Enrique Ortega |
España ha sido siempre un país poco abierto económicamente al exterior, al menos hasta el ingreso en la CEE (1986) y en el euro (2000). Pero en este siglo, las exportaciones españolas han crecido con una fuerza desconocida, sobre todo a partir de la crisis de 2008, que forzó a nuestras empresas a vender fuera para compensar la caída de la demanda dentro. De hecho, las exportaciones españolas crecieron, año tras año, desde 1995 a 2022, con sólo tres años de caída (2008,2009 y 2020), según los datos de Comercio. El tirón de las exportaciones se aceleró en 2010 y son ya 12 años consecutivos de récords anuales (2010-2022, salvando la bajada en 2020, por la pandemia). Y con ello, el valor de las exportaciones de mercancías se ha más que duplicado: de 159.889 millones de euros vendidos fuera en 2009 a 389.208 millones exportados en 2022, según Comercio.
Con ello, las exportaciones de mercancías han aumentado su peso en la economía: si en 2009 aportaban sólo el 15% del crecimiento total (PIB), en 2022 aportaron casi el doble (el 29,32% del PIB). Y si sumamos las exportaciones de servicios (los prestados por empresas y entidades españolas en el extranjero y que ayudan al crecimiento del PIB en España), la aportación de la actividad exterior es ya del 35% del PIB, un tercio del crecimiento total. Y lo más importante, las exportaciones (de mercancías y servicios) “nos han salvado” ya dos veces en poco más de una década, contrarrestando la crisis económica interna. La primera vez, a raíz de la crisis de 2008: entre 2009 y 2013, la economía española estuvo en recesión, con bajadas del PIB, pero habríamos caído mucho más si las exportaciones no hubieran crecido esos años malos. Baste un ejemplo. En 2009, el PIB cayó un -3,6%, pero hubiera caído más si las exportaciones no hubieran aportado un +2,8% de crecimiento. Ahora, con la pandemia y la crisis por la guerra de Ucrania y la inflación, las exportaciones nos han vuelto a salvar: cayeron menos que la economía en 2020 (-1,9% frente a -10,8% el PIB total) y han ayudado al crecimiento en 2021 (+0,2% de +5,5%) y sobre todo en 2022: las exportaciones aportaron casi la mitad del crecimiento español (+2,6% del 5,5%).
En 2022, las exportaciones españolas crecieron un +22,9%, más que el conjunto de las exportaciones europeas (+20,9% en la UE-27) y de la zona euro (+21%), pero también más que las exportaciones de Alemania (+14,1%), Francia (+19,1%) o Italia (+19,9%), nuestros tres principales competidores y clientes. Y más de lo que crecieron las exportaciones de EEUU (+17,7%), China (+10,5%) y Japón (+18,2%), siendo superados sólo por el aumento de las exportaciones británicas (crecieron +26%), según Comercio. ¿Por qué crecen más las exportaciones españolas? Básicamente, porque son una “válvula de escape” a la baja demanda interior y, sobre todo, porque nos ayuda tener menos inflación (5,5% en diciembre 2022 frente al 10,4% en la UE-27 y 9,6% en Alemania) y salarios mucho más bajos (17,5 euros la hora frente a 22,9% en la UE y 30,3 euros en Alemania), lo que hace nuestros productos más competitivos en Europa y el resto del mundo.
En 2022, las exportaciones españolas crecieron sobre todo a Europa (+24,9% a la UE-27), especialmente a Bélgica (+66,1%), Irlanda (+41,1%), Portugal (+29%), Francia (+18,9%), Italia (+18,5%) y Alemania (+15,6%), pero también aumentaron mucho las exportaciones de mercancías a EEUU (+28,1%), Brasil (+37,6%), Argentina (+32,5%) o México (+26,2%), Arabia Saudita (+56,5%) y Marruecos (+26,2%), cayendo nuestras ventas a China (-7,5%) y Argelia (-45.9%). Por productos, las exportaciones que más crecieron fueron las de energía (+80,1%), medicamentos (+55,5%), buques (+56%), productos químicos (+37%), aceites y grasas (+32,2%), electrodomésticos (+30,6%), leche y huevos (+25,3%), calzado (+22%) y automóviles (+9,7%), según los datos de Comercio.
Si en 2022 se batió el récord histórico de exportaciones, también se alcanzó el récord de importaciones, por culpa de los precios disparados de la energía y los alimentos: alcanzaron los 457.321 millones de euros, +33,4% sobre 2021. Y eso fue porque las importaciones energéticas duplicaron su factura (90.879 millones frente a 46.575 millones en 2021), aumentando también mucho el coste de los alimentos importados (51.917 millones frente a 39.556 en 2021, +31,2%, sobre todo por el encarecimiento de aceites, lácteos, frutas y pesca), los metales, hierro y papel (34.602 millones, +30%), las importaciones de calzado (4.659 millones, +46,5%) y ropa (28.052 millones, +27,8%).
Al final, el shock de la energía y los alimentos en 2022 duplicó con creces el déficit comercial de España, la diferencia entre importaciones y exportaciones: pasó de -26.177,9 millones de euros en 2021 a -68.112 millones en 2022. Un viejo problema de España: compramos fuera más de lo que vendemos, lo que lleva a crear más riqueza y empleo fuera, lo que nos resta riqueza y empleo. De hecho, los paises más ricos de Europa son los que tienen superávit comercial, que venden fuera más de lo que compran: Noruega (+156.000 millones en 2022), Alemania (+80.367 millones), Paises Bajos (64.624 millones), Irlanda (+64.411 millones), Suiza (+43.815 millones), Bélgica (+11.909 millones), Dinamarca (+2.317 millones). Mientras, paises punteros tuvieron también déficit comercial en 2022, por el shock energético: Francia (-190.867 millones), Italia (-30.718 millones), Austria (-19.541 millones), Finlandia (-10.638 millones) o Suecia (-4.311 millones).
A la hora de “tapar este déficit comercial”, España ha contado en 2022 con dos aliados. Uno, el aumento de las exportaciones de servicios, los ingresos por asesoría, consultoría y ventas de filiales de empresas españolas en el extranjero: ingresamos 160.000 millones de euros, un +58% sobre 2021. Y lo más importante: los ingresos por turismo extranjero: se ingresaron 87.061 millones de euros, casi el triple que en 2021 (34.903 millones) y un 95% de las divisas por turismo ingresadas en 2019. Con estas dos fuentes de ingresos, exportaciones de servicios e ingresos por turismo extranjero, España pudo “tapar” el déficit comercial y tener superávit con el exterior: +11.800 millones de euros en 2022, según el Banco de España, algo más que en 2021 (+11.500 millones), a pesar del shock energético y la inflación. Con ello, España mantiene un saldo positivo de divisas, un superávit con el exterior que es del +0,9% del PIB, el 8º país con más superávit exterior de Europa, tras Irlanda (18,1% del PIB), Dinamarca (6,7%), Paises Bajos (5,7%), Malta (5,1%), Alemania (+3,7%), Luxemburgo (3,5%) y Suecia (3,3%) del PIB). Y unas cuentas exteriores mucho más saneadas que las de Francia (tiene un déficit exterior del -2,5%) e Italia (superávit del +0,8%), según la Comisión Europea.
Lo importante es que este superávit exterior de España no es fruto de un año, sino que llevamos ya con este superávit exterior una década, desde 2013 (+7.130 millones) a 2022 (+11.800 millones), con dos “picos” en 2016 (+22.306 millones y 2019 (+26.236 millones de superávit exterior). Y que esta “racha”, este saldo positivo de divisas no se ha roto ni con la pandemia (+6.789 millones de superávit exterior en 2020) ni con el shock de la energía y los alimentos de 2021 y 2022. Y esto es algo histórico, porque uno de los males endémicos de España ha sido su déficit con el exterior: lo sufrimos en casi todos los años del siglo XX y al inicio del siglo XXI. Un dato concreto: entre 1961 y 2012, España tuvo déficit exterior 45 de esos 52 años… Y eso condicionó la política económica del franquismo y de la democracia: no teníamos divisas suficientes para importar y eso limitaba nuestro crecimiento económico y nos obligaba a endeudarnos fuera.
Ahora, la situación de la economía española es radicalmente distinta: tenemos superávit con el exterior, ingresamos más divisas de las que gastamos y eso nos da una mayor autonomía económica como país. Podemos importar más, invertir más fuera y devolver parte de la deuda externa que acumulamos cuando nos faltaban divisas. De hecho, esta década de superávit exterior nos ha permitido reducir la deuda externa neta: de rozar el billón de euros en 2013 (96,2% del PIB) se bajó a 926.100 millones en 2019 (74,4%) y a 802.400 millones en 2022 (el 60,5% del PIB, un tercio menos que hace una década), según los datos del Banco de España. Gracias al superávit con el exterior, España podrá seguir reduciendo y amortizando esta deuda con el exterior, a la vez que puede invertir fuera. Y en paralelo, están creciendo también las entradas netas de capital extranjero (+13.200 millones en 2022), que, sumadas a nuestro superávit exterior, aumentó en +25.000 millones nuestro saldo con el resto del mundo en 2022. Unas cuentas que revelan una independencia y solvencia económica que España no ha conocido en su historia reciente, aunque parezca un tema complejo del que no se habla. Unos mejores cimientos económicos que revelan un país más saneado frente al exterior.
Este año 2023 va a ser difícil que España consiga otro récord de exportaciones, aunque el año ha empezado bien: crecieron +16,2% en enero y otro +9,7% en febrero, también más que las exportaciones europeas. Por un lado, se augura un menor crecimiento del comercio mundial: aumentará un +1,7%, casi la mitad que en 2022 (+2,7%), según la previsión de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Y todo apunta a un menor crecimiento de la economía mundial (+2,8% frente al +3,4% en 2021, según el FMI), pero sobre todo de las economías europeas, donde van las tres cuartas partes de las exportaciones españolas: la zona euro sólo crecerá un +0,8% (frente al 3,5% en 2022), Alemania entrará en recesión (-0,1%) y Francia e Italia apenas crecerán (un 0,7%), con perspectivas también de recesión en Reino Unido (-0,3% de caída en 2023), un panorama que también afectará negativamente al turismo y sus ingresos. Y el euro no ayuda, porque está cotizando cerca de 1,10 dólares, lo que encarece los productos españoles (un +14%) en los mercados no europeos que pagan en dólares.
Ante este preocupante panorama, la prioridad debe ser mantener este superávit exterior, lo que exige seguir apoyando las exportaciones, controlar las importaciones, aumentar la presencia exterior de nuestras empresas y “mimar” el turismo, la clave de que tengamos más divisas. Todo esto exige volcarse en la exportación, aumentando más las empresas que exportan (hay sólo 43.000 exportadores “regulares”, un 30% más que hace una década pero pocos dado que tenemos 3 millones de empresas), diversificando los compradores en Asia y América, fuera de Europa (donde van el 73,4% de nuestras exportaciones) y mejorando nuestra competitividad e innovación, para conseguir exportar productos con más valor añadido. Tras las elecciones, debería alcanzarse un Pacto de Estado por la exportación y el turismo, para asegurar esos cimientos y mantener el superávit exterior de nuestra economía, un logro histórico que no podemos volver a perder. Es clave para avanzar y crecer como país solvente.
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