En el último mes, la ONU ha lanzado 3 alertas medioambientales, que han pasado desapercibidas por la pandemia. La primera, que el mundo se enfrenta a una triple emergencia: cambio climático, pérdida de diversidad y contaminación. La segunda, que se acaba el tiempo para actuar pero 121 paises no han presentado sus Planes para recortar más las emisiones de CO2, que siguen en niveles récord. Y la más preocupante, que el mundo está gastando billones en ayudas y medidas contra la recesión provocada por la pandemia, pero sólo el 18% de ese dinero se gasta “en verde”: el resto de inversiones agravan el cambio climático. La ONU advierte que 2021 es clave para que los paises actúen de verdad contra la emergencia climática, con inversiones eficaces y más colaboración ciudadana. Y los jóvenes han vuelto a manifestarse en 60 paises para que se actúe y acaben las promesas vacías. No hay vacuna para salvar el medio ambiente. Ni un Planeta B.
Enrique Ortega |
La pandemia ha paralizado la actividad económica en todo el mundo, provocando la mayor recesión del último siglo y una caída del consumo de energía. Pero apenas ha reducido las emisiones de gases de efecto invernadero: las emisiones de CO2 cayeron un -4% en 2020, tras haber subido en los tres años anteriores (+2,6% en 2019), según los últimos datos de Carbon Monitor. La caída de emisiones fue mayor en EEUU (-9,4%), Brasil (-9,8%) e India (-8,1%), algo menor en Europa (-7,5%), Japón (-5%) y Rusia (-2,9%), aumentado en China (+0,5% subieron sus emisiones en 2020). España fue el país donde más cayeron las emisiones (-13,1%, frente a -9,5% en Reino Unido, -9% en Francia. -7,9% en Alemania y -7,4% en Italia), casi la mitad de la caída (-5,4%) por las menores emisiones en la producción de electricidad (el 44% de la luz fue renovable) y el resto por la reducción de emisiones en el transporte terrestre (-3,8%) y la industria (-2,7%), por los confinamientos y la recesión, aunque se han mantenido estables (solo cayeron un -0,2%) las emisiones de las viviendas.
Pero esta bajada de las emisiones de CO2 se frenó en el verano, con la mayor movilidad y actividad y sobre todo en el último trimestre de 2020: del 1 de octubre al 31 de diciembre, las emisiones mundiales volvieron a crecer un +0,2%. Y sólo en el mes de diciembre de 2020, crecieron un 2,3%, según el último dato de Carbon Monitor. Así que todo apunta a que este año 2021 volverán a subir las emisiones de CO2, como viene pasando desde el año 2000 (un 3% anual entre 2000 y 2009 y un 1% anual entre 2010 y 2019). El temor de los expertos es que si la recuperación tras la pandemia es fuerte y rápida, sobre todo en 2022 y 2023, se disparen otra vez las emisiones de CO2, atenuadas la última década.
Pase lo que pase, el problema ya lo tenemos, porque llevamos dos siglos acumulando emisiones de gases de efecto invernadero (CO2, metano y óxido nitroso), producidos sobre todo (en un 75%) por la actividad humana. Y así, la acumulación de CO2 era ya de 418,46 ppm (partes por millón) el pasado 20 de marzo, frente a 414,34 un año antes. Y esto supone la concentración más alta de CO2 en la atmósfera desde hace… 650.000 millones de años, según advierte la ONU (PNUMA, Programa sobre Medio Ambiente) en su informe “Brecha de emisiones 2020”. Y con esta elevadísima concentración de gases de efecto invernadero, el clima se resiente cada año más, según revela otro informe del PNUMA (ONU): 2020 ha sido uno de los tres años más calurosos de la historia, ha seguido el deshielo ártico y el aumento del nivel del mar (ha subido 10 centímetros desde 1993), se han disparado las inundaciones, tormentas y sequías (afectando a 50 millones de personas en el año 2000) y se han multiplicado los “megaincendios” en Australia, Brasil, Rusia y Estados Unidos.
Pero no se deteriora sólo el clima. La ONU (PNUMA) lanzó el 18 de febrero su primera alerta al mundo este año: nos enfrentamos a una triple emergencia medioambiental, en el terreno del clima (cambio climático), la biodiversidad y la contaminación. Por un lado, la temperatura del Planeta sigue subiendo y a este ritmo, subirá 3 grados a finales de siglo cuando lo máximo compatible con la vida serían 1,5 grados. La segunda emergencia es la pérdida de biodiversidad: más de 1 millón de especies (animales y plantas) de los 8 millones existentes están en peligro de extinción, por las emisiones y el deterioro ambiental. Y la tercera emergencia es la contaminación, de los océanos (está acidificado, porque absorbe el exceso de CO2, con zonas sin oxígeno y un exceso de plásticos), el agua dulce (arrojamos desechos industriales y residuos) y el aire, provocando esta contaminación casi 9 millones de muertes prematuras al año. “Estamos destruyendo el Planeta y la prosperidad de la humanidad está en riesgo”, advirtió el secretario general de la ONU. Y añadió: “Estamos cerca del punto de no retorno. Tenemos que hacer las paces con la naturaleza”.
El problema es que casi todo el mundo reconoce la gravedad del problema medio ambiental, pero hay demasiadas palabras y pocos hechos. Y encima, la pandemia ha paralizado muchos Planes. Con eso llegamos a la 2ª alerta de la ONU, en su informe del 26 de febrero: la mayoría de paises incumplen sus compromisos del Tratado de París, firmado en diciembre de 2015: de los 196 paises que lo firmaron, sólo 75 paises habían presentado la revisión de sus Planes nacionales al 31 de diciembre de 2020, como era obligatorio, según la ONU. Son los 27 paises de la UE y Reino Unido (que han presentado Planes con recortes adicionales), más Rusia y Australia (con nuevos Planes) o Brasil (cuyo Plan carece de objetivos de recortes para 2030) y otros paises menores. Pero no han presentado Planes con recortes adicionales ni EEUU ni China, que suponen juntos el 40% de las emisiones mundiales.
Ya no es sólo que los paises incumplan el compromiso de presentar Planes concretos de recortes de emisiones, sino que muchos paises “hacen publicidad” de que van a conseguir 0 emisiones netas para 2050 pero apenas justifican recortes para 2030. De hecho, 126 paises (que representan el 51% de las emisiones mundiales) han prometido ya emisiones cero para 2050 (y China para 2060), pero la ONU cree que sus promesas de recortes para 2030 “son incongruentes” con conseguir 0 emisiones para 2050. A lo claro: que “venden la imagen” de que va a ser “verdes”, pero no tienen Planes serios para 2030.
La estimación de la ONU es que los recortes prometidos hoy para 2030 son insuficientes, salvo en el caso de la UE-27 (que ha elevado su recorte del 40 al 55%) y el Reino Unido (que lo ha elevado del 53 al 68%). Y que por este camino tan lento en el recorte de emisiones, la temperatura del Planeta alcanzaría el aumento de 1,5º sobre el periodo preindustrial en 2040 (o incluso antes) y no en 2100, que es el objetivo deseable y el firmado en el Acuerdo de París. Por eso, la ONU insiste en que no bastan los recortes prometidos y que hay que ser más ambiciosos, buscar un recorte global de emisiones del -45% (sobre las de 2010) para 2030. Y quedan menos de 10 años para conseguirlo. Por eso, el secretario general de la ONU dice que 2021 es un año crucial: o todos los paises recortan más o será tarde. Y pide que se aceleren los Planes, para aprobarlos en la Cumbre de Glasgow de noviembre de 2021.
La tercera alerta de la ONU, lanzada el 10 de marzo por el PNUMA, es quizás la más preocupante: los billones que los paises están gastando en luchar contra la pandemia y conseguir la recuperación económica van por mal camino, no son inversiones “verdes”. Así, de los 14,6 billones de dólares que han gastado en 2020 los 50 principales paises en ayudas y medidas de reactivación económica, sólo un 18% (368.000 millones de dólares) van en la buena dirección, son inversiones “verdes”, según este estudio realizado por la Universidad de Oxford y el PNUMA (ONU). O sea, que el 82% del gasto que está haciendo el mundo para salir de la pandemia agrava las emisiones y el cambio climático. Tremendo.
En definitiva, que la
mayor movilización de recursos públicos de la historia agrava
la crisis medioambiental del Planeta en lugar de ayudar, porque aumenta
las ayudas al consumo no sostenible, al transporte, al campo o a las energías
fósiles, sin ayudar a cambiar los hábitos de producción y consumo. Según
este estudio de la ONU, sólo el 16%
de estas ayudas mundiales reducen la contaminación del aire y el 84%
restante la aumenta. Y sólo el 3% de las
inversiones reducen la pérdida de ecosistemas, mientras el 97% restante los
deteriora más. La mayor parte de esas inversiones “verdes”, en la buena
dirección, las están haciendo los paises
europeos, con Francia, Alemania, España y Polonia en cabeza. Y el informe
muestra (ver
este cuadro en la página XII) los
paises que deterioran más el medio ambiente con sus inversiones anti-COVID: EEUU,
Rusia, México, Sudáfrica, India e Indonesia, junto a Corea y Canadá.
En resumen, las 3 alertas de la ONU a los paises son preocupantes: el deterioro ambiental aumenta, los recortes de emisiones prometidos son insuficientes y las inversiones millonarias que hacen los paises para salir de la recesión del COVID empeoran más el medio ambiente. El corolario es evidente: hay que ir por otro camino, aprovechar las inversiones y la recuperación para recortar drásticamente las subvenciones a las energías fósiles y producir y consumir de otra manera. La ONU pide a los paises que rehagan sus Planes de recorte de emisiones y sean tres veces más ambiciosos, no sólo en la industria y el automóvil, sino también en el recorte de emisiones del transporte aéreo y marítimo, que quedaron fuera de los recortes de los Acuerdos de París. Y también piden a los paises ricos un mayor esfuerzo, porque el 1% más rico del mundo emite tanto como el 50% más pobre.
Además de pedir un esfuerzo a los paises, especialmente a los del G-20 (“culpables” del 78% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero), la ONU ha pedido un esfuerzo a los ciudadanos del mundo, para que “cambiemos nuestra forma de vivir”, porque calculan que dos tercios de las emisiones mundiales de CO2 están vinculadas a “actividades domésticas”: 20% de emisiones se dan en el ámbito de las viviendas (calefacción y electricidad), otro 20% en el transporte (coches y vuelos) y 20% más en la alimentación (la agricultura y la ganadería provocan muchas emisiones).
Así que ya sabemos lo mal que están las cosas en el medio ambiente y lo poco que hacemos los paises y los ciudadanos. Incluso que la mayor parte de lo que se está gastando para luchar contra la pandemia y la recesión agrava los problemas del Planeta. Es hora de tomárselo en serio, de que paises y ciudadanos tomemos medidas, sin esperar al fin de la pandemia. Porque se acaba el tiempo para actuar.
La hoja de ruta de la ONU es que los paises presenten este año Planes concretos para reconvertir sus economías y su transporte, como ha hecho la Unión Europea y España, con el Plan de recuperación y el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, que contempla 81 medidas, con 4 objetivos intermedios para 2030: reducir las emisiones un 23% (sobre las de 1990), duplicar el consumo de renovables (al 42% del consumo final), duplicar la electricidad 100% renovable (del 37,5% en 2019 al 74% en 2030, con el cierre en 2025 de todas las centrales de carbón) y mejorar la eficiencia energética (un +39,2% para 2030). Y otro objetivo más: que en 2040 sólo se vendan coches 0 emisiones. Todo ello exige, según este Plan, que España destine más de 200.000 millones a inversiones verdes en la próxima década, lo que reportará de 250.000 a 300.000 empleos netos anuales.
Pero además, los ciudadanos tenemos que cambiar nuestra forma de vida, para ayudar a reducir las emisiones y salvar el Planeta. Tenemos que cambiar nuestro transporte, no sólo en las ciudades (con más transporte público y más bicicletas) y comprando más coches híbridos o eléctricos y menos SUV, sino haciendo menos viajes en avión (sustituir los vuelos de menos de una hora por el tren) y reduciendo la velocidad. Es importante también consumir menos energía en casa, con más aislamiento (se va a ayudar la rehabilitación de viviendas con fondos europeos) y menos consumo de electricidad y un aire acondicionado menos fuerte, reciclando al máximo. Y cambiar los hábitos de consumo: comprar más productos de proximidad (no importados), comer menos carne (una fuente de metano y NO2) y no hacer compras innecesarias (consumismo). Y también, estar dispuestos a pagar más impuestos por consumir productos más ecológicos o carburantes sucios: hoy pagamos 16 céntimos menos que la media europea de impuestos por litro de gasolina y 12 céntimos menos por litro de gasóleo, según los datos del Boletín Petrolero europeo.
Hace unos días, miles de jóvenes volvían a manifestarse en 700 ciudades de 60 paises, en los “Fridays for Future”, para pedir a los Gobiernos que “dejen de hacer promesas vacías”, que tomen medidas de verdad para no dejarles un mundo insostenible. Basta ya de palabras: no puede haber más demoras, con la excusa del coronavirus. Hay que enfocar la salida de la crisis y la recuperación “en verde”, los Gobiernos y los ciudadanos. Porque el deterioro ambiental avanza y se acaba el tiempo para frenarlo. Hay que volcarse a tope contra esta peligrosa “pandemia medioambiental”. No hay vacuna. Ni Planeta B.
Aunque muchos pongamos nuestro granito de arena, no conseguiremos nada si los gobiernos no se ponen manos a la obra; y parece que, como en muchas otras cosas, no están por la labor.
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