Enrique Ortega |
La economía española parece haber sorteado bien las tres últimas grandes crisis (financiera de 2008, la pandemia de 2020-21 y la inflación disparada de 2021-22). Al menos eso refleja el gran indicador que se utiliza para medir el avance de una economía, el PIB (el valor de lo que produce un país): si en 2007 España produjo por valor de 1.075.539 millones, el año 2022 se cerró con una producción de 1.328.922 millones de euros. O sea, que el PIB ha crecido un +23,55% desde antes de estallar la crisis financiera. Y otro indicador clave, el empleo, se ha casi recuperado: en septiembre de 2007 trabajaban en España 20.753.400 personas y a finales de 2022 trabajaban 20.463.900, sólo 289.000 ocupados menos, que a cambio tienen ahora contratos menos precarios.
Así que tenemos un país que produce más y da empleo a casi las mismas personas, lo que nos convierte en un país más productivo, que produce más por habitante: si en 2007, el PIB por habitante era de 24.800 euros, ahora, a finales de 2022, España producía un 12,5% más (27.910 euros). Pero ojo, en estos 15 años, la producción ha cambiado: un tercio se debe a las exportaciones, que crean empleo y consumo en otros paises, no en España. Y una parte de esa producción se ha ido a mayores beneficios empresariales, a inversión e impuestos, no a los salarios de los trabajadores. Eso explica que muchas personas no sientan que su bienestar ha mejorado desde 2007. Y los datos de su consumo lo corroboran.
El indicador que mejor mide el bienestar de un país no es tanto su PIB ni su empleo sino el gasto en consumo que hacen los hogares. Y este indicador refleja que los españoles no hemos recuperado el nivel de consumo que teníamos antes de la crisis financiera. Así, en 2007, un español gastaba 22.800 euros y a finales de 2021 gastó 17.100 euros (descontada la inflación, en euros constantes de 2016), un 25% menos, según un reciente estudio de Ivie y la Fundación BBVA. Y si añadimos 2022, el consumo real per cápita se quedó en 17.713 euros a finales del año pasado, lo que da una caída del consumo real por habitante del -22,3% entre 2007 y 2022. Así que nuestro gasto real ha caído en estos 15 años.
La mayor caída en este consumo real de los españoles (lo que gastan, descontando la inflación) se dio entre 2007 y 2014, en lo peor de la crisis financiera, cuando el consumo por habitante cayó de 22.800 euros (2007) a 17.200 euros (2013 y 2014), una caída del -24,56% causada por la pérdida de empleos (-3,7 millones), la reducción salarial de muchos trabajadores y la incertidumbre económica, según el estudio de Ivie y Fundación BBVA. En el periodo siguiente (2014-2019), la recuperación de la economía no fue suficiente y el consumo sólo mejoró un +7%, alcanzando un gasto de 18.400 euros por habitante (todavía un -19,3% menor al de 2007). Y en esto llegó la pandemia (2020-21) y se disparó la inflación (2021-2022), con lo que el consumo real (descontando la inflación) de los españoles volvió a caer, hasta 16.500 euros en 2020, para recuperarse algo en 2021 (17.100 euros) y 2022 (17.713 euros), pero no suficiente, quedando un 22,3% por debajo de 2007.
Esta caída del consumo real de los españoles entre 2007 y 2022 ha sido desigual, afectando más a algunas familias, según el estudio de Ivie y Fundación BBVA. Así, los que más la han sufrido han sido los adultos con hijos dependientes, cuyo consumo real ha caído de 22.600 euros que gastaban en 2007 a 17.100 que gastaron en 2021 (-26,5%). Y los que se han visto menos afectados son los adultos mayores de 65 años: su consumo ha pasado de 17.800 euros que gastaban en 2007 a 17.600 euros de gasto real (-1,12% solamente). En el medio, los adultos sin hijos dependientes, cuyo consumo ha caído algo menos (-25,8%) que los que tienen hijos, de 24.000 euros (2007) a 17.800 (2022). Como se ve, las personas mayores tenían un bajo nivel de consumo en 2007, pero la revalorización de sus pensiones les ha permitido tener ahora un nivel de consumo similar al resto de españoles.
La caída del consumo real en los últimos 15 años ha sido desigual no sólo por tipo de familias (afectando más a los adultos con hijos y a los más jóvenes), sino que también ha sido muy desigual según el nivel de ingresos, señala el estudio de Ivie y Fundación BBVA. Así, en el 20% de los españoles con menor consumo (los más desfavorecidos), se redujo más el consumo que en el resto y aumentó más su desigualdad, por el mayor efecto del paro durante la crisis y el menor aumento del empleo posterior, su menor nivel de ahorro y el mayor gasto en los productos y servicios que más están subiendo precios (alimentos y energía). En cambio, en el 20% de españoles más favorecidos, la caída del consumo fue menor y han mejorado su posición en estos 15 años, tras las tres crisis.
La Comisión Europea considera este dato, el consumo individual real per cápita, como el mejor indicador del bienestar de los hogares europeos. Y publica un mapa donde se ve la situación de cada país, según su nivel de consumo comparado con la media de los 27 (índice 100). Esta estadística de Eurostat sitúa a España en el tercer pelotón de consumo (y bienestar), los que tienen un consumo entre un 11 y un 20% por debajo de la media: Eslovaquia (87%), España (85% del consumo medio UE-27), Chequia (85%), Polonia (84%), Portugal (83%), Malta (81%) y Rumanía (82%), sólo por delante del 4º grupo, los que tienen menos consumo real (Grecia, 76%, y 6 paises del Este). En cabeza del ranking UE están los 9 paises que consumen más que la media europea: Luxemburgo (índice 146 sobre 100), Dinamarca (121), Alemania (120), Paises Bajos (117), Bélgica (115), Suecia (113), Finlandia (112) y Francia (111). Y en el 2º grupo, por delante de España, los que tienen un 10% menos del consumo medio UE: Italia (97), Lituania (96), Chipre (95) e Irlanda (90).
A Bruselas le preocupa que 16 paises europeos no hayan recuperado (en 2021, último dato de Eurostat) el nivel de consumo por habitante de antes de la pandemia, que estaba (en la UE-27) un -4,1% por debajo del de 2019. Y España es el 2º de estos paises, con un -9,7% de consumo, tras el -14% de Malta y por encima de la caída de consumo de Austria (-8,4%), Portugal (-6,8%), Italia (-6,7%), Alemania (-4,9%) y Francia (-2%). Esto explica que muchos europeos no sientan que han salido de la última crisis, a pesar de la mejoría del PIB…
¿Por qué la economía
va mejor pero los ciudadanos no lo notan? Hay una serie de factores que lo explican: subida de
precios, depreciación de los salarios, menos
horas de trabajo, más temporalidad, precariedad del empleo (“uberización”
del trabajo), menor presión sindical, reforma laboral de 2012 y un
mayor peso de la exportación, que aumenta el PIB y las ventas fuera pero no
el consumo en España. Pero el factor clave para explicar la caída del consumo
real de los españoles es el
comportamiento de los salarios.
Veamos los datos. El salario medio bruto mensual ha pasado de 1.643,46 euros en 2007 a 2.086 en 2021, según el Decil de salarios de la EPA. Eso supone que el salario medio bruto de los españoles ha subido estos 14 años un +26,96%. Pero, en contrapartida, la inflación ha subido en estos años un +28,1%. Balance: el salario real ha caído un -1,14%. En definitiva, en realidad ganamos menos y por eso consumimos menos. Esta pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores españoles es más evidente en los dos últimos años: en 2020 se perdió un --1,6% (1,53% subieron los salarios y 3,1% la inflación) y en 2021 otro -5,62% (2,78% de subida frente al 8,4% de inflación), o sea -7,22% en total. Y antes, entre 2012 y 2022, la pérdida de poder adquisitivo fue del -4,25%. Y como los salarios españoles son más bajos que la media europea (17 euros la hora frente a 21,9 euros en la UE-27, 21 en Italia, 25,7 en Francia y 29 en Alemania), pues aquí tenemos menos consumo real.
Esta “devaluación salarial” en España, con menores ingresos reales que en 2007, choca con la mejoría de los beneficios empresariales. Por un lado, han crecido un 21% en 2022 (tras otra subida del 13% en 2021), siete veces más que los salarios, según el Banco de España. Y por otro, los salarios han perdido peso en el reparto del pastel de la renta: se llevaban el 50,5% del PIB en 2008 y han caído al 46,87% en 2022, según la Contabilidad Nacional del INE. Y enfrente, los excedentes empresariales, han caído sólo del 44,28% al 43,2% (el resto de la tarta que ha crecido son los impuestos).
Otro factor que explica la caída del consumo es el aumento del ahorro, que se ha disparado con las últimas crisis, como una forma de afrontar mejor las incertidumbres, con “la hucha” más llena ante lo que pueda venir. Este aumento del ahorro se ha dado sobre todo en 2020 y 2021, a raíz de la pandemia y el despegue de la inflación: entre estos dos años se creó una bolsa de ahorro nuevo de 110.000 millones (70.000 en 2020 y 40.000 en 2021), que se lograron a costa de restringir el consumo. Pero luego, en 2022, el ahorro se desplomó, porque la elevada inflación obligó a muchos españoles a “tirar de sus ahorros” para mantener el consumo. Y además, muchos se endeudaron (con créditos o tarjetas) para intentar mantener su nivel de consumo, que creció un 4% en 2022.
Otros factores que también han ayudado a sostener el consumo en 2022 (tras la fuerte caída en 2020 y 2021) han sido las ayudas de familiares y amigos a las familias más desfavorecidas, y las ayudas públicas, desde subsidios al ingreso mínimo vital. Pero los expertos coinciden en que estas ayudas públicas (desde el descuento de carburante a la bajada del IVA en la luz o los alimentos básicos) no son eficaces, porque ayudan más a las familias con recursos medios y altos (que consumen más) y no tanto a las más desfavorecidas, razón por la que la Comisión Europea, el FMI y la OCDE defienden priorizar las ayudas directas (subvenciones, cheques) al consumo de las familias con menos ingresos.
El problema en el último año es que la inflación disparada afecta más a las familias más desfavorecidas, porque consumen proporcionalmente más aquellos productos y servicios que más se encarecen. Así, los gastos en alimentación suponen un 19,17% del gasto total para los que ganan entre 500 y 999 euros, un 18,51% para los que ingresan entre 1.000 y 1.500 euros y sólo el 15,19% para los que ganan de 3.000 a 5.000 euros, según la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE (2021). Y los gastos de vivienda, electricidad, agua y otros combustibles suponen el 45,5% del gasto para los que ganan entre 500 y 999 euros, un 39,12% para los que ganan entre 1.000 y 1.500 euros y sólo el 30,7% para los que ingresan entre 3.000 y 5.000 euros. Así que la inflación va por barrios…
En definitiva, que la recuperación de la economía (que es un hecho en 2021 y 2022, aunque haya que esperar a 2023 para recuperar el PIB de 2019) no la notan muchos españoles en su consumo diario. Ya lo señalaba el INE, con la Encuesta de Condiciones de Vida de 2021: el 8,6% de los españoles llega a fin de mes con mucha dificultad, el 12,3% con dificultad y otro 22,8% con cierta dificultad. Sumando, daba un 43,7% con algún problema para llegar a fin de mes, casi tantos como en 2019 (el 47,9%) y como en 2007 (47,5%), lo que revela una débil mejoría en 15 años. Y con datos más actuales, de marzo de 2022: un 36% de españoles llegan justos a fin de mes y otro 16,2% no consigue llegar a fin de mes, según la última Encuesta de 40dB para El País.
Así que la economía irá mejor (los datos macro lo aseguran), pero la situación de una buena parte de españoles sigue siendo preocupante y les cuesta mantener su nivel de vida, con un consumo real que es menor al de hace 15 años. Sobre todo, a las familias con hijos y a los jóvenes. Estos datos (inapelables) deberían forzar a los políticos y fuerzas sociales a llegar a acuerdos para mejorar el bienestar de los españoles, sobre todo los que lo están pasando peor. No hay “una medida mágica”, sino que se debe actuar en distintos ámbitos: aumento del empleo de calidad, mejora de la formación y los incentivos a la contratación de jóvenes y mujeres, rebajar el precio de los alquileres aumentando el parque de viviendas, reducir los márgenes empresariales injustificables, mejorar los salarios más bajos, ampliar el ingreso mínimo vital y, sobre todo, centrar las ayudas públicas en subsidios directos a las familias más desfavorecidas. No pensar tanto en el PIB y pensar más en mejorar la vida cotidiana de los españoles. La economía está para eso.
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