El empleo de los jóvenes ha crecido más
que el del resto de españoles. Y también ha bajado
porcentualmente más el paro juvenil. Una gran noticia que no puede
ocultar otra: los jóvenes siguen teniendo empleos más precarios,
a pesar de la reforma laboral: 1 de cada 3 que trabajan tienen un contrato
temporal (el doble que todos los trabajadores) y 1 de cada 4 tienen
un contrato a tiempo parcial (por horas o días), el doble que todos los
empleados. Esta doble precariedad lleva a que los jóvenes cobran
sueldos mucho más bajos: ganan una cuarta parte menos que el
sueldo medio y 8 de cada 10 jóvenes declaran sueldos inferiores al salario
mínimo. Así, la mayoría de jóvenes no pueden hacer planes de futuro,
independizarse (sólo el 17%) y comprar o alquilar un piso
(carísimos: un alquiler se lleva el 92% de su sueldo). Está claro: o
mejoramos los trabajos de los jóvenes y los alquileres o les condenamos a un futuro
incierto. Y nadie toma medidas.
El alto
crecimiento de los últimos años, tras la pandemia, y la reforma laboral
(en vigor desde marzo de 2022) han servido para crear muchos más
empleos (+1.717.800
ocupados desde diciembre de 2019) y que sean más estables y menos
precarios. Curiosamente, la mejora del empleo ha beneficiado más a los
jóvenes. Por un lado, los menores de 30 años han conseguido
estos años 415.200 nuevos empleos, +15%, casi el doble del aumento del
empleo total (+8,6%), según
la EPA. Y si analizamos el último año (junio 2023-junio 2024), los menores
de 30 años se han llevado la cuarta parte de los empleos creados (108.700 de 426.300),
un aumento del +3,5% (frente al 2% que creció todo el empleo). Y ha crecido más
el empleo de los más jóvenes (+14,6% entre 16 y 19 años) y los que tienen entre
20 y 24 años (+7,15%), creciendo poco entre 25 y 29 años
(+0,6% el último año).
Con ello, los jóvenes españoles batieron en junio 2024
un récord histórico de empleo (trabajaban 3.192.400 jóvenes
menores de 30 años) y también un récord de afiliación a la Seguridad
Social: 3.328.710
afiliados menores de 30 años. Por
otro lado, el paro de los jóvenes ha caído más que el paro
general: del 24,8% en junio de 2019 al 19,8% en junio de 2024 (-5%), la
tasa juvenil más baja desde 2005, mientras el total del paro bajaba estos 5
años del 14,02% al 11,27% (-2,8%). Y otra vez, bajó más el paro
de los más jóvenes (-41% entre 16 a 19 años) y los de 20 a 24 años (-25%) que
en el resto (-16,2% paro 25 a 29 años).
Hasta aquí las buenas noticias. Porque cuando se
profundiza en el empleo juvenil creado, se ve que el empleo de los
jóvenes sigue siendo mucho más precario que el del resto,
según
revela un reciente estudio de UGT. Así, en junio de 2024 había 1.982.200
asalariados jóvenes (menores de 30 años) con contrato indefinido, el 66,38%
de los jóvenes asalariados, frente a un total de 15.498.800 asalariados
indefinidos, el 84% del total. Así que un tercio de los jóvenes asalariados
(el 33,62%) tienen un contrato temporal, el doble que el conjunto de asalariados
(sólo el 16% son temporales). Eso sí, la reducción de la temporalidad
entre 2021 y 2024 ha sido mayor entre los jóvenes (-21,2%)
que en el conjunto de trabajadores (-9,2%). Así que
la reforma laboral ha beneficiado más a los jóvenes, pero todavía sus
contratos son el doble de temporales que los del resto de asalariados. Y
además, esa temporalidad es mucho mayor entre los que tienen de 16 a 19 años (63,5%
tienen contratos temporales) y entre los que tienen de 20 a 24 años (41,4%
contratos son temporales).
El 2º dato que revela la precariedad del trabajo de los jóvenes,
según
denuncia el estudio de UGT, es que tienen un alto porcentaje de
contratos a tiempo parcial (trabajan menos horas de la jornada habitual o
menos días a la semana). En junio de 2024, el 25,7% de los contratos de los
jóvenes (menores de 30 años) que trabajan son a tiempo parcial, el
doble de los contratos a tiempo parcial que tienen el conjunto de los
trabajadores, un 13,6%. Y otra vez, los más jóvenes, los que
tienen de 16 a 19 años tienen más contratos a tiempo parcial (el 57,4%), al
igual que los jóvenes de 20 a 24 años (36,4% con contratos a tiempo parcial), bajando
sólo entre los de 25 a 29 años (16,4 % contratos a tiempo parcial).
Una parte de estos jóvenes trabajan menos horas (o
días) “porque quieren” (el 42,4%), para compaginar el trabajo
con los estudios. Algo que sólo hacían el 18,7% hace una década, lo que
indica que ahora, con las sucesivas crisis, muchos jóvenes buscan un trabajo
por horas (compatible con sus estudios) “para ayudar en casa". Pero casi
la otra mitad de jóvenes que trabajan a tiempo parcial (el 42,3%) lo hacen “porque
no encuentran un trabajo a tiempo completo”. Son “lentejas”: o
trabajan sólo unas horas o unos días o siguen en paro. Y esta es la principal razón para los jóvenes de 25 a 29 años que trabajan
a tiempo parcial (el 57,3% lo hacen porque no encuentran otro empleo).
En resumen, que los jóvenes han conseguido más empleos y
rebajar más el paro que el resto de trabajadores, pero siguen con trabajos mucho
más precarios, con más contratos temporales y a tiempo parcial. La consecuencia
de esta “doble
precariedad” es que ganan menos: su salario medio es
una cuarta parte menor al del conjunto de los trabajadores. Según el decil de salarios EPA 2022,
el salario medio bruto de los menores de 30 años es de 1.558,3 euros
mensuales (por 12 pagas), 18.699,3 euros brutos anuales, el 73,2% del
salario medio nacional (2.128,4 euros brutos, 25.536 euros anuales). Y
además, estos salarios de los jóvenes han subido menos (un +9,6%
desde antes de la pandemia hasta 2022) que los del conjunto de trabajadores (+11,4%),
según
el estudio de UGT.
Esa es la media salarial de los menores de 30 años, porque
la mayoría de jóvenes, los que trabajan con menos de 26 años ganan aún
menos: el 80% tenían un sueldo inferior al salario mínimo a tiempo
completo (14.000 euros en 2022), según
la Agencia Tributaria. Y también ganaban menos del SMI el 40% de los
jóvenes de 26 a 35 años. Otra estadística, la Encuesta de Estructura
Salarial del INE (2022) revela que mientras el salario medio de todas
las edades era de 26.948 euros brutos, los menores de 20 años ganan 10.597
euros (el 39%), los de 20 a 24 años 15.181 euros (el 56%) y los de
25 a 29 años, 20.459 euros (el 76%). Y el
último estudio del Consejo de la Juventud señala que los jóvenes
(menores de 30 años) ganan 1.050,77 euros netos al mes.
Con este panorama, trabajos más precarios y sueldos
muy bajos, los jóvenes que trabajan tienen difícil sobrevivir y más
todavía emanciparse. Por un lado, con la alta inflación de los últimos
3 años (+16% de subidas acumuladas), han perdido poder adquisitivo y el
41,7% de los jóvenes no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos,
según
el INE, frente al 37,1% el conjunto de españoles. La mayoría de los jóvenes
trabajadores tienen problemas para llegar a fin de mes y 1 de cada 5 jóvenes
está en situación de pobreza (ingresan menos del 60% de la media del
país): un 21,4% de jóvenes son considerados “pobres”, según el INE,
frente al 20,2% del total de españoles.
La consecuencia inmediata de la alta
precariedad laboral de los jóvenes y sus bajos salarios es que no pueden
emanciparse: sólo el 17% de los jóvenes menores de 30 años están
emancipados en España (el 4,6% de 16 a 24 años y el 39,4% de 25 a 29 años),
frente al 31,9% en la UE-27. El resto, viven con sus padres
y se emancipan mucho más tarde que en Europa: a los 30,4 años de media,
frente a los 26,3 años en Europa.
La clave de que dos tercios de los jóvenes españoles vivan con sus padres (el
65,6% de los que tienen de 18 a 34 años, frente al 49,6% en la
UE-27) no está sólo en su trabajo precario y mal pagado: se agrava por los
altísimos precios de la vivienda, en propiedad y en alquiler. Para poder comprar
un piso, los jóvenes necesitan tener un 25% del precio ahorrado (o que se
lo den sus padres), para la entrada y los gastos iniciales. Y después, pagar
una hipoteca media de 750 euros mensuales, que supone el 72% de un
sueldo joven medio. Y para pagar un alquiler, ya necesitan 968 euros
de media, según
el estudio de UGT. Y además, pagar los gastos fijos de la vivienda (agua,
luz, Internet y gastos comunitarios). Un estudio del Consejo de la Juventud revela que el coste de un
alquiler y sus gastos fijos son ya 1.131 euros al mes, 80 euros más de
lo que ganan los jóvenes en España (1.050,77 €) . Y hay que comer,
pagar transporte, vivir… Imposible.
Este es el negro panorama de los jóvenes que
tienen un trabajo. Pero aún lo tienen peor los jóvenes que lo
buscan, que no trabajan y están en paro: 786.000 parados con menos de
30 años en junio 2024, según
la EPA. Y cada año hay unos 350.000 jóvenes que terminan sus
estudios (Bachillerato y FP más 200.000 licenciados universitarios) y buscan
su primer trabajo, una “odisea”. Según las estadísticas, el 25%
de estos jóvenes tardan
más de 1 año en colocarse, más tiempo cuanto menos formación tengan.
Los datos revelan que España es uno de los paises
europeos donde los jóvenes tienen más problemas para trabajar una
vez terminados sus estudios, según
Eurostat. Así, de los jóvenes (entre 20 y 34 años) que terminaron
sus estudios hace entre 1 y 3 años, sólo trabajan en España el 78,7%, frente al
83,5% que lo consiguen en la UE (y el 93,2% en los Paises Bajos, el 91,5%
en Alemania o el 80,1% en Francia, bajando al 67,5% en Italia). Este porcentaje
(78,7%) es menor para los que acaban Bachillerato o FP de Grado medio (64,2%
trabajan en España y el 78,1% en la UE-27) y sube entre los licenciados
universitarios (83,1% en España, frente a 87,7% en la UE-27). Esa
menor “empleabilidad” explica que la tasa de paro juvenil en España sea la
mayor de Europa: 25,5% de paro entre los menores de 25 años, casi el
doble que la UE-27(14,5%) y cuatro veces el de Alemania (6,6%).
¿Por qué los jóvenes españoles tienen más problemas para trabajar?
Hay varias causas. Una clave es su formación: muchos jóvenes están
poco formados (incluso muchos no han terminado el Bachillerato ni la FP de
Grado medio) y, sobre todo, tienen una formación que no es la que piden las
empresas. En el caso de los licenciados universitarios (200.000 al año), la
mayoría han estudiado carreras no técnicas (no STEM:
ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), con menos demanda por parte de
las empresas, que se quejan (un
75%) de que no encuentran los perfiles
de trabajadores que necesitan (big data, ciberseguridad, desarrolladores, TIC,
trabajadores digitales…).
Otra razón que explica las dificultades de los jóvenes es su
escasa experiencia. Es normal que un joven que busca su primer empleo no
tenga experiencia, pero la “culpa” es de las Universidades que les forman y de
las empresas, que deberían “forzar
las prácticas” durante los años de formación (pero menos de la
mitad de los universitarios las hacen). Y luego, hay que reformar el
sistema actual de prácticas y becas fin de estudios, para conseguir que los
jóvenes aprendan y no sirvan sólo como mano
de obra barata para las empresas.
En los últimos años, hay también un cierto “recelo empresarial
a contratar jóvenes”. Lo
revela una reciente Encuesta hecha a 1.200 dirigentes empresariales, donde el
40% piensan que “los graduados universitarios no están preparados para
ingresar en el mundo laboral”, alegando 2 causas: que la generación Z (nacidos
de 1977 a 2012) “no tiene ética de trabajo” (“pasan mucho”) y “les
faltan habilidades de comunicación”. Eso hace que muchas empresas prefieran contratar a mayores de 30
años (y menores de 45…).
Otra causa de la menor empleabilidad de los jóvenes es que sufren
un cierto “tapón
generacional”: hay menos movilidad laboral y los trabajadores
mayores no cambian de trabajo y se quedan más años en las empresas, lo que dificulta
el acceso de los jóvenes. Esto lleva a que las plantillas de las empresas
españolas estén cada vez más envejecidas y baje el porcentaje de jóvenes:
en 2005, el 41% de los ocupados tenían menos de 35 años y ahora son
solamente el 25%, mientras los mayores de 45 años copan el 50,1% del empleo total. Y las
empresas no hacen apenas contratos de relevo
(un trabajador mayor trabaja un 75% y el resto lo cobra de jubilación, mientras
le sustituye un joven), porque les supone un mayor coste (en cotizaciones y
sueldos reales) y también al Estado (más pensiones).
Al final, resulta que "la generación más formada de
nuestra historia", los jóvenes que tienen menos de 30 años, están
en paro o trabajan de forma precaria, con sueldos tan bajos que no
les permiten emanciparse y formar una familia. Un drama para muchos
jóvenes, que viven
peor que sus padres y abuelos, lo que les hace perder interés
por la política y la sociedad o radicalizarse. Y que exige medidas
que los políticos no toman: reformar la enseñanza (desde el
colegio a la Universidad) para formar en lo que necesitan las empresas, una mejor
orientación educativa y laboral, una reforma drástica de las
oficinas de empleo (para que ayuden a los jóvenes a colocarse), una
política de prácticas y formación en las empresas, más ayudas a su
contratación y, sobre todo, ayudas directas a los jóvenes para que
puedan alquilar una vivienda, con promociones públicas. Un Plan para
los jóvenes, porque nos estamos cargando su futuro. Y el nuestro.
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