A finales de 2022, España perdió 81.900 empleos, a pesar del Black Friday y las Navidades, porque se retrajo el consumo y el crecimiento ante la elevada inflación. A pesar de este “pinchazo”, el año 2022 se cerró con un buen balance del empleo: se crearon 278.900 empleos y trabajan 20.46 millones de personas, la cifra más alta desde 2007. Y lo más importante: los contratos fijos se han cuadruplicado, tras la reforma laboral. El paro bajó el año pasado, aunque poco (-79.900), rondando los 3 millones de desempleados, la tasa de paro (12,8%) más baja desde 2008. Pero todavía tenemos el doble de paro que Europa y el 41% de los parados no cobran nada, cayendo en la pobreza. Cara a 2023, un año donde se espera crecer la cuarta parte, urge un Plan de choque para reanimar las contrataciones y volver a ganar empleo decente, aunque sea poco (+100.000). Y en paralelo, subir los salarios para reanimar el consumo, las ventas y el empleo. Hay que dar un empujón al empleo en un año difícil.
Enrique Ortega |
El cuarto trimestre del año suele ser bueno para el empleo, por las Navidades. El de 2022 ha sido malo, porque el empleo cayó en -81.900 personas, según la EPA conocida hoy. Una caída del empleo que no sucedía desde finales de 2016 (-19.400) y 2017 (-50.900) y que rompe la racha de últimos trimestres con fuertes aumentos del empleo, como en 2020 (+167.400) y 2021 (+153.900). La causa de la pérdida de empleos está en los servicios, por una menor ocupación de lo previsto en la hostelería, el turismo y el comercio (por la inflación y el menor consumo), aunque el empleo también cayó en la construcción (-28.000) y la industria (-70.100), mejorando sólo en el campo (+24.200 empleos). La pérdida de empleo en el 4º trimestre se concentró en Baleares (-83.300), Cataluña (-40.900) y Andalucía (-19.400), lo que corrobora que este “pinchazo” del empleo se debe al turismo. Y un dato llamativo: las mujeres ganaron empleo (+55.500) mientras lo perdían solo los hombres (-137.400 en el 4º trimestre), en especial los jóvenes menores de 25 años (-79.100 empleos), según la EPA
Esta caída del empleo en el 4º trimestre frena la buena marcha que llevaba el empleo en 2022, un año que cerró con la creación de +278.900 nuevos empleos, lejos del año récord de 2021 (+840.700 empleos) pero superando el año negro de la pandemia (se perdieron -622.600 empleos en 2020), aunque no mejora la creación de empleo de 2019 (+402.300 empleos). A cambio, casi no hay ya trabajadores “aparcados” en ERTE, con empleo pero sin trabajo: son 20.000 de media desde el verano, frente a 520.000 en diciembre 2020. Con ello, en España trabajan 20.463.900 personas, el mejor dato desde 2007 (20,72 millones). Y son 3,7 millones de ocupados más que al final de la crisis anterior (16.758.200 en diciembre 2013).
En todo 2022 se creó sobre todo empleo privado (+ 228.200 empleos), cuatro veces más que empleo público (+50.700 ocupados). Y se crearon más empleos entre los hombres (+146.800) que entre las mujeres (+132.100 ocupadas), siguiendo la tónica de que el nuevo empleo no fue a los jóvenes sino a los más mayores: +30.500 empleos entre 16 y 24 años, +69.900 empleos entre 25 y 34 años y +158.000 empleos entre mayores de 55 años. Y llama la atención que, en 2022, los únicos que perdieron empleo fueron los trabajadores de edad media, entre 30 y 39 años (-140.600 empleos), según la EPA. Por sectores, la mayor creación de empleo en 2022 se dio en los servicios (+314.300 empleos), seguidos de lejos por la industria (+36.600), y la construcción (+14.900), perdiéndolo el campo (-86.900 empleos). Y por autonomías, el empleo creció más el año pasado en la Comunidad Valenciana (+102.700) Andalucía (+58.800) y Baleares (+33.800), las tres por el turismo, mientras perdieron empleo Asturias (-15.100), País Vasco (-7.700) y Aragón (-5.000 empleos).
Esta mejora del empleo en 2022 (+ 278.900 ocupados) ha servido también para reducir el paro, aunque menos (-79.900 parados en 2022), porque en paralelo han aumentado los españoles “activos”, las personas que buscan trabajo ahora, tras lo peor de la pandemia: los “activos” aumentaron en 199.000 personas en 2022, impidiendo bajar más las cifras de paro. Es un proceso que se ha ido viendo trimestre a trimestre (salvo en el 4º de 2022): aumentan las personas que buscan trabajo. Y ya hay más adultos “activos” (buscando trabajo o trabajando) que antes de la pandemia: 23.487.800 personas frente a 23.064.100 a finales de 2019. Todo apunta a que seguiremos así, con lo que en los próximos meses sucederá lo que ahora: el paro bajará menos de lo que sube el empleo.
Volviendo al paro, ha aumentado en +43.800 personas en el 4º trimestre (el paro no subía en Navidad desde 2017) y ha bajado en -79.900 parados en todo el año 2022, según la EPA de hoy, lo que supone la menor bajada del paro desde 2013 (-69.000 parados ese año). El paro ha bajado en todo 2022 más entre los hombres (-79.900 parados) que entre las mujeres (-32.600). Y por edades, ha bajado más entre los mayores (-50.300 entre 25 y 54 años y -41.200 entre los mayores de 55 años), subiendo entre los jóvenes (+15.900 parados entre 20 y 24 años. El paro subió el año pasado en los servicios (+101.100), la industria (+7.100) y la construcción (+800), bajando sólo por el menor paro en el campo (-15.500) y entre los parados que perdieron su empleo hace un año (-180.800 ahora). Por autonomías, la mayor rebaja del paro en 2022 se dio en Andalucía (-56.800 parados), Canarias (-50.100) y Baleares (-24.100), las tres por la recuperación del turismo, mientras aumentaban su lista de parados Madrid (+57.700), Asturias (+20.000) y Castilla la Mancha (+13.000), según la EPA de hoy.
La cifra de desempleados baja a 3.024.000 parados en 2022, la más baja en España desde 2007 (1.942.000 parados entonces). Y la tasa de paro española baja al 12,89%, la menor desde el verano de 2008 (11,23% de paro), aunque sigue duplicando la tasa de paro europea (6 % en noviembre) y la de los principales paises de la UE, como Francia (7% de paro), Italia (7,8%) y sobre todo Alemania (3% de paro, cinco veces menos que España).Y mejora la tasa de paro juvenil (menores de 25 años): el 29,26% de los más jóvenes están en paro, el doble que en Europa (15,1% de paro juvenil) y más que en Francia (18,3%), Italia (23%) y sobre todo Alemania (5,8% de paro juvenil, menos de la cuarta parte que España), según Eurostat.
Los datos de paro, aunque mejores que antes de la pandemia y al nivel de 2008, revelan dos cuestiones preocupantes. La primera, que todavía hay 1.047.500 hogares con todos sus miembros en paro (+ 34.300 que antes de la pandemia). La segunda, que España sigue con 5 regiones que tienen una tasa de paro “escandalosa”: Ceuta (30,55% de paro), Melilla (21,20%), Andalucía (19% de paro), Extremadura (17,62% de paro) y Canarias (14,57%), según la EPA de hoy. Y hay 5 regiones que mantienen un paro “europeo”, inferior al 10%: La Rioja (8,60% de paro), País Vasco (8,66%), Castilla y León (8,83%), Aragón (9,41%) y Cataluña (9,91% de paro en 2022). Y un dato muy positivo: se reducen los parados de larga duración, los que llevan más de 1 año sin trabajo: son ahora 1.282.800 parados, el 42,42 % de todos los parados (eran 1.387.000, el 43,5% del total a finales de 2019).
A pesar de que mejoren los parados “crónicos”, todavía son demasiados y eso provoca que a muchos parados se les acabe el desempleo y no cobren ya ningún subsidio, pasando a una situación de pobreza extrema. En noviembre de 2022, último dato de Trabajo, cobraban alguna ayuda 1.799.838 desempleados: menos de la mitad (el 45%) cobraban un subsidio contributivo (según lo cotizado), de 916 euros de media, y el resto (un 55%) cobraban un subsidio asistencial, de 463 euros mensuales. Pero en esta cifra de parados que cobran desempleo estaban incluidos los 20.000 trabajadores en ERTE, que cobran el 70% de su sueldo (y el 50% a partir del 7º mes). Así que, en realidad, solo 1.779.838 parados registrados como tales cobra algún subsidio, el 58,85 % de los parados que refleja la EPA de hoy. Eso significa que casi la mitad de los parados (el 41,15% no cobran ninguna ayuda pública, cuando antes de la pandemia, en 2019, eran un 38,5% los parados que no cobraban nada. De hecho, CCOO denuncia que un 40% de los parados inscritos en el SEPE con experiencia laboral (han trabajado antes) no cobran ninguna ayuda pública por desempleo.
Vistos los datos del empleo y el paro en 2022, queda patente que España ha superado las dos recientes crisis, la pandemia (2020-2022) y la alta inflación (2021 y 2022), aunque el empleo haya “pinchado” a finales de 20220: ahora tenemos más ocupados y menos parados que en 2019. Con todo, el balance es desigual, tanto por sexo y edad como por sectores y regiones. En conjunto, en España trabajan ahora 497.000 personas más que a finales de 2019. Llama la atención que las mujeres se han llevado el doble de estos nuevos empleos (+327.900) que los hombres (+169.100). Y por edades, trabajan ahora más jóvenes (+12.900) y sobre todo más mayores de 55 años (+560.300 ocupados), pero sorprende que haya menos empleados entre 30 y 45 años que en 2019 (-455.300).La mejora del empleo se ha repartido casi por igual entre el sector público (+272.900) y el sector privado (+224.100), mientras el grueso de los nuevos empleos se han creado en los servicios (+482.600), mejorando poco en la industria (+38.100) y la construcción (+16.900), cayendo sólo el empleo sobre 2019 en el campo (-40.700 ocupados). Y por autonomías, hay más personas trabajando en todas que antes de la pandemia, salvo en Asturias (-10.600 empleos perdidos) y Aragón (-6.800 ocupados). Los que han salido mejor parados en estos tres años son la Comunidad Valenciana (trabajan 112.200 personas más), Canarias (+50.500) y Castilla la Mancha (+48.700 ocupados), según la EPA.
Con todo, la mejor noticia de 2022 es el excepcional balance de la reforma laboral, aprobada a finales de 2021 y que entró totalmente en vigor el 31 de marzo de 2022. Los datos de Trabajo son espectaculares: en todo 2022 se firmaron 18.310.300 contratos, de los que más de 7 millones (el 38,37%) fueron indefinidos, casi 4 veces el porcentaje de contratos fijos firmados en todo 2021 (el 10,9%) y muchos más que en años anteriores (los fijos eran entre el 7 y el 9% de los nuevos contratos desde la reforma laboral de Rajoy en 2012). Y además, más de la mitad de los contratos firmados en 2022 fueron a tiempo completo (10,5 millones, el 57%) y solo un 29% fueron contratos a tiempo parcial (5,4 millones), mientras se dispararon los contratos fijos discontinuos (2.319.500, frente a sólo 262.900 en 2021), contratos que se hacen por temporada, año tras año, sobre todo en turismo, hostelería, comercio y el campo. Son contratos fijos y el trabajador se considera ocupado, según establecen las estadísticas europeas (desde 1985), aunque los meses que no trabaja cobra el paro.
Con esta reforma laboral, el mercado de trabajo ha sufrido un cambio histórico en sólo unos meses: si a finales de 2021, el 25,4% de todos los trabajadores asalariados tenían un contrato temporal (4.308.500 trabajadores), un año después, en diciembre de 2022, el porcentaje de asalariados temporales ha bajado al 17,91% (3.114.700 personas), según la EPA publicada hoy, con lo que estamos más cerca ya del 14% de media de temporalidad en Europa. Y todo apunta a que en 2023, seguirá aumentando el porcentaje de asalariados con un contrato fijo (ahora son el 82%).
Ahora, la previsión de la mayoría de expertos es que aumente menos el empleo en 2023, básicamente porque España va a crecer este año la cuarta parte que en 2022, aunque parece que se aleja el fantasma de que Europa entre en recesión. En principio, las estimaciones internacionales apuestan por un crecimiento del +1,1% (FMI) al +1,3% (OCDE), mucho menos del +5,2% de crecimiento con que habrá cerrado 2022. Eso debería traducirse en que España creará menos empleo en 2023, entre 100.000 y 150.000 nuevos empleos según distintas previsiones (frente a 278.900 empleos creados en 2022). Todo va a depender de la marcha de la guerra en Ucrania, de que siga moderándose la inflación y del daño que hagan las subidas de tipos del BCE, que ya aprobó 4 subidas en 2022 y que anuncia dos más en 2023 (dejando los tipos en el 3,5%). Si la economía internacional no se hunde y tampoco Europa, el empleo podría crecer otra vez este año, empujado por el turismo (que volverá a los récords de 2019) y el tirón de los Fondos europeos.
La preocupación sobre el futuro del empleo debía ser ayudar a tres colectivos que han sufrido duramente la pandemia y que tienen más difícil trabajar: los jóvenes (3 de cada 10 están en paro y 8 de cada 10 jóvenes ocupados tienen contrato temporal), las mujeres (su tasa de empleo, 60,56 %, es inferior a la europea, 64,3%, y a la de los hombres españoles, 68,5%) y los mayores de 50 años (son casi la mitad de todos los parados y las empresas no quieren contratarlos). El Gobierno aprobó el 10 de enero un Decreto Ley que establece ayudas a la contratación de trabajadores, especialmente a los grupos que tienen más problemas para colocarse: personas en exclusión social, mujeres y mayores de 45 años que llevan más de 1 año en paro (se bonifica su cotización 128/euros al mes durante 3 años) y jóvenes (contratar a menores de 30 años con baja cualificación se bonifica con 275 euros al me durante 3 años), además de ayudas para transformar en indefinidos contratos de formación y relevo. El problema es que estos nuevos incentivos para facilitar que empresas y autónomos hagan más contratos indefinidos no entran en vigor hasta septiembre… Y que siguen sin modernizarse las oficinas de empleo (SEPE), que apenas ayudan a los parados a recolocarse.
En resumen, que el empleo aguanta en España, a pesar del “bache” de las Navidades. Y seguirá creciendo en 2023, aunque menos. El reto ahora es seguir mejorando su calidad, que sea menos precario y esté mejor pagado. Y no dejar atrás a los que tienen más problemas para colocarse, los jóvenes, las mujeres y los mayores de 50 años, volcándose en reciclar a trabajadores y parados, para que tengan más oportunidades de conseguir un empleo futuro, que exigirá una formación diferente. Hay que ser optimista, pero sin olvidar que tenemos el doble de paro que Europa. Y que en España trabaja también menos gente (unos 2 millones menos que la media UE). Por eso, si queremos vivir mejor, hay que crear más empleo y de más calidad.
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