La alerta la ha
dado el líder de CCOO: “hay un riesgo muy grande de intensa
devaluación salarial en la segunda mitad del año”. Unas horas después, el
presidente de la patronal CEOE reclamaba
en el Congreso mayor flexibilidad para
hacer ajustes salariales. Y por si no estuviera claro, una encuesta revela que el 60% de las empresas bajarán o congelarán
sueldos hasta final de año. Es otra consecuencia del coronavirus: muchas
empresas dirán a sus trabajadores que no
les suben el sueldo este año o que se lo bajan, “a cambio” de mantenerles su
empleo. Quizás parezca “justificado”,
pero es un grave riesgo para la reconstrucción, porque si los salarios
se congelan o recortan será más difícil reanimar el consumo y la
recuperación económica que tanto necesitamos. Por eso, aunque habrá que
estudiarlo empresa a empresa, las que
puedan deben actualizar salarios, aunque sea poco, dado que la inflación será negativa este año. Y
sobre todo, mejorar los sueldos más bajos.
Ya antes del coronavirus, las subidas de sueldos se desinflaron. En los convenios colectivos firmados en enero y febrero de 2020, las subidas pactadas fueron del +1,97%, inferiores a la subida acordada en todo 2019, que fue del 2,28%, según las estadísticas de Trabajo. Pero es más representativa la subida salarial global, que refleja el INE en su Encuesta trimestral de coste laboral. Y la del 4º trimestre de 2019, reflejaba una subida salarial media anual del +1,8%, inferior a la de los trimestres tercero (+1,9%) y segundo (+2,1%) y similar al primero (+1,7%). Esta menor subida salarial, antes de la pandemia, reflejaba un cierto debilitamiento de la economía a finales de 2019, que ahora se ha convertido en la mayor recesión sufrida en España desde el final de la Guerra Civil.
enrique ortega |
Ya antes del coronavirus, las subidas de sueldos se desinflaron. En los convenios colectivos firmados en enero y febrero de 2020, las subidas pactadas fueron del +1,97%, inferiores a la subida acordada en todo 2019, que fue del 2,28%, según las estadísticas de Trabajo. Pero es más representativa la subida salarial global, que refleja el INE en su Encuesta trimestral de coste laboral. Y la del 4º trimestre de 2019, reflejaba una subida salarial media anual del +1,8%, inferior a la de los trimestres tercero (+1,9%) y segundo (+2,1%) y similar al primero (+1,7%). Esta menor subida salarial, antes de la pandemia, reflejaba un cierto debilitamiento de la economía a finales de 2019, que ahora se ha convertido en la mayor recesión sufrida en España desde el final de la Guerra Civil.
Esta tremenda recesión ya se refleja en los salarios de los
primeros meses de 2020. Por un lado, apenas
se han firmado convenios por el confinamiento: entre enero y mayo se firmaron 107 nuevos convenios, que afectaban a
63.529 trabajadores, la tercera parte de los convenios firmados en los cinco
primeros meses de 2019 (314
convenios para 395.475 trabajadores). Y la subida media pactada estos meses,
para estos trabajadores y los que ya habían firmado un convenio plurianual
antes (en total, 6.531.600 trabajadores) ha sido del +1,96%, inferior a la subida de 2019 (+2,27%). En este año, las mayores subidas se han dado en Administración Pública,
Defensa y SS (+2,83%), actividades artísticas (+2,74%), información (+2,37%),
actividades administrativas (+2,36%), educación (+2,30%), actividades
profesionales (+2,29%), construcción (+2,21%) y hostelería (2,20%). Y suben menos este año los convenios de
sanidad (+0,95%), agricultura (+1,68%), comunicaciones (+1,68%) y finanzas
(+1,73%), según los datos de Trabajo. Por autonomías, donde más suben los convenios es en Baleares
(+2,93%), Madrid (+2,21%), Asturias (+2,16%), Castilla la Mancha y Canarias
(+2,06%), subiendo menos en la Rioja (1,52%), Murcia (1,54%) y País Vasco
(1,68%).
Pero la mayoría de
los trabajadores no han firmado un convenio este año (6,5 millones frente a 16,5 millones de asalariados), bien porque se han retrasado su negociación (en 2019 hubo
10,13 millones de trabajadores con
convenio) o bien porque cada vez hay más trabajadores “fuera de convenio” (temporales, por obra, a
tiempo parcial…). Por eso, el mejor indicador es la Encuesta trimestral de coste salarial del INE. Y la última
publicada, del primer trimestre de 2020, revela un
estancamiento de los salarios entre enero y marzo, antes del grueso de la pandemia: subieron un +0,7% anual, frente al +1,8% de subida anual en el 4º
trimestre de 2019 y la menor subida desde
el 2º trimestre de 2018. Esto se debe a que entraron en funcionamiento, a
partir del 14 de marzo, los primeros ERTEs, que rebajan los salarios (un 70% los primeros 6 meses y un 50%
después), que paga la SS y no las empresas (que se ahorran
también cotizaciones).
Con ello, el coste salarial total (salario base, complementos y
pago horas extras) pasó de 2.039 euros
en diciembre de 2019 a 1.889 euros en marzo de 2020, 150 euros menos al mes, por los
primeros efectos de los ERTEs. Y si
tomamos sólo el coste salarial ordinario (sin complementos ni horas), ha subido sólo 26 euros
mensuales (de 1.668 en diciembre a 1.694 en marzo). Es el primer efecto salarial de la
pandemia, que se verá mejor cuando el INE publique los datos salariales
del 2º trimestre. Ahora, los datos de marzo de 2020 revelan un menor aumento
salarial en la industria (+0,5% en el último año, con 1.935 euros de coste
salarial total) y algo más en la construcción (+0,7%, con 1.641 euros) y los
servicios (+0,9%, 1.842 euros de coste salarial total), destacando mayores salarios que la media (1.889 euros de coste salarial total) en Madrid (2.342), País Vasco
(2.262), Navarra (2.072), Cataluña (2.010) y Asturias (1.950 euros), muy
alejados de Extremadura (1.554 euros, un tercio menos que en
Madrid), Canarias (1.628) y Murcia (1.687 euros).
En definitiva, que el primer efecto del coronavirus han
sido sueldos más bajos en el primer
trimestre, que serán aún más bajos en el 2º trimestre, al generalizarse los ERTEs (recuerden que los sueldos que se cobran
son el 70% de la base reguladora). Y eso después de subidas más bajas ya a finales de
2019 y de años de devaluación
salarial por la crisis de 2008, que no
han sido compensados por la recuperación. El sacrificio salarial hecho por los trabajadores es muy evidente, con subidas
salariales del +0,50% en 2014 al +1,44% en 2017. Y aunque subieron más
en 2018 (+1,73%) y 2019 (+2,28%), el coste salarial ordinario (sin complementos ni horas) de finales de
2019 era de 1.668 euros, sólo 40
euros más al mes que a finales de 2014, según el INE, a pesar de estos años de recuperación. Una subida ridícula en 5 años (+2,4%),
que se ha comido la inflación (+4,8%).
Este es el salario medio, porque si tenemos en cuenta las horas trabajadas, el coste salarial por hora efectiva ha subido 1,33 euros, de 18,60 euros a finales de 2008 a 19,93 euros en marzo de 2020 (+7,15% en 5 años largos), según los datos del INE.
Y con ello, el salario por hora en España se
aleja del salario en Europa: era de 21,8
euros por hora a finales de 2019, frente a 27,7 euros de media en la UE-27, 31,4 euros en la zona euro, 28,5
euros en Reino Unido, 28,8 euros en Italia, 35,6 euros en Alemania, 36,6
euros en Francia o 44,7 euros en Dinamarca, según Eurostat. Y lo peor es que esta
diferencia salarial con la mayoría de Europa ha aumentado, a pesar de la recuperación: si el 2008 ganábamos por
hora trabajada el 69,5% que Alemania, a finales de 2019 ganamos el 61,3% que
ellos.
Y además, otro grave problema es que la precariedad laboral
y el elevado desempleo han provocado que los
nuevos empleos se contratan con sueldos mucho más bajos que los antiguos.
Así, un Informe de Adecco e Infoempleo revela que un
56% de las empresas reconocen que pagan menos a los nuevos empleados que a los
antiguos. Los salarios de los trabajadores
con menos de 1 año de antigüedad son, de media, un 23% inferiores a los que llevan más de 10 años en la empresa:
20.086 euros anuales frente a 28.598 euros, para el mismo puesto de trabajo.
También varían mucho según
categorías, con aumentos superiores al 4% en directivos y mandos
intermedios. Y en las empresas
del IBEX, la diferencia entre los sueldos más altos y el sueldo medio es de
123 veces.
Al margen de las enormes diferencias salariales, el hecho
cierto es que han aumentado en la última
década los salarios bajos. De
hecho, el 75% de los trabajadores con
menos de 34 años son mileuristas, ganan menos de 1.047 euros brutos al mes,
según el INE. Y también son mileuristas el
30% de las mujeres (frente al 11,5% de los hombres). Los trabajadores peor pagados
son los que tienen contrato temporal
(ganan un 30% menos: 18.056 euros
frente a 25.775 euros los fijos) y a
tiempo parcial (ganan de media un
40% menos: 11.171 euros frente a 28.070 de media los trabajadores a tiempo completo).
Y España es el tercer
país de Europa con más porcentaje de “trabajadores pobres”, tras Grecia y
Rumanía, según la OIT: el 13% (casi 2,5 millones de trabajadores) ganan menos de 8.400
euros anuales, menos del 60% de la media de ingresos de los españoles.
Con todo este “panorama
previo” tan preocupante, la pandemia
va a empeorar los salarios de los españoles, porque muchas empresas van a
argumentar ahora su “penosa situación” para no subir salarios este año y el
próximo sino bajarlos. Ya ha dado la alerta el líder de CCOO,
Unai Sordo: “hay un alto riesgo de devaluación salarial en la segunda mitad del año.
Los empresarios tienen todas las
herramientas a su alcance para bajar los
salarios con motivo o sin motivo. Y eso hay que frenarlo porque es lo peor
que le puede pasar a la economía española para su recuperación”. Por eso, el
dirigente sindical exigía al Gobierno eliminar
los aspectos más lesivos de la reforma laboral de Rajoy, que
permite a las empresas descolgarse de los convenios que les obligan a aplicar
determinadas subidas salariales, la prevalencia del convenio de empresa y,
sobre todo, la posibilidad de “bajar sueldos por la modificación sustancial de las
condiciones laborales”.
El temor sindical
a una devaluación salarial no es infundado, como demostró la intervención del presidente de la patronal CEOE , Antonio Garamendi, en la Comisión de
Reconstrucción del Congreso, el 12 de junio, reclamando “más facilidad para hacer ajustes
salariales”: pidió más flexibilidad para aplicar descuelgues de los
convenios colectivos que obligan a determinadas subidas salariales, aumentar la
movilidad funcional y geográfica de los trabajadores y poder incrementar la
distribución irregular de jornada. A lo
claro: las empresas piden más facilidades para no subir sueldos, aumentar y
modificar la jornada y cambiar el tipo de trabajo o el destino de sus
trabajadores por la recesión.
Por si no quedara claro, una reciente Encuesta realizada por la consultora JPMG,
ha revelado que casi el 60% de las
empresas consultadas bajarán o congelarán el sueldo de consejeros,
directivos y empleados en la segunda
mitad de 2020, mientras que sólo el 4% de las empresas aseguran que van a
subir los sueldos en lo que queda de año. La mayoría de los encuestados (34%) prevén además que reducirán la retribución
variable a los que tienen “bonus”, otro 23% retrasará o modificará su pago y
sólo el 24% lo mantendrán.
Hay además otra alerta sindical, esta vez de UGT, que teme que algunos empresarios aprovechen la aprobación del ingreso mínimo vital (IMV)
para “devaluar más los salarios”,
contratando a trabajadores que tengan derecho al mínimo vital y que les salgan
ahora “más baratos”, ya que pueden pagarlos menos ante la seguridad de que la
Seguridad Social les va a complementar el resto hasta el mínimo vital que les
corresponde. Por eso, los sindicatos están muy vigilantes ante elReglamento que ha de desarrollar la normativa del ingreso mínimo vital
(IMV), para evitar el posible fraude de algunos empresarios.
Con todo, sindicatos
y patronal deberán negociar estos meses los convenios pendientes para 2020 (que ya van a la baja) y, sobre
todo, a partir de septiembre, las
subidas salariales para 2021 y años siguientes, dado que se termina el Acuerdo de Negociación Colectiva (ANC) firmado el 5 de julio de 2018 por
tres años entre CEOE, CEPYME, UGT y CCOO. Un Acuerdo que ha encauzado las
subidas salariales pactadas en 2018, 2019 y 2020: un +2% de aumento anual más
otro +1% ligado a las mejoras de productividad. Y además, un pacto para
subir el salario mínimo interprofesional
(SMI) a 14.000 euros (1.000 al mes) en 2020, acuerdo que no se ha conseguido
entre las fuerzas sociales (mientras el Gobierno lo subió en febrero a 950 euros) y que corre peligro de cumplirse ahora con la
recesión.
La negociación salarial es uno de los
temas a negociar en el pacto social que recientemente han firmado sindicatos y patronal con el Gobierno Sánchez. En el texto no hay
ninguna referencia a los salarios, pero está claro que para sindicatos y
patronal es un tema básico, máxime si
quieren renovar su Acuerdo de negociación colectiva (ANC). Y ambas partes tendrán que ser flexibles
pero cortar el camino a las empresas que quieran aprovechar la recesión para
aumentar la precariedad laboral y devaluar los salarios. Por una razón muy
clara: si se bajan los salarios de forma generalizada, se pondrá en peligro la
recuperación. Porque para que repunte el consumo y la actividad, los
trabajadores y sus familias tienen que poder gastar y eso es incompatible con
bajas generalizadas de salarios. Eso sí, podría contemplarse la
congelación de sueldos en las empresas con problemas, dado que la
inflación nos va a ayudar: los precios caerán entre -0,1 y -0,2% este
año, según el Banco de España, lo que permitiría no perder poder adquisitivo si se
congelan salarios. Pero si se quiere
reanimar la economía, las empresas que puedan deben subir salarios.
Estamos en una pandemia y en una recesión profunda, donde la prioridad debe ser "salir vivos y con trabajo". Pero si es posible, también deberíamos aspirar a no salir con sueldos peores, dado que ya eran bajos y muy
desiguales antes. El objetivo debería ser “repartir
los sacrificios” y que no pasara como con la crisis anterior: que las empresas recuperaron con creces sus beneficios de 2008 (+68.376 millones de beneficios en 2019, un +14,3%) pero los trabajadores ganan (coste salarial
total) 8 euros menos que en 2008. Además, lo que ha pasado con la crisis de 2018 es que los trabajadores han perdido parte del pastel de la renta (del 49,04% del PIB al 45,83%), mientras lo
ganaban las empresas. Ahora, habría que “salir
juntos del agujero”, pero de forma solidaria, no perdiendo los de siempre. Amén.
Las rentas del trabajo llevan perdiendo poder adquisitivo desde principios de los años 80; son las rentas del capital las que se llevan la mejor parte.
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