Enrique Ortega |
España ha recuperado en el primer trimestre el PIB que teníamos antes de la pandemia. Fuimos el país europeo donde la economía más cayó en 2020 (-11,3%, frente al -5,7% en la UE-27), por el enorme peso que tienen el turismo y los servicios (colapsados por el COVID), y somos también uno de los paises donde más ha crecido la economía en 2021 (+5,5%), 2022 (+5,5%) y primer trimestre de 2023 (+0,6%, frente al +0,1% en la UE-27). Y curiosamente, el motor de esta recuperación post pandemia es el sector exterior: las exportaciones y el turismo son responsables de dos tercios del crecimiento del primer trimestre, según el INE: aportaron el 2,8% al 4,2% anual que creció la economía española en el primer trimestre de 2023. Y aunque no tanto, las exportaciones y el turismo también “nos salvaron” en 2022 (aportaron casi la mitad del crecimiento total: 2,6% del 5,5% que aumentó el PIB) y algo también en 2021 (0,2% del 5,5% que crecimos).
Las exportaciones españolas crecen imparables. Entre enero y abril de 2023, último dato publicado, habían crecido un +9,2%, alcanzando los 132.026 millones de euros vendidos fuera, un máximo histórico y +26% que en el primer cuatrimestre de 2019, antes de la pandemia. Lo que tira de las exportaciones españolas son las ventas de maquinaria y bienes de equipo (+20,5% este año), los automóviles (+26,5%) y la exportación de alimentos (+9,2%). Y estas exportaciones crecen a Europa (+10,2%), pero más a EEUU (+10,4%) y Latinoamérica (+25%), aunque crecen menos las ventas a China (+3,3%) y caen a Oriente Medio (-9,7%) y África (-9,7%). Las importaciones españolas crecen menos en los 4 primeros meses de 2023 (son 142.980 millones de euros, un +0,2%), debido a la menor factura de la energía. Y con ello, el déficit comercial (importaciones-exportaciones) ha caído a la mitad en el primer cuatrimestre: -10.954 millones, frente a -21.811 millones de enero a abril de 2022. Así que exportamos mucho más e importamos casi lo mismo, lo que nos ayuda a crecer.
El otro motor del crecimiento, este año y los dos anteriores es el turismo. Hasta finales de mayo de 2023, llegaron a España 29.178.962 millones de turistas extranjeros, un 28% más que el año pasado y sólo 167.000 menos que en los 5 primeros meses de 2019, antes de la pandemia (se espera que en junio, el acumulado de turistas supere ya al de 2019). Y lo más importante: estos turistas extranjeros se han gastado en España, de enero a mayo, 35.405 millones de euros, un 32% más que el año pasado y +16% que en los 5 primeros meses de 2019. Junto a este empujón del turismo, hay otro empujón que no se ve tanto: las exportaciones de servicios no turísticos: ingresos en España de trabajos que hacen en el extranjero consultoras españolas, bancos y financieras, empresas de transporte, constructoras y múltiples compañías españolas que prestan servicios en el extranjero. Una “exportación” que no sale en barco o avión o que no son los turistas, pero que aporta un buen pellizco a la economía española, el crecimiento y el empleo. Sólo en 2022, estas exportaciones de servicios ingresaron 160.000 millones de euros (+58% que en 2021), casi el doble que los ingresos por turismo (87.061 millones en 2022, +149% que en 2021).
El boom de las exportaciones españolas, el turismo y las exportaciones de servicios lleva años. Si tomamos las exportaciones de los últimos 12 meses, España ha superado ya en abril los 400.000 millones de exportaciones anuales (400.310 millones), una cifra que supone casi triplicar lo que España exportaba en 2010 (159.889 millones) y un tercio más que las exportaciones logradas en 2019 (290.892 millones), antes de la pandemia. Este salto nos da idea del “boom” exportador de España, que ya dura 12 años: cada año vendemos más mercancías fuera, desde 2010. Y otro dato muy explícito: las exportaciones españolas llevan 2 años largos creciendo más que el resto de exportaciones europeas. Sólo este año 2023, de enero a abril, aumentan un +9,2%, más que las exportaciones de Alemania (+5,3%), Francia (+7,2%), Italia (+6,8%), EEUU (+3,2%) y Japón (+4,2%), sólo por debajo del aumento exportador de Reino Unido (+11,6%) y China (+10,6), según Comercio.
¿Por qué crecen más las exportaciones españolas que las de la mayoría de paises? Básicamente, porque la crisis financiera de 2008, primero, y la pandemia y la inflación de 2020 a 2022, después, han forzado a las empresas españolas a buscar mercados fuera y dar un tirón a sus exportaciones desde 2010. No en vano, las exportaciones y el turismo es la 2ª vez que nos salvan ahora de una crisis, tras hacerlo entre 2009 y 2013. En estos años, la economía española estuvo en recesión, con caídas del PIB que hubieran sido mucho mayores si no hubieran crecido esos años malos las exportaciones, el turismo y las exportaciones de servicios. En 2009, por ejemplo, el PIB español cayó un -3,6%, pero hubiera caído casi el doble si el sector exterior no hubiera aportado un +2,8% al crecimiento ese año. Y también en 2020, el sector exterior cayó menos (-1,9%) que el conjunto de la economía (-11,3%).
Lo que ahora está
ayudando a los exportadores españoles de bienes y servicios (y al turismo)
son 2 factores: los bajos salarios y la
baja inflación, que mejoran la
competitividad de los productos y servicios españoles en el extranjero. Los
datos son muy explícitos. En 2022, el salario
medio por hora en España era de 23,5
euros, un -23% que la media
salarial en Europa (30,5 euros/hora
en la UE-27), un -40,5% inferior al salario hora en Alemania (39,5 euros) y un
-42,5% más bajo que en Francia (40,8 euros/hora). Así que los bajos salarios en España,
que apenas han subido estos años de alta inflación, son el gran arma de los exportadores españoles, además de sus
esfuerzos por internacionalizarse. La otra “arma” es que tenemos la inflación mucho más baja que en el resto de Europa, por
la menor dependencia del gas ruso y las medidas anti inflación tomadas por el
Gobierno Sánchez: en junio de 2023, la inflación en España era del 1,6% (dato
armonizado con la UE-27), frente al 5,5%
de media en la zona euro, el 6,8% en Alemania, 6,7% en Italia y 5,3%
en Francia, según Eurostat. Menos
inflación y menos costes laborales ayudan a vender el “made in Spain”…
Este salto en las exportaciones españolas de bienes y servicios (incluido el turismo) ha provocado un cambio estructural en la economía española en las dos últimas décadas: su internacionalización. En 2022, las exportaciones totales de bienes y servicios aportaron casi el 42% del PIB, cuando entre 2000 y 2010 sólo aportaban el 26% del PIB. Eso significa, a lo claro, que 4 de cada 10 euros que se generan en España los vendemos a extranjeros, una actividad clave (exportaciones, turismo y exportaciones de servicios) para mantener el crecimiento (dos tercios) y el empleo (4,6 millones) dentro de España. Este cambio ha revolucionado la economía española, aislada del mundo durante décadas. Y con ello, España ocupa el 19º puesto en el ranking de exportadores mundiales, según la OMC. Y dentro de Europa, somos el 8º país más exportador (las exportaciones sólo de mercancías suponen el 30% del PIB), tras Bélgica (exporta el 109,9% de su PIB), Paises Bajos (97,8%), Suiza (49,66%), Austria (44,9%), Alemania (exporta el 40,7% de su PIB), Portugal (32,79%) e Italia (32,72%), por delante de Francia (exportan el 22,25% de su PIB).
Hay otro cambio estructural importante, que se ha consolidado en la última década: tenemos superávit con el exterior. En el pasado, desde el franquismo a la democracia, una “lacra” de la economía española era que teníamos un “agujero con el exterior”: comprábamos fuera (importaciones) más de lo que vendíamos y los ingresos por turismo y exportaciones de servicios “no tapaban este agujero”. Y teníamos que endeudarnos, en divisas, para que el país siguiera funcionando, lo que limitaba nuestro margen de maniobra e independencia económica. Para que se vea la gravedad del problema: entre 1961 y 2012, España tuvo déficit con el exterior 45 de esos 52 años… Una tremenda “hipoteca” económica. Pero en 2013, la situación cambió radicalmente: tuvimos “superávit “con el exterior (+7.130 millones). Y así año tras año, hasta 2022 (+7.259 millones), con “picos” en 2016 (+22.306 millones) y 2019 (+26.236 millones). Y tenemos superávit porque se han disparado las exportaciones, los ingresos por turismo y por exportaciones de servicios no turísticos. En el primer trimestre de 2023, el superávit exterior de España es de +10.300 millones de euros, el 4ª mayor superávit de la UE, tras Alemania (+69.900 millones), Paises Bajos (+25.900 millones) e Irlanda (+13.600 millones), según los datos de Eurostat.
Así que ahora, gracias a las exportaciones, el turismo y las
ventas de servicios al exterior, España
se ha internacionalizado y “juega en otra Liga” en Europa, la de
los paises donde una gran parte del crecimiento, el empleo y la riqueza se consiguen compitiendo por el mundo.
Ahora, con “superávit” exterior,
ingresamos más divisas de las que gastamos y esto nos da una mayor autonomía
económica como país. Podemos importar más, invertir más fuera y devolver parte
de la deuda que acumulamos cuando nos faltaban divisas. De hecho, esta
década de superávit exterior nos ha permitido reducir
la deuda externa neta: de
rozar el billón de euros en 2013
(96,2% del PIB) se bajó a 926.100 millones en
2019 (74,4% PIB), a 802.400 millones en 2022 (el 60,5% PIB) y 826.100
millones este primer trimestre
(60,7% del PIB), un tercio menos que hace
una década. Un país más saneado
frente al exterior.
La internacionalización de la economía española se apoya en un aumento de la inversión española en el extranjero y también en la creciente inversión extranjera en España. Sólo en 2022, las empresas españolas invirtieron 29.000 millones de euros en el extranjero (+33% sobre 2021), mientras España se ha consolidado como el 2º país europeo (tras Francia) que recibe más inversión extranjera: 34.178 millones en 2022 (+13,9%), la 2ª cifra más alta recibida nunca, la mayoría de inversores USA (27,7% del total), de Reino Unido (17,8%), Alemania (14%), Francia (10%) y Australia (4%). Junto a estos “cimientos” inversores, las empresas española han tejido una red mundial de filiales y empresas, para apoyar su esfuerzo exportador. Y eso ha mejorado el índice de solidez de la internacionalización de España, que elabora AMEC y que mide 19 indicadores: si en 2014 era 5,95 puntos, ahora ha subido a 7,36 sobre 10. Un notable que mide el esfuerzo exterior de España.
Los avances en la internacionalización de las empresas españolas son evidentes, según AMEC: mayor presencia y cuota de mercado, mayor participación en las cadenas de valor mundiales, mayor intensidad tecnológica y digitalización. Pero seguimos teniendo 4 retos pendientes. Uno, la excesiva concentración de las exportaciones (y el turismo) en Europa, donde van el 75,2% de las exportaciones españolas (y sólo un 7,8% van a USA, China y Japón, que suponen el 28% de las importaciones mundiales). Dos, la excesiva concentración de las exportaciones en 25 grandes empresas (exportan el 25,8% del total), mientras sólo 43.179 empresas exportan de forma regular (más de 1.000 euros) y únicamente 4.631 empresas exportan más de 50 millones de euros. Tres, que el 77,2% de toda la exportación se concentra en 6 autonomías (Cataluña, Madrid, Andalucía, Comunidad Valenciana, País Vasco y Galicia), mientras las 11 restantes apenas exportan. Y cuatro, que las exportaciones españolas tienen “poco valor añadido”: sólo el 6,8% de lo exportado incluye tecnología avanzada, frente al 17,7% en la UE.
Ahora, España tiene otro reto, como la mayoría de Europa: buscar su lugar en el nuevo mapa mundial del comercio y la desglobalización. Tras la pandemia y la guerra de Ucrania, se han trastocado las cadenas de valor y muchos paises están optando por acercar y diversificar sus cadenas de suministros. Y está creciendo el proteccionismo entre bloques (las barreras al comercio se han multiplicado por 10 en la última década), con EEUU y China en cabeza y Europa buscando su hueco en la futura globalización (o desglobalización). Todo esto a suponer una revolución en los próximos años, con industrias que se van a relocalizar, modificando las pautas mundiales del comercio. Lo normal es que España se recoloque en línea con Europa, pero buscando ampliar su presencia comercial e inversora en tres zonas donde tenemos una ventaja comparativa: Latinoamérica, Oriente Medio y África.
En definitiva, que España ha dado un salto de gigante en la internacionalización de su economía y de sus empresas, que han de afrontar sus retos propios (excesiva concentración en Europa y algunas autonomías, pocas empresas exportadoras y bajo valor añadido de lo que vendemos) y los retos derivados de un cambio en la globalización. Por eso, el futuro Gobierno debería “mimar” a las exportaciones, el turismo y los servicios en el extranjero, porque son claves en la economía, el crecimiento y el empleo (4,6 millones de empleos dependen del sector exterior). Eso exige ayudas a las empresas (sobre todo a las pymes), plataformas de venta del “made in Spain”, financiación asequible y una política económica volcada en apoyar a las empresas españolas en el extranjero. Abrirnos aún más al mundo. Ahí nos jugamos el futuro.
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