El pasado miércoles, la reelegida presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, se fotografiaba en Bruselas con su nuevo Gobierno, 26 Comisarios que han de ser “examinados” ahora por el Parlamento Europeo (alguno podría ser “rechazado”), para empezar a gobernar en noviembre, durante 5 años. Se trata del Gobierno europeo más “derechizado”, incluso más de lo que reflejaron los resultados de las elecciones europeas de junio. En esas elecciones (720 escaños), los europeos eligieron 188 eurodiputados del PPE (Partido Popular Europeo), 136 de Socialistas y Demócratas y 77 liberales (Renew), los tres grupos que apoyaron la reelección como presidenta de Von der Leyen (PPE, desde la democracia cristiana alemana, la CDU). Pero la extrema derecha avanzó mucho en el nuevo Europarlamento: 84 diputados de Patriotas (el grupo ultra liderado por el húngaro Víctor Orban, donde está VOX), 78 de ECR (liderado por Meloni), otros 25 eurodiputados de ESN (donde están los ultras alemanes y el español “Se acabó la Fiesta”). El resto fueron los 53 eurodiputados de Los Verdes y 46 de La Izquierda (grupos donde están Sumar, Podemos y Ahora Republicas), más los 33 del grupo de No adscritos (Junts).
lunes, 23 de septiembre de 2024
Gobierno UE: recetas para salvar a Europa
La presidenta de la Comisión Europea presentó la semana
pasada su nuevo Gobierno, 26 comisarios para los próximos 5 años.
Las elecciones de junio han provocado una “derechización” del
Gobierno europeo, con 14 comisarios del PPE (más la
presidenta) y 2 ultraderechistas, frente a 4 socialistas, 5 liberales
y un independiente. Pero la presidenta Von der Leyen es pragmática
y sabe que el futuro de Europa se juega en la economía. Por eso, la
“hoja de ruta” de la nueva Comisión será el informe Draghi,
que apuesta porque Europa salga del estancamiento actual y afronte la
competencia USA y China con fuertes inversiones en industria y
tecnología, nuevas energías, digitalización y defensa, más una mayor
integración UE. Draghi propone un gigantesco “Plan Marshall” europeo,
invirtiendo 800.000 millones anuales, que saldrían del ahorro e
inversión privada, del Presupuesto y la emisión de deuda europea. Si no,
advierte que Europa caerá en “una lenta agonía” y estará en peligro nuestro
nivel de vida y hasta nuestra democracia. Presidenta Von der Leyen, Teresa Ribera y los nuevos comisarios de la UE
El pasado miércoles, la reelegida presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, se fotografiaba en Bruselas con su nuevo Gobierno, 26 Comisarios que han de ser “examinados” ahora por el Parlamento Europeo (alguno podría ser “rechazado”), para empezar a gobernar en noviembre, durante 5 años. Se trata del Gobierno europeo más “derechizado”, incluso más de lo que reflejaron los resultados de las elecciones europeas de junio. En esas elecciones (720 escaños), los europeos eligieron 188 eurodiputados del PPE (Partido Popular Europeo), 136 de Socialistas y Demócratas y 77 liberales (Renew), los tres grupos que apoyaron la reelección como presidenta de Von der Leyen (PPE, desde la democracia cristiana alemana, la CDU). Pero la extrema derecha avanzó mucho en el nuevo Europarlamento: 84 diputados de Patriotas (el grupo ultra liderado por el húngaro Víctor Orban, donde está VOX), 78 de ECR (liderado por Meloni), otros 25 eurodiputados de ESN (donde están los ultras alemanes y el español “Se acabó la Fiesta”). El resto fueron los 53 eurodiputados de Los Verdes y 46 de La Izquierda (grupos donde están Sumar, Podemos y Ahora Republicas), más los 33 del grupo de No adscritos (Junts).
Ahora, Von der Leyen “ha tomado nota” del
auge de la extrema derecha para conformar su
nuevo Gobierno, no tanto porque haya Comisarios ultras (ha
elegido sólo a 2: uno muy sonado, el italiano Raffaele Fitto, exministro de
Exteriores de Meloni, como vicepresidente de Cohesión y Reformas, y Oliver Varhelyi,
ligado a Orban, como Comisario de Sanidad), sino porque ha dado un mayor
peso a sus correligionarios del PPE que el que obtuvieron en las elecciones
de junio: serán
14 Comisarios del PPE (más la presidenta), más de la mitad de
los 26 totales y además copando puestos claves: Economía,
Defensa, Interior y Migraciones, Agricultura, Pesca, Servicios Financieros y Presupuesto.
Los liberales obtienen 5 Comisarios, más que los socialistas (4 Comisarios), junto a 1 independiente. Ningún Comisario ligado a los Verdes o La
Izquierda.
El contrapeso de tanto poder para Von der Leyen (muy presidencialista y más ahora que los gobiernos de Francia y Alemania, el tradicional "eje de poder" en la UE, son más débiles que nunca) serán el liberal francés (macronista) Stéphane
Séjourné, vicepresidente ejecutivo de Prosperidad y Política Industrial y,
sobre todo, la
socialista española Teresa Ribera, nombrada vicepresidenta 1ª de la
Comisión (sustituta formal de Von der Layen cuando no esté), responsable de la
“Transición limpia, justa y competitiva”, además de Comisaria de
la Competencia. Con ello, la española Ribera será
la Comisaria europea con más poder, uniendo a sus
competencias energéticas (transición verde) las de Competencia: dirigirá la política energética UE y parte de la política industrial, al decidir
sobre fusiones y vigilar a las multinacionales (su antecesora, la danesa
Vestager, ha impuesto multas históricas a Google, Apple y Facebook).
Aunque sea un Gobierno europeo más escorado a la derecha
que nunca, la
presidenta Von der Leyen es sobre todo pragmática y sabe que se
la juega en un terreno: la
economía. Porque sabe que la
UE está estancada: apenas crece un +0,2%
en el 2º trimestre, menos de la
tercera parte que EEUU (+0,7%), tras crecer sólo un +03% en el primer trimestre
de 2024 y +0,6% en todo 2023 (cuando USA creció cuatro veces más,
el +2,4%). Y también sabe que Alemania, la llamada “locomotora
europea”, está “gripada”: su PIB ha caído un -0,1% en el 2º trimestre de
2024, tras caer un -0,3% en todo 2023 . Y además, hay otros 5
paises europeos cuyas economías decrecieron en el 2º trimestre,
según
Eurostat: Irlanda (-1%), Austria (-0,4%), Suecia (-0,3%), Letonia (-0,9%) y
Hungría (-0,2%).
Así que Europa tiene problemas graves (la guerra de
Ucrania, los inmigrantes, la energía y el cambio climático, la polarización
política y el auge de la extrema derecha…), pero la Comisión sabe que la
clave para salir adelante es recuperar la economía y la competitividad,
afrontar el reto del futuro frente a los avances de EEUU, China y otros paises.
Por eso, el lema que ha elegido Von der Leyen para su segundo mandato es claro:
“Prosperidad,
seguridad y democracia van a ser nuestras prioridades”. Por encima
de todo, recuperar el crecimiento europeo, afrontar la transición energética y
digital y resolver los problemas de seguridad (Defensa e inmigración),
asegurando la democracia y el bienestar europeo.
Pero para conseguirlo, Von der Leyen sabe que Europa
tiene que cambiar. Por eso, hace un año, durante
el debate del “Estado de la Unión”, encargó a Mario Draghi, expresidente
del BCE (2011-2019) y ex primer ministro italiano (febrero 2021-octubre 2022)
que elaborara un informe sobre el futuro de Europa. Y Draghi ha
elaborado un informe de 400 páginas, titulado “El
futuro de la competitividad europea, presentado el 9 de septiembre, que va
a ser “la hoja de ruta” de la nueva Comisión Europea para los
próximos 5 años. El objetivo es que la economía europea se reconvierta a
fondo para competir mejor en el mundo.
En su informe,
Draghi parte de señalar el grave problema que tiene Europa: el
retraso económico respecto a EEUU, aunque socialmente sea un continente más
avanzado. La
cifra que aporta es impactante: la UE produjo (PIB) por valor de 46.587,9
millones de dólares en 2023 (a precios constantes, descontada la inflación), un
30% menos del valor de la producción de EEUU (66.762 millones de dólares).
Pero lo más grave es que esta brecha entre el valor de lo que produce Europa y
EEUU se ha agravado en las dos últimas décadas, porque en 2002 el “gap” era
sólo del 17%. Y eso se
traduce en un menor nivel de vida en Europa que en EEUU,
ahora y desde hace décadas: el ingreso real disponible de los hogares ha crecido el doble en USA que en la UE, según el informe Draghi.
En definitiva, que Europa lleva décadas perdiendo terreno
económico (y calidad de vida) respecto a EEUU (y a China). La causa,
según Draghi, es la
menor productividad europea: 55,7 dólares por hora trabajada en Europa (en
dólares constantes, deduciendo la inflación) frente a 75,7 dólares por hora
en EEUU (eran 46 frente a 57,1 en 2002). Y este deterioro de la
productividad se debe, según
Draghi, no sólo a la menor innovación y tecnología de la
economía europea, sino también a tres factores que han ayudado a Europa
en la postguerra mundial y que ahora no van a ayudar: el auge del
comercio mundial, la energía barata (importada) y el menor gasto en Defensa
(que ha permitido “gastar en otras cosas”, gracias al paraguas de seguridad de
la OTAN, financiada sobre todo por EEUU).
Ante este panorama, Draghi es muy realista y teme
por el futuro si Europa no toma medidas drásticas: “el PIB de Europa
comenzará a menguar a partir de 2050 (“el crecimiento se detendrá en
2040”, por la caída de la población activa) y el “invierno demográfico”
agravará la situación si no se compensa con un aumento de la
productividad”. En definitiva, añade, el dilema es “cambiar o afrontar
una lenta agonía”.
Para Draghi, este preocupante panorama plantea a la Unión
Europea un
triple reto: acelerar la innovación y encontrar nuevos
motores de crecimiento, reducir los precios de la energía (sin dejar de “descarbonizar”)
y aprender a reaccionar en un mundo geopolíticamente inestable, donde
las dependencias se convierten en vulnerabilidades y la seguridad no puede
externalizarse. Para responder a estos
retos, Draghi
propone avanzar en varios frentes: una nueva estrategia industrial
(basada en la innovación, la tecnología y la digitalización), avanzar en lograr
un verdadero mercado único europeo (“más Europa), alinear las
políticas industriales, comerciales y de competencia de los 27, aumentar
la inversión europea y reformar la gobernanza de la UE, con más
coordinación y menos burocracia. Y en paralelo, propone tomar decenas de
medidas en 10 sectores relevantes: energía, materiales críticos,
digitalización y tecnologías avanzadas, industrias consumidoras de energía,
tecnologías verdes, automóvil, industria de Defensa y espacial, farmacéuticas y
transporte.
El informe Draghi (ver
resumen en español) plantea 3 objetivos de futuro para Europa.
El primero, cerrar la “brecha” de productividad con EEUU (y China), que
pasa sobre todo por mejorar la tecnología y la innovación en la UE, porque este
retraso tecnológico es la causa principal del retraso económico. Draghi cree
que aunque Europa haya perdido parte del “tren digital”, aún puede capitalizar “nuevas
olas de innovación”, como la Inteligencia artificial (IA) generativa, la
integración de la IA en la industria y la tecnología en seguridad y
encriptación. El informe refleja que el atraso europeo se asienta en un
menor gasto en I+D+i, en la existencia de obstáculos reglamentarios a las
empresas innovadoras (muchas se van a USA) y en la falta de un mercado único
real, que impide crear grandes empresas tecnológicas (ojo: sólo 4 de las
50 mayores empresas tecnológicas del mundo son europeas). Draghi
propone 10 medidas para reducir la brecha de innovación con
EEUU, entre ellas invertir más de manera conjunta en los 27, facilitar la
formación, promover la coordinación industrial, apoyar la investigación en
sectores claves (farmacéutico) y facilitar la consolidación de las telecos UE.
El 2º gran objetivo del informe Draghi es avanzar
en la descarbonización de la economía y a la vez de la
competitividad (por eso Teresa Ribera controlará la transición verde y la
Competitividad). Se trata de aprovechar la lucha contra el cambio climático
para reducir el coste de la energía (mucho mayor en Europa que en USA o China),
desarrollar una industria de vanguardia ligada a las tecnología limpias y
reforzar la seguridad energética, asegurando las cadenas de suministros y la
provisión de nuevos materiales, planificando una nueva estrategia para el
transporte transfronterizo y para la industria del automóvil.
El tercer gran objetivo para que la UE avance es mejorar
la seguridad y reducir la dependencia. Europa se está
quedando rezagada en las cadenas mundiales de suministros, lo que obliga a reducir
la dependencia de minerales estratégicos y semiconductores (chips: Europa sólo
fabrica del 10% mundial), así como de las principales materias primas, diversificando
los paises proveedores o fabricándolas en Europa. Y lo mismo en Defensa:
Europa no puede seguir dependiendo de EEUU y necesita desarrollar una política
de Defensa, con más gasto y más inversión en tecnología e industria
armamentista, para ser más “independiente” (hoy, el 78% del armamento
de la UE se fabrica fuera). Y lo mismo en el sector espacial.
Se trata no sólo de gastar más en Defensa y seguridad, sino en integrar el
gasto por separado que hacen los paises, innovando juntos.
Todas estas propuestas y medidas del informe Draghi tienen
un coste: será necesario
invertir 800.000 millones de euros al año, una cifra inmensa (el
4,7% del PIB de la UE), que supone cuadruplicar el Plan Marshall (aplicado en
la postguerra europea) y superar con creces el
Plan de Recuperación aprobado tras la pandemia, que contemplaba
invertir 750.000 millones de euros entre 2021 y 2026 (unos 125.000
millones al año). Draghi señala las 3
vías para conseguir estos ingentes recursos: la financiación
privada, de las Bolsas (propone crear un único mercado de capitales), la
banca (hay que avanzar en la unión bancaria y las fusiones transfronterizas) y
los ahorradores (Europa ahorra mucho más que EEUU, pero 300.000
millones de ahorro europeo se desvían a financiar a EEUU), los préstamos
del BEI (Banco Europeo de Inversiones) y la financiación pública
(el Presupuesto de la UE es ridículo comparado con el de EEUU: un 1% del PIB de
los 27) y la emisión de deuda europea, bonos que emitirían conjuntamente
los 27 (como se ha hecho con el Plan de Recuperación), para grandes objetivos
industriales, tecnológicos y descarbonización.
Además de pedir más inversiones en Europa, Draghi
pide cambios políticos y de gobernanza: avanzar más decididamente
en el mercado único (unión económica, financiera y fiscal), acelerar y racionalizar
la toma de decisiones entre los 27 (extender el voto por mayoría
cualificada y reducir los vetos), agilizar las decisiones (la UE tarda
19 meses en aprobar nuevos Reglamentos) y reducir el exceso de normativa
(entre 2019 y 2024, la UE aprobó 13.000 textos legislativos y resoluciones,
frente a 5.500 en EEUU) y de burocracia (hay demasiadas trabas a la
actividad y a la innovación). Otro
informe pedido por la Comisión, de Enrico Letta, refleja que sólo
con avanzar en la integración europea (crear un verdadero mercado único) y
reducir las trabas burocráticas, el PIB de la UE crecería un 10% más…
Este informe Draghi ha sido muy
bien recibido por la nueva Comisión Europea, que lo tendrá como “hoja
de ruta” para estos 5 años, aunque algunos expertos
y paises han puesto reparos a su financiación, sobre todo a “la
emisión de deuda conjunta”, los “eurobonos” de los que reniegan Alemania,
Holanda y la Europa rica, porque no quieren aumentar su riesgo y el pago
conjunto de intereses. Pero si Europa quiere dar un salto y competir con
EEUU y China en las próximas décadas, tiene que reconvertir a fondo
su economía y su gobernanza. Y eso cuesta dinero. No
hacerlo, meter
las propuestas en un cajón tiene un alto
coste, del que el
propio Draghi advierte: “hemos llegado a un punto en que si no
hacemos nada, tendremos que comprometer nuestro bienestar, nuestro medio
ambiente o nuestra libertad”. El modelo de vida de 450 millones de
personas está en juego. Así de claro.
El pasado miércoles, la reelegida presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, se fotografiaba en Bruselas con su nuevo Gobierno, 26 Comisarios que han de ser “examinados” ahora por el Parlamento Europeo (alguno podría ser “rechazado”), para empezar a gobernar en noviembre, durante 5 años. Se trata del Gobierno europeo más “derechizado”, incluso más de lo que reflejaron los resultados de las elecciones europeas de junio. En esas elecciones (720 escaños), los europeos eligieron 188 eurodiputados del PPE (Partido Popular Europeo), 136 de Socialistas y Demócratas y 77 liberales (Renew), los tres grupos que apoyaron la reelección como presidenta de Von der Leyen (PPE, desde la democracia cristiana alemana, la CDU). Pero la extrema derecha avanzó mucho en el nuevo Europarlamento: 84 diputados de Patriotas (el grupo ultra liderado por el húngaro Víctor Orban, donde está VOX), 78 de ECR (liderado por Meloni), otros 25 eurodiputados de ESN (donde están los ultras alemanes y el español “Se acabó la Fiesta”). El resto fueron los 53 eurodiputados de Los Verdes y 46 de La Izquierda (grupos donde están Sumar, Podemos y Ahora Republicas), más los 33 del grupo de No adscritos (Junts).
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