lunes, 16 de marzo de 2020

Coronavirus: la recesión que viene


El coronavirus no es sólo una pandemia que enferma y mata, también pone en peligro la débil recuperación de la economía mundial y a una Europa que apenas crece. El daño a las economías ya es patente, al impedir la fabricación de muchos productos que venían de China o Corea, y por la incertidumbre, que desploma el consumo y los viajes, provocando el pánico en las Bolsas. El mundo y España decrecerán este año y se podrían perder muchos empleos, sobre todo en el turismo y la hostelería, la automoción, el comercio y el ocio. La duda es cuánto caerá la economía esta año y la intensidad de la recesión, que la Comisión Europea augura ya para Europa, con una caída del -1% o más. Va a depender de la dureza de las medidas que haya que tomar y de la duración de la epidemia (el pico será en abril y luego llegará hasta junio). Dos prioridades son claves: reforzar la sanidad (debilitada por los recortes) e impedir despidos definitivos (sólo temporales), ayudando a las empresas con créditos y flexibilidad. Tenemos que salir vivos y con trabajo de esta pesadilla.

enrique ortega

Antes de hablar de los daños económicos, veamos un balance de la pandemia a que nos enfrentamos. La epidemia se inició en la provincia china de Wuhan, entre el 12 y 19 de diciembre, pero los primeros casos no se reportaron a la OMS hasta el 31 de diciembre. El 9 de enero, China informó del primer muerto por coronavirus. El primer caso en Europa se dio el 25 de enero en Francia, llegando a España el 31 de enero (La Gomera). Y el 11 de marzo, la OMS declara la pandemia, que hoy afecta a 168.000 personas en 144 paises, con 6.500 muertos. España es hoy el 5º país más afectado del mundo (7.989 afectados y 294 muertos), tras China (81.079 casos y 3.228 muertos), Italia (24.747 casos y 1.809 muertos), Irán (13.938 casos y 724 muertos) y Corea del Sur (8.236 casos y 75 muertos). Los expertos indican que si no hacemos nada, el coronavirus contagiará al 60% de la población, aunque el 80% no lo notará o tendrá síntomas leves, el 15% necesitara tratamiento y el 5% restante sufrirá una situación crítica (y el 1-2% morirá). Así que es una pandemia muy seria.


El primer objetivo es ralentizar estos contagios, conseguir que el virus se propague lo más lentamente posible y a lo largo de varios meses, que no se concentre en uno o dos meses, porque eso colapsaría la sanidad, ya que no habría unidades de cuidados intensivos ni medios para atender a ese 5% más grave (sobre todo ancianos y enfermos crónicos). Por eso, las medidas de aislamiento tomadas drásticamente en China y en Italia o España (tarde) pretenden no sólo reducir los contagios sino “espaciar el ritmo”, “repartirlos” más para poder atenderlos. Es lo que explican estas curvas publicadas en la revista científica Lancet, la guía para las autoridades sanitarias de todo el mundo. 


Este es el primer frente de lucha contra el coronavirus, el sanitario, la prioridad indudable, máxime cuando la pasada crisis económica y los recortes han debilitado la sanidad pública en muchos paises, entre ellos España. Baste un dato: Madrid tiene hoy 500.000 habitantes más que en 2008 y  3.300 sanitarios menos. Y lo mismo en la mayoría de autonomías, que necesitan con urgencia personal, instalaciones, camas, respiradores y material. De momento, el Gobierno va a transferir 2.800 millones a las autonomías para reforzar su sanidad y 1.000 millones del Fondo de contingencia para compras y suministros. Es un principio, pero habrá que gastar más y convocar plazas de médicos y sanitarios con urgencia.


El otro gran frente de actuación es la economía, para evitar que el coronavirus nos meta en otra crisis como la de 2008 o peor. Porque la pandemia daña la economía por dos vías. Una, provocando una “crisis de oferta”: vivimos en una economía globalizada y China es “la gran fábrica del mundo”(produce un 30% de las manufacturas mundiales), junto con Corea. Eso afecta a todos los paises que necesitan sus piezas y componentes para fabricar coches, tecnología, informática, medicamentos, maquinaria, material eléctrico, plásticos, productos químicos y ropa, además de frenar las ventas del mundo a China. Nissan ya cerró el viernes su planta de Barcelona y hoy cierran temporalmente las fábricas de Renault en Palencia y Valladolid, la de Seat en Martorell y la de Ford en Almusafes, todas por falta de suministros y por seguridad. La otra vía por la que el coronavirus ataca la economía es el miedo, la incertidumbre, que reduce las ventas y los viajes (la crisis de “demanda), máxime si se ordenan aislamientos o se prohíben vuelos. Y esto afecta ya a casi todas las empresas, que reducen ventas y producción, junto al comercio, y, sobre todo, los hoteles, bares, restaurantes y líneas aéreas (que ya han anunciado múltiples EREs). 


En este ambiente de temor, el dinero y los inversores han entrado en pánico, huyendo de los paises en desarrollo (Latinoamérica, África y Asia), que han perdido más de 30.000 millones de dólares en el último mes y medio, fugados a USA y Europa para invertir en bonos del Estado, lo que puede provocar una crisis en el Tercer Mundo. Y entre tanto, los inversores se han lanzado a vender sus acciones, provocando un desplome en las Bolsas mucho mayor que en 2008: el IBEX 35 han caído un -34,25% desde el máximo del 19 de febrero, lo que supone que los inversores han perdido más de 150.000 millones de euros. Eso frena en seco cualquier inversión, mientras la banca restringe más sus créditos.


Todo esto afecta a todo el mundo, pero España es uno de los paises que puede salir peor parado económicamente por el coronavirus por cuatro razones. La primera, porque somos la 2ª potencia mundial en turismo y vamos a perder muchos de los 83,7 millones de extranjeros que vinieron el año pasado, lo que afectará especialmente a Canarias, Baleares, todo el litoral mediterráneo y Madrid. La segunda, porque España es el 8º productor mundial de coches (13 factorías y 2,82 millones de coches fabricados en 2019), una industria clave para el consumo interno, la exportación (2,3 millones) y el empleo (2 millones), donde ya se han anunciado EREs temporales (Ford, Opel y Nissan).La tercera, porque España es un país muy dependiente de China: hay 160 empresas españolas instaladas allí y es nuestro tercer proveedor mundial (importamos de allí por valor de 29.154 millones, el 9,1% del total), sólo por detrás de Alemania y Francia. Y la cuarta razón, y la más preocupante, porque somos el país europeo con más empleo precario: el 26,10% de los asalariados tienen un contrato temporal y pueden ser “las primeras víctimas laborales” del coronavirus. Y además tenemos una mayor proporción de pymes (98%), más sensibles a la caída de ventas.


De momento, las instituciones económicas internacionales “no se mojan” al valorar los daños económicos del coronavirus. La OCDE dijo el 2 de marzo que podría “reducir a la mitad el crecimiento de la economía mundial en 2020” (del 2,4 anterior al 1,5%). Pero advertía que si la epidemia se propagaba, “Europa y Japón podrían entrar en recesión”. Y el FMI añadió, el 4 de marzo, que los daños “podrían ser más graves que los de la crisis financiera de 2008”, en despidos y caída de la oferta y la demanda, anunciando que va a movilizar un paquete de 45.000 millones de euros para ayudar a los paises pobres y emergentes. En el caso de Europa, el problema es que la economía ya estaba “parada” antes del coronavirus: creció sólo un +0,1% (la UE-28 y la zona euro) en el 4º trimestre de 2019, según Eurostat. Y Alemania y Reino Unido no crecieron nada (+0%), mientras España crecía un 0,5%, Austria, Dinamarca y Suiza sólo un 0,2% y 4 importantes paises decrecían: Francia (-0,1%), Italia (-0,3% sin el coronavirus), Finlandia (-0,7%) y Grecia (-0,7%).


A pesar de este estancamiento europeo a finales de 2019, que ahora el coronavirus transformará en caídas del crecimiento, las autoridades europeas han reaccionado tarde y mal ante la pandemia: se han limitado a un Consejo europeo por videoconferencia (dos horas y media, el 11 de marzo) donde aprobaron un Fondo de ayuda de 25.000 millones, de los que 7.500 saldrán de remanentes del Presupuesto y el resto no se sabe. El viernes, tras el desplome de las Bolsas, subieron el paquete de ayudas a 37.000 millones. Una miseria para una pandemia. Eso sí, cada país aprueba planes por su cuenta: 12.400 millones Alemania (otra miseria), 25.000 millones Italia, 34.000 millones Reino Unido. Y el Banco Central Europeo (BCE), que fue “el bombero” que nos salvó de la crisis de 2008, también ha sido parco esta vez, aprobando la compra extra de 120.000 millones de deuda pública y privada (sólo 10.000 más al mes) y prometiendo más crédito para las empresas, que nunca llega. Así no extrañe que las Bolsas se desplomaran el jueves al ver como el BCE y la UE afrontan la crisis del coronavirus. Y mientras, la Reserva Federal USA anuncia una inyección de liquidez de 1,5 billones de dólares, que se suman a los 50.000 millones  de dólares de un Plan de emergencia presentado por Trump.


En este diletante contexto europeo, España está muy sola para luchar contra la crisis que provoca el coronavirus. El Gobierno ya ha aprobado un primer paquete de medidas económicas, además de la inyección de 3.800 millones para la sanidad. Básicamente, trata de aligerar de costes a las empresas y que tengan liquidez y créditos para no entrar en crisis, ayudando en paralelo a los trabajadores afectados. Primero, se concede una moratoria de 6 meses a las empresas afectadas para que retrasen el pago de impuestos (IVA, IRPF, sociedades…), hasta 30.000 euros por empresa , unos 14.000 millones de euros en total, una importante liquidez para hacer frente a la caída de ingresos. Segundo, una línea de crédito de 400 millones con mínimo interés, del ICO, para las empresas y autónomos del turismo, el transporte y la hostelería. Tercero, para preservar el empleo, se amplían las bonificaciones a la Seguridad Social en los contratos fijos discontinuos para que cubran los contratos de febrero a junio en turismo, comercio y hostelería. Cuarto, se permite que los trabajadores afectados por el aislamiento preventivo se consideren “baja por enfermedad”, lo que les permite cobrar desde el día siguiente el 75% del sueldo con cargo a la SS, no a su empresa. Y además, se conceden 25 millones para atender la pobreza infantil, las familias que ahora no acuden a los comedores escolares (cerrados).


Es un primer paquete de medidas de urgencia, al que seguirá otro que se está negociando con empresas y sindicatos. Básicamente, se trata de facilitar los expedientes de regulación de empleo temporales, para que las empresas puedan aligerar plantillas y gastos por unos meses y los trabajadores cobrar el sueldo sin consumir paro. Además, se estudian medidas específicas para el turismo (flexibilización de los slots o reservas de tiempo de las compañías aéreas y ayudas y créditos a hoteles), junto a ayudas a las familias que han tenido que reducir horarios (e ingresos) o gastar en cuidar a sus hijos por el cierre de colegios. ”No vamos a escatimar recursos. Haremos lo que haga falta”, dijo el jueves el presidente Sánchez.


¿Será suficiente? ¿Entraremos en otra crisis? Va a depender no sólo de las medidas de ayuda que se tomen, sino de dos factores más. Uno, la intensidad de las medidas que se impongan para atajar la pandemia. Si se aíslan las ciudades y se cierra todo, salvo supermercados, farmacias y gasolineras (como en Italia), con el estado de alarma” (necesario), los daños económicos serán mucho más cuantiosos. Y el otro factor clave será la duración de la pandemia. Según la curva que manejan los expertos, el "pico" del contagio podría alcanzarse hacia el 15 de abril y el final de los contagios a finales de junio. De ser así, demos por perdida la Semana Santa (clave) y buena parte de las reservas turísticas del verano, mientras serán muchas las empresas que no podrán aguantar tantos meses de caída de ventas. Estaríamos hablando de dos trimestres de caída de la actividad ("recesión") y un año 2020 donde no creceríamos nada o incluso decreceríamos y se perdería empleo, algo que no sucede desde 2014. La Comisión Europea acaba de reconocer que Europa entrará en recesión en 2020 y que la caída puede ser del -1% o incluso más, según las medidas que se tomen para reducir los daños. Hoy se reúne el Eurogrupo (ministros economía UE) para ver si hacen algo más a nivel europeo. De eso va a depender también que entremos en otra crisis como la de 2008 o peor.


Lo importante es salvar vidas y salvar empleos. Deben ser los dos objetivos de todos. Y por eso, las empresas y los sindicatos deben pactar con el Gobierno medidas para salvar empresas y empleos, evitar que alguien utilice el coronavirus para “limpiar plantillas”. En eso hay que ser inflexible, con ayuda de la Inspección de trabajo. Y en paralelo, todos los partidos deberían pactar un aumento del gasto y admitir que no se va a poder cumplir con el déficit que exige Bruselas. Hay que gastar lo que haga falta para salvar vidas y empleos, diga lo que diga la UE. “Europa sabe que no puede volver a cometer los errores del pasado (austeridad) que tanto perjudicaron a nuestras economías (...). Nosotros vamos a movilizar todo lo que tengamos a nuestro alcance. Haremos lo que haga falta”, dijo el jueves Pedro Sánchez. Y hay que apoyarle ante Bruselas. Para ello, haría falta pactar y aprobar cuando antes un Presupuesto extraordinario para 2020, “el Presupuesto del coronavirus”. Urge.


Mientras tanto, debemos luchar juntos contra el coronavirus, quedándonos en casa. Y podremos ver cada día si tenemos éxito. Empezaremos a ganar esta guerra cuando el ritmo de contagios baje, el gran objetivo que se busca: que baje la cifra de nuevos contagios. El 5 de marzo aumentaron en +37 (+18%), el día 6 en +104 (+39%), el lunes 9  en +410 (+69%), el jueves 12 en +810 (+27%), el viernes 13 en +1.259 (+43%), el sábado 14 en +1.519 (+36%) y ayer domingo 20 en +2.000 nuevos (+35%). Van a seguir subiendo, pero algún día empezarán a bajar y veremos sentido a todo este sacrificio. Busque cada día el dato oficial, que publica esta web de Sanidad hacia las 14 horas. Y calcule el porcentaje de aumento de contagios (nuevos contagios/contagios de ayer). Este porcentaje ha de ser nuestra guía, nuestra obsesión. Tardará, pero bajará.


Para acabar, unas reflexiones que vienen a cuento. La primera, que el coronavirus nos  demuestra que somos muy vulnerables, que nuestra vida y nuestro trabajo se pueden “poner patas arriba” en unos días, sin que podamos controlarlo apenas, así que quizás sería bueno que revisáramos nuestras prioridades vitales. La segunda, que el Estado, tan denostado por muchos “liberales de pacotilla”, nos hace mucha falta y es la única garantía que de verdad tenemos para mantener la actividad y hasta la vida. Tercera, que la salud es lo primero y nunca más deberíamos permitir recortes sanitarios. Y cuarto, que emergencias como esta se pueden repetir y no estamos preparados, ni con medios, ni con investigadores ni con recursos, lo que obligaría a crear un Fondo de contingencia para emergencias, reservas estratégicas y protocolos claros, para no volver a improvisar en futuras crisis.


Y dicho todo esto, tranquilos: vamos a salir de esta pesadilla, aunque estaremos mal unos meses. Insisto: lo importante es salir vivos y con trabajo.

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