Enrique Ortega a partir de Buzz Lightyear |
La inflación mejora en todo el mundo, pero los Bancos centrales siguen con su dura política monetaria, subiendo tipos desde hace más de un año, para que baje aún más. Ayer mismo, la Reserva Federal USA hizo “una pausa” en las subidas, tras 10 aumentos de tipos desde el 16 de marzo de 2022, del 0 al 5,25%, el tipo máximo desde 2007. Pero la autoridad monetaria de EEUU anticipó que subirán los tipos otro 0,50% más este año, “porque la inflación sigue siendo muy elevada”. La próxima semana está prevista otra subida de tipos del Banco de Inglaterra, la 13ª desde diciembre de 2021, que colocaría los tipos del 0 al 4,75% en el último año y medio. Y hoy 15 de junio se reúne el Banco Central Europeo (BCE), para aprobar otra subida de tipos del +0,25%, la 8ª subida desde el 21 de julio de 2022. Con ello, el precio oficial del dinero en la zona euro subirá al 4%, el tipo más alto desde 2008. Recordemos que los tipos estuvieron en el 0% entre 2014 y 2022.
La justificación del BCE para volver a subir los tipos es que la inflación sigue demasiado alta (en mayo quedó en el 6,1%), muy alejada todavía del objetivo del 2% que defiende el BCE (y el resto de bancos centrales del mundo), aunque señalan que ha bajado tras las 7 subidas de tipos. Eso hay que matizarlo. Primero, la inflación en la zona euro sólo ha bajado del 8,6% en junio de 2022 (antes de la 1ª subida de julio) al 6,1% en mayo de 2023, según Eurostat. Mucho menos de lo que ha bajado en EEUU (del 9,1% al 4%), debido a que la economía USA sí estaba “recalentada”, con una mayor demanda y empleo, por lo que la subida de tipos ha surtido el efecto clásico de “enfriar la economía” y bajar precios. Pero en Europa, la inflación no se debe al tirón de la demanda (“inflación de demanda”) sino por el aumento de costes (“inflación de oferta”), por lo que la subida de tipos es menos efectiva: la clave era actuar sobre los costes, en especial la energía y las materias primas con precios disparados.
De hecho, si la inflación ha bajado algo en Europa (insisto: sólo del 8,6% al 6,1%) no ha sido por las reiteradas subidas de tipos sino porque se han moderado los precios de la energía y algunas materias primas. Veámoslo. El petróleo, que costaba 72,25 dólares el día antes de la invasión de Ucrania (24-F), llegó a subir a 129,22 dólares en marzo de 2022 y luego ha bajado hasta costar 75.46 dólares ayer, con la gasolina y el gasóleo más baratos que antes de la guerra en Ucrania. El gas, que costaba 88,89 euros/MWh antes de la invasión, saltó a 339,20 euros en marzo de 2022, para bajar drásticamente y cotizar ayer a 36.05 euros/MWh. Esa bajada ha reducido mucho el precio de la luz (junto a la excepción ibérica en España): de costar 195,85 euros/MWh el día anterior a la invasión a pagarse a 544 euros el 9 de marzo de 2022 y desplomarse a 89,72 euros/MWh ayer en el mercado mayorista, una caída clave para bajar la inflación general. Y también han bajado los precios internacionales de las materias primas y alimentos: el índice de precios de los alimentos de la FAO estaba en mayo en 124,3 puntos, un 21% por debajo del máximo histórico de marzo de 2022.
En resumen, que la inflación ha bajado en el mundo y en Europa, pero no por la drástica subida de tipos sino por la bajada de los precios de la energía, materias primas y alimentos, tras un reajuste en la demanda (menor consumo de empresas y particulares, ayudados por un invierno muy suave)), un aumento de energías renovables y, sobre todo, las medidas de diversificación de aprovisionamientos y las ayudas de los Gobiernos europeos (subsidios a los combustibles, rebajas del IVA a luz y alimentos y excepción ibérica). Y podrían haber bajado más los precios en Europa si las autoridades de Bruselas hubieran avanzado más en la reforma del mercado eléctrico y en las energías alternativas, dos asignaturas pendientes para que la inflación no repunte este invierno.
Si la drástica y continuada subida de tipos ha sido poco eficaz en Europa, porque tenemos una inflación de costes (no de exceso de demanda), sí ha sido eficaz para llevar a Europa a otra recesión, un riesgo del que los expertos (y este Blog) llevan advirtiendo meses. Porque es lo que provoca siempre una política monetaria restrictiva: encarece el precio del dinero y reduce el consumo y la inversión, frena la actividad y la economía se debilita hasta que deja de crecer. Es lo que buscan los Bancos Centrales: “enfriar la economía” y que “entre en coma”, para paralizar la demanda y ajustar la inflación. Por eso, las anteriores subidas de tipos provocaron otras recesiones, dos en los años 80. El problema ahora es que el “ricino monetario” lleva a la recesión pero no frena drásticamente la inflación, porque las subidas no dependen de una demanda excesiva, sino de los mercados del petróleo, el gas, la luz o los alimentos, y de la persistencia de la guerra en Ucrania, problemas que no resuelve la subida de tipos.
La dura realidad es que la economía de la zona euro ha pasado de crecer un +0,6% antes de la guerra (1º trimestre 2022) e incluso después (+0,8% creció en el 2º trimestre de 2022) a caer durante los dos últimos trimestres (la definición de “recesión"): -0.1% en el 4º trimestre de 2022 y -0,1% en el 1º trimestre de 2023, según Eurostat. Y lo peor: Alemania, “la locomotora europea”, está también en recesión (-0,5% y -0,3% decreció los dos últimos trimestres), al igual que Irlanda (-0,1 y -4,6%), Estonia (-1% y -0,6%) y Lituania (-0,5% y -2,1%) en la zona euro, más Hungría fuera (-0,6% y -0,3%). Los expertos del BCE y de Bruselas hablan de “recesión técnica”, para suavizar el problema, pero es una recesión sin más de la zona euro. Y contrasta con el crecimiento (débil) de EEUU en los dos últimos trimestres (+0,6% y +0,3%).
Lo peor es que esta recesión, fruto de la inútil subida de tipos del BCE, está afectando negativamente a la mayoría de los europeos, sobre todo a los más vulnerables. La reiterada subida de tipos ha encarecido drásticamente las hipotecas de 4 millones de familias españolas, que ven como el Euribor roza el 4%, cuando era negativo hasta marzo de 2022 y estaba en el +0,287% hace un año (mayo 2022). Eso supone que muchas familias llevan más de un año pagando más por su hipoteca, una subida de 250 euros al mes (más de 3.000 extras al año) los que la revisen ahora en junio. Eso está aumentando el esfuerzo que estas familias dedican a pagar su hipoteca, en perjuicio de su nivel de vida: la media de hipotecados destina ahora 683,5 euros mensuales a pagar la hipoteca, el 32,3% de sus ingresos. Y varias regiones y capitales superan esa media.
Además, los bancos llevan meses encareciendo sus hipotecas a los que quieren comprar una vivienda, con unos tipos medios del 3,683% en abril, frente al 1,38% que cobraban de media en 2021, antes de la subida de tipos. Y también los bancos han restringido la concesión de hipotecas, dado que ahora se llevan un mayor porcentaje de los ingresos de las familias. Y si los jóvenes y nuevas familias tienen más difícil conseguir una hipoteca, en vez de comprar un piso (las ventas llevan 3 meses cayendo) intentarán alquilarlo, lo que está disparando aún más los precios de los alquileres. Y si los españoles tienen que pedir un crédito personal, para comprar un coche o hacer un viaje, los tipos también han subido drásticamente: del 6,27% en febrero de 2022 al 8,07% en abril de 2023, según el Banco de España.
Junto a las familias, las empresas también llevan casi un año sufriendo la subida de tipos del BCE. El tipo medio de los créditos de menos de 250.000 euros (a pymes) ha subido del 1,70% (febrero 2022) al 4,53% (abril 2023), los créditos de 250.000 euros a 1 millón han más que triplicado su coste (del 1,35 al 4,31% en abril 2023) y los créditos superiores al millón de euros (para grandes empresas) han cuadruplicado con creces su coste, del 0,83% (febrero 2022) al 4,18% (abril 2023), según el Banco de España. Además de pagar más por financiarse, las empresas también tienen ahora más difícil conseguir créditos.
Y si miramos a los paises, los Gobiernos también tienen más dificultades para colocar su deuda pública, que en el caso de España es muy elevada (1,53 billones en marzo 2023): ahora hay que pagar más a los inversores por la subida de tipos del BCE. Así, el tipo del bono español a 10 años ha subido del 0,76% (febrero 2022) al 3,657% (diciembre 2022) y al 3,408% ayer. Con ello, habrá que destinar este año más dinero del Presupuesto para pagar esta deuda (estaban previstos 31.275 millones en 2023) y menos a gastos sociales.
En resumen, que familias, empresas y las cuentas públicas son los perjudicados por estas “dolorosas” subidas de tipos, que apenas bajan la inflación. Y sufre la economía en su conjunto, al entrar la zona euro en recesión, lo que perjudica a España, que aunque crece más que la mayoría de Europa (+0,4% y +0,5% en los dos últimos trimestres) sufre este estancamiento europeo en nuestras exportaciones y la llegada de turistas. Los grandes beneficiados por las reiteradas subidas de tipos del BCE son los bancos: cobran mucho más por hipotecas y créditos y pagan casi lo mismo por los depósitos. De hecho, la banca española está a la cola de Europa en el pago por los depósitos: pagan un 1,33% de media, frente al 2,27% en la zona euro, el 2,33% en Alemania, 3,03% en Francia y 3,11% en Italia, según el BCE. Este “racaneo” de la banca a la hora de pagar los depósitos (sobre todo al pequeño ahorrador) explica, junto al mayor coste de los créditos, que la banca española tenga unos beneficios récord con la subida de tipos: los grandes bancos han ganado 5.696 millones en el primer trimestre de 2023 (un +14% que al inicio de 2022).
Además de llevarnos a la recesión y dañar a familias, empresas y cuentas públicas, la subida de tipos tiene 2 riesgos más. Uno, que podría provocar una crisis del sector inmobiliario, al desencadenar una caída de ventas y precios que afectaría muy negativamente a los activos de fondos, inmobiliarias y empresas, desatando otra crisis financiera. Y la otra, que podría provocar una crisis de algunos bancos y, sobre todo, de la “banca en la sombra” (Fondos, Planes, aseguradoras, financieras…), que han crecido a costa de endeudarse con el dinero al 0% y que ahora se encuentran con que muchos activos valen menos (la deuda acumulada que tienen se deprecia según suben los tipos de la deuda nueva) y hay inversores que se ponen nerviosos y quieren su dinero, obligándoles a vender con pérdidas. Esto ya ha pasado, con la crisis del Silicon Valley Bank y algunos bancos regionales USA. Y por eso la Reserva Federal hizo ayer “una pausa” en su racha de subidas, para no alimentar otra crisis financiera.
Pero el BCE dice que las subidas de tipos no han terminado, que “estamos aproximándonos a la altitud de crucero”, aunque aún no hemos llegado, en palabras de Christine Lagarde, su presidenta. Y justifican próximas subidas (quizás otra de 0,25% en julio y otra más antes de fin de año, hasta poner los tipos en el 4,50%, aún por debajo del 5,75% previsto en USA y del 5% del Banco de Inglaterra. Aunque en el BCE hay paises “halcones” (más partidarios de las subidas: Alemania, Paises Bajos, Austria, Finlandia) y otros “palomas” (Italia, Francia, España y Portugal), todo indica que llevan la batuta los que quieren seguir subiendo tipos, con su presidenta a la cabeza, quien lo dijo muy claro en el Parlamento Europeo, el 5 de junio: “las decisiones oficiales del BCE garantizarán que los tipos de interés oficiales se sitúen en niveles suficientemente restrictivos para lograr un retorno oportuno de la inflación a su objetivo a medio plazo del 2%”.
A lo claro: seguirán subiendo los tipos mientras la inflación siga alta. Su última previsión es que la inflación en la zona euro bajará del 5,4% (2023) al 3% en 2024 y que no estará en el 2% hasta el tercer trimestre de 2025. Eso se traduciría en que el BCE subirá algo más los tipos en 2023, los mantendrá en 2024 y no piensa en bajarlos hasta el otoño de 2025, mientras la Reserva Federal USA anunció ayer que los bajará antes, en 2024. De ser así, la economía europea estará estancada este año y el que viene, con un grave coste para el empleo y la inversión. Y para las familias, las empresas y los paises. Eso si los tipos altos no nos dan un susto antes, provocando una grave crisis inmobiliaria o financiera, primero en EEUU y por contagio en Europa.
Todo por mantener la vieja política monetaria “neoliberal”, (criticada por estos dos Premios Nobel), tan inútil y peligrosa ahora como lo fueron los recortes impuestos en la década pasada. Ahora, los Gobiernos europeos (de distintas ideologías) “están en otra onda” (ayudas, no ajustes), pero el BCE sigue empeñado en aplicar su dañino “ricino” monetario. Los Gobiernos deberían reaccionar y, aunque sean “independientes”, pararles los pies: no más subidas de tipos.
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