Llevamos meses con un falso dilema: salud o economía. Es el argumento que esgrimieron muchos políticos autonómicos, para abrir la mano muy rápido en la desescalada, y a la que se agarran para evitar cierres drásticos ahora, cuando el coronavirus provoca 120 muertes diarias en España. Pero la realidad es otra: los rebrotes han evitado la recuperación esperada y ahora no tenemos salud ni economía. Y no por los cierres de negocios, sino porque las familias no gastan y las empresas no invierten, por la tremenda incertidumbre. El FMI lo ha dicho claro: las medidas duras contra el virus son mejores para la economía que las laxas, porque tienen costes a corto pero allanan el camino hacia una recuperación más rápida. La prioridad es frenar en seco el virus, como sea, y no bajar la guardia hasta que haya vacuna. Sólo así el consumo y la actividad volverán y se podrá reconstruir el país en un par de años. Sin salud no hay economía.
El COVID 19 ha cumplido más de 9 meses de vida y en octubre sigue disparado, batiendo nuevos récords de contagios en el mundo: 360.685 el 9 de octubre, el 2º peor dato tras el 24 de septiembre (+361.019 contagios), según la estadística de la Universidad Jhons Hopkins. Hoy son ya 37.476.466 contagiados en 188 paises, con el epicentro de la pandemia en Estados Unidos (7.762.544 contagios) y en Latinoamérica (9.847.824 contagiados), especialmente en Brasil (5.094.979), Colombia (911.317), Argentina (894.206), Perú (849.371) y México (817.503 contagiados). Les sigue Asia (7.911.036contagios), con un salto de los contagios en India (7.120.538) y Europa (6.918.265 contagios), donde también se han multiplicado los rebrotes, en Rusia (1.291.687 contagiados), España (861.112 contagios, el 7º país del mundo con más contagiados y el 2º con más contagios por millón de habitantes, tras Argentina), Francia (732.434 contagiados, el 10º del mundo), Reino Unido (606.447, el 12º), Italia (354.950, el 17º) y Alemania (326.309 contagiados, el 22º).
La pandemia sigue matando y el saldo son ya 1.076.818 muertos, la quinta parte en EEUU (214.771 muertos), Brasil (150.488), India (109.150), México (83.781), Reino Unido (42.915), Italia (36.166), Perú (33.305), España (el 8º país con más muertos, 32.929, y el 3º con más muertos por millón de habitantes, tras Perú y Bélgica), Francia (32.601), Bélgica (10.191) y Alemania (9.626 muertos), según los datos de la Universidad Jhons Hopkins.
En España, los rebrotes se han multiplicado las dos últimas semanas, al igual que en la mayoría de Europa, donde 7 paises registraron la semana pasada cifras récords de contagios desde abril: Francia, Alemania, Austria, República Checa, Polonia, Croacia y Eslovaquia. En nuestro país, la cifra de contagios aumenta cada día, con 71.180 nuevos contagios la última semana (viernes 2 al viernes 9 de octubre), una cifra similar al aumento de la semana anterior (+73.451) y las dos anteriores. Pero tenemos ya 861.112 contagiados, más del triple que al finalizar el estado de alarma (246.272 contagios el 21 de junio). Lo más preocupante es el salto en los contagios recientes: de 8,08 por cada 100.000 habitantes el 21 de junio se pasó a 57,46 el 31 de julio, a 205,3 el 31 de agosto, a 284,11 a finales de septiembre y a 258,44 nuevos contagios por cada 100.000 habitantes este viernes, lo que nos coloca como el 2º país con más nuevos contagios de Europa (270,7 Holanda, 254 Bélgica, 236,7 Francia, 207,9 Reino Unido, 110,7 Portugal y 38,5 Alemania), según Sanidad.
Han crecido más los contagios (+249,6%) que las hospitalizaciones (de 124.871 el 21 de junio a 134.231 a finales de agosto y 156.415 este viernes, +31.544, un +25,2%) y los ingresos en UCIs (de 11.637 ingresados hasta el 21 de junio a 12.312 a finales de agosto y 14.148 este viernes, + 2.511 pacientes, un +21,5%), debido a que ahora se contagian personas más jóvenes (la edad media está entre 24 y 54 años), con menos enfermedades asociadas. Pero está creciendo la mortalidad: de los +110 nuevos muertos por COVID 19 en julio se saltó a +649 en agosto y +2.697 en septiembre. Y la semana pasada murieron 843 personas más por coronavirus (241 muertos el viernes 9), una media de 120 diarios (el 21 de junio sólo murió 1 persona).
Pero el problema del COVID 19 no está solo en Madrid. Hay otras regiones con una altísima tasa de nuevos contagios, en especial Navarra (675 contagios por 100.000 habitantes en los últimos 14 días), Melilla (460), Aragón (381), La Rioja (378), Castilla y León (371), Castilla la Mancha (360), Murcia (342) y Ceuta (304), sin olvidar ciudades y pueblos con una altísima incidencia de contagios, como León, Palencia, Orense, Zaragoza, Medina del Campo, Miranda de Ebro, Jumilla, Totana, Lorca, ribera de Navarra…). Y en la última semana, preocupan los nuevos hospitalizados en Castilla y León (556) y los ingresos en UCIs en Castilla y León (35), Canarias (23) y Andalucía (22), así como el salto de muertes en Castilla y León (99 la última semana) y Andalucía (79), según los datos aportados por Sanidad el viernes. Sólo parece más controlada la pandemia en Canarias (99 nuevos casos en 14 días por 100.000 habitantes), Comunidad Valenciana (104), Galicia (107), Baleares (121) y Asturias (135), aunque todas duplican la tasa de contagios que el CDC europeo contempla como nivel de riesgo: 50 nuevos contagios por cada 100.000 habitantes.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Los expertos lo tienen claro: la desescalada fue demasiado rápida y las autonomías no se preocuparon de contar con los medios suficientes para evitar los rebrotes: no se reforzó la atención primaria (apenas se han contratado médicos y enfermeras y está colapsada), no se han potenciado lo suficiente las PCR (faltan medios y los laboratorios están saturados), no se han contratado suficientes rastreadores (sólo hay 1.100 en Madrid, por ejemplo), no hay medios para vigilar las cuarentenas (que muchos se saltan, sobre todo los que tienen trabajos precarios y niños sin alternativas de cuidado) y no hay coordinación en las autonomías para afrontar los rebrotes, con medidas improvisadas y poco eficaces. Y en paralelo, muchos ciudadanos se han comportado mal, con mascarilla y distancia pero multiplicando los contactos con amigos y familiares, el foco de la mayoría de los rebrotes (no los centros de trabajo ni los colegios ni los hospitales).
Ahora, cada autonomía afronta los rebrotes como puede, evitando confinamientos duros, para no chocar con sus vecinos (y electores) y sobre todo para evitar dañar a los negocios, en especial la hostelería, el comercio y el turismo. Pero lo que sucede es que los parches no funcionan: los contagios siguen creciendo y la economía no se recupera, porque el problema no es sólo que el aforo se reduzca a la mitad sino que las familias no gastan, reducen al mínimo sus compras y salidas, no tanto por los horarios restringidos como porque no ven claro el futuro, no saben qué va a pasar con su trabajo y prefieren reservarse, no consumir. Y por eso, en el tercer trimestre no ha habido el crecimiento previsto y la recuperación esperada no llega. Incluso todas las previsiones auguran una mayor recesión este año de la esperada.
El Fondo Monetario
Internacional (FMI) lanzó el jueves una
alerta a los paises: “los
confinamientos duros de la población para frenar el coronavirus son menos
perjudiciales para la economía que tratar de atajar la curva de contagios
mediante medidas más laxas”, señala en su informe
“Perspectiva Económica Mundial”. Y explica que aunque los confinamientos
duros tengan un alto coste a corto plazo, pueden allanar el camino hacia una
recuperación más rápida después si consiguen frenar la pandemia y mejorar con
ello el comportamiento de los consumidores y la economía. En definitiva, que “salud
o economía” es un falso dilema. No atajar radicalmente el problema de
salud que conllevan los rebrotes está frenando el consumo y la inversión
durante meses, más que si se tomaran medidas tajantes, que podrían aclarar el
panorama de la pandemia y permitir así que la economía vuelva a funcionar. O
sea, el FMI nos recuerda que sin
salud no hay recuperación ni economía.
Esto mismo preocupa a la Comisión Europea y a paises como Alemania o Francia, que con muchos menos contagios que España no dudan en aprobar medidas duras (en Alemania, algunos “länders”, regiones, han prohibido que les visiten los berlineses…). Por eso, toda Europa estaba pendiente del “pulso” entre la Comunidad de Madrid y el Gobierno Sánchez, porque es un claro ejemplo de si somos o no un país serio, que afronta con decisión el hecho de tener 8 de las 10 regiones europeas con más COVID 19 y seamos el 6º país del mundo con más contagios. Si España no demuestra a Europa que es capaz de controlar la pandemia, difícilmente podrán confiar en que sepamos gastar los fondos europeos y consigamos salir de una recesión que nos afecta más que al resto.
Por eso es tan importante ganar la batalla de la salud, antes que intentar ganar la batalla de la economía. Y para eso hace falta una dirección política coordinada (quizás estaríamos mejor con la sanidad centralizada, pero la gestionan las autonomías por decisión constitucional y eso no se puede cambiar de pronto: sí exigir que algunos dejen de utilizar la pandemia como arma política), más medios humanos y materiales (hasta el viernes no funcionó en Madrid la App Radar Covid y Cataluña la deja de lado para lanzar una propia) y perseverancia en las medidas, explicándolas mejor a los ciudadanos y exigiéndoles cumplirlas. No vamos a poder vacunarnos de forma masiva antes del verano, así que hay que trazar un Plan a 9 meses vista, con la vista puesta en el nivel de contagios: todo lo que sea más de 100 nuevos contagios por 100.000 habitantes, debe llevar automáticamente al confinamiento.
En paralelo a la cruzada contra esta emergencia sanitaria, hay que seguir combatiendo la emergencia económica y social, vigilando la marcha de los ERTEs y las ayudas a los autónomos, ampliando las prestaciones a los que se queden sin cobrar el desempleo y agilizando el ingreso mínimo vital, que es demasiado burocrático y lento. Y en paralelo, hay que poner en marcha el Plan de reconversión, para señalar un camino de salida a los españoles. El Plan de recuperación (ver 58 páginas) lo presentó el Gobierno Sánchez el miércoles y se envía a Bruselas este 15 de octubre. La idea es clara: dar un empujón a la recuperación, anticipando el Gobierno en los Presupuestos 2021 los primeros 27.400 millones (a fondo perdido), que esperamos de Europa el año que viene pero que se van a retrasar hasta junio. Y con este dinero, empezar a movilizar también inversiones privadas, con la idea de destinar 72.000 millones de inversiones públicas en 2021-2023 con dinero de Bruselas, que podrían movilizar hasta 500.000 millones de dinero público y privado en los próximos años. Y crear así 500.000 empleos.
La idea del Plan es que ya que tenemos que reconstruir el país por la pandemia, aprovechemos los fondos propios y europeos para reformar y cambiar el modelo económico, para invertir en una 2ª modernización de la economía (la 1ª, a partir de 1978, nos llevó al ingreso en la CEE en 1986). Y esta modernización pasa por invertir esos 500.000 millones (72.000 de fondos europeos) en 4 frentes: inversión verde (37% del total, en coches eléctricos, rehabilitación de viviendas y esos ríos que se desbordan), digitalización (otro 33%, para formar en competencias digitales al 80% de españoles, 2,5 millones de pymes y 150.000 funcionarios, además del 100% de cobertura de Internet y 75% con 5G), igualdad de género (65.000 nuevas plazas de educación infantil 0-3 años y planes para frenar fracaso escolar) y cohesión territorial y social (refuerzo sanidad, educación y dependencia, reforma políticas activas de empleo, especial atención a los jóvenes, impulso de la FP y un sistema fiscal más justo). Son inversiones que están en línea con el Plan Next Generation UE y que se tienen ahora que concretar en cientos de proyectos, para que los apruebe Bruselas.
Y todo ello, con medidas que ya se quieren incluir en los Presupuestos 2021, que se van a presentar también a Bruselas este mes. Es el camino que se marca a tres años (2021-2023) para salir del negro túnel de esta recesión. Pero insisto, toda esta estrategia de futuro exige frenar antes al virus: no habrá recuperación si no se frenan los rebrotes. Porque el miedo a volver a los tiempos de marzo y abril, al cierre total del país, impide que las familias y las empresas gasten e inviertan, frena la recuperación. Hay que doblegar la curva, frenar y controlar los contagios, al coste que haga falta. Con decisión política y unidad, con colaboración ciudadana y sacrificios. Sin salud no hay economía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario