Enrique Ortega |
El euro nació en los mercados financieros el 1 de enero de 1999, aunque durante los tres primeros años fue una “moneda invisible”: sólo se utilizaba a efectos contables y en pagos electrónicos. Las monedas y billetes en euros se pusieron en circulación el 1 de enero de 2002, en 12 paises de la UE, entre ellos España. Nació en 1999 cotizando por encima del dólar (1,07 dólares por euro), pero enseguida perdió la paridad, desde 2.000 hasta 2002 (0,95 dólares). Y se recuperó en 2003 (cotizando a 1,13 dólares), hasta alcanzar su máximo anual en 2008 (1,47 dólares por euro). Con la crisis financiera y la debacle de la deuda europea, cayó hasta alcanzar un mínimo en 2015 (1,11 dólares). Así se mantuvo (entre 1,11 y 1,18 dólares) hasta 2022, cuando la invasión de Ucrania y la inflación disparada revalorizaron al dólar como “moneda refugio”. Y el euro volvió a perder la paridad, costando menos de 1 dólar entre el 22 de agosto y el 8 de noviembre de 2022. Pero las rápidas subidas de tipos del BCE y el temor a una crisis bancaria en EEUU han fortalecido la moneda europea, que el viernes cotizaba a 1,071 dólares, un +10,5% sobre los peores momentos de 2022 (0,96 dólares en septiembre).
Este fortalecimiento del euro frente al dólar supone una ayuda a las economías europeas, porque “quita presión a la inflación”, el mayor problema del continente. ¿Cómo? Pues reduciendo el coste de los productos importados que se pagan en dólares (ahora “más baratos”), reduciendo el efecto negativo de “la inflación importada”. La mayoría de la energía (petróleo, gas, carbón) se paga en dólares, al igual que los metales (hierro, acero) y muchas materias primas, además de los alimentos. Y todos estos productos importados que se pagan en dólares son ahora un 10,5% más baratos que en septiembre de 2022. Así que los europeos tenemos dos ayudas. Una, que ha bajado el coste de la energía y de muchas materias primas. Y la otra, que a esta rebaja se suma la rebaja de pagar en dólares “más baratos”. Un ejemplo, el petróleo. Ha bajado de 90 euros el barril (septiembre 2022) a 76 dólares (mayo), una rebaja del -15,6%. Pero ha bajado más en euros: de 93,8 a 69,1 euros, un -24,9%. Es la ayuda de tener un euro más fuerte.
Como la mayoría de paises europeos importa más que exporta (también España: 457.381 millones de euros frente a 389.208 millones en 2022), esta ayuda del euro fuerte ha sido clave para bajar la inflación, junto a las bajadas de la energía y las materias primas. Así, la inflación anual de la zona euro ha bajado del 10,6% en octubre (el peor dato) al 7% en abril, según Eurostat. Y en España más: del 7,3% en octubre al 3,8% en abril pasado. Y lo mismo en Alemania (del 11,6 al 7,6%), Francia (del 7,1 al 6,9%) e Italia (del 12,6 al 8,7%).
Pero ojo, tener un euro más fuerte que el dólar también supone problemas, básicamente dos. El primero, que resulta más difícil exportar a otros paises, sobre todo a los que pagan en dólares, porque los productos europeos les resultan ahora más caros (+10,5% que en septiembre pasado), al debilitarse el dólar frente al euro. Esto es clave para todos los paises, pero especialmente para España, donde llevamos varios años en que las exportaciones son claves para sostener el crecimiento. Así pasó en 2022: las exportaciones aportaron casi la mitad del crecimiento español (+2,6% del 5,5%). Y en el primer trimestre de 2023, la aportación exterior fue la clave (+1,3%), junto a la inversión, de que la economía creciera algo (un +0,5%), ya que cayó el consumo (-1,4%), según el INE.
Así que los exportadores miran con recelo la fortaleza del euro, porque les costará más vender fuera, aunque nos beneficie a los consumidores. De momento, esta fortaleza del euro perjudica menos a las exportaciones españolas (y alemanas), que vendemos menos a paises que pagan en dólares (un 30% del total de nuestras exportaciones), que a las exportaciones de Francia e Italia, más vinculadas a compradores de fuera del euro. Los últimos datos lo corroboran: si las exportaciones española crecieron un +21,2% en 2021 y un +22,9% en 2022, batiendo récords históricos, en el primer trimestre de 2023 crecen un +14,6%, menos pero el doble que las de la zona euro (+7,7%) y más que las de Alemania (+7,8%), Francia (+9,5%) e Italia (+9,8%). Claro que también ayuda que la inflación en España sea la más baja de Europa y que tengamos unos salarios un 31,5% inferiores a la zona euro (23,5 euros la hora frente a 34,3 euros en la UE-20, según Eurostat): menores costes y precios que ayudan a contrarrestar que ahora nuestros productos sean más caros en dólares.
El otro problema de tener un euro más fuerte que el dólar es que perjudica la llegada de turistas, al menos los que viajan con dólares, porque se les encarecen los paises del euro. Y eso es especialmente preocupante para España, el 2º mayor destino de turistas del mundo, que espera superar este año los 83.7 millones de turistas extranjeros que llegaron en 2019. Un turismo que es clave para sostener la economía y el empleo, porque se espera que deje casi 100.000 millones de euros en divisas. El riesgo es que ahora, con un euro más fuerte que les obligará a gastar más dólares, o no vengan (y se vayan a Turquía, Marruecos, Túnez o Egipto, donde su moneda se ha revalorizado) o vengan menos días o gasten menos, sobre todo los turistas de Alemania y Reino Unido, dos paises en recesión.
Los expertos apuestan porque la moneda europea siga fuerte el resto de 2023, salvo que se complique la guerra en Ucrania o vuelva a dispararse la inflación. Y eso porque el BCE va a seguir subiendo los tipos en junio y quizás en julio, mientras quizás no lo haga la Reserva Federal USA (aunque allí están en el 5,25% frente al 3,75% en Europa), lo que puede atraer inversiones y fortalecer al euro, sobre todo porque los mercados temen que caigan más bancos regionales en EEUU. Y aunque Europa apenas crece (+01% la zona euro, en el primer trimestre) y Alemania está ya en recesión (dos trimestres, el 4º de 2022 y el 1º de 2023 con la economía cayendo), también hay nubarrones sobre el futuro de la economía USA: la Reserva Federal ha anunciado una posible recesión en EEUU, una caída del crecimiento en el 4º trimestre de 2023 y el 1º de 2024, como fruto de las subidas de tipos.
Mientras esperamos la evolución de la cotización del euro, la moneda europea avanza, dentro y fuera del continente. Dentro, ya es la moneda de 20 paises europeos, tras la incorporación al euro de Croacia (1 enero 2023), que se suma a las de Lituania (2015), Letonia (2014), Estonia (2011), Eslovaquia (2009), Malta y Chipre (2008) y Eslovenia (2007). Ahora, está previsto que se incorporen al euro Bulgaria (1 enero 2024) y Rumanía (2029). Los demás paises, o no están por la labor de perder su moneda (caso de Suecia o Dinamarca) o tienen complicado cumplir las exigencias económicas que se piden para ingresar en el euro (caso de Polonia, Hungría o Chequia).
A nivel mundial, el euro gana peso pero muy lentamente. Actualmente, es la 2ª moneda mundial: 60 paises de fuera de la UE utilizan el euro como moneda o han vinculado su moneda al euro, según la Comisión Europea. En 2022, el 20,5% de las reservas mundiales están en euros (frente al 18,5% en 1999 y el 20% en 2015), sólo por detrás del dólar USA, que acapara el 58,4% de las reservas mundiales (frente al 72% en 1999) y por delante del yen japonés (5,5%), la libra (4,9%) y el resto de monedas (10,7%, la mayoría el yuan chino). En las transacciones en divisas, el peso del dólar es mayor (el 88% del total) y también en las emisiones de deuda (60% frente al 21% en euros), aunque se reduce en los pagos comerciales (42% en dólares y 38% en euros). Y destaca también el mayor uso del dólar en los préstamos internacionales (55% del total frente al 18% en euros).
La Comisión Europea presentó en enero de 2021 una Estrategia para fomentar el uso del euro en el mundo, con un abanico de medidas a medio plazo: llegar a inversores de terceros paises, promover los bonos verdes de la UE (la mitad el total mundial), desarrollar índices de referencia y centros de negociación en euros, fomentar los derivados sobre materias primas en euros y mejorar los derechos de emisión de CO2 de la UE. Eso puede ayudar a mejorar el peso internacional del euro, pero todos los expertos creen que, en las próximas décadas, el dólar seguirá siendo el rey (como lo es desde finales de la II Guerra Mundial), aunque ahora se haya depreciado frente al euro. Sigue siendo “la moneda refugio” del mundo y más en las crisis, como se vio tras la invasión de Ucrania. Y eso, a pesar de los intentos de China por comer terreno al dólar en el mundo con su yuan.
En el último año se han producido una serie de noticias que confirman esta estrategia de China por promover su moneda, el renminbi (“moneda del pueblo”), más conocida como yuan: el anuncio de Rusia de incorporar la moneda china a sus reservas (un tercio están ya en yuanes, según el FMI), el acuerdo entre Brasil y China para usar el yuan como moneda de intercambio comercial en vez del dólar (y el anuncio de que el yuan ha superado al euro como moneda de reserva de Brasil), la decisión de Argentina de cambiar el dólar por el yuan en su comercio con China, el anuncio de Arabia Saudí para aceptar yuanes en lugar de dólares en las ventas de petróleo, y, más sorprendente, la primera compra francesa de gas natural chino pagado en yuanes… Además, destaca el anuncio de los paises BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) para estudiar la posibilidad de crear juntos una nueva divisa mundial, mientras India ha decidido ya liquidar compras y ventas con algunos paises pagando en rupias (su moneda) en vez de en dólares…
En definitiva, que una parte del mundo se mueve para superar el monopolio del dólar, con China a la cabeza. Pero el dólar es demasiado poderoso y aunque cede terreno, será la moneda dominante durante mucho tiempo. Máxime si China sigue siendo un país demasiado cerrado financieramente, con controles de capitales e intervenciones en la cotización del yuan (reiteradamente denunciadas por EEUU), que no acaban de gustar a los inversores. Una cosa es que Brasil o Argentina paguen en yuanes “de forma forzosa (a cambio de materias primas o créditos) y otra que inversores y paises “elijan el yuan frente al dólar o el euro”. De hecho, la proporción de reservas internacionales en yuanes (un 10% del total) ha bajado desde la guerra en Ucrania, un -12% el último año, según el FMI.
En lo que sí lleva ventaja China es en crear una moneda digital, e-Yuan, siguiendo la estela innovadora de sus antepasados, de la dinastía Tang: el dinero papel se inventó en China en el siglo VII y la innovación llegó a Europa con Marco Polo, en el siglo XIII. El proyecto se puso en marcha en 2014, cuando el Gobierno chino creó un grupo de investigación. Y las primeras pruebas se hicieron en abril de 2020, que se aceleró en enero de 2022, con el lanzamiento de una versión piloto de monedero virtual de e-Yuanes en las tiendas de iOS y Android. Con ello, la moneda digital china se ha ido extendiendo entre algunas regiones y ciudadanos y, según el Banco Central chino, ya hay 13.600 millones de e-Yuanes en circulación. Y más de 260 millones de chinos tienen ya cuentas en e-Yuanes (e-CNY).
Una anécdota: un pequeño país se adelantó a China y fue el primer Banco Central que creó una moneda virtual en el mundo: Bahamas, que puso en circulación su moneda digital (el Sand Dólar, el Dólar de Arena, la CBDC) en octubre de 2020. El proyecto salió adelante "por necesidad", tras la tremenda experiencia de la COVID y un huracán, que trastocaron la actividad financiera de un país con 400.000 habitantes que viven…¡ en 700 islas¡ Después, en 2021, Nigeria ha sido la primera nación africana en lanzar su moneda digital, la e-Naira.
Mientras, la Unión Europea iniciaba en julio de 2021 un proyecto del BCE para emitir una moneda digital europea, la e-Euro. Una moneda, que como la e-Yuan, no tiene nada que ver con las criptomonedas: es una moneda oficial, respaldada por el BCE, para operar en paralelo al euro físico (en moneda o papel). El objetivo es que pueda ser utilizado como medio de pago en los paises euro, por empresas y particulares, y que permita realizar pagos con tarjeta o móvil. El proyecto de la e-Euro tiene 2 fases. En la primera, que terminará en 2023, se realizarán pruebas entre el BCE y los bancos centrales y las entidades financieras de la zona euro. Dentro de estas pruebas, el Banco de España lidera un proyecto piloto de una moneda virtual (CBCD) para realizar operaciones digitales interbancarias. En la 2ª fase, el BCE y los bancos de los paises euro avanzarán en pruebas prácticas con la nueva moneda digital europea, que se espera podamos utilizar en 2026.
Mientras la moneda digital ya es una realidad en China y Europa espera tenerla en tres años, en Estados Unidos apenas se avanza en la e-Dólar. El empuje lo dio el presidente Biden, aprobando a principios de 2022 una Orden ejecutiva para “evaluar con urgencia la creación de una moneda digital”. Los primeros pasos del proyecto piloto no se dieron hasta noviembre de 2022, con una prueba de tres meses, que ha chocado con la crisis de los bancos regionales USA. En el subconsciente de las autoridades norteamericanas pesa también la crisis de las bitcoin y la dificultad de crear una moneda virtual que sea la moneda del mundo.
A la espera de la e-Euro, el BCE va a cambiar los billetes de los euros en 2024, para intentar hacerlos más seguros. Y buscará que la moneda europea se utilice más en el resto del mundo. Pero la moneda no deja de ser “el espejo de una economía”, así que su fortaleza o debilidad tiene mucho que ver con el desarrollo económico, industrial y tecnológico, con la productividad y el potencial de un país o un continente en el mundo. Y ahí, Europa avanza pero tiene muchas tareas pendientes. Eso se reflejará en el euro.