Enrique Ortega |
La pandemia ha disparado el ahorro en todo el mundo, por el confinamiento, la menor movilidad y el miedo al futuro, aunque muchas familias no han podido meter en la hucha porque han perdido ingresos y empleos. En conjunto, el mundo ha ahorrado 4,5 billones de euros durante la pandemia, el 6% del PIB mundial, según Moody´s. Un ahorro que ha sido desigual, por paises y por familias. Ha sido mayor en Estados Unidos (1,35 billones), por los enormes estímulos aprobados por el Gobierno (4 billones de euros en un año) y menor en Europa (400.000 millones ahorrados). Y por paises, los que más han ahorrado durante la pandemia han sido EEUU (el 12% de su PIB), Reino Unido (10%), Canadá (9,5%) y España (8% del PIB), por delante de la media mundial (6% del PIB) y la europea (4,4% del PIB ahorrado), también más que Alemania o Italia (6%) o Francia (5%).
La otra característica del ahorro durante la pandemia es que ha sido muy desigual por familias, concentrándose más en los hogares con ingresos medios y altos, que son los que han visto reducir menos sus ingresos. De hecho, en EEUU, dos tercios del ahorro total se han concentrado en el 40% de familias con más ingresos, según Moody´s. Y lo mismo ha pasado en Europa y España, donde la pandemia ha disparado el ahorro pero también la desigualdad. Dos datos reveladores. Uno, en 2020, el mundo ha sumado 5,2 millones de millonarios en dólares (han subido de 50,9 a 56,1). Y dos, en España hay ya 1.147.000 millonarios (tienen más de 1 millón de dólares), según el informe de Credit Suisse.
En España, el ahorro de las familias se ha disparado con la pandemia: los hogares han ahorrado el 14,8% de su renta disponible en 2020, según el INE, el mayor porcentaje en este siglo y desde que se tienen estadísticas, más del doble de lo que ahorraron en 2019 (el 6,3%), a pesar de que las familias ingresaron menos (-3,3%). El ahorro fue a más trimestre a trimestre, disparándose sobre todo en el último trimestre (ahorraron un 19% de su renta en plenas Navidades) y alcanzando un ahorro total de 108.844 millones en todo 2020. La mayor parte de este ahorro (67.200 millones) fue a los bancos, a cuentas y depósitos, donde los españoles tenían a finales de 2020 un total de 919.054 millones depositados, un récord histórico. Y otra parte (37.000 millones) lo invirtieron en Bolsa y Fondos, aprovechando la gran bajada de cotizaciones de los valores el año pasado. Y el mayor ahorro se ha concentrado durante la pandemia en las rentas más altas, según este informe del Banco de España.
Este “ahorro embalsado” de las familias durante la pandemia empieza a gastarse ahora, desde marzo de 2021, según varios indicadores sobre consumo y ventas. Y se ha confirmado en mayo, con un aumento del gasto en tarjetas del +19% sobre mayo de 2019, según los datos de clientes de CaixaBank y BBVA. Este repunte del consumo, alimentado por el ahorro generado durante la pandemia, lo hemos visto en bares y restaurantes, en tiendas y en los viajes de fin de semana. Ahora se espera que el repunte del consumo aflore con las rebajas de julio, donde tiendas y grandes almacenes esperan un fuerte aumento de ventas (han contratado a 140.000 personas), aunque todavía serán menores a las de 2019. Y queda recuperar la venta de electrónica, bienes de consumo duradero y, sobre todo, las ventas de coches, que todavía son un 36% inferiores a las de 2019 (enero-mayo).
La esperanza es que el ahorro embalsado durante la pandemia aflore más este verano y sea “la gasolina” para un fuerte repunte del consumo en el tercer trimestre, que se mantenga después en Navidades. La previsión de BBVA Research es que el consumo de las familias crezca este año un +6,1%, tras haber caído un -12,1% en 2020, según el INE. Y que se mantenga creciendo un +6,8% en 2022, consiguiendo recuperar el nivel de consumo anterior a la crisis en el 2º semestre del año que viene, no antes. Y este repunte del consumo de las familias es clave para conseguir la recuperación de la economía, porque supone el 57,3% del crecimiento del PIB español. El resto del crecimiento esperado (+5,5% en 2021) tiene que venir de las exportaciones, el consumo público y la inversión (pública y privada), alimentada por un Presupuesto expansivo y los Fondos europeos (19.000 millones este año).
Para relanzar este consumo de las familias, un factor clave son las vacaciones de los españoles. El objetivo del sector turístico (Exceltur) es conseguir un 90% de la ocupación turística del turismo nacional que hubo en 2019. De momento, parece que hay “ganas de irse de vacaciones”, tras tantos meses de escasa movilidad, aunque no todo el mundo piensa en viajar este verano: sólo lo harán el 71% de los españoles, según una reciente encuesta del Observatorio Nacional de Turismo emisor. El 29% restante no viajará, la mayoría por su situación económica (el 40%), otros por miedo a la pandemia (el 24%), un 15% más porque “así” no les resulta atractivo viajar y el resto porque trabajan o no pueden. Del 71% de españoles que sí viajarán este verano, la mayoría (77%) se quedará en España y optarán por el clásico “sol y playa” pero también por “destinos rurales”. La mayoría se irá de vacaciones en coche (79%) o avión (20%), una semana (56%) y sólo unos pocos (18%) dos semanas. Un tercio irá a un hotel (32%), otros tantos (32%) a su apartamento, un 22% a un apartamento, un 6% a una casa rural y un 4% a un camping (4%). Y gastarán de media 566 euros por persona, bastante menos que en 2019 (719 euros por persona).
Los españoles suponen la mitad del negocio del sector turístico. La otra mitad del gasto lo hacen los extranjeros, que este verano volverán en parte: se esperan 45 millones de turistas extranjeros este año, más del doble que en 2020 (18,96 millones) y algo más de la mitad de turistas que antes de la pandemia (83,7 millones en 2019). Y su gasto salvará parte del negocio turístico español este año: los extranjeros podrían gastar 40.000 millones de euros en 2021, según Exceltur, el doble que el año pasado y menos de la mitad del gasto que hicieron los turistas extranjeros en 2019 (92.237 millones).
Ante este repunte del consumo de las familias, los bancos se preparan para aprovecharlo y financiar parte de las compras y viajes. Ya hay una “mini-guerra” entre las entidades con ofertas de créditos personales, un negocio que les deja altos márgenes, con tipos que rondan el 7,90% TAE (cuando el dinero les cuesta el 0%). Se trata de créditos preconcedidos a los clientes vinculados y créditos rápidos, de 2.000 a 60.000 euros, algunos con una “tarifa plana mensual” a cambio de cero intereses. Y la otra vía de financiación son las tarjetas de crédito, cuyo uso ha crecido un 10% en los últimos meses. Aquí, muchas entidades tratan de colocar a los clientes las tarjetas “revolving”, que parecen más fáciles de pagar (se paga una cantidad al mes, no todo lo gastado en el mes anterior, como los tarjetas de crédito tradicionales) pero que en realidad son un crédito que se renueva mes a mes, a costa de altísimos intereses, que llegan hasta el 20% TAE (a partir de este 20%, el tipo de interés sería “usurario”, según la sentencia del Supremo) y más, según denuncian asociaciones de consumidores.
Los bancos también han redoblado su oferta de hipotecas, para aprovechar una mayor demanda ahora, pasado lo peor de la pandemia y aprovechando la bajada de algunos pisos. En marzo de 2021 se concedieron 36.886 hipotecas sobre viviendas, un 35,1% más que un año antes, con un importe medio de 137.129 euros por hipoteca. Aquí, la batalla de la banca es conseguir que los clientes firmen una hipoteca a tipo fijo, a un tipo medio que ronda el 2,75% TAE, en lugar de una hipoteca a tipo variable, que está al Euribor+0,99% (-0,486 el Euribor hoy más casi un 1% da un TAE del 0,51% para estas hipotecas). Las entidades juegan con el miedo a una futura subida de tipos para colocar esas hipotecas a tipo fijo a 20 años, que ya suponen más de la mitad (el 56%) de las nuevas hipotecas que se firman.
Con el ahorro acumulado durante la pandemia y la ayuda de créditos y tarjetas, el consumo repunta en los últimos tres meses y se espera que crezca más este verano, con el tirón del turismo y las vacaciones. Este consumo de las familias es clave para sostener la recuperación y permitir una mejora del crecimiento y el empleo en la segunda mitad de 2021. Pero hay dos riesgos. Uno sanitario: si repuntan los contagios este verano, por la mayor movilidad y la llegada de turistas extranjeros, las familias podrían frenar su consumo y sus viajes, frenando la recuperación. El otro, que se dispare la inflación y se coma parte del ahorro y del gasto previsto, por una subida extra de los precios turísticos, en bares y restaurantes, en los alimentos, los carburantes y en la energía (luz). Habría que “vigilar” esos precios, evitar que algunos sectores y empresas aumenten en exceso sus márgenes para compensar lo perdido con la pandemia. Sería asfixiar el consumo y la recuperación.
A corto plazo, las “ganas de gastar” tras la pandemia va a relanzar sin duda el consumo y la economía. Pero pasadas las “ansias iniciales”, a medio plazo, el consumo necesita asentarse en una mejora de ingresos de la mayoría de las familias, lo que exige mejorar el empleo y los salarios, estancados durante la pandemia. Y, sobre todo, una mejora de las expectativas: si los hogares ven que la pandemia se deja atrás, que las empresas vuelven a facturar y a vender más, si los trabajadores salen de los ERTEs y hay más empleo, volverá la confianza y aumentará el consumo de las familias y el crecimiento del país. Eso exige tiempo y que no haya sobresaltos, ni en la salud ni en la economía. Y que empiece a notarse, en unos meses, el impacto del mayor gasto público y los Fondos europeos. Por eso, hasta finales de 2022 no volveremos a gastar ni a estar como antes de la pandemia. Paciencia.
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