lunes, 19 de mayo de 2025

La inversión despierta (lentamente)

La economía sigue creciendo, un +0,6% en el primer trimestre, el doble que Europa. La novedad es que la inversión, uno de los motores del crecimiento, lleva dos trimestres creciendo más que el consumo y las exportaciones, tras varios años languideciendo. Pero todavía está débil y se invierte casi lo mismo que en 2019 si descontamos la inflación. La inversión pública se ha recuperado, pero la inversión privada (el 90% del total) es todavía menor a la de antes de la pandemia. Las empresas han mejorado sus ventas y beneficios, pero los destinan a devolver deuda, pagar dividendos y comprar acciones propias y ajenas, no a invertir más. Un problema que afecta a la inversión en toda Europa y tiene que ver con la incertidumbre política, la fiscalidad y la regulación o la falta de financiación (el ahorro se escapa a otros paises), a pesar de los Fondos europeos. Hay que reanimar la inversión privada, en España y en Europa, porque es el cimiento del crecimiento y empleo futuros.

                             Enrique Ortega

España ha crecido más que el conjunto de Europa en 2021 (+6,7% frente a +6,3%), 2022 (+6,2% frente a +3,5%), 2023 (+2,7% frente a +0,4%) y 2024 (+3,2% frente a +0,9%), empujada por el consumo público (ayudas y gasto estatal tras la pandemia), el consumo privado y el turismo (apoyados por la inmigración) y las exportaciones. En el primer trimestre de 2025, la economía española  siguió creciendo, un +0,6%, el doble que en Europa, pero con un cambio, según el INE: lo que más creció (+1,1%) fue la inversión, como en el 4º trimestre de 2024 (+3,5%), más que el consumo público y privado y que las exportaciones, los otros tres motores del crecimiento. Por eso, los expertos destacan que la inversión “despierta” en España, tras bajadas y mínimos crecimientos tras la pandemia.

De hecho, la inversión total alcanzó los 306.748 millones de euros en 2024, un 20,6% más que en 2019, antes de la pandemia (254.566 millones de euros, según el INE). La inversión total creció en 2021, 2022, 2023 y 2024, pero si descontamos la inflación de estos años, el crecimiento real de la inversión en España ha sido sólo del +0,6% entre 2019 y 2024, según el informe de la Fundación BBVA e Ivie. Y además, la inversión ha perdido peso en la economía, como motor del crecimiento, mientras lo ganaban el consumo público, el privado y las exportaciones. Así, de aportar el 20,3% del PIB en 2019 ha pasado a aportar el 19,5% en 2024 (mientras en la zona euro, la inversión aporta el 21,5% del PIB).

En definitiva, que la inversión se ha estancado en términos reales y aporta menos al crecimiento que antes de la pandemia. Pero el dato encubre una diferencia. Una parte de la inversión, la inversión pública (34.868 millones en 2024), ha crecido un +40% entre 2019 y 2024, por el mayor gasto realizado por el Estado, autonomías y Ayuntamientos, en Sanidad, ayudas y servicios públicos. Y la otra parte, la inversión privada (271.879 millones en 2024,  el 90% de toda la inversión) ha caído un -3,5% entre 2019 y 2024, en términos reales (descontando la inflación), según el estudio de la Fundación BBVA e Ivie. Así que si la inversión ha ayudado poco al crecimiento de estos años, menos ha ayudado la inversión privada, que es 8.200 millones inferior a la de 2019.

Además de caer la inversión privada en España, en términos reales, tiene una serie de problemas de fondo. Primero, que la mayoría de las nuevas inversiones (el 75% del nuevo capital) se han destinado a reponer la depreciación de la inversión, con lo que sólo un 25% de lo invertido aumenta la inversión neta y el “stock” de capital apenas crece (+1,4% en 2024). El 2º problema es la composición de la inversión: en España tiene un gran peso la inversión inmobiliaria (polígonos industriales, locales, oficinas, suelo…) y poco peso la inversión en tecnología e innovación, con más peso en otros paises europeos. Y el tercer problema es la poca utilización del capital disponible: la inversión en infraestructuras, construcción, equipos y otros activos sólo se utiliza en un 81,8%. Y así, por ejemplo, no se aprovecha el 23,1% de la capacidad instalada en la industria, frente al 19,5% de no utilización en la UE-27 o el 16,6% en Alemania, lo que limita la capacidad de crecimiento del país.

Además, tenemos otro problema de fondo con la inversión pública en infraestructuras: pese a los avances de los últimos años, la inversión en infraestructuras no ha conseguido recuperar los recortes impuestos por Bruselas entre 2010 y 2015. Así, la inversión española en infraestructuras estaba en 2024 un 17,6% por debajo de la de 1995 y un -63% por debajo a la de 2009, en términos reales, según el informe de la Fundación BBVA e Ivie, que llama la atención sobre dos inversiones claves. Una, la inversión en infraestructuras hidráulicas, que es un -42% inferior en 2024 a la de 1995, lo que “explica” la falta de preparación del país ante una Dana como la de Valencia… Y la otra, la inversión en infraestructuras ferroviarias, que ha caído un -35% entre 2019 y 2024, lo que explica los numerosos problemas que sufre la red ferroviaria española, por la que circulan un 72% más trenes que en 2019.

En definitiva, que la inversión lleva años estancada, sobre todo por la caída en la inversión privada tras la pandemia: la inversión “productiva” (excluyendo la inversión en vivienda) ha caído un -1,6% sobre 2019, según este informe del Banco de España, que refleja  cómo las empresas que más invierten son las grandes (más de 250 trabajadores) y las medianas, sobre todo en los sectores de la energía, la industria, los servicios turísticos y los bienes de equipo. El informe incluye una Encuesta a 6.500 empresas sobre los obstáculos que detectan para invertir: el principal (para el 40%) es “la incertidumbre” sobre la política económica, seguido de la subcontratación (35%) y la excesiva  regulación (el 32%).

Sorprende que la inversión empresarial privada no despegue a pesar de los Fondos europeos “Next Generation”: España es el país que más subvenciones ha recibido y ya se habían adjudicado 44.163 millones a finales de 2024, de los 80.000  millones que nos corresponden. El 21,1% de las empresas encuestadas por el Banco de España han solicitado estos Fondos UE y casi la mitad reconoce que no harían las inversiones que tienen previstas si no esperaran contar con esos Fondos europeos, sin los cuales habrían invertido menos.

¿Por qué no invierten más las empresas españolas? Sorprende que la inversión privada no despegue cuando las empresas han aumentado sus ventas y beneficios en los últimos años, recuperándose de los problemas de la pandemia y la alta inflación. Así, en 2024, el beneficio neto de las empresas no financieras que operan en España aumentó un +12,1%, casi el doble que en 2023, según la Central de Balances del Banco de España. Lo que pasa es que muchas empresas han utilizado esta mayor “solidez financiera” para otros fines, no para invertir: para aumentar los dividendos que pagan a sus accionistas, para la recompra de acciones propias (fortalecer su capital) y ajenas (inversión en Bolsa, deuda y valores y depósitos en el extranjero) y para reducir su endeudamiento, para devolver préstamos (las empresas españolas han reducido su deuda más que las empresas del resto de Europa).

Sea por incertidumbre o por buscar otro destino a sus beneficios, el caso es que España y Europa tienen un problema: la baja inversión empresarial, que es un cimiento clave para asentar el crecimiento y el empleo del futuro. Está claro que la crisis geopolítica actual y la amenaza de los aranceles no ayudan a que las empresas programen nuevas inversiones, sobre todo en sectores de futuro (descarbonización, digitalización, tecnología e innovación). Pero sin esa inversión empresarial (recordemos: es el 90% de toda la inversión), será difícil mantener un crecimiento suficiente, en España y en Europa.

Relanzar la inversión, para reanimar el crecimiento y el empleo, es uno de los grandes objetivos de Europa en esta nueva Legislatura. No se trata sólo de invertir más y reducir la brecha con EEUU y China, sino de invertir mejor, con más eficacia y competitividad. Porque los datos revelan que por cada euro público invertido en Europa en I+D+i, las empresas privadas europeas invierten otro euro, mientras en EEUU invierten 2 euros por cada euro público. Y en China y Corea, se multiplica por más de 3, según un estudio de la OCDE. Así que la clave no es sólo invertir más, sino invertir mejor, lo que exige un mejor funcionamiento institucional y más conexión entre inversión pública y privada.

En España, este doble reto es aún más importante, porque nuestra productividad no es sólo inferior a la de USA y China, sino a la de la mayoría de Europa. Y esa menor productividad tiene que ver solo con nuestro modelo económico (más servicios y menos industrias), nuestra menor tecnología, el mayor peso de las pymes respecto a las grandes empresas, la menor formación de los empleados o el menor peso de la exportación y la tecnología, sino también con la baja inversión (privada y pública) entre 2008 y 2024. Esta menor productividad de España se traduce en un menor crecimiento del PIB por habitante: creció sólo un +4% entre 2008 y 2023, frente al +14% en la UE-27 y el +22% en EEUU. Por eso, los salarios han crecido menos y “nos hemos empobrecido en los últimos 15 años”.

Existe una correlación clara entre lo que invierte un país y lo que crece, sobre todo por habitante (España ha crecido mucho, pero también su población). En España, la inversión por habitante cayó de 8.500 dólares en 2008 a 7.000 en 2023, mientras en Europa subía de 8.000 a 8.500 dólares y en EEUU aumentaba de 10.000 a 14.000 dólares por persona en 15 años. Estos datos sobre la evolución de la inversión  explican en buena medida que la producción por habitante aumente poco y España tenga un PIB por persona (27.714 euros en 2024) que es el 92% de la media europea. Y  que 13 paises europeos nos superen en PIB por habitante en 2024: Luxemburgo, Irlanda, Paises Bajos, Dinamarca, Bélgica, Austria, Alemania, Suecia, Malta, Finlandia, Francia, Italia y Chipre, según Eurostat.

En definitiva, si España quiere mejorar su productividad y su nivel de vida, tendrá que aumentar la inversión, además de modernizar su economía y afrontar los retos tecnológicos, digitales y medioambientales. Y también Europa, cuya productividad (33.530 euros por habitante en la UE-27 en 2024) es muy inferior a la de EEUU (79.305 euros por habitante). Los expertos creen que la inversión no tira en Europa (España incluida) por varias razones: falta de financiación, falta de rentabilidad de los nuevos proyectos, falta de empresarios innovadores, falta de “know-how” (saber hacer), personal técnico y mano de obra especializada, falta de infraestructuras innovadoras e investigadores y falta de un entorno institucional adecuado (legislación, fiscalidad, marco laboral…).

La presidenta de la Comisión Europea encargó al expresidente del BCE, Mario Draghi, un informe para mejorar la productividad y la competitividad de Europa, que presentó el 9 de septiembre. Draghi parte de señalar el grave problema que tiene Europa: el retraso económico respecto a EEUU, aunque socialmente sea un continente más avanzado. La cifra es impactante: la UE produjo (PIB) por valor de 17,5 billones de dólares en 2024, un 40% menos de la producción de EEUU (29,1 billones de dólares). Pero lo más grave es que esta brecha productiva entre Europa y EEUU se ha agravado en las dos últimas décadas. Para Draghi, este preocupante panorama plantea a la Unión Europea un triple reto: acelerar la innovación y encontrar nuevos motores de crecimiento, reducir los precios de la energía (sin dejar de “descarbonizar”) y aprender a reaccionar en un mundo inestable.

Pero estas propuestas y medidas tienen un coste: Europa necesita invertir 800.000 millones de euros al año, lo que supone cuadruplicar el Plan Marshall (de la postguerra europea) y superar con creces el Plan de Recuperación aprobado tras la pandemia (contemplaba invertir 750.000 millones de euros entre 2021 y 2026, unos 125.000 millones al año). Draghi señaló 3  vías para conseguir estos ingentes recursos: la financiación privada, de las Bolsas (creando un único mercado de capitales), la banca (avanzando en la unión bancaria y las fusiones transfronterizas) y los ahorradores (Europa ahorra mucho más que EEUU, pero 300.000 millones de ahorro europeo se desvían a financiar a EEUU), los préstamos del BEI (Banco Europeo de Inversiones) y la financiación pública (el Presupuesto UE es ridículo comparado con el de EEUU: un 1% del PIB de los 27) y la emisión de deuda europea, bonos que emitirían conjuntamente los 27 (como se hizo con el Plan de Recuperación), para financiar proyectos industriales, tecnológicos y medioambientales.

España debe apuntarse a este “tren inversor”, aprovechando al máximo los Fondos europeos pendientes de adjudicar y relanzando la inversión interna, tanto la pública como la privada, con incentivos, fiscalidad y normativa a favor de los proyectos innovadores y competitivos. Hay que mimar” la inversión, canalizar el ahorro, los beneficios empresariales y los impuestos a proyectos que modernicen la economía y nos hagan un país más competitivo, con más innovación, tecnología, digitalización y descarbonización. Todo para relanzar la inversión, que es la clave para asegurar el crecimiento y el empleo del futuro.

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