En esta pandemia, la mayoría miramos los datos de contagios y muertes, pero otros (Fondos e inversores) se dedican a mirar la Bolsa. Y eso, porque el coronavirus desplomó las cotizaciones (-40% en marzo) y muchas empresas valen ahora la mitad, con lo que es más barato controlarlas. Ante las primeras compras especulativas, el Gobierno incluyó en el Decreto del 17 de marzo una disposición para exigir autorización a las compras de extranjeros superiores al 10%. Eso frenó OPAS hostiles, pero estos meses se han hecho pequeñas compras de empresas por 4.000 millones. Y la vigilancia sigue, dado que antes de la pandemia, en 2019, un 50,2% de la Bolsa española estaba en manos de inversores extranjeros, sobre todo de Black Rock (EEUU), Norges (Noruega) y otros fondos USA. Mientras, la Comisión Europea ha aprobado un Reglamento para vigilar las inversiones extranjeras (China, Rusia y EEUU) en sectores estratégicos. Defendernos o no, ese es el debate en Europa, con o sin COVID. Lea y opine informado.
Una de las primeras consecuencias de la pandemia, con la caída de la actividad y el confinamiento, fue el desplome de la Bolsa: el IBEX 35 cayó un -39.43% en menos de un mes, entre el máximo del 19 de febrero (índice 10.083,60) y el mínimo el 16 de marzo (6.107,20), con el estado de alarma. Esto se tradujo en que las 35 grandes empresas españolas que cotizan en el IBEX 35 (y el resto) valían casi la mitad: era el caso de Telefónica (valía 18.242 millones frente a 32.403 el 19 de febrero), Repsol (9.745 millones frente a 20.071 millones un mes antes), Santander (36.128 frente a 61.986), BBVA (17.565 frente a 34.495), Mapfre (3.874 millones frente a 6.795) o Meliá Hoteles (675 millones de valor bursátil el 16 de marzo frente a 1.560 el 19 de febrero). Y lo mismo el resto de empresas que cotizan en el mercado continuo (129 en total) o en el MAB (41 empresas).
Con el desplome de las cotizaciones, muchos Fondos e inversores estaban con la vista puesta en “cazar gangas”, para aumentar su participación en las empresas a mitad de precio. Por un lado, los grandes Fondos internacionales, que se dedican a invertir por todo el mundo el dinero que les aportan grandes inversores o Fondos de pensiones. El 20 de marzo, dos de ellos comunicaron a la Comisión que vigila la Bolsa (CNMV) dos operaciones hechas antes de decretarse el estado de alarma. Una de JP Morgan Chase, el mayor banco de inversión USA, que había comprado el 4,731% de Repsol (unos 500 millones) con lo que ya tenía el 6.855% del capital y se convertía en el 2º accionista de la petrolera, tras la española SACYR (8,20%). La otra, la compra del 0,085% de Telefónica (20,5 millones) por Black Rock (USA), la mayor gestora de fondos del mundo, que elevaba así al 5,295% su participación en la teleco española, reforzándose como 2º accionista, tras el BBVA (6,96%).
No fueron las únicas “compras oportunistas” antes del estado de alarma. Black Rock hizo dos compras de ACS en febrero y marzo, operando después hasta agosto, para aumentar su participación del 3,1773% de febrero al 4,998% actual, colocándose como el 6º mayor accionista de la empresa de Florentino Pérez. El mexicano Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, compró el 9 de marzo un 2,449% (31,4 millones) de la inmobiliaria Metrovacesa, con lo que ya tiene el 5,495% del capital y se consolida como el 3º mayor accionista, tras Santander (49,362%) y BBVA (20,849%). Y el fondo Fidelity (USA) amplió el 10 de marzo al 1,017% su participación en Amadeus. Además, varios inversores españoles y empresas familiares aprovecharon la pandemia para aumentar el paquete de acciones de sus empresas: el inversor Daniel Bravo amplió en febrero y marzo su participación en CAF (al 5%), la familia Grifols compró el 16 de marzo un 0,041% de su empresa y la familia Riberas, el 17 de marzo, 1,6 millones de acciones (3,6 millones €) de su empresa, Gestamp.
Muchas empresas
estaban preocupadas ante compras hostiles y se lo trasladaron a la
vicepresidenta Calviño, a principios de marzo. Y pidieron
al Gobierno medidas para prevenir posibles OPAS hostiles. Por eso,
el Consejo de Ministros incluyó en el Decreto
de medidas urgentes del 17 de marzo (Real Decreto
8/2020) una Disposición final 4ª que sometía a autorización gubernamental la compra por inversores
extranjeros del 10% o más del capital de empresas de sectores considerados
estratégicos (sanidad, energía, transporte, agua, materias primas,
alimentación, datos, aeronáutica, defensa, finanzas, tecnológicas, inteligencia
artificial, robótica, semiconductores, ciberseguridad o nanotecnología). Lo que
hacía el Gobierno era trasponer una Comunicación similar hecha
por la Comisión Europea el 13 de marzo.
Por si no quedaba claro, el propio Gobierno aprobó unos días después, el 31 de marzo, otro Real Decreto (11/2020, publicado en el BOE del 1 de abril) para aclarar algunos aspectos del blindaje: se consideran inversores extranjeros a los no comunitarios y también a las empresas radicadas en Europa pero que sean propiedad en un 25% de extranjeros (caso de muchos Fondos USA y de terceros paises radicados en Luxemburgo o Países Bajos). Además, se aclaraba que las compras inferiores a 1 millón no necesitaban autorización. Y se quitaba la referencia a que la limitación duraría lo que el estado de alarma. Es “sine die”.
El blindaje ha evitado “sustos” de compras hostiles a las grandes empresas españolas, que siguen a precio de saldo, pero no ha evitado compras especulativas, que se han seguido haciendo desde el 17 de marzo hasta hoy, por un importe de 4.000 millones de euros, según se deduce rastreando la web de la CNMV, a quien es obligatorio informar de las compras superiores al 3% o al 1% si compra un Fondo a través de una empresa radicada en un paraíso fiscal. Las mayores compras se han dado en Cellnex Telecom, la 4ª mayor empresa española por capitalización bursátil: 895 millones invertidos por el fondo noruego Norges Bank (controla ya el 3,516% de la teleco española), 819,5 millones invertidos por el Fondo norteamericano GQG (controla el 3.219%) y 775,4 millones comprados por Fidelity (el Fondo USA alcanza ya el 3,002% capital de Cellnex). Le siguen las compras en Amadeus: 635,9 millones el Fondo T. Rowe Price (3,01% capital) y el también norteamericano FMR (que sube del 2,954 al 3,087% del capital). En Ferrovial: D1 Capital Partners, el fondo de moda USA que invierte en Netflix o Facebook, ha gastado 160 millones para controlar el 1,08% del capital. En Enagás: Credit Agricole ha invertido 152 millones y Mubadala, el fondo soberano de Abu Dabi otros 155,7 millones, para hacerse cada uno con algo más del 3% del capital. Y más operaciones en IAG (158,9 millones invertidos por el fondo norteamericano Marshall Wallace, que se hace con el 3,02%), en Bankia (Black Rock invierte 100 millones más y se hace con el 4% del banco), en Solaria (Black Rock invierte 69,6 millones y controla el 3,171%) o en Bankinter (Black Rock invierte otros 4,89 millones y alcanza el 5,17% del banco).
Además de estas “compras oportunistas”, pequeñas y no hostiles, se ha aprovechado la pandemia para cerrar otras 3 importantes operaciones. Una, la OPA amistosa sobre MasMóvil (la 4ª teleco española) por parte de las gestoras de capital riesgo KKR (USA), Cinven (GB) y Providence (USA), que han invertido 2.760 millones para hacerse con el 91,2% de la teleco, que ya no cotiza en Bolsa y que podría ser vendida a Vodafone más tarde. La segunda operación, gestada antes de la pandemia y completada en junio, ha sido la OPA de la firma suiza SIX (gestiona la Bolsa de Zúrich) para comprar por 2.570 millones BME, la empresa que gestiona las Bolsas españolas. Y la tercera operación, en septiembre, la compra por 1.300 millones de El Idealista por el fondo sueco EQT.
Como se ve, la pandemia no ha frenado a los inversores, que siguen a la caza de “gangas”, dado que las empresas siguen a precios de saldo, aunque la Bolsa se ha recuperado algo en los últimos meses. Pero cae un 18,5% desde enero (IBEX en 7.783 el viernes) y las cotizaciones de las grandes empresas del IBEX son entre la mitad y un tercio más baratas que a principios de año: Telefónica cotiza a 3,36 €/acción (frente a 5,97), Repsol a 7,26 (frente a 13,14), Santander a 2,38 ( frente a 3,73), BBVA a 3,17 (frente a 4,71), Mapfre a 1,57 (frente a 2,27) o Meliá Hoteles a 4,65 €/acción (frente a 7,86 el 31 de diciembre). Por eso, el Gobierno mantiene su blindaje a las compras del 10% o más, en línea con Europa.
Ya antes de la pandemia, las autoridades europeas estaban preocupadas por la entrada de inversores extranjeros (sobre todo de China, Rusia y Estados Unidos) en sectores y empresas estratégicas de Europa. Y esa preocupación se agravó con la COVID 19. Ya el 26 de febrero, el Parlamento Europeo aprobó una nueva regulación sobre la inversión extranjera directa en sectores estratégicos, con la intención de proteger la energía, el transporte, la industria aeroespacial, las comunicaciones, las finanzas, el manejo de datos, la robótica, la fabricación de semiconductores, la defensa, los medios de comunicación, el agua y la seguridad alimentaria, la biotecnología y, muy especialmente, la industria sanitaria. El 13 de marzo, la Comisión Europea mandó su primera Comunicación a los paises, para que tomaran medidas de blindaje (como hizo España el 17 de marzo) y el 26 de marzo aprobó esta Comunicación donde concreta y explica las orientaciones sobre el blindaje ante las futuras inversiones extranjeras, que se concretarán en un próximo Reglamento.
Europa es la región del mundo más abierta a las inversiones extranjeras, que superan los 7 billones de euros. Pero las autoridades comunitarias se han dado cuenta de que han de tomar medidas, porque en los últimos 20 años, China ha multiplicado por 6 sus inversiones en la UE y Rusia las ha duplicado, aumentándolas también EEUU, todos más que las inversiones europeas fuera, que chocan con muchas limitaciones “encubiertas”. Así que, a falta de fortalecer la industria europea, sólo competitiva en algunos campos (como el automóvil y la industria aeroespacial) pero “en pañales” en inteligencia artificial, biotecnología o comunicaciones e Internet, la Comisión Europea prefiere blindarse ante entradas hostiles, mientras consigue fomentar una potente industria europea.
En España, el peso de la inversión extranjera es muy importante en algunos sectores, como se ve en la Bolsa: antes de la pandemia, en 2019, los inversores extranjeros controlaban un 50,3% de las empresas del IBEX, según el último informe de BME, que resalta el gran salto producido desde 2007, cuando los extranjeros controlaban el 36,8% de la Bolsa española. Una participación que es mayor que en otros paises: en Francia, por ejemplo, los extranjeros controlan el 42,2% de la Bolsa. La mayor parte de este control extranjero se hace a través de inversores institucionales: gestoras de fondos de inversión y de planes de pensiones, compañías de seguros y bancos de inversión, sobre todo de EEUU, Europa y Asia.
El informe de BME destaca 2 Fondos que controlan la mayor parte de esta inversión extranjera en España: el norteamericano Black Rock, el mayor Fondo de inversión del mundo (con 6,6 billones de patrimonio, 6 veces el PIB de España), que tiene invertidos 18.000 millones en 20 compañías españolas, y Norges Bank, el fondo de Noruega, el mayor fondo soberano del mundo (que invierte en 9.000 compañías de 73 paises, con un patrimonio que ronda 1 billón de euros), con 8.000 millones invertidos en empresas españolas en 2019. Les siguen, de lejos, el fondo británico CVC (4.489 millones invertidos y 2º accionista de Naturgy, con el 20,41%), el norteamericano Global Infraestructure (con 4.473 millones y 3º accionista de Naturgy, con el 20% del capital), el fondo soberano de Qatar (con 3.588 millones invertidos, en el 10,01% de Amadeus y el 5,02% de Aena), el Deutsche Bank (2.306 millones, en el 4,85% de Amadeus, el 4,39% de Aena y el 4,16% de Colonial) y el fondo norteamericano Massachusetts Finantial (1.905 millones, el 5,02% de Amadeus y el 3,05% de Aena).
Lo más impresionante es el peso de Black Rock en las empresas españolas. Es accionista de los 6 grandes bancos: el primer accionista del Santander (5,426%, frente al 0,171% que tiene Ana Patricia Botín) y del BBVA (el 5,917%), el 2º de CaixaBank (3,078%) y Bankia (4%), el 3º de Bankinter (5,173%) y el 8º del Sabadell (3,378%). Y es el 1º accionista de Amadeus (6,153%), el 2º mayor accionista de Telefónica (4,983%), Iberdrola (5,251%) y Red Eléctrica (3,147%), el 3º de Repsol (4,998%) y Merlin (3,996%) y el 4º mayor accionista de Aena (3,244%), Enagás (3,383%) y Mediaset (2,988%). No entra en la gestión de ninguna compañía, pero su “vigilancia” es permanente y eficaz. Lo mismo hace el Fondo noruego Norges, con un tremendo peso en nuestra economía: es el 2º mayor accionista de BBVA (3.366%), el 3º mayor de Iberdrola ( 3,117%) y del Santander (2,5% ), el 4º de Telefónica (2,88%) y ACS (2,74%), el 7º mayor de Inditex (0,62%), Amadeus (2,88% ), Repsol (1,50%) y Aena ( 1,62%) y el 9º de Naturgy (0,93%).
La inversión extranjera tiene un aspecto muy positivo: es un ahorro exterior que ayuda a crear riqueza y empleo en España. Pero tiene dos aspectos que pueden ser negativos: a veces es una inversión muy especulativa (algunos Fondos, sólo buscan hacer dinero rápido: entrar barato y salir cuando antes, como los Fondos inmobiliarios) y siempre toman las decisiones fuera, al margen de lo que interese a España. Y si algo no les gusta, venden y se van y nos dejan compuestos y sin la inversión. Tenemos una parte importante de muchas empresas, y por tanto, de nuestra economía, en manos de terceros. Y eso tiene un riesgo, como se ha visto en España con el automóvil: el no tener a Seat hace que la decisión de abrir o cerrar una planta se tome en Wolfsburgo, París, Seúl, Tokio o Detroit. Y lo mismo ha pasado con el aluminio (cierre de Alcoa) o el acero (plantas de Arcelor Mittal), por no hablar del turismo, donde nuestra industria está en manos de tour operadores alemanes o británicos.
Por eso es tan importante para España contar con grandes multinacionales (como Repsol, Telefónica, Iberdrola, Cellnex, Enagás, ACS, Ferrovial o Grifols) y grandes bancos, claves para la reconstrucción del país. Y por eso es prioritario defenderlos ante posibles compras hostiles, ahora que con la recesión valen la mitad. No se trata de ser proteccionistas o liberales, sino de garantizar mejor el futuro, con un peso creciente de las compañías españolas. Pero no hay que hacerlo sólo con Recomendaciones y Decretos: hay que promover una potente industria europea, gastando más en investigación y tecnología, en formación, en compras públicas, en promover fusiones y fomentar las exportaciones y la promoción exterior. Blindarnos siendo más competitivos.
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