Este nuevo Curso escolar 2023-24 marcará un récord de alumnos en las aulas de colegios e institutos, donde estudiarán unos 8.330.000 niños y adolescentes, 20.000 más que el curso pasado y una cifra récord desde el curso 1990-91 (cuando estudiaron 8.378.935 alumnos en las enseñanzas no universitarias, de infantil a Bachillerato). Se rompe así una tendencia de recorte de alumnos en los últimos cursos, por la caída de la natalidad en este siglo, lo que ha supuesto la pérdida de 450.000 alumnos de 0 a 15 años (en infantil, primaria y la ESO) en la última década, entre 2013 y 2023. Ahora, este curso se interrumpe la caída por tres causas: el aumento de la educación infantil (de 0 a 3 años), la presencia creciente de hijos de inmigrantes en los centros (sobre todo públicos) y el boom de la Formación Profesional (FP).
El primer factor que aumenta los alumnos este curso es la
mayor asistencia a los centros de enseñanza regulados de niños
de 0 a 3 años, para cursar educación
infantil: se esperan unos 475.000
niños escolarizados, lo que supone un empujón, dado que con la pandemia
cayeron de 472.625 en 2019 a 388.974 en 2021. En los últimos 3 años, el
Gobierno Sánchez ha distribuido 670 millones de euros entre las autonomías para
que crearan 65.000 plazas de educación
infantil gratuita (de 0 a 3 años, una franja en la que la educación no es
obligatoria), en centros públicos y concertados. La consecuencia es que, ya en
el curso anterior, España alcanzó un
récord histórico de escolarización infantil (0 a 3 años) en centros
autorizados, al margen de las guarderías: un
45,6% de los niños de 0 a 3 años. Con ello, somos uno de los paises con
más tasa de escolarización infantil (23% en la UE y 27% en la OCDE), lo que resulta clave para el futuro: cuanto
antes empiece la escolarización de los niños, mejores resultados educativos,
según los expertos.
El segundo factor que aumenta los alumnos este curso es que siguen
creciendo los alumnos hijos de inmigrantes, con una mayor natalidad que
las familias españolas. El curso pasado, los alumnos extranjeros en colegios e institutos ya rondaron el millón (944.992 en el curso
2022-23), cerca del 12% del total de
alumnos, cuando sólo 5 años antes (curso 2017-2018) eran 687.774, el 8,5% del total (y sólo había 100.000
alumnos extranjeros en enseñanzas no universitarias, el 2% del total, en el curso 2000-2001). Sólo en Primaria, se han
incorporado en los últimos 6 años casi 116.000 niños extranjeros. Esta mayor
afluencia de alumnos extranjeros aporta una gran riqueza a la educación, al
incorporar otras experiencias y culturas, pero también crea problemas por el
idioma y la segregación. Sobre todo, porque estos alumnos extranjeros están
concentrados en centros públicos (el
76% del total: los centros concertados y privados acaban “segregándoles”
por distintas vías) y
en unas pocas autonomías (Levante, Cataluña, Madrid, Aragón, la Rioja Baleares
y Canarias concentran un porcentaje de alumnos extranjeros superior al 15% del
total de alumnos).
Y el tercer factor de aumento de alumnos este curso es que sigue
creciendo la matrícula de jóvenes en Formación Profesional, unos porque
la prefieren al Bachillerato (son ya 7 años consecutivos en que se matriculan
más jóvenes en FP que en Bachillerato) y otros porque habían dejado de estudiar
y vuelven a hacerlo para estudiar FP, porque ofrece más garantías de empleo
futuro. La realidad es que este será el tercer curso escolar en que la FP superará el millón de alumnos
matriculados, con 1.132.364
alumnos matriculados, un 35% más
que hace 4 años (se matricularon 838.764 en 2018-19). Dos tercios de estos alumnos de FP se han matriculado en centros
públicos (unos 775.000), pero lo que más
crece es la matrícula de FP en centros privados (más de 300.000
alumnos ya), ante la falta de plazas en los centros públicos. De hecho, los
centros concertados se están volcando en ofrecer nuevas titulaciones de FP, con
un alto coste, ante la escasez de plazas públicas. E incluso hay Fondos de inversión que apuestan por
crear centros de FP, como un gran negocio educativo, mientras los
sindicatos denuncian que hacen falta
300.000 nuevas plazas públicas de FP.
Además de tener más alumnos, otra novedad de este Curso
escolar 2023-24 es que se completa la aplicación de la nueva Ley de
Educación (la Lomloe,
Ley orgánica que modifica la Ley Orgánica de Educación de 2006, la LOE), la 8ª Ley de Educación de la democracia,
aprobada en diciembre de 2020, con los votos en contra de Ciudadanos, Vox,
regionalistas y el PP, que amenaza con derogarla si llega a la Moncloa. A pesar
de las reticencias
de las autonomías gobernadas por la derecha, la Lomloe avanza y se aplica:
el curso pasado se revisaron los contenidos de los cursos impares de Primaria,
ESO y FP básica y este curso 2023-24 se aplicará a los contenidos de los cursos
pares (2º,4º y 6º).
El
cambio que pretende la nueva Ley
(Lomloe) es modificar el anterior sistema
de enseñanza, para que ahora se base
menos en la memoria y más en aprender competencias y habilidades, donde los
alumnos españoles están a la cola de la OCDE, según el
informe PISA. Por ello, se han
cambiado los contenidos de las asignaturas, para que los centros cambien lo que hay que enseñar y cómo evaluarlo
(reglas para suspensos y repeticiones de curso). El problema ahora es que los
contenidos serán diferentes entre regiones, porque los distintos
Gobiernos autonómicos aprueban ahora entre el 40 y el 50% de los temarios,
siendo el resto de contenidos (comunes) elaborados por el Ministerio de
Educación. Ahora, con la derecha (y Vox) gestionando los gobiernos de 11
autonomías, ya se han planteado polémicas por los contenidos de algunas asignaturas (Historia,
Valores Cívicos, Sostenibilidad…).
Otro cambio
importante en este curso 2023-24 se va a dar en Formación Profesional, al aplicarse ya totalmente la nueva Ley de FP,
que se aprobó en septiembre de 2021, con el voto en contra del PP y Vox y la
abstención de ERC. Además de reformularse los cursos de FP, este año se
hace obligatoria la formación “dual” para todos los alumnos de FP. Eso
significa que el millón largo de alumnos de todos los cursos tendrán que cursar
entre el 25 y el 35% de sus estudios (unas 500 horas anuales) haciendo prácticas
en empresas, algunas remuneradas. Eso puede
crear este curso “un tapón”, ya que hace
falta que los Centros firmen acuerdos con cientos de miles de empresas para
que colaboren con las enseñanzas de FP. Pero a la vez es la gran esperanza de
reducir el paro juvenil (casi un 30% en España).
Además de estos cambios, preocupa otra vez este Curso
escolar 2023-24 la falta de profesores y la tremenda precariedad de un tercio de sus
contratos. En julio de 2023 fueron despedidos 110.000 profesores interinos,
para no pagarles las vacaciones. Y ahora en septiembre, ha
habido retrasos para
recontratarlos y configurar las plantillas, lo que ha
provocado que muchos centros iniciaran este curso sin toda la plantilla, sobre
todo en Madrid, Comunidad Valenciana, Cataluña y Castilla la Mancha. Y los
sindicatos reiteran que faltan profesores, que se han perdido parte de los
docentes de refuerzo contratados por la pandemia: CCOO
pide un aumento del 15% de las plantillas, 100.000 docentes más. Y sobre todo, piden reducir la enorme precariedad: un
tercio de los 760.000 profesores de colegios e institutos son
interinos o tienen un contrato temporal (además de estar mal pagados).
Además de la falta de profesores, urge atajar la deficiente calidad de la enseñanza no
universitaria en España, sobre todo en los centros públicos. Los
indicadores revelan que tenemos
un serio problema educativo: alto
porcentaje de repetidores, un 7,6% en ESO (la tasa más alta en Europa donde
sólo repiten el 2,2%), que es del 9,2% en los centros públicos y del 4,3% en
los concertados y privados, un alto
porcentaje de fracaso
escolar temprano (17,8% de jóvenes de 18 a 24 años que no han terminado
la ESO obligatoria, frente al 9,3% en la UE-25) y un altísimo
porcentaje de “ni-nis”,
jóvenes de 18 a 24 años que ni estudian
ni trabajan (17% en España frente al 13,7% en la UE-25). Y unos peores
resultados educativos en matemáticas, ciencias y comprensión lectora,
según todos los informes
PISA.
Unos mediocres resultados educativos, muy dispares por
autonomías, que contrastan con el hecho de que los estudiantes
españoles den más horas de clase que sus compañeros europeos, según
el último informe de la OCDE 2022: +7,3% de horas en Primaria y un +30% en Secundaria.
Los expertos critican que este exceso de
horas de clase, para cumplir temarios demasiado extensos, quita
recursos (profesores y horas lectivas) para dedicarlos a refuerzos y
desdobles, a reducir los alumnos por clase y ampliar las extraescolares. En
general, los recursos se concentran en los alumnos sin problemas y no hay posibilidad de atender mejor a ese
porcentaje creciente de alumnos que necesitan más seguimiento y atención y
que son el núcleo que genera repetidores y abandono escolar. Sobre todo en los
centros públicos, dotados de menos recursos y de más alumnos problemáticos.
Y entramos en el meollo del problema, la falta de recursos y Presupuesto. En líneas generales, España
gasta menos en educación que la mayoría de Europa y la OCDE, también en la
enseñanza no universitaria: gastamos un 3% del PIB (1,3% en Primaria y 1,7% en
Secundaria) frente al 3,2% de media en la UE-22. El gasto total por estudiante de Primaria es de 8.580 euros en España, frente
a 10.141 euros en la UE-22 (10.622 en Alemania y 9.312 en Francia). Y en Secundaria el gasto educativo por
alumno es de 10.706 euros, frente a 11.673 de media en la UE-22 (14.930
euros en Alemania y 13.475 en Francia), según
el Informe 2022 de la OCDE. Y encima de gastar menos en colegios e
Institutos, el gasto es muy desigual por autonomías: sólo gastan 899 euros
por alumno no universitario en Asturias y 938 en Madrid, frente a 1.489 en
Euskadi y 1.294 en Navarra, según
la AIREF.
Además, hay varias autonomías
que apuestan por financiar y apoyar la enseñanza concertada, en perjuicio de la
enseñanza pública, que está perdiendo alumnos en colegios e institutos.
Así, en
el último curso con datos oficiales (2020-21), el 67,3% de los alumnos no universitarios (de infantil a
Bachillerato) estudiaban en centros
públicos (frente
al 71,5% en 2008), un 25,2% en
concertados y un 7,6% en centros privados. Pero hay autonomías donde los alumnos
en centros concertados y privados casi llegan a la mitad: País Vasco (48%
en concertados y 1% en privados), Madrid (29,6% en concertados y 15,8% en
privados), Navarra (32,8% en concertados y 1,5% en privados) o Cataluña (25,9%
en concertados y 9,1% en privados). Y otras autonomías donde los alumnos
en centros públicos rondan o superan el 80%, como Castilla la Mancha
(83,2%), Extremadura (80%) o Canarias (76,4%).
Este menor gasto en educación en España, sobre todo gasto
público en los centros públicos, se compensa con un mayor gasto de las familias: España es el país europeo donde aportan
más, un 12% del gasto educativo total (de
Primaria a Bachillerato), frente a
sólo el 5% en la UE y el 7% en la OCDE, según
el informe Education at a Glance 2022.
Además, en los últimos años, estos pagos educativos de las familias se han disparado con la inflación. Y este curso,
el gasto por niño de la vuelta al cole
ha rondado los 500 euros, según
la OCU, por la subida de libros, material escolar y uniformes, a los que sumar
las subidas en el transporte escolar, extraescolares y comedor escolar. Aquí
tenemos un grave problema, según
Save the Children: sólo el 11,2% de los colegiales reciben ayudas para el
comedor escolar cuando hay un 27,4% de niños en situación de pobreza. Eso sí,
el Presupuesto
para becas (2.520 millones), que
reciben un millón de estudiantes, creció en 1.000 millones desde 2018.
Hasta aquí el panorama
educativo y los problemas de fondo con los que ha empezado este nuevo Curso
escolar 2023-2024: cambios educativos, falta de medios y profesores, escasez de
Presupuesto y muchas desigualdades por autonomías, con un resultado educativo
manifiestamente mejorable. ¿Cómo mejorarlo? El Gobierno le
pidió a la OCDE que analizara nuestro sistema educativo y propusiera
soluciones, que se presentaron en junio: identificar los centros educativos
con más peso de familias desfavorecidas y con bajas rentas y concentrar en
ellos más recursos (dinero y profesores), premiando a los docentes que los
elijan, mejorar la formación y reducir la precariedad del profesorado, reforzar
horarios y atención del alumnado más vulnerable y potenciar al máximo la
Formación Profesional. Acciones concretas que habrá de aplicar el próximo Gobierno, aunque ya será el
curso que viene. Mientras, la urgente mejora de nuestra deficiente educación
está en
manos de las autonomías, que han
de gastar más y mejor en educación, apostando por la enseñanza pública. Nos jugamos el futuro.
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