lunes, 29 de julio de 2013

Carburantes: otro verano con precios récord


Nueva Operación Salida esta semana y nueva subida prevista de los carburantes, que llevan subiendo desde finales de junio. Se repetirá así la historia del verano 2012, cuando los carburantes batieron en agosto su récord histórico: 1,52 euros el litro de gasolina. Y todo porque el sector petrolero sigue sin competencia, dominado por un triopolio (Repsol, Cepsa y BP) que controla el 73% del mercado y el 80% de las gasolineras. El Gobierno les ha abierto  en mayo otro expediente por falta de competencia, que se suma al de marzo por el “efecto lunes”: bajan precios para quedar bien en las estadísticas que mandan a Bruselas y los suben el martes. La reforma aprobada por el Gobierno en febrero para abrir el mercado y forzar la competencia tardará en surtir efectos (limitados). Mientras, hacen falta multas ejemplares para que no abusen de su poder a costa de nuestros bolsillos.
enrique ortega

Se repite la historia del año pasado con los carburantes: en junio, estuvieron bajando todo el mes, hasta que subieron la última semana, para aprovechar la primera Operación Salida de las vacaciones, con lo que dispararon el IPC. Y en julio han seguido al alza (+2,1% la gasolina y +2,4% el gasóleo), con precios más altos que hace un año (+9,27% gasolina y +7,15% el gasóleo), a la espera de una segunda fase de la Operación Salida del verano, donde Tráfico espera 80 millones de desplazamientos, dos millones más que el verano pasado. Y así, podemos esperar que, a finales de agosto, coincidiendo con la vuelta de vacaciones, volvamos a ver precios récords, como en agosto de 2012, cuando la gasolina alcanzó los 1,522 euros por litro y el gasóleo 1,450 euros.

A más demanda, las petroleras aprovechan para subir los precios, que también suben en los mercados internacionales de carburantes. Y eso, básicamente, porque no hay competencia. La Comisión Nacional de la Competencia (CNC) abrió, a finales de mayo, una investigación a las petroleras (incluso con registros sorpresa en sus oficinas, que se han repetido a finales de julio) por “posibles prácticas restrictivas de la competencia”, para intentar demostrar posibles acuerdos para fijar precios. Además, la Comisión Nacional de la Energía (CNE) les abrió en marzo otro expediente por el “efecto lunes: acordar bajar precios el lunes, día que se envían a Bruselas, para subirlos el martes, una práctica comprobada desde el verano pasado (ahora es el "efecto viernes", día que Repsol baja los carburantes y muchos le siguen). Y como tercer frente, la CNE investiga a las gasolineras de Aragón, País Vasco y Rioja (las tres únicas autonomías sin “céntimo sanitario”) porque están aprovechando su menor fiscalidad para subir precios.

El problema de fondo es que en el sector petrolero español, liberalizado hace 15 años, hay poca competencia y está dominado por tres empresas : Repsol, Cepsa (controlada por IPIC, la empresa estatal de Abu Dabi) y la británica BP. Un triopolio que controla toda la cadena del  negocio, desde la compra internacional de crudo y carburantes, el refino (las 9 refinerías que hay en España son suyas, mientras en otros países hay entre 5 y 10 operadores refinando), el almacenaje, transporte y distribución (tienen el 29,15% de CLH, la antigua CAMPSA y controlan la logística) y, sobre todo, la venta en gasolineras: controlan el 73% de la venta de carburantes (45% Repsol, 16% Cepsa y 12% BP), aunque en la mayoría de provincias (Madrid incluida) superan el 80% del mercado con gasolineras propias o abanderadas. Un poder que contrasta con el de las grandes petroleras en Francia (50% mercado) o Italia (31%).

Y gracias a este poder, el triopolio es capaz de adelantar o retrasar compras de carburantes, establecer cuellos de botella en la logística que perjudiquen a la competencia y forzar a las gasolineras a pactar precios (a cambio de mejores comisiones), como denuncia un detallado informe de la CNC, que ya les impuso en 2009 una multa de 7,9 millones por pactar precios.

El resultado de este enorme control del mercado por las tres hermanas es que sus márgenes son más elevados que en Europa. El precio de los carburantes se compone de tres partes: coste del petróleo o carburantes en el mercado internacional (para España, en Rotterdam y Génova), los impuestos y el margen bruto, que incluye los costes del transporte, almacenamiento, distribución y comercialización (venta en gasolineras). Y resulta que el coste de los carburantes sin impuestos es más alto en España que en la media de Europa: +4,4 céntimos por litro la gasolina y +2,7 céntimos el gasóleo. Y eso se debe a que las petroleras en España tienen más margen, bien porque tienen más costes (menos eficiencia) o más beneficios o las dos cosas.

De hecho, España es el país europeo donde las petroleras han aumentado más sus márgenes brutos con la crisis, entre 2007 y 2010: un 21% en el gasóleo (80% ventas) frente al 16% en Francia, 9% en Italia, 7% en Reino Unido o 5% en Alemania, según la CNC. Otro dato revelador. En 2006, el margen bruto de los carburantes era 16 pesetas litro (9,68 céntimos de euro), que se repartían a medias entre petroleras y gasolineras. En 2012, este margen bruto es de 27 pesetas (16,22 céntimos), que ahora van un tercio a la gasolinera (5,4 céntimos litro) y dos tercios a las petroleras (10,8 céntimos litro), aunque ellas dicen que la mayor parte son costes (financieros, transporte, almacenamiento y distribución) y que sólo ganan entre 1 y 1,5 céntimos por litro.

Al final, aunque el margen de las petroleras es mayor en España, los usuarios pagamos los carburantes más baratos que la mayoría de europeos (13,2 céntimos/litro más barata la gasolina y 8,3 céntimos litro más barato el gasóleo que la media UE-28) .Y eso, porque pagamos menos impuestos, aunque ya suponen la mitad del precio de la gasolina (49,89% frente al 55% en UE) y algo menos en el gasóleo (45.08% frente al 50% en UE). Y eso, por la fuerte subida de impuestos a los carburantes desde 2009, nada menos que 18 céntimos por litro, debido a la subida de los impuestos especiales (2009), dos subidas del IVA (la última, en septiembre 2012, supuso 3,5/3,6 céntimos por litro), las subidas del céntimo sanitario en once autonomías (+2.2/2,5 céntimos litro sólo en 2012) y la subida en enero 2013 de la fiscalidad a los biocarburantes (+2,4/+2,6 céntimos litro gasolina/gasóleo).

Ahora, la Comisión Europea presiona a España para que suba aún más estos impuestos y los ponga “a nivel europeo”, para lo que Rajoy tiene de plazo hasta marzo de 2014. Eso supondría una subida del 9% para la gasolina (12 céntimos litro) y 6% para el gasóleo (9 céntimos litro), lo que sería la puntilla al transporte profesional y al consumo de carburantes, que en 2012 ya bajó a niveles de 2002. Por ello, el Gobierno quiere, antes de subir impuestos, forzar a las petroleras a bajar sus márgenes, para lo que aprobó una reforma en febrero en dos frentes. Por un lado, limitar el poder de las grandes petroleras: les prohíben recomendar precios a las gasolineras, les obligan a revisar y acortar los contratos con ellas (de 5 años a 1), no podrán abrir nuevas donde tengan más del 30% de mercado y se revisará el funcionamiento de CLH y el mercado mayorista. Por otro, se facilita que otras empresas abran gasolineras en centros comerciales, polígonos industriales y cooperativas, para fomentar la competencia.

Las medidas están bien, pero tardarán años en surtir un efecto limitado, quitando al triopolio sólo entre un 5 y un 10% del mercado (como mucho). Por eso, debe irse a fondo en las investigaciones y los expedientes, con multas ejemplares que limiten los abusos de las petroleras. Y en paralelo, hay que mantener las ayudas (Plan PIVE)  para cambiar de coche (un 40% del parque tiene más de 10 años y consumen un 15% más) y fomentar el transporte por tren y barco (en España, un 83% de las mercancías van por camión, frente al 45% en la UE), para reducir el consumo y la factura de los carburantes. Porque, con mayores o menores márgenes (al final, se podrían ganar sólo unos 5 céntimos por litro, el chocolate del loro), llenar el depósito será cada vez más caro. Por el petróleo y por los impuestos, márgenes aparte.

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