Enrique Ortega |
Este es el 8º año consecutivo en que suben en España las tarifas del móvil e Internet. Empezaron a hacerlo en 2015, tras las fuertes bajadas de precios hechas entre 2009 y 2014, en medio de una tremenda lucha por el mercado de las comunicaciones. En estos 7 años anteriores, la tónica de subidas ha sido similar: un aumento de tarifas de 2 a 3 euros al mes, una o dos veces al año (en febrero y verano), con la justificación de que a cambio nos daban “más por más”: más datos (Gigas) y más velocidad, aunque los clientes ni lo pedían ni lo necesitaban. Y no quedaba otra opción que “tragar con la subida “y pagar más o cambiarse a otra teleco de la competencia, que hacía subidas parecidas.
Ahora, en 2022, Movistar inicia las subidas de este año, aumentando 3 euros al mes (desde el 7 de febrero) la tarifa mensual a los clientes de Fusión. Y además, el 18 de febrero, subir á 1 euro al mes tres de las cuatro tarifas de líneas móviles adicionales (solo se mantiene la tarifa ilimitada). Y también suben 2 euros sus tarifas sólo móvil (contrato 2 y XL). La novedad de estas subidas es que Movistar no ofrece a cambio ninguna contrapartida (ni más datos ni más velocidad), como hizo en las subidas anteriores (el cliente antiguo sólo podrá recibir un nuevo Smartphone, como los nuevos, siempre que esté ligado a la teleco 36 meses). Ahora, la justificación de la subida es “el aumento de costes y la necesidad de invertir en redes y en ciberseguridad”. Vamos, que nos suben para arreglar sus cuentas. Es lo mismo que ya dijo Vodafone en julio de 2021, al justificar su última subida.
Ahora, se espera que Vodafone y Orange suban también sus tarifas en unos meses, porque sus cuentas lo necesitan. Año a año, parece que lo notamos menos, pero si recopilamos estas subidas veremos que estamos pagando entre 24 y 33 euros más al mes que en 2014 por la tarifa convergente que tenemos (un paquete que incluye telefonía fija y móvil, Internet fijo y móvil y, muchos, también TV de pago). Eso supone que estamos pagando entre 288 y 396 euros más al año por la factura de comunicaciones que en 2014, sin ser muy conscientes de esta subida. Una subida media del +29% en estos 8 años, muy superior a lo que han subido el conjunto de los precios (+12,7% de subida del IPC) y nuestros salarios (+11,99% han subido los convenios).
Al final, tras este rosario de subidas anuales, España está en una posición intermedia en Europa en cuanto al coste del móvil e Internet: ocupamos el puesto 12 entre los 27 paises UE, según el informe DESI 2021, con tarifas más baratas que la media europea, paises nórdicos, Portugal y la mayoría de paises del Este pero más caras que las tarifas de móvil e Internet en Italia, Alemania o Francia. Según otra estadística relativa a 2020, la de Eurostat, España tiene unas tarifas de “comunicaciones” un 21,5% más caras que la media de Europa: un índice 121,5, por encima de Alemania (120,2), Portugal (118,1), UE-27 (100), Francia (97,2) e Italia (81,2). Y sólo tienen tarifas más caras Holanda (índice 124,8), Bélgica (170,9), Grecia (173) y Noruega (180,1).
El problema ya no es sólo que cada año nos suban las tarifas de móviles e Internet sino que los usuarios sufrimos una política de tarifas “de locos”, que perjudica a los clientes antiguos fieles en beneficio de los clientes que no se conforman y cambian de compañía. Lo que está pasando, desde hace años, es que los clientes antiguos sufren subidas anuales mientras las mismas telecos se dedican a lanzar “ofertas low cost”, directamente o a través de segundas marcas, con las que “tiran los precios” para conseguir nuevos clientes y sustituir a los cientos de miles que les “roban” cada año las nuevas telecos. Un “doble rasero”: subidas a los clientes antiguos y ofertas a la mitad de precio a los nuevos.
Parece una estrategia “suicida” (tratar peor al cliente que más paga”), pero es el resultado de una “guerra de precios” sin sentido que las grandes telecos libran desde hace año con los nuevos operadores ((“virtuales”), que no tienen redes y alquilan las suyas (las de Movistar, Orange y Vodafone) para competir con ellos y quitarles clientes. Y además, se quejan ante la Comisión de la Competencia (CNMC) que les han obligado a abrir y alquilar sus redes (que les han costado elevadas inversiones) a precios demasiado bajos. Por eso critican que los Gobiernos han fomentado la competencia, facilitando la entrada de nuevos operadores, para rebajar precios en las comunicaciones a costa de las cuentas de los grandes.
Esta “estrategia de precios” tiene dos consecuencias. Una, la fuga constante de clientes: los nuevos operadores, sin red y con pocos costes, ofrecen ofertas “low cost” imbatibles que les llevan a quitar clientes a las grandes telecos. En 2020, hubo 6,2 millones de cambios en los contratos de móviles y 2,1 millones en Internet fijo, según la CNMC. Y en 2021, se esperan otros 6,7 millones de cambios en los contratos de móviles (sumaban ya 6,1 millones hasta noviembre, según la CNMC). A falta de que se publiquen oficialmente este mes, la previsión hecha por Xataka es esclarecedora: Movistar habrá perdido -493.000 clientes de móvil y -164.000 de Internet banda ancha, Vodafone -249.000 de móvil y -164.000 de Internet fijo, y Orange perderá -233.000 clientes de móvil y -102.000 de banda ancha. Y enfrente, la rumana Digi habrá ganado +360.000 clientes de móvil y +88.000 de Internet fijo, mientras MasMóvil ganará +342.000 clientes de móvil y +223.000 de Internet fijo.
Y esto es lo que lleva pasando en los últimos años, cuando Movistar, Orange y Vodafone han perdido 1,2 millones de clientes desde 2018. Y eso les ha forzado a volcarse en ofertas “low cost”, para “robar” también ellos clientes y reponer la sangría, utilizando para esta “guerra de precios” a sus “segundas marcas”: O2 en el caso de Movistar, Simyo por parte de Orange y Lowi de Vodafone (y hasta Euskaltel con Virgin Teleco), lanzadas a competir con las marcas de MásMóvil (Yoigo, MásMóvil, Pepephone, Llamaya, Lycamobile y Hits Mobile), con la rumana Digi o con el último nuevo competidor, Avatel, una teleco malagueña que en 2020 dio el salto a Madrid y que ya tiene 150.000 clientes.
Esta “guerra de precios” ha provocado no sólo una pérdida de clientes a las grandes telecos sino también una “sangría” en sus cuentas, estimándose que Movistar, Orange y Vodafone han perdido unos 2.000 millones de ingresos desde 2018. Ya en 2020, los ingresos totales de las telecos (32.211 millones) cayeron un -5,3%, bajando aún más (-6%) los ingresos minoristas (de clientes y empresas).Y en 2021 sigue la mala racha, con otra caída de ingresos de las telecos en el tercer trimestre (7.936 millones) del -4%, según los datos de la CNMC. Movistar ha estancado este año sus ingresos (+0,4% de enero a septiembre), Orange los baja (-4,9%) y Vodafone los sube ligeramente (+1,9% de abril a diciembre), por ingresos extras. Solo crecen y mucho los ingresos de MásMóvil (+22%) y Digi (+28,8%).
Estas preocupantes cuentas explican por qué las telecos vuelven a subir las tarifas a sus clientes antiguos, mientras sigue en la pelea de tirar tarifas para ganar otros nuevos. Y además, las grandes telecos buscan otras vías para recortar costes y aumentar ingresos. La principal, reducir plantillas: redujeron -3.822 empleos en 2021, principalmente Telefónica (2.900 empleados acogidos al Plan de bajas “voluntarias”), Vodafone (442 bajas, 53 de ellas despidos forzosos) y Orange (409 empleados). Esta vía, recortar plantillas para recortar costes y salvar las cuentas, la llevan utilizando las telecos desde 2002: en estos 20 años han recortado 38.252 empleos, un 46% de las plantillas antiguas (tenían 83.034 empleados en 2002 y ahora sólo les quedan 44.782). Un recorte que, como el de la banca, lo notaremos los clientes en una peor calidad en la atención y el servicio.
La tercera vía que usan las telecos para intentar “salvar sus cuentas” (además de subirnos las tarifas cada año y despedir empleados) es diversificar su actividad, intentar conseguir nuevos ingresos con nuevos negocios, aprovechando que tienen 54 millones de clientes a los que intentan “vender otras cosas” que no sean telecomunicaciones. Unos lo intentaron con las finanzas, como Orange, que abrió en noviembre de 2019 Orange Bank (que ya tiene 135.000 clientes y 175 millones en depósitos) o como los créditos rápidos que ofrece MásMóvil. Movistar y Yoigo se han lanzado al negocio de las alarmas. Y casi todos están ofreciendo online seguros, sobre todo los seguros de salud, en el que se ha volcado Movistar. Y Orange ha entrado también a vender electricidad. Se trata de buscar nuevos ingresos, en alianzas con otras empresas, aunque tampoco así salvan sus cuentas.
En los últimos meses, las telecos exploran “una nueva vía de salida”: las fusiones, de las que se habla más ahora que en toda la última década. En España, el pistoletazo de salida lo ha dado la imparable MásMóvil, que en marzo de 2021 lanzó una OPA amistosa sobre Euskaltel, una operación de compra por 2.000 millones de euros que se cerró en agosto de 2021, consolidando a MásMóvil como el 4º mayor operador español, que con 20 millones de clientes (11,3 millones de líneas móviles y 8,89 millones de banda ancha, según los datos a noviembre de la CNMC), se acerca peligrosamente al 3º operador en España, Vodafone, con poco más de 24 millones de clientes (12,46 millones de clientes de móviles y 11,88 de banda ancha). Y los dos están también cerca ya de Orange, que tiene 23,7 millones de clientes (es el 2º operador en móviles, con 12,8 millones de contratos, y tiene 10,97 millones de clientes de banda ancha). Y el líder, Movistar, ha perdido mucha fuerza en estos años, dado que tiene 37,8 millones de clientes (15,95 millones de móviles y 13,81 de banda ancha).
A finales de 2021 arreciaron los rumores de una fusión de MásMóvil y Vodafone España, la filial de la multinacional británica con peores resultados, que ha perdido 900 millones en los dos últimos ejercicios. Ahora, a primeros de febrero, han vuelto las informaciones sobre esta fusión, donde el problema es que la teleco grande no quiere ser comida por la pequeña. Pero parece que no tiene otra salida. En paralelo, Vodafone Italia estudia una fusión con la filial italiana de la francesa Iliad y en Reino Unido aborda otra fusión con la teleco británica Hutchison Three. Todo ello, en medio de rumores múltiples de fusiones entre las telecos europeas, en especial Vodafone, Telecom Italia (el fondo norteamericano KKR le lanzó en noviembre una OPA que está aún pendiente), Telefónica, la holandesa KPN, British Telecom, Liverty Global (de RU, Holanda y EEUU) o United Internet (el 4º operador de Alemania).
Las telecos europeas apuestan por las fusiones porque creen que ahora son demasiado pequeñas para rentabilizar sus servicios (piensan que si ganan tamaño, ajustan costes y mejoran márgenes) y, sobre todo, para competir globalmente con las telecos norteamericanas y asiáticas. Y esgrimen este dato: Europa tiene 98 empresas de telecomunicaciones, mientras Estados Unidos tiene sólo 3 grandes (Verizon, T-Mobile y ATT) y China (China Mobile, China Unicom y China Telecom) o Japón (Softbank, NTT y KDDI) otras tres grandes. Y ese enorme tamaño les permite ingresar más e invertir más en redes y 5G, asegurarse el futuro. La norteamericana Verizon tiene, por ejemplo, 114 millones de clientes y China Mobile opera con 900 millones de clientes, frente a los 40 millones de clientes que tiene la teleco líder europea, Deutsche Telecom.
Las telecos europeas culpan a la Comisión Europea de tener poco tamaño y no poder así competir con los gigantes norteamericanos y asiáticos. Y marcan una fecha como origen del problema: 11 de mayo de 2016, cuando la Comisión Europea bloqueó la venta de O2 (filial de Telefónica), al operador chino Hutchinson Whampoa, operación que reducía de 4 a 3 los operadores de móviles en Reino Unido. El Tribunal de Justicia europeo anuló el veto cuatro años después, pero ya era demasiado tarde. Y por el camino, nadie ha vuelto a atreverse a una fusión, lo que limita del potencial de las telecos europeas, que siguen pidiendo a la Comisión que cambie de política: que en lugar de apostar por aumentar la competencia, dar entrada a más operadores (que lanzan “peligrosas guerras de precios”), faciliten las fusiones, para que las telecos ganen tamaño e ingresos y puedan lanzarse a las inversiones que hacen falta, en redes y 5G (y el futuro 6G). Y creen que para poder competir mejor con las telecos USA y asiáticas, deberían quedar sólo 6 grandes telecos en Europa: Deutsche Telecom, Telefónica, Orange, Vodafone, Telia Sonera (Suecia) y Telecom Italia.
Los expertos del sector creen que la postura de la Comisión Europea “está cambiando”, que ahora piensan más en la necesidad de fomentar una industria de telecomunicaciones europeas más fuerte, que sea el vehículo de la revolución digital por la que apuestan. Quizás por eso se han multiplicado los rumores sobre fusiones, incluso entre Orange y Vodafone. Y se apuesta porque habrá “varias” en 2022, esta vez con el apoyo de la Comisión Europea. Y una de ellas en España, donde pasaríamos de 4 grandes operadores a 3.
Quizás las fusiones sean necesarias para aumentar la competitividad de Europa cara al futuro digital. Pero lo que es evidente es que si pasamos de 4 a 3 grandes telecos en España (y a sólo 2 en unos años más), las empresas resultantes tendrán más poder para imponernos tarifas y condiciones de servicio. Es algo que ya hemos visto con la banca. Así que ya lo saben: cuando lean que se han aprobado fusiones de telecos, sepan que vienen más subidas en el móvil e Internet. Y más cuando estamos enganchados al móvil y a Internet, casi todo el día, un 94% de los españoles. Es un servicio sin el que ya no sabemos vivir. Cueste lo que cueste.
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