La compañía irlandesa Ryanair no es una aerolínea cualquiera: se ha convertido en la compañía aérea líder en Europa y en España, donde este año transportará 62 millones de viajeros (el 20% del tráfico previsto). La clave de su éxito han sido las ofertas “low cost”, los billetes superbaratos y el volar a nuevos destinos, pequeñas ciudades europeas que ha puesto en el mapa de vuelos, entre ellas muchas ciudades españoles, para lo que “fuerza” (“negocia”) que autonomías y Ayuntamientos les subvencionen por volar allí (cobrando por hacer publicidad de destinos en su Web, revistas y aviones: Cantabria pagó 18 millones a Ryanair por promocionarla turísticamente). Al final, la esencia de su negocio no es el billete básico, sino cobrar un extra por servicios complementarios que suponen un tercio de sus ingresos: facturación y equipaje de cabina, asiento y prioridad, ventas a bordo y rifas, comisiones a terceros (hoteles, coches de alquiler, seguros), programas de fidelidad y tarjetas regalo. Así consigue Ryanair ofrecer billetes baratos y tener enormes beneficios: 1.324 millones en 2023 (+429 que en 2019) y 1.920 en 2024 (+34%). Y 2.540 millones entre abril y septiembre de 2025 (+42%)…
lunes, 3 de noviembre de 2025
Los aeropuertos y el "chantaje" de Ryanair
El último capitulo de esta increíble historia
sucedió el 8 de octubre: el comisario europeo de Transportes abrió expediente
a España por multar a Ryanair y 4 aerolíneas más por cobrar el
equipaje de mano. Esa multa (179 millones), la acordó el Gobierno en
noviembre y en febrero de 2025, Ryanair llamó “loco comunista” y “payaso”
al ministro de Consumo (sacándole 2 fotos disfrazado). Antes, en enero,
había suprimido 800.000 plazas en España, otro millón en verano y
1,2 millones más en octubre, junto al cierre de vuelos en Vigo,
Tenerife norte, Jerez, Valladolid y Asturias, más el posible de Almería,
Vitoria, Zaragoza, Murcia, Santander o Reus. Su “excusa” (mientras gana 2.540 millones), la subida de
tarifas aeroportuarias para 2026: El Gobierno lo llama “chantaje”
y recuerda que esas tasas llevan congeladas desde 2015 y que son
menores al resto de Europa. Ahora, propone subirlas (+0,69 céntimos/viajero)
para modernizar nuestros aeropuertos, los cuartos con
más tráfico del mundo. Esta “guerra”, que nos afecta mucho, sigue
ahora en los Tribunales (europeos y españoles). Ryanair, la aerolínea líder en España y Europa, presiona contra subida tasas aeroportuarias
La compañía irlandesa Ryanair no es una aerolínea cualquiera: se ha convertido en la compañía aérea líder en Europa y en España, donde este año transportará 62 millones de viajeros (el 20% del tráfico previsto). La clave de su éxito han sido las ofertas “low cost”, los billetes superbaratos y el volar a nuevos destinos, pequeñas ciudades europeas que ha puesto en el mapa de vuelos, entre ellas muchas ciudades españoles, para lo que “fuerza” (“negocia”) que autonomías y Ayuntamientos les subvencionen por volar allí (cobrando por hacer publicidad de destinos en su Web, revistas y aviones: Cantabria pagó 18 millones a Ryanair por promocionarla turísticamente). Al final, la esencia de su negocio no es el billete básico, sino cobrar un extra por servicios complementarios que suponen un tercio de sus ingresos: facturación y equipaje de cabina, asiento y prioridad, ventas a bordo y rifas, comisiones a terceros (hoteles, coches de alquiler, seguros), programas de fidelidad y tarjetas regalo. Así consigue Ryanair ofrecer billetes baratos y tener enormes beneficios: 1.324 millones en 2023 (+429 que en 2019) y 1.920 en 2024 (+34%). Y 2.540 millones entre abril y septiembre de 2025 (+42%)…
Ryanair fue la primera compañía “low cost” que abrió el
camino de cobrar por el equipaje de mano en cabina, en 2018,
restringiendo cada vez más los tamaños de las maletas de mano y cobrando más
por casi todo lo que no es el billete básico. Eso ha provocado las quejas de
los usuarios y multiplicado las reclamaciones
de asociaciones de consumidores, en vano. Hasta que en noviembre de 2024,
el ministro de Consumo, Pablo Bustinduy (de Sumar) decidió imponer
una multa millonaria (179 millones) a Ryanair (107,7
millones) y otras cuatro aerolíneas low cost (Vueling, EasyJet), Volotea
y Norwegian), por cobro injustificado de equipajes de mano y otros conceptos,
apoyándose en la Ley de navegación aérea de España y en las resoluciones de
2014 del Tribunal Europeo de Justicia.
Ryanair reclamó la multa a la Audiencia Nacional y ante
Bruselas. Y en paralelo, inició su particular “guerra” contra
el Gobierno español y contra el ministro Bustinduy, recortando sus
servicios. En enero de 2025, anunció el recorte
de 800.000 plazas en España para el verano, saliendo además de los
aeropuertos de Jerez y Valladolid. Y su consejero delegado (el
histriónico Michael
O`Leary) convocó una rueda de prensa en Bruselas donde acusó al ministro de Consumo español de
“loco
comunista”. En febrero, esta vez en Madrid, le
llamó “payaso”, fotografiándose al lado de dos muñecos a tamaño
natural de Bustinduy disfrazado de payaso (ver
foto)… Y después siguió con su presión: en septiembre anunciaron otro
recorte de 1 millón de plazas, junto al cierre de sus bases en Vigo,
Tenerife Norte y Asturias. Y en octubre anunciaron el recorte
adicional de 1,2 millones plazas para el verano de 2026, junto al cierre de
sus operaciones en más aeropuertos, que podrían ser Almería, Vitoria, Zaragoza,
Murcia, Santander y Reus.
El Gobierno español ha reaccionado a estas presiones (e
insultos) señalando que es un “chantaje” : es la palabra que han usado el
ministro Bustinduy, el
ministro de Transportes, y el
consejero-delegado de AENA (51% pública y el resto inversores en Bolsa), la
empresa estatal que gestiona los aeropuertos españoles. Y el
ministro de Consumo recordó en febrero, tras los insultos, que Ryanair
tiene “un estilo comunicativo de bastante mal gusto y de bastante mala
educación” y que es “una aerolínea muy conocida por “un estilo y una
lógica de chantaje y extorsión”… En el fondo, según Aena, lo que
pretende Ryanair es presionar a España para que no suba
las tasas aeroportuarias en 2026. Incluso, Ryanair
pide que AENA las baje hasta un 50% en los pequeños aeropuertos,
argumentando que “están vacíos”.
En esta petición de Ryanair para congelar las
tarifas en 2026 se
le ha sumado el PP, “olvidando” que el Gobierno Rajoy aprobó en
2014 la actual congelación de tarifas aeroportuarias, que ha
regido desde 2015 a 2025, y la norma que obligaba a revisarlas para 2026, según recuerda AENA. De hecho, estas tarifas han tenido una bajada nominal
del -7% entre 2015 y 2024, según
AENA. Y si tenemos en cuenta la subida de la inflación estos años, las
compañías aéreas han tenido una bajada real de tarifas aeroportuarias en España
del -31,2%, según
AENA. Eso sí, entre el 1 de julio de 2021 y el 1 de julio de 2023, las
compañías aéreas nos han subido el billete de avión a los viajeros un +64%,
según
Consumo: de 122 euros de media a 200 euros.
Tras este año de “guerra” y "chantaje" de
Ryanair al Gobierno, la sorpresa saltó en Bruselas el 8 de octubre: el
comisario de Transportes europeo, el griego Apostolos Tzitzikostas (Nueva
Democracia, integrada en el PP europeo) dio
la razón a Ryanair (con cuyo consejero delegado se reunió en
Bruselas, antes que con Bustinduy): las aerolíneas tienen “libertad”
para fijar precios por el equipaje de mano. Y abrió un procedimiento
de infracción a España, que podría ser llevada por la Comisión Europea
al Tribunal de Justicia de la UE, argumentando que “infringe la
normativa comunitaria”. El
ministro Bustinduy lamenta que Bruselas “se haya puesto al lado de las
multinacionales”, una crítica que comparte la Organización Europea de
Consumidores. Y España contempla mantener las multas y acudir también al
Tribunal de Justicia europeo de Luxemburgo.
Mientras la guerra del Gobierno con Ryanair continúa, AENA
no cede al “chantaje” y el 1 de enero de 2026 subirá
las tarifas aeroportuarias que recauda en los 46 aeropuertos españoles
que gestiona. Primero, argumenta, para cumplir la Ley 18/2014 del
Gobierno Rajoy, que fijaba una congelación de tarifas entre 2015 y 2025 para
“ajustarlas” en 2026” (Dora II). La decisión de AENA ha sido subirlas un +6,62%
en 2026, lo que supone un aumento de tasas de 68 céntimos por viajero:
de 10,35 euros de media en 2025 a 11,03 euros en 2026.
AENA justifica esta subida de tasas aeroportuarios,
además de que han estado congeladas, en otras dos razones: son más bajas que
en el resto de Europa y estos mayores ingresos hacen falta para
financiar la modernización futura de los aeropuertos españoles. Respecto a la comparativa
de tarifas, un análisis de El País demuestra que, aún con la subida de
2026, los aeropuertos españoles tendrán tasas más bajas que la mayoría de
los europeos: en Madrid-Barajas se pagará 13,39 euros/pasajero
al Espacio Aéreo Europeo, EEE (18,96 euros/pasajero al resto de destinos) y Barcelona-el
Prat 12,47 y 15,26 euros, mientras en Frankfort cobran 24,85 (EEE) y
26,29 euros/viajero, Roma 17,52 y 24,89 euros, Ámsterdam 31,26
euros, París 11 euros más IVA en vuelos interiores y 27,88 euros en
vuelos internacionales, Lisboa 16,32 euros vuelos interiores y 27,47
euros en los vuelos internacionales… Y en los aeropuertos pequeños, la tasa
será mucho menor: en Santiago, por ejemplo, 4,74 euros por pasajero en
vuelos europeos y 7,11 euros en los internacionales. Y en Valladolid,
2,22 euros y 3,35 euros.
El otro argumento de AENA para la subida de tasas es
que los aeropuertos españoles necesitan ampliarse y modernizarse,
porque “empieza a estar la cosa apretada”, en palabras de su consejero
delegado. Es una forma fina de decir que los aeropuertos españoles están a
rebosar de viajeros, como hemos visto este verano en cualquiera de ellos. Los
datos de IATA lo corroboran: en 1999, España recibía o emitía 129
millones de pasajeros, el doble en 2019 (275 millones), se movieron 309
millones en 2024 y esperan 320 millones de viajeros en 2025, 2,5
veces más que al inicio del siglo. Y España era en agosto
(241 millones de pasajeros transportados) el 4º país del mundo con más
tráfico aéreo, tras EEUU (876 millones), China (711) y Reino
Unido (261). Y aunque India (241 millones) nos superará a fin de
año, la previsión es que
España se mantenga en el Top 5 aéreo mundial en
los próximos 20 años, gracias al turismo y al desarrollo económico.
Esto exige que España “se ponga las pilas” y amplíe y
modernice sus aeropuertos, para afrontar esta tremenda demanda. Por
ello, el
propio presidente Sánchez presentó en Alicante, el pasado 18 de septiembre,
el Plan
de inversiones en aeropuertos 2027-2031, que prevé gastar 12.888
millones en la red española, sin destinar ni un euro de los
Presupuestos: 9.991 millones son inversiones “reguladas” que saldrán
de las tasas aeroportuarias y el resto de inversiones están asociadas a
la actividad comercial (tiendas, aparcamientos y otros ingresos). La idea es
proponer al sector aeroportuario un calendario de subida de tasas para 2027-31
(DORA III), para que las aerolíneas y otros implicados den su opinión y se
puedan aprobar de aquí a un año, para que todos puedan planificar a medio
plazo.
Este Plan de inversiones aeroportuarias tiene
3 prioridades: atender el aumento esperado del tráfico aéreo
(especialmente acuciante en los aeropuertos de grandes capitales y ciudades
turísticas), mejorar la experiencia de los usuarios (evitar tantas colas y
pérdidas de tiempo) y hacer que el sector aéreo sea ambientalmente más
sostenible. Las
grandes inversiones se van a concentrar en Madrid-Barajas (2.400
millones este quinquenio y hasta 4.000 millones en total), Barcelona-el Prat
(3.200 millones) y otros 11 aeropuertos, sobre todo los dos de
Tenerife, el de Lanzarote, Alicante, Málaga, Valencia, Bilbao e Ibiza. El
objetivo es que los futuros aeropuertos ayuden no sólo a mejorar el tráfico
aéreo sino que
sean un motor del turismo, el crecimiento económico y el empleo: la
mejora de un 10% en la conectividad aérea se traduce en un aumento del 0,5% en
el PIB per cápita…
Así que estamos en medio de una “guerra” entre
Ryanair y el Gobierno/AENA/consumidores y en un momento crucial
para el futuro del tráfico aéreo en España, donde nos jugamos seguir
siendo el líder mundial del turismo y parte del crecimiento económico, además
de ser una potencia en el tráfico aéreo mundial. Un futuro que debería
llevarnos a dos reflexiones. Una, si
debemos apostar por traer más turistas cada año, una vez que
rondemos este año los 100 millones de turistas, un récord difícilmente
sostenible (social y medioambientalmente), que está detrás del auge de los
pisos turísticos y del precio disparado de los alquileres (cuando un
propietario le saca 400 euros diarios a un piso para turistas, resulta difícil
pedirle que lo alquile a una familia por menos de 1.000 euros al mes…). Y la
otra, si
tantos vuelos actuales y futuros son ambientalmente
sostenibles, si no contribuyen a la crisis climática.
Los ecologistas insisten en que las emisiones de CO2
provocaban por el tráfico aéreo han pasado de ser el 2,3% del total al 7% en
2023, aunque AENA rebaja las emisiones a menos del 3%. Y Ecologistas en Acción denuncia
que ya hoy España es el 2º país europeo cuyo transporte aéreo emite más Cos
(22,7 millones de Tm en 2024) y que ampliar
los 13 aeropuertos previstos supondrá aumentar las emisiones entre un 30 y un
35%. Enfrente, AENA replica que el Plan de inversiones
destina 1.500 millones a la sostenibilidad ambiental:
electrificación de flotas, modernización energética de terminales,
más renovables y colaboración con aerolíneas para uso de
combustibles menos contaminantes. Al final, el Plan
aeroportuario presentado por AENA pretende conseguir que el sector aeroportuario
tenga emisiones
cero en 2030, 20 años antes que el resto de la economía.
En este camino por un transporte aéreo menos contaminante,
una medida fundamental es reducir los vuelos cortos, que se pueden sustituir
por el tren (o el coche híbrido o eléctrico). El país
pionero fue Francia, que en junio de 2023 aprobó formalmente la
prohibición de los vuelos a corta distancia cuando existiera la alternativa
de un tren que tardara menos de 2 horas y media. Pero dos años después, no
parece que la medida sea muy efectiva. Otros
paises europeos, como Austria, Suecia, Noruega y Paises Bajos han
tomado o estudian medidas similares, mientras la Comisión Europea no se
pronuncia. En España, la medida está incluida en la nueva
Ley de Movilidad, recién aprobada en el Congreso (con la abstención
de Podemos y el voto en contra de PP, Vox y UPN). Propone limitar los
vuelos cortos cuando haya un tren que tarde menos de 2 horas y media.
Eso afectaría hoy sólo a 3 vuelos: Madrid-Valencia (1 hora
y 49 minutos), Madrid-Alicante (2 horas y 17) y Madrid-Barcelona
(2 horas y 29). Pero si Renfe, Ouigo e Iryo rebajan algo tiempos, podría
afectar también a los vuelos Madrid-Sevilla (hoy 2 horas y 33
minutos en AVE) y Madrid-Málaga (2 horas y 42). Pero no se sabe cómo la
Ley podría limitar en la práctica estos vuelos cortos…
En resumen, que cada vez hay más “fiebre
por volar”, en el mundo y en España, aunque algunas aerolíneas “low
cost” lo aprovechen para ofrecernos vuelos baratos y luego tratar de cobrar por
el equipaje y lo que puedan, de momento con el respaldo de Bruselas. Y que en
el futuro, volar será más caro, porque subirán las tasas y habrá más
demanda, lo que obliga a unas inversiones millonarias en nuestros aeropuertos
más saturados. Pero ojo: algún día habrá que poner coto a esta locura
de un
despegue o aterrizaje cada 12 segundos en España…No puede
ser sostenible, ni para el bolsillo ni para el Planeta. Ojo a esta otra
burbuja.
La compañía irlandesa Ryanair no es una aerolínea cualquiera: se ha convertido en la compañía aérea líder en Europa y en España, donde este año transportará 62 millones de viajeros (el 20% del tráfico previsto). La clave de su éxito han sido las ofertas “low cost”, los billetes superbaratos y el volar a nuevos destinos, pequeñas ciudades europeas que ha puesto en el mapa de vuelos, entre ellas muchas ciudades españoles, para lo que “fuerza” (“negocia”) que autonomías y Ayuntamientos les subvencionen por volar allí (cobrando por hacer publicidad de destinos en su Web, revistas y aviones: Cantabria pagó 18 millones a Ryanair por promocionarla turísticamente). Al final, la esencia de su negocio no es el billete básico, sino cobrar un extra por servicios complementarios que suponen un tercio de sus ingresos: facturación y equipaje de cabina, asiento y prioridad, ventas a bordo y rifas, comisiones a terceros (hoteles, coches de alquiler, seguros), programas de fidelidad y tarjetas regalo. Así consigue Ryanair ofrecer billetes baratos y tener enormes beneficios: 1.324 millones en 2023 (+429 que en 2019) y 1.920 en 2024 (+34%). Y 2.540 millones entre abril y septiembre de 2025 (+42%)…
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