Hace meses que nos bombardean con ofertas de seguros médicos privados, volcadas ahora
en ofrecer consultas online. Pero su mejor publicidad es la pandemia, que ha colapsado la sanidad
pública y ha disparado las listas de
espera. Con ello, las pólizas de
salud son los seguros que más crecieron en 2020 (+5%) y hay ya 10 millones de españoles que pagan un
seguro médico (más los impuestos que costean la sanidad pública). Unos
seguros que llevan creciendo dos décadas y que financian el 63% de los hospitales privados, mientras otro 25% de
sus ingresos se los aporta la sanidad pública, con los conciertos. El resultado es una sanidad pública sin recursos y
una sanidad privada que es la 3ª con más peso en Europa. Urge reforzar la sanidad pública, con más
presupuesto, personal y medios, para reducir las listas de espera y afrontar el
envejecimiento, los tratamientos más costosos
y el aumento de enfermedades crónicas. Para que hacer un seguro médico
privado no sea una necesidad.
Enrique Ortega |
La pandemia ha provocado una dura crisis en casi todas las actividades, incluidos los seguros, pero ha dado otro empujón a los seguros médicos, cuya facturación creció un +5,01% en 2020, cuando el conjunto del negocio asegurador cayó un -8.30%, según los datos de la patronal UNESPA. Los seguros médicos movieron en 2020 unas primas de 9.383 millones de euros, 447 millones más que en 2019 y más del triple que en el 2.000 (2.800 millones facturados). Y son ya 20 años seguidos de aumento de negocio, más a partir de 2015, tras el efecto de los recortes en la sanidad pública hechos a partir de 2012. Un negocio en el que cada vez se implican más las aseguradoras y los bancos, lanzados a vender seguros a sus clientes para asegurarse más ingresos por comisiones.
El negocio de los seguros médicos privados está muy concentrado en España, ya que las 5 primeras aseguradoras se reparten el 72% del mercado, según datos (2019) de la Fundación IDIS: 29,3% de las primas las ingresa Segur Caixa Adeslas (controlada en un 50% por Mutua Madrileña y el 49% por Vida Caixa Group), 15,8% Sanitas (propiedad de la multinacional británica BUPA), 13,6% Asisa (propiedad de la cooperativa médica Lavinia, que cuenta con los hospitales HLA), 6,7% DKV Seguros (filial del grupo asegurador alemán DKV) y 6,5% Mapfre (propiedad de la aseguradora española, fondos y Allianz). Y completan el ranking la vasca IMQ (cuya compra total negocia Adeslas), con un 2,7% de cuota, Axa (2,4%), Asistencia Sanitaria Colegial (2,2%), FIATC (1,9%), más otro 13,3% el resto.
Los españoles que tenían contratado un seguro de salud en 2019 (último dato de UNESPA) eran 12.700.000, incluyendo los seguros de asistencia sanitaria, los seguros de reembolso (el asegurado elige su médico y la compañía le abona los gastos) y los seguros de subsidios (se indemniza al asegurado en caso de baja y hospitalización). Si estimamos que estos dos últimos seguros los han contratado 1.200.000 personas (900.000 el de reembolso), saldrían 11.500.000 españoles con un seguro médico, de los que 1.828.000 son funcionarios, a los que se les da la opción de que les atienda la sanidad pública o un seguro médico privado (el 70% han elegido una aseguradora, que les paga el Estado). Al final, serían 9.700.000 los españoles que se pagaban ellos un seguro privado en 2019. Y todo apunta a que habrán llegado a los 10 millones en 2020. Son casi 3 millones más de los que se pagaban un seguro médico privado en 2008.
El mapa de los seguros médicos privados es muy desigual por regiones, según el último balance de UNESPA (2019). Si lo contrataban de media un 22,5% de españoles, hay zonas con mucha mayor penetración de los seguros médicos: Madrid (34,8%), Cataluña (31,4%), Baleares (29,3%) y el País Vasco (22%), mientras la contratación es baja en Cantabria (6,34%), Navarra (10%), Murcia (12%), Extremadura (13%) y Castilla la Mancha (14,76%). Una explicación de esta desigual contratación puede estar en que las dos regiones con más seguros privados (Madrid y Cataluña) son las dos autonomías con menos gasto público en sanidad por habitante en 2019 (1.166 y 1.220 euros, por debajo de los 1.335 euros de media), según los datos de Sanidad. Y también debe tener relación con las listas de espera, que encabezan Cataluña, Baleares, Aragón y Castilla la Mancha.
El perfil de los que pagan un seguro médico privado son personas entre 30 y 50 años (la mitad del total), según UNESPA, siendo los más numerosos los que tienen entre 41 y 50 años (1.942.274 en 2019), entre 31 y 40 años( 1.551.129) y de 51 a 60 años ( otros 1.507.609) y apenas hay asegurados de más de 70 años (780.000) porque las pólizas son muy caras o las compañías los “rechazan”. Hay dos momentos en que las personas se plantean contratar un seguro médico: cuando van a tener un hijo (por el parto y las prestaciones pediátricas) y cuando se acercan a la madurez y empiezan los achaques. Y ahora, la pandemia ha aumentado la demanda de estos seguros, tras el colapso de los centros de salud y hospitales y conocerse que los ancianos en residencias no fueron derivados (en Madrid) a hospitales en la 1ª ola, “salvo los que tenían un seguro privado”.
La pandemia y el colapso de la sanidad pública han sido la mejor publicidad para los seguros médicos privados, pero también las aseguradoras se han volcado en importantes campañas de publicidad, sobre todo a partir de septiembre pasado. De hecho, los anuncios en TV de seguros médicos se han multiplicado por 5, con una media de 12.500 inserciones mensuales en octubre y noviembre. Y la publicidad de servicios médicos y consultas online se multiplica en Internet, con ofertas de atención sanitaria online hasta de Movistar.
Mientras nos bombardean con anuncios, las aseguradoras aprovechan la pandemia para seguir subiendo las primas de los seguros médicos: subieron un +4,8% en 2020, según el desglose del IPC del INE, un año en que la inflación anual cayó un -0,5%. Y esa es la tónica de los últimos años, con subidas de los seguros de salud muy por encima del IPC: en 2019 (+5% frente al 0,8%), en 2018 (+5,1% frente a 1,2%) y en 2017 (+4,6% frente al 1,1%). Ahora, se espera una fuerte subida de los seguros médicos en 2021, porque las compañías argumentan que hospitales y médicos les han subido los costes (por los gastos en protección contra el coronavirus de instalaciones y empleados) y porque la sanidad privada ha tenido que invertir en teleasistencia y en APPs de servicios médicos a los asegurados. Todo apunta a que primero subirán las primas a las empresas que pagan el seguro médico a sus empleados y luego subirán la cuota a los particulares, sobre todo en 2022, cuando remita la crisis.
Pero aunque suban las cuotas, los seguros médicos seguirán creciendo con fuerza, alimentados por el colapso en la sanidad pública y, sobre todo, por el aumento de las listas de espera, que obligan a muchos españoles a contratar un seguro para no esperar meses para ir al especialista o para operarse. Si la demora era alta antes, con la pandemia se ha alargado, aunque los últimos datos publicados por Sanidad son de junio 2020. En las consultas externas (primeras consultas y especialidades), han pasado de 81 días de espera (junio 2019) a 115 días (junio 2020), con un 52,7% de pacientes esperando más de 60 días (eran el 42,6%). Y la peor situación se da en Cataluña (158 días), Canarias (149), Aragón (139) y Castilla y León (127), con solo 44 días en Madrid. Y para operarse, la espera media son 170 días (+55 días que en junio 2019), con un 33,8% esperando más de 6 meses (un año antes eran el 15,8%). Y la espera es más alta en Castilla la Mancha (269 días), Cataluña (223), Andalucía (212) y Aragón (171), con 42 días de espera media en Madrid.
Los casi 10.000 millones anuales que recaudan los seguros médicos son “la gasolina” que hace andar la sanidad privada y sobre todo los hospitales privados. En España, la sanidad privada supone 31.614 millones, casi un tercio del gasto sanitario total y ha crecido un 2,63% anual en la última década, mientras el gasto sanitario público crecía el 1%. Con ello, España es el tercer país de la OCDE con más peso del gasto privado en el gasto sanitario total (29,5% en 2019), sólo por detrás de Suiza (36,3%) y Portugal (33,5%), por encima de la media OCDE (23,1% supone el gasto sanitario privado), de Italia (25,8%), Reino Unido (22,9%), Francia (16,6%) y Alemania (15,5%), según el Informe 2020 de la Fundación IDIS. Un crecimiento de la sanidad privada a costa del menor peso de la sanidad pública.
Los seguros médicos aportan importantes ingresos a la sanidad privada (el 18,5%) pero son claves para financiar los 458 hospitales privados (frente a 350 públicos) que hay en España (con 51.212 camas y 47.821 médicos, 40.665 enfermeras y 82.345 otros profesionales): suponen un 63% de los ingresos totales de los hospitales no benéficos, que proceden de los convenios que firman con las aseguradoras. Otro 25% de su financiación vino, en 2019, de los conciertos con la sanidad pública: recursos que se desvían de los presupuestos autonómicos a los hospitales privados para que atiendan y operen a pacientes derivados de la sanidad pública. Estos conciertos financian ya el 10,1% de toda la sanidad privada y fueron 8.373 millones en 2018 (último dato publicado). Pero hay autonomías que desvían más gasto público a la sanidad privada, en especial Cataluña (2.832 millones, el 26% del gasto sanitario público), Madrid (846 millones, el 10%), Baleares (164 millones, el 9,9%) y Canarias (288 millones, el 9,3%). Además, la sanidad privada gestiona 9 hospitales públicos en Madrid (4), Comunidad Valenciana (4) y la Rioja (1) y ha establecido conciertos singulares en Madrid, Galicia o Asturias para atender directamente a pacientes de la pública.
Al final, los hospitales privados, “alimentados” por los seguros médicos y los conciertos con la sanidad pública, son un negocio en auge, que facturó 6.950 millones en 2019. Y un negocio donde los 13 principales grupos controlan el 47% de los hospitales privados, en medio de un fuerte movimiento de compras por inversores, nacionales y extranjeros. Los 5 grandes del sector hospitalario privado controlan el 72,25% de la facturación, encabezados a distancia por Quirón Salud (3.202 millones facturados en 2019), controlada desde 2017 por la multinacional alemana Fresenius, seguido del grupo español Vithas (controlado por el grupo inversor catalán Goodgrower y CaixaBank), con 568 millones, HM Hospitales (familia Abarca), con 448 millones y Hospiten (del empresario canario Pedro Luis Cobiella), con 342 millones. Y les siguen Ribera Salud (342 millones), Sanitas (285), Clínica Universitaria de Navarra (212 millones), Juaneda Hospitales de Mallorca (122), Viamed Salud en la Rioja (115 millones) y Pascual Hospitales, en Andalucía (100 millones), según la Fundación Idis.
La sanidad privada y sus hospitales argumentan que “descargan de trabajo a la sanidad pública” y que en la pandemia han atendido a un 20% de los contagiados y al 15% de los que acabaron en una UCI. Pero no dicen que los pacientes que atienden o les desvían son los menos complicados y costosos, quedando la atención más compleja (y más cara) para la sanidad pública. Así, de los 4.899.954 españoles que recibieron el alta en 2018, el 72,9% fueron atendidos en la sanidad pública y el 27,1% en la privada. Hasta ahí, “normal”, aunque estuvieron más días hospitalizados en la privada (9,6 de media) que en la pública (7,8 días). Pero al analizar los motivos de la hospitalización, se ve que el 37,8% de los que estuvieron en hospitales públicos fueron por enfermedades que matan (cáncer, problemas cardiovasculares y enfermedades respiratorias) frente al 27,3% de todos los atendidos en hospitales privados, según los últimos datos del INE (2018). Además, la sanidad pública atiende a un mayor porcentaje de personas mayores que la privada (48% de las estancias en hospitales frente al 44%) y los atienden más tiempo (8,26 días estancia en la pública y 5,04 días en la privada), según el estudio RESA 2019.
Al final, si los seguros médicos crecen y la sanidad privada aumenta su negocio es a costa de los crecientes problemas de la sanidad pública. Tenemos una sanidad universal, eficaz y barata, según la OCDE, pero arrastra problemas preocupantes, derivados de los drásticos recortes presupuestarios (-9.787 millones entre 2009 y 2014, 1 de cada 7 euros) y de plantillas (se perdieron 41.000 empleos sanitarios: 11.000 médicos y 30.000 enfermeras), junto a una descapitalización de medios, instalaciones y tecnología. Y sobre esta sanidad pública, que ya estaba al límite en 2019, se ha abatido el tsunami de la pandemia y la ha sometido a una presión insoportable, desde los centros de salud a los hospitales y UCIs. Es la hora de reforzarla para apuntalar su futuro y ofrecer una sanidad pública digna a los ciudadanos, sin que necesiten pagar un seguro privado para ser atendidos.
Urge más que nunca un gran Pacto sanitario, entre partidos, Gobierno, autonomías y profesionales sanitarios, actuando en 6 frentes. El primero, asegurar una financiación suficiente, acordando un gasto sanitario del 7% del PIB (la media europea), lo que supondría gastar 12.000 millones más cada año, empezando por destinar a la sanidad una parte importante de los Fondos europeos. Con más recursos, podría actuarse en el segundo frente, el laboral: garantizar unas plantillas mínimas a medio plazo, con contratos estables (un tercio son temporales) y sueldos dignos, sabiendo que conseguir nuevos médicos cuesta 10 ó 11 años (6 de Universidad más 4 ó 5 de MIR). El tercer frente es homogeneizar la sanidad, con un Fondo de compensación y un catálogo común de servicios que evite lo que pasa hoy: autonomías con más gasto y una sanidad de primera (Navarra, País Vasco, Aragón o Asturias) y otra “mala” (Canarias, Murcia, Andalucía o Cataluña), según el ranking de la FADSP. El cuarto, configurar un sistema de atención sanitaria a los mayores (en geriátricos, residencias y centros de día), para “descongestionar” hospitales y centros de salud. Quinto, dedicar más medios a la prevención, para reducir enfermedades y hospitalizaciones. Y sexto, un Plan sanitario hasta 2050, para afrontar el envejecimiento, las enfermedades crónicas, los nuevos tratamientos farmacológicas y la renovación tecnológica y digital.
No vale con apuntalar la sanidad pública ahora para hacer frente a la pandemia. Después, hay que reforzar y ampliar las capacidades de la sanidad pública, para asentar sus frágiles cimientos y afrontar los grandes retos del futuro, pandemias incluidas. Hace falta dinero, medios y muchos cambios laborales, organizativos y técnicos, a varias décadas vista. Con la salud no se juega, ni puede ser un negocio. Necesitamos una sanidad pública fuerte y de calidad, al alcance de todos los españoles. Y el que quiera más, que se pague un seguro privado. Pero no por necesidad.
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