última subida del 27 de julio, el precio más caro del dinero en Europa desde el año 2008. Y en estos 14 meses, tras “el ricino monetario”, la inflación en la zona euro ha bajado, pero poco: estaba en el 8,6% en junio de 2022, subió hasta un máximo del 11,1% en noviembre de 2022 y luego ha bajado hasta el 5,3% en agosto de 2023, todavía muy lejos del 2% que es el objetivo del BCE. Y la bajada se debe a la rebaja en los precios del petróleo, el gas y la electricidad, no a la subida de tipos.
Enrique OrtegaEl mundo económico y financiero tiene la vista puesta hoy en el Banco Central Europeo (BCE), que debe decidir si aprueba o no la 10ª subida de tipos en los últimos 14 meses. El BCE empezó a aplicar su “receta” de subir tipos contra la inflación el 21 de julio de 2022, con un retraso de cuatro meses sobre la Reserva Federal USA, que empezó a subir los tipos el 17 de marzo. Desde entonces, hace 14 meses, el BCE ha subido los tipos de interés oficiales del 0% en que estaban al 4,25%, tras la última subida del 27 de julio, el precio más caro del dinero en Europa desde el año 2008. Y en estos 14 meses, tras “el ricino monetario”, la inflación en la zona euro ha bajado, pero poco: estaba en el 8,6% en junio de 2022, subió hasta un máximo del 11,1% en noviembre de 2022 y luego ha bajado hasta el 5,3% en agosto de 2023, todavía muy lejos del 2% que es el objetivo del BCE. Y la bajada se debe a la rebaja en los precios del petróleo, el gas y la electricidad, no a la subida de tipos.
Ahora, el BCE debe decidir hoy si sigue con su racha de subidas
y eleva los tipos otro +0,25% (hasta el 4,50%) o si se toma una tregua y
deja la 10ª subida para la próxima reunión, el 22 de octubre próximo. Es lo que hizo la Reserva Federal USA en junio: no subió los tipos y esperó
a hacerlo al 26 de julio, cuando sí aprobó la 11ª subida de tipos en 16
meses, un +0,25%, hasta el 5,50%, el
tipo de interés más alto en EEUU desde el año 2001. Eso sí, la subida
de tipos norteamericana ha sido más eficaz para reducir la inflación
allí: ha caído de un máximo del 9,2%
en junio de 2022 al 3,7% en agosto
de 2023. Y eso porque allí la inflación estaba más motivada por el
recalentamiento de la economía (inflación
de demanda), que la subida de tipos ha “enfriado”, mientras en Europa
se debe más a la energía, los alimentos y la guerra en Ucrania (inflación
de oferta), costes sobre los que poco puede hacer que el BCE suba más o
menos los tipos de interés.
En el BCE hay
dos posturas sobre qué hacer
hoy con los tipos de interés. Los representantes de los paises llamados “halcones”
(Alemania, Holanda, Austria, Estonia y Finlandia), defensores de la “ortodoxia
monetaria”, creen que no
hay que bajar la guardia y que debe seguir la subida de tipos “lo que
haga falta”, hasta doblegar la inflación, aunque tenga un alto coste para familias
(hipotecas), empresas (crédito e inversión) y paises (subida del coste de la
deuda pública). Estos miembros del BCE se agarran a que la inflación en la zona
euro es todavía demasiado alta (5,3% en agosto) y que no se redujo el mes
pasado, por primera vez desde abril. Y que la inflación de fondo (subyacente),
sin energía y alimentos no elaborados, sigue muy alta (6,2%
en agosto), lo que indica que la inflación está “instalada” en las
economías, sobre todo en el norte de Europa (la inflación es del 6,4% en
Alemania o del 7,6% en Austria frente al 2,4% en España). Y que hay que seguir “dando leña al mono”…
Pero algunos de esos mismos miembros “duros” del BCE (de
Alemania) y los llamados “palomas” (Italia, Francia, Portugal
o España) están
más
preocupados por el estancamiento de la economía europea que
por la inflación. Y han frenado su afán de “subir
tipos hasta doblegar la inflación” tras dos
noticias recientes. Una, que la
economía de la zona euro (20 paises UE) no creció nada en el 2º trimestre de 2023, según
Eurostat, que rebajó del 0,3 al 0% su previsión anterior. Y lo peor: que Alemania no crece nada (+0%)
y que hay 9 paises europeos que han decrecido, cuyo PIB
cayó en el 2º trimestre de 2023: Italia
(-0,4%), Paises Bajos (-0,3%), Suecia (-0,8%), Austria (-0,7%), Chipre
(-0,4%), Estonia (-0,2%), Letonia (-0,3%), Hungría (-0,3%) y Polonia
(-2,2%). La otra noticia, de este lunes, son las nuevas previsiones
económicas de la Comisión Europea para
2023: prevén que Europa crezca sólo un +0,8% este años (tres décimas menos
de lo que esperaban en mayo y la cuarta parte del crecimiento de 2022: +3,4%).
Y que Alemania, “la locomotora
europea”, decrezca
un -0,4% (tras la recesión a finales de 2022 y principios de 2023), con la mayoría de paises estancados,
salvo España (crecerá
un 2,2% este año) y Francia (+1%).
Ante este panorama, algunos “halcones” (con Alemania a
la cabeza, la que más “manda” en el BCE) y
todas las “palomas” del Banco Central Europeo temen que si suben hoy los tipos agraven esta recesión y la economía
europea, con el nuevo “ricino monetario” entre
más en coma. Por eso, apuestan por retrasar el tratamiento, esperar
a la próxima reunión del 22 de octubre, para ver cómo evolucionan la
inflación y la economía. Pero sigue habiendo miembros del BCE (y “expertos”)
que defienden el rigor (“rigor
mortis”) y enviar el mensaje de que “están dispuestos a todo” para atajar la inflación. Aún a costa de
la recesión.
Hoy, hacia las 14,30 horas, sabremos la decisión que toma el BCE.
Pero decidan la 10ª subida o una tregua, lo que está claro es que no
valoran bajar los tipos para reanimar la débil economía europea. Ya lo
han dicho claramente: los tipos seguirán altos en 2024 y sólo contemplan bajarlos dentro
de un año, si la inflación amaina. Pero con mucha prudencia, porque ahora les
preocupa que los salarios hagan repuntar
la inflación. De hecho, en
Alemania, los salarios han subido un +6,6%
en el 2º trimestre. Y en España, los
convenios firmados hasta agosto han aprobado una subida salarial del +3,38%. Es más que el año pasado, pero todavía no recuperan el poder
adquisitivo perdido. Y sorprende que el BCE se preocupe ahora de que los
salarios “realimenten la inflación” cuando no se han preocupado de los beneficios
empresariales (márgenes), culpables
(según el propio BCE) de dos
tercios de la subida de la inflación en el último año…
La inflación
va a seguir alta en Europa, sobre todo este otoño e invierno, debido no
a que la economía crezca demasiado y este “recalentada”, sino por
culpa de la energía (el petróleo
supera ya los 90 dólares, frente a los 72 en mayo, y el gas está subiendo,
como la electricidad) y los alimentos
(fruto de la sequía y el clima, en España y en medio mundo), además de los
problemas en las cadenas de suministro y en el comercio mundial, además de las
subidas de los márgenes empresariales (para recuperar las pérdidas del COVID). Por
eso, la previsión del propio BCE es que
la inflación en Europa no
baje al 2% hasta mediados de 2025. Y por eso reiteran que seguirán con
los tipos altos, sin bajarlos, hasta finales de 2024.
Una política suicida
e ineficaz, porque no baja la inflación (los precios
suben por otras causas, no por un exceso de demanda, inexistente) y sin embargo
daña
la economía, a las familias, empresas y paises, agravando la recesión,
en un momento en que la economía internacional se ha desinflado (según
la OCDE) y China crece mucho menos.
Las familias
llevan ya 14 meses sufriendo las consecuencias de las subidas de tipos del BCE:
el Euribor, por el que se revisa la mayoría de las hipotecas (4 millones),
lleva subiendo desde que se puso en positivo (en abril de 2022) y eso ha
provocado ya que algunas familias hayan
tenido que revisar al alza dos veces ya su pago mensual de la hipoteca. En
agosto, el Euribor
mensual cerró en el 4,073% (bajando ligeramente del 4,149 de julio, por
primer mes), pero como estaba en el 1,249% en agosto de 2022, los que revisen su hipoteca en septiembre
tendrán que pagar
unos 305 euros más al mes (+3.660
euros al año), después de que en la revisión de hace un año ya pagaron hasta 120 euros mensuales más. Un coste
extra que, unido a la inflación y a los bajos salarios, va a recortar
aún más el consuno de las familias este otoño e invierno, frenando el
crecimiento y el empleo. Y que dificulta la concesión de hipotecas (ha
caído de febrero a junio) y la venta
de pisos (cae
ya 5 meses, hasta junio, agravando la crisis en la construcción). Además, suben
los tipos en las tarjetas y créditos al consumo (al 8,05% de
interés en julio, frente al 6,82% hace un año, según
el Banco de España).
Las empresas
también sufren los altos tipos del BCE, sobre
todo las pymes, que tienen ahora más
difícil endeudarse (los bancos miran “con lupa” los préstamos que dan) y más caro: los créditos hasta 250.000
euros han casi triplicado su coste (del 1,7% en 2022 al 4,84% en julio de
2023), los créditos de 250.000 euros a 1 millón han más que triplicado su tipo
(del 1,35% al 4,75%) y los créditos a empresas superiores al millón de euros
han cuadruplicado con creces su coste (del 0,83 al 4,87%), según
los datos del Banco de España, que reconoce que la subida de tipos ha
reducido el crédito a empresas y familias.
Y queda el efecto negativo de los altos tipos de interés sobre los paises, sobre sus cuentas
públicas, al encarecer los intereses
que han de pagar ahora por su deuda
pública. En el caso de España, con una deuda
de 1.569.000 millones de euros en junio (el 113% del PIB), ahora tenemos
que dedicar más recursos públicos a pagar intereses: el bono a 10 años, por el
que se pagaba el 0,76% en febrero de
2022, salto a un tipo del 3,657% en diciembre de 2022 y ayer
estaba al 3,738%. Sin estas subidas, ya estaba previsto destinar 31.275
millones del Presupuesto 2023 a pagar los intereses de la deuda, la 2ª partida
de gasto tras las pensiones.
En definitiva, que la
receta de subida de tipos del BCE, aunque sirve de poco para bajar la
inflación (lo que ha bajado es por la bajada de la energía y las
medidas de los Gobiernos), es muy
dañina para las familias, empresas y paises más endeudados, por lo
que recorta la actividad y el crecimiento, agravando el riesgo de recesión en Europa
y poniendo en peligro el empleo. Y más
en la Europa del sur, donde familias, empresas y paises son más vulnerables a la subida de tipos,
porque tienen menos ingresos (sueldos más bajos y menos recaudación fiscal),
menos competitividad y más deuda pública y privada. Además, el BCE comete una tremenda
desigualdad: sube los tipos igual a todos, aunque España (2,4%) o Grecia
(3,4%) tengan la mitad de inflación que Alemania (6,4%) o Austria (7,6%).
No lo van a hacer,
pero dado el estancamiento económico en Europa (provocado en parte por sus 9
subidas de tipos), lo que debería hacer el BCE es empezar a bajar los tipos, progresivamente,
para ayudar a reanimar las economías. Y en paralelo, la Comisión Europea debería poner en
marcha Planes de reactivación, como ha aprobado Alemania (aprobando un Plan de ayudas de 32.000 millones en 4
años). Todo ello, sin olvidar la inflación, pero avanzando en medidas
para frenar las subidas de la energía (con una reforma del mercado eléctrico,
que sigue pendiente) y ayudas a agricultores y ganaderos, para contener la
inflación de los alimentos provocada por la sequía y el clima. Nos
espera un otoño difícil en Europa, pero lo será más si el BCE persiste en su “extremismo monetario” y no
baja tipos (o incluso los sube, hoy o en octubre). Y si Bruselas no reanima la
economía, mientras España tampoco
hace nada, por un
parón
político que va para largo. Triste panorama.
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