Parece que este otoño ha terminado la racha de subidas de tipos de interés en el mundo. Ayer 13 de diciembre, la Reserva Federal USA volvió a tomar la iniciativa y decidió mantener estables sus tipos de interés oficiales. Era la 4ª “pausa” en la subida de tipos (tras las de junio, septiembre y noviembre), después de las 11 subidas de tipos aprobadas por la Reserva Federal USA desde marzo de 2022 (cuando los tipos eran del 0%) y que han situado el precio oficial del dinero en EEUU en el 5,25%, el tipo más alto desde marzo de 2001. Al final, la bajada de la inflación norteamericana (al 3,1% en noviembre, tras marcar un máximo del 9,1% en junio de 2022) y la debilidad del empleo y el crecimiento han llevado a la Reserva Federal USA a mantener estables los tipos (sin anunciar futuras bajadas). Y hoy 14 de diciembre, el Banco de Inglaterra ha seguido ese camino: mantener los tipos en el 5,25%, la 3ª “tregua” consecutiva (tras las de septiembre y noviembre), después de las 14 subidas de tipos aprobadas por las autoridades británicas desde diciembre de 2021.
El tercero en mover ficha ha sido el Banco Central Europeo (BCE), que hoy 14 de diciembre decidirá también
mantener los tipos de interés, una 2ª “tregua” consecutiva (después de la aprobada
el 26 de octubre), tras las 10 subidas de
tipos aprobadas desde el 27 de julio de 2022, que han dejado el precio
oficial del dinero (que estaba en el 0%
desde marzo de 2016) en el 4,50%, el
tipo más alto desde mayo de 2021. La
última vez que el BCE subió tipos fue el 14 de septiembre, del 4,25 al
4,50%.
La nueva decisión del BCE de no subir más los tipos (de momento) se basa sobre todo en que se ha
moderado la inflación en la zona euro: en noviembre, los 20 paises del
euro tenían una inflación media del 2,4%,
-0,5% que en octubre y la cuarta parte de inflación que un año
antes (+10,1% de inflación en
noviembre de 2022). Y ha bajado aún más
en Alemania (+2,3% en noviembre, frente al +11,3% un año antes), Italia (+0.7% frente al +12,6% en
noviembre de 2022), Holanda (+1,4%
frente al +11,3%) y Bélgica (-0,7%
de inflación anual en noviembre, frente a +10,5% un año antes), aunque es más
alta que la media euro en Francia
(+3,8% frente al +7,1% un año antes) y España
(+3,2% frente al +6,7%), según
Eurostat.
Pero ojo, la inflación se ha moderado en la
zona euro no por la drástica subida de los tipos de interés del BCE sino
porque se
han moderado las subidas de la energía, los alimentos y las materias primas.
Por un lado, han surtido efecto las medidas
tomadas para aumentar las reservas de gas y petróleo (tras el bloqueo de
compras a Rusia), se ha frenado también la demanda en los paises (por un
invierno más suave) y, sobre todo, han sido muy efectivas las ayudas contra la inflación aprobadas
por los paises europeos, además de medidas específicas como la excepción
ibérica (tope al precio del gas en la generación de electricidad). La realidad
es que ahora, el precio del crudo está a la baja, como el del gas, y también
los precios de muchas materias primas y alimentos, lo que ha rebajado la inflación
en Europa, más baja (2,4%) incluso que en EEUU
(3,1%) y Reino Unido (4,6%).
Pero ahora el problema
no es la inflación sino que estas 10
subidas de tipos han agravado
el estancamiento de la economía europea. El dinero caro ha frenado el
consumo de las familias (se encarece el crédito y las hipotecas) y la inversión empresarial, así como el coste
de la deuda de los paises (limitando sus gastos), lo que ha recortado la actividad,
que ya era débil antes de las subidas de tipos, por la “resaca” de la pandemia.
Pero ahora, el “parón económico” es evidente, como atestiguan las
previsiones de invierno de la Comisión Europea: la zona euro (20 paises) ha decrecido un -0,1% en el tercer trimestre
de 2023, tras apenas crecer (+0,1%) en los dos primeros trimestres (y caer
otro -0,1% en el 4º trimestre de 2022), según
Eurostat.
Así que la zona euro lleva
un año estancada. Y si tomamos toda
la UE (27 paises), su economía no ha crecido nada (+0%) en el tercer trimestre de 2023. Pero lo peor es que hay 13 paises europeos cuya economía cayó en el
último trimestre (3º de 2023): Alemania
(-0,1%), Francia (-0,1%), Chequia
(-0,5%), Dinamarca (-0,1%), Estonia
(-1,3%), Irlanda (-1,9%), Luxemburgo (-0,1%), Paises Bajos (-0,2%), Austria (-0,5%), Portugal (-0,2%), Eslovenia (-0,2%), Finlandia (-0,9%) y Suecia
(-0,3%), mientras España creció un
+0,3% y Bélgica un +0,4%, según
Eurostat. Y lo peor: hay 7 paises
europeos que están en recesión, con su economía cayendo los 2 últimos trimestres: Paises Bajos, Austria, Luxemburgo, Dinamarca, Suecia, Irlanda y Estonia.
Un panorama económico desolador
en Europa, mientras EEUU
crece algo más pero poco (+1,3%
en el tercer trimestre) y Reino Unido también se
estanca (+0% en el último trimestre). Este estancamiento lleva a algunos
expertos a pedir que el BCE empiece ya a
bajar los tipos, para “reanimar” la débil economía europea. Pero las autoridades
monetarias europeas, tan “ortodoxas” ellas, no están por la labor: “No es
el momento de cantar victoria sobre la inflación”, declaró
el 21 de noviembre Christine Lagarde, la presidenta del BCE. Y después
recordó que el objetivo del BCE (como el de la Reserva Federal USA) es que la inflación no supere el 2%, algo que no se espera hasta 2025. Por
eso mantienen los tipos y no los bajan. Su
receta, reiteró Lagarde, es “tipos altos, paciencia y perseverancia”.
Es la filosofía que defienden los demás bancos centrales, en especial la
Reserva Federal USA.
A todos les preocupa
que la inflación repunte este
invierno, con una posible subida de la energía (algo que los expertos en crudo y
gas no contemplan, mientras la OPEP y Rusia recortan sus producciones para que
no caigan más los precios), las materias primas (el indicador de
precios de Bloomberg cae un -10% desde septiembre) o los alimentos (el
índice de precios de alimentos de la FAO ha caído un -10,7% en el último año),
junto a los posibles “ imprevistos” por los conflictos geopolíticos
(Gaza y Ucrania).
Pero, en realidad, las
autoridades del BCE tienen dos
preocupaciones menos “confesables”. Una, que
suban los salarios (están subiendo más que en los dos años pasados) y eso provoque
que las empresas suban precios (no
les preocupó que las empresas subieran sus márgenes y eso haya sido la causa
principal de la inflación en 2022). Y la otra, que Europa no ajuste sus cuentas públicas, que los Gobiernos no
recorten las ayudas aprobadas a familias y empresas y no se aprueben a tiempo
las anteriores reglas fiscales (que el
déficit no supere el 3% del PIB), que deberían regir en la zona euro en
2024. De momento, la
estimación es que Bélgica tenga en 2024 un déficit público del -4,9% del
PIB, Francia e Italia mantengan un -4,4% de déficit público y España no lo baje
del -3,2% en 2024 (aunque el Gobierno promete bajarlo al -3%). Y por eso, el
BCE amenaza: o recortáis
gasto público o mantengo los tipos altos. Y lo mismo con los salarios: o se
moderan las subidas (+5%
este año, tras varios años perdiendo poder adquisitivo los trabajadores
europeos) o el BCE seguirá con los tipos altos. Todo por bajar como sea la inflación.
Así que, por ahora, los
tipos de interés no
suben pero tampoco bajan. Las estimaciones de los expertos en política
monetaria apuestan porque no habrá
bajada de tipos hasta la próxima primavera: el BCE podría aprobar la
primera bajada en su reunión del 7 de marzo (como pronto), dejarla
para el 11 de abril o retrasarla al 6 de junio, según cómo
evolucione la inflación, los salarios y el gasto público en Europa. Y lo mismo
la Reserva Federal USA, donde no se esperan rebajas de tipos hasta primavera. Y en ambos casos, las
rebajas serán poco a poco y reducidas. La Reserva Federal estima que los tipos bajarán -0.75% en 2024 (al 4,50%), otro -1% en 2025 (hasta el 3,50%) y un recorte adicional del -0,75% en 2026 (hasta el 2,75%). Eso significa que si los tipos están
hoy al 4,50% en Europa, podían estar
dentro de un año en el 3,5% como mucho. Y los tipos no
bajarían del 3% hasta 2025. Y volver
a los tipos cero de antes, será algo impensable en años.
Así que la rebaja de tipos no será una ayuda en los próximos meses, al menos para familias, empresas y paises. En España,
la no subida de tipos del BCE (en octubre y ahora en diciembre) han servido
para bajar el tipo del Euribor, el
interés al que se prestan los bancos europeos entre así. Si octubre 2023 cerró con un Euribor mensual en máximos (4,160%), en noviembre
bajó al 4,022% y en diciembre ronda el 3,75% (3,758% ayer). Pero esta bajada
del Euribor no ayuda a las familias, que ven aumentar el coste mensual
de sus hipotecas cuando les toca la revisión anual, dado que el Euribor está
mucho más alto que hace un año. Así, los
que revisen su hipoteca en diciembre, con el Euribor mensual de noviembre
(4,022 frente a 2,828 en noviembre de 2022), tendrán
una subida de 133 euros al mes (1.236 euros al año), para una hipoteca
media (150.000 euros a 25 años al Euribor+1%). Y esta subida de la hipoteca será la segunda, porque ya hace un año les subió la mensualidad, una media de 250 euros
(3.000 anuales). Así que ahora pagarán de media 880 euros al mes por su hipoteca, cuando hace dos años pagaban 527 euros (+67%).
Este es el efecto más evidente de la subida de tipos del BCE
sobre los 4 millones de españoles hipotecados. Pero además, la subida de tipos
(y el retraso en la bajada) desalienta a otras familias y jóvenes que
necesitan una hipoteca, ahora más cara y difícil de conseguir, porque
los bancos están restringiendo su concesión y prestando menos: sólo
financian el 62,2% del dinero que se necesita cuando en 2004 financiaban el
65,3% (y a muchos, casi el 100%). Esta subida de tipos ya ha provocado una caída de las hipotecas
concedidas (de febrero a septiembre) y una caída
en la venta de pisos (que frena la actividad constructora y el empleo).
Además, los tipos tan altos han encarecido
también el crédito al consumo de las familias, para un viaje o comprar
coche: del 6,10% que pagaban en 2021 han pasado a pagar el 8,23% en octubre, según
el Banco de España. Y también el coste de las tarjetas de crédito (se paga un interés ahora del 18,19%).
Menos consumo, menos crecimiento, menos empleo.
Las empresas
también están sufriendo los altos tipos al tener que pagar créditos más caros. Las
pymes pagan ahora por un crédito de hasta 250.000 euros un tipo del 5,11%,
frente al 1,69% que pagaban en 2021, según
el Banco de España. Los créditos de 250.000 euros a 1 millón han subido el
1,29 al 4,94%. Y los créditos de más de 1 millón de euros, para grandes
empresas, del 1,04 al 5,14%. Menos inversión, menos empleo. Y también se encarece el coste de la deuda pública:
si el bono a 10 años se colocaba en febrero de 2022 pagando un interés del
0,76%, en diciembre de 2022 ya había que pagar un 3,657%. Y aunque ha bajado
algo, ayer
había que pagar un interés del 3.115%. Estos altos tipos, mantenidos por el
BCE, obligarán a destinar 31.275 millones en 2023 al pago de intereses
de
la deuda pública, la 2ª mayor partida del gasto público tras las
pensiones.
En definitiva, que las familias, empresas y paises estamos
pagando una elevada factura por estos altos
tipos de interés, los más caros de
los últimos 22 años. Y la consecuencia es que la economía europea
está estancada y hay 13 paises con sus economías cayendo (y 7 de ellos en recesión), con España
creciendo un mínimo del +0,3% trimestral. Urge un debate sobre si el BCE sigue con su ortodoxia
(aunque sea “independiente”, lo que significa también que sus directivos no se
eligen democráticamente) o “levanta el
pie” y ayuda a reanimar la economía,
empezando a bajar los tipos ya y con fuerza.
El
dilema es claro: o se empecinan en bajar la inflación al 2%
(y eso supone tipos altos, por encima del 3% hasta finales de 2025) o flexibilizan ese objetivo, buscando
contener la inflación en el 3%, por ejemplo, a cambio de crecer algo más y con
ello crear más empleo. Se trata de elegir
entre ese 2% de inflación a costa
del estancamiento y el freno al empleo o algo más de inflación a cambio de reanimar
la economía, la inversión y el empleo en los próximos meses. Por desgracia, hoy casi nadie plantea este debate y este
dilema. Pero afecta mucho nuestras
vidas. No lo olviden cuando oigan a expertos defender “el
rigor” (mortis...) del BCE. Es otro “ajuste”, el monetario.
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