Los Gobiernos europeos, el BCE y el Banco de España están preocupados porque la pandemia provoque una nueva crisis bancaria, como en 2012. Los bancos españoles han vuelto a pérdidas este año, tras multiplicar sus saneamientos, y buscan sobrevivir con más cierres de oficinas (4.000), más despidos (15.000) y subiendo las comisiones a los clientes. Pero se teme lo que les pase en 2021, cuando acaben las moratorias concedidas en créditos e hipotecas y las empresas tengan que empezar a devolver los créditos ICO. El BCE ha alertado que podría haber 1,4 billones de “créditos dudosos” en la eurozona y propone crear “un banco malo” para evitar otra crisis bancaria, mientras el Banco de España abre la puerta a “quitas” (perdón) de deudas. Pero además, la banca tiene 2 problemas de fondo que no son la pandemia: tipos de interés negativos (hasta 2031) y una dura competencia de los gigantes tecnológicos. Tienen que reconvertirse a fondo, con transparencia. Pero no a costa de despidos y comisiones.
La anterior crisis económica, la de 2008, fue “una escabechina” para la banca española: decenas de Cajas y varios bancos desaparecieron, con compras y fusiones, y de las 62 entidades que había en 2008 (42 Cajas y 20 bancos) hemos pasado a 10 entidades hoy (ver listado cambios entidades), tras la fusión CaixaBank-Bankia. La banca tardó en hacer saneamientos, intentando mantener los beneficios (18.888 millones en 2008, que bajaron a 8.275 en 2011), pero en 2012 tuvieron que declarar pérdidas (-2.825 millones) y pedir un rescate a Europa: 65.725 millones de euros para sanear 15 entidades, un dinero público que será difícil de recuperar. Con menos entidades y estas ayudas, más la recuperación económica, los bancos volvieron a tener beneficios en 2013 (7.267 millones) y los aumentaron hasta 2017 (12.044 millones), estancándose en 2018 (10.989 millones) y 2019 (11.904 millones), por el poco negocio y los bajos tipos de interés.
Ahora, al estallar otra crisis con la pandemia, los bancos españoles han aprendido la lección de 2012 y se han lanzado a sanear sus cuentas lo más posible, destinando 26.518 millones (lo ganado en 2018 y 2019) a provisiones y saneamientos en el primer semestre de 2020 (17.000 más que en 2019), según las cuentas de la AEB. Y con ello, los bancos que operan en España volvieron a tener pérdidas en la primera mitad de 2020: -11.531 millones, lo ganado en todo 2019.
En el caso de los 6 grandes bancos (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell y Bankinter) han publicado ya sus datos de los primeros 9 meses de 2020 (enero a septiembre) y confirman esa línea: han destinado 19.400 millones a saneamientos (+70% sobre 2019), con lo que afloran unas pérdidas conjuntas de -7.734 millones hasta septiembre, por primera vez desde 2012. Eso sí, las pérdidas se concentran en Santander (-9.048 millones) y BBVA (-15 millones), como resultado de una menor valoración de sus filiales en Reino Unido, EEUU y Polonia , ya que los demás grandes bancos siguen dando beneficios, aunque menos que en 2019: 726 millones CaixaBank (-42,6%), 180 millones Bankia (-68,8%), 203 millones Sabadell (-74,1%) y 220 millones Bankinter (-50,5%).
Los grandes bancos han vuelto a tener pérdidas por la pandemia en 2020, pero ha sido por el desplome de la economía en el primer semestre, ya que en el tercer trimestre (con la recuperación de la desescalada), volvieron a tener beneficios: +3.561 millones, que no compensaron los -11.295 millones perdidos en la primera mitad de 2020. Ahora, con la caída de actividad esperada en el 4º trimestre, por los rebrotes de la 2ª ola, se espera que la gran banca vuelva a tener pérdidas y cierren 2020 perdiendo unos -8.500 millones de euros.
Los bancos españoles han
intentado fortalecer sus balances, con
más provisiones y saneamientos, para afrontar que familias y empresas dejen de pagarles sus créditos. Y para cuadrar sus cuentas, a la vista de
que les caen los ingresos (por la
recesión tienen menos negocio y los tipos están muy bajos), han utilizado dos
vías de ajuste, que
llevan explorando desde la crisis anterior: recortar costes vía cierre de oficinas y despidos y aumentar ingresos vía aumento de comisiones a clientes.
Los grandes bancos tienen Planes para cerrar 4.000 oficinas más en 2021 y reducir sus plantillas en otros 15.000 empleados, la mayoría en CaixaBank-Bankia (la fusión reducirá unos 7.500 empleos), en Santander España (-3.000 empleados), en Sabadell (-2.000) y en Liberbank-Unicaja (si sale adelante esta 2ª fusión, se perderían 1.500 empleos más). Con ello, la banca española habrá cerrado en 12 años (2008-2020) un 50% de sus oficinas (pasarán de 46.065 a 24.004) y habrá despedido al 37% de sus empleados (-103.050), que llegarán a ser 120.000 empleos menos en 2021 (un 43% de los 276.497 que había en 2008).
La justificación para estos despidos, en plena pandemia, es que el margen de la banca no para de caer (por la bajada del negocio y los tipos) y tienen que ajustar costes para sobrevivir. Y además, argumentan, España es el 2º país de Europa con más oficinas bancarias, con menos habitantes por oficina (1.995), tras Francia (1.850), muy por encima de la media de Europa (3.145 habitantes por oficina). Eso sí, no dicen que hay muchas zonas rurales sin oficina, lo que causa un serio problema a la España vaciada.
La otra vía que utiliza la banca para ajustar sus cuentas es subirnos las comisiones bancarias, que este año 2020, en plena pandemia, les reportan ya un 31% de sus ingresos totales, frente al 30% que aportaban en 2019. Y hay bancos que se han volcado especialmente en subir el peso de las comisiones para afrontar la crisis, como Bankia (les reportan el 36,74% de los ingresos), Santander España (33,78%) y Sabadell (32,32%), siendo menor su peso en el BBVA (30,78% de los ingresos totales), CaixaBank (30,43%) y Bankinter (27,62%). En conjunto, los 6 grandes nos han sacado de comisiones 15.417 millones en 2020 (enero-septiembre), un 9,16% menos, a pesar de que la economía ha caído más. Y hay tres bancos que incluso han ingresado más por comisiones en plena pandemia: Bankia (+10,50%), Bankinter (+3,52%) y CaixaBank (+0,1%).
En los últimos meses, hay 3 grandes bancos que han puesto en marcha Planes para aumentar sus ingresos por comisiones: Santander, CaixaBank y BBVA. En todos los casos, la estrategia es doble: por un lado, elevar los requisitos de vinculación a los clientes (nómina, recibos, tarjetas o más contratación de productos o depósitos) para no cobrarles comisiones y subir lo que cobran al resto en comisiones por mantenimiento de cuenta, sacar dinero en las oficinas, transferencias, tarjetas o mantenimiento de valores. Se trata de cobrar más a todos por los servicios bancarios y en especial a los que usan poco el banco. Incluso ING, "el banco sin comisiones", va a cobrar 10 euros al mes por la Cuenta Naranja a los clientes sin nómina y con más de 30.000 euros
Los bancos tratan de ingresar más con comisiones y recortar costes (con cierre de oficinas y despidos) para paliar sus menores ingresos y las exigencias de más saneamientos, ante el esperado aumento de la morosidad. Pero no quieren utilizar para ajustar sus cuentas parte de sus beneficios, no repartiendo dividendos (un porcentaje de sus beneficios de 2019) a sus accionistas. Al final, ha tenido que ser el BCE el que prohíba a los bancos repartir dividendos, para que tengan ese “colchón” ante esta crisis. Primero recomendó en marzo no repartirlos este año y en julio extendió la prohibición hasta el 1 de enero de 2021. Pero los bancos europeos, y sobre todo los españoles, ya han dicho que van a repartir ese dividendo en 2021, lo que supondrá destinar una parte importante de sus beneficios 2019 (un 14% el Sabadell, un 26% el Santander, un 25% CaixaBank, un 48% Bankinter, un 49% BBVA y un 66% Bankia) a sus accionistas y no a reforzar sus balances, despedir menos empleados o no subirnos tanto las comisiones a los clientes.
Cara al futuro, los bancos españoles dicen que ahora están mejor preparados y son más solventes que en la crisis de 2008-2012. Y es verdad. Pero los expertos temen que lo peor para la banca está por venir, porque en 2021 puede estallar la morosidad, dispararse los créditos impagados. De momento, los grandes bancos españoles tienen una baja tasa de morosidad (% de créditos impagados o de dudoso cobro), inferior incluso a la de 2019: 2,51% Bankinter, 3,15% Santander, 3,5% CaixaBank o 4,9% Bankia. Pero los expertos creen que eso se debe a las ayudas públicas a familias y empresas, junto a las moratorias aprobadas para retrasar el pago de hipotecas y créditos. Y piensan que esta baja morosidad es un espejismo, que puede estallar en 2021 por dos vías. Una, cuando acaben las moratorias aprobadas por el Gobierno y los bancos para pagar créditos (6 meses) o hipotecas (1 año) a los más afectados por la pandemia. De hecho, en el tercer trimestre ya han expirado algunas de estas moratorias y una minoría no ha podido pagar 2.400 millones (el 2,4% de los aplazamientos). La otra vía llegará en primavera de 2021, cuando las empresas tengan que empezar a pagar a los bancos los créditos ICO, concedidos con un año de carencia (un año de “tregua”, para empezar a devolverlos después en 5 años).
Así que lo que hoy no parece un problema, que familias y empresas no paguen sus créditos e hipotecas, puede estallar con virulencia en abril y mayo de 2021, poniendo en un serio peligro a la banca. Un problema que es europeo: la Autoridad Bancaria Europea (EBA) ya ha alertado que “en un escenario severo pero posible de la pandemia, los bancos de la zona euro podrían acumular créditos dudosos por valor de 1,4 billones de euros”, un nivel de morosidad muy superior al alcanzado en la crisis financiera de 2008-2010. Y esta preocupante situación afectaría más a los bancos españoles, por dos razones: porque la recesión por la pandemia es más grave en España y porque los bancos españoles están a la cola de rentabilidad en Europa (-9,2% en el primer semestre frente al +0,01% de media los bancos de la zona euro).
Algunos directivos del BCE ya han propuesto que Europa cree un banco malo, para meter en él los créditos dudosos de los bancos europeos y quitarles así ese lastre, con lo que podrían estar más saneados y dedicarse a financiar la recuperación. El problema vendrá de Alemania, Holanda y los paises ricos del norte, que no querrán cargar con el coste de este banco malo, sobre todo si la mayoría de los créditos malos vienen de los paises del sur. Pero si no se hace, podríamos tener un problema con la banca, en España, Italia, Portugal o Grecia, como en 2010-2012. Y habría que volver a otro “rescate bancario”. La perspectiva es tan preocupante que incluso el Banco de España propuso en el Congreso, en octubre, un tema tabú para la banca: estudiar “quitas” (perdonar) de parte de las deudas de empresas viables que en primavera no puedan empezar a devolver los créditos ICO. Antes, para evitarlo, el Banco de España ha propuesto ampliar el año del periodo de carencia de estos créditos.
Como se ve, la banca no tiene tan claro el futuro como dice. Además, cuando salgamos de esta pandemia y de su recesión (con suerte, en 2023), la banca española seguirá teniendo 2 problemas estructurales, que amenazan sus cuentas y su futuro. El primero, los bajos tipos de interés, que reducen sus márgenes y su beneficio. De momento, el Euribor (tipo al que se prestan los bancos entre sí) lleva en negativo casi 5 años (desde febrero de 2016) y se espera que los tipos sigan en negativo hasta 2031, según ha vaticinado recientemente el consejero delegado de CaixaBank-Bankia, Gonzalo Cortázar. Y eso obliga a los bancos a cobrar tipos mínimos a familias y empresas, que además se endeudan poco tras la mala experiencia de la anterior crisis. Y el segundo problema de fondo es la creciente competencia, de los gigantes de Internet, las telecos y los nuevos bancos online (N26, uno de los últimos, ha conseguido 500.000 clientes). Nuevos competidores que tienen además una gran ventaja sobre la banca tradicional: su buena imagen.
Porque el tercer problema de fondo de la banca es su mala reputación: “la banca se ha ganado la mala reputación que tiene. No podemos echarle la culpa a nadie, no ha venido una norma y nos ha puesto mala reputación, sino que el sector se lo ha ganado”, reconocía a finales de 2019 Gonzalo Cortázar, nombrado ahora consejero-delegado de la nueva CaixaBankia, el primer banco español y el 10º de la zona euro. Una reputación que no mejora con cierre de sucursales, nuevos despidos y más comisiones a los clientes, que cada año multiplican las demandas en los Tribunales y las reclamaciones (14.621 presentadas en 2019 ante el Banco de España), siendo casi la cuarta parte (22%) desoídas por las entidades.
Vienen meses duros para la economía y para la banca, que tendrá que reforzar sus balances y ajustar sus cuentas, pero sin agravar las cifras de paro y cargar excesivas comisiones sobre sus clientes, familias y empresas. Y tendrán que replantearse de una vez su negocio, reconvertirse, para poder competir con otras compañías que aspiran a mover nuestro dinero y financiarnos. Necesitamos una banca más saneada (que reinvierta sus beneficios, no aumente sus dividendos), a la que no tengamos que volver a rescatar. Y una banca no más grande (fusiones) sino más transparente, más eficiente y más justa. Amén.
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