Esta semana, 196 países buscan en Lima un preacuerdo para poder firmar en París (diciembre 2015) un acuerdo mundial para reducir
las emisiones de CO2 que provocan el cambio climático. No será fácil,
porque países emisores y empresas se resisten en invertir para ahorrar energía y huir del petróleo, carbón
y gas, consumiendo energías limpias. Pero los científicos han dado la voz de
alarma: o se toman medidas ya o luchar contra el calentamiento del
Planeta será más costoso y difícil. El
acuerdo está más cerca, después que Europa,
EEUU y China hayan acordado planes de recorte de emisiones, pero hay que
concretarlos, como el Fondo verde
para ayudar a los países en desarrollo (al que España aportará una cantidad ridícula). Salvar el Planeta será costoso (más
impuestos verdes, luz y energía más caras), pero
no hacerlo costaría mucho más al
mundo, en desastres naturales, salud, cosechas y destrucción de ecosistemas.
Es el gran desafío del siglo.
enrique ortega |
Los científicos
acaban de dar la voz de alerta: las evidencias
del cambio climático son indiscutibles, está causado por el hombre y se
acaba el tiempo para tomar medidas efectivas, según el 5º
Informe de evaluación del IPPC, un grupo de 830 expertos (13 españoles)
creado por la ONU. Sus conclusiones
son demoledoras. Primera: “la atmósfera y
los océanos se han calentado, los volúmenes de nieve y hielo han disminuido, el
nivel del mar se ha elevado y las concentraciones
de CO2 han aumentado a niveles sin precedentes desde hace por lo menos
800.000 años”. Segunda: la culpa es del hombre, por sus
emisiones de gases de efecto invernadero emitidas al consumir energía en
industrias, transporte, vivienda, agricultura y servicios. Tercera: los
países pobres (los que menos emiten CO2) son los que más están sufriendo y van a sufrir el cambio climático. Y
cuarta: todavía hay salida, si se toman medidas a nivel mundial para
reducir las emisiones. Pero se
está acabando el tiempo: si se quiere evitar que la temperatura del Planeta suba más de 2 grados a finales de
siglo, hay que reducir las emisiones
mundiales de CO2 entre un 40% y un 70%
entre 2010 y 2050. Y reducirlas hasta
un nivel cero o negativo para el año 2100.
Es el reto lanzado por los científicos al
mundo y a los políticos. Un informe que planea sobre la Cumbre del Clima que se
celebra esta semana en Lima, donde
políticos de 196 países y más de 1.000
expertos buscan
un preacuerdo para renovar el Protocolo
de Kioto, firmado en 1997 y que está en vigor hasta 2020: 38 países
desarrollados (toda la UE) se comprometieron a reducir un 5,2% sus emisiones
entre 2008 y 2012 (ampliado luego hasta 2020), pero no lo ratificaron los principales emisores, como EEUU, China, India,
Japón o, Rusia. Ahora se busca un
acuerdo mundial de recorte de emisiones a partir de 2020, que sea vinculante
para todos los países y que se intentará firmar en la Cumbre
del Clima de París, en diciembre
de 2015.
El acuerdo parece
ahora más fácil, después de que
los tres principales
emisores de CO2 hayan anunciado planes
para recortarlas. Primero fue Europa
(15% emisiones mundiales) quien aprobó
en octubre un
acuerdo unánime de los 28 países UE para recortar sus emisiones de CO2 en
un 40% para 2030 (sobre las de 1.990).
Y luego, en noviembre, China (29%
emisiones mundiales) y EEUU (16%)
anunciaban sendos
planes: Obama se comprometía a
reducir sus emisiones entre un 26 y un
28% para 2030 (respecto a 2005) y China prometía reducir sus emisiones a partir de 2030 y aumentar el peso de
las energías renovables. Un gran avance, aunque se considera todavía poco
concreto e insuficiente, ya que el esfuerzo
de EEUU y China es menor al de Europa, líder en la
lucha contra el cambio
climático. Y además, Obama tendrá problemas
para ponerlo en marcha, porque los
republicanos (que dominan ambas Cámaras) no están por el recorte de
emisiones (creen que “hundiría la economía”).
Con todo, es un gran
avance que los tres grandes bloques emisores (responsables del 60% del CO2
mundial) prometan medidas. Ahora
falta que
lo hagan el resto, sobre todo India (7%
emisiones mundiales), Rusia (5,3%) y
Japón (3,75), junto a los cuatro
grandes emisores restantes, Corea del sur (1,8%), Irán (1,8%), Arabia Saudí
(1,5) y Canadá (1,5%), lo que abarcaría el 82,6% de las emisiones
mundiales de CO2. El resto corresponde a países pobres y en desarrollo, que ahora consumen poca energía pero
que aumentarán
mucho sus emisiones en las próximas décadas si no se toman medidas. Y para
ello, piden ayudas a los países desarrollados, que se concretaron en la creación de un Fondo Verde
(en 1999) dotado con 100.000 millones de
dólares al año, dinero que no se
ha concretado hasta ahora, en noviembre de 2014, con sólo 9.600 millones de dólares prometidos
(y aún no desembolsados)por 22 países:
EEUU ha comprometido un tercio (3.000 millones), Japón 1.500, Reino Unido
1.100, Alemania 1.000, Italia 313 y España
150 millones de dólares, una
cantidad ridícula para nuestro peso económico (3 dólares por habitante, frente a 12$ por habitante de media en la UE y 9,5$ en USA).
Las intenciones están
ahí, pero ahora falta definir los
acuerdos y concretar los planes y las inversiones, lo más difícil, porque
va a exigir un gran esfuerzo a los países
(Presupuestos), a las empresas
(sobre todo a las 90
grandes multinacionales que son responsables de dos tercios de las
emisiones de CO2) y a los ciudadanos,
que vamos a acabar pagándolo, en forma de
impuestos (los de siempre y nuevos “impuestos verdes”) y mayores
precios de una energía más ”verde”
(sobre todo de la
luz). La inversión para reducir
emisiones y hacer la transición a una economía energéticamente sostenible es elevada pero asumible, según el último informe
de la ONU (PNUMA): exige invertir 1,3
billones de dólares al año hasta el año 2050, un 2% del PIB mundial, en 10
sectores clave: energía, industria, agricultura, construcción, pesca,
bosques, turismo, agua y gestión de residuos.
Pero además de un gran esfuerzo inversor, la lucha contra el
cambio climático supone también una
gran oportunidad para la economía, como refleja el estudio Stern
de una Comisión independiente encargado por la ONU: se abre un gran futuro a múltiples industrias de
energías alternativas, ahorro y eficiencia energética, que supondrán más actividad
y empleo en el mundo las próximas décadas (Europa
estima que pueden crearse
20 millones de empleos en la “economía verde” de la UE-28 sólo hasta
2020).
Luchar contra el cambio climático será costoso, pero no
hacerlo costaría mucho más.
Los científicos ya han estimado que si no
se toman medidas efectivas, la
temperatura de la Tierra podría subir hasta 4,8 grados este siglo. Y eso provocaría
numerosos
desastres naturales (sequías,
inundaciones e incendios), que dañarían las cosechas,
aumentarían la mortalidad y los
desplazamientos de poblaciones (ya en 2013 hubo 22
millones de desplazados por desastres naturales, el triple que por
conflictos armados), además de provocar
una subida de los mares (hasta 82 centímetros), aumento de su temperatura y
acidificación, dañando los ecosistemas, el turismo y la vida en el litoral. Todas estas consecuencias negativas se notarían más en
el sur de Europa y en España,
según los expertos. Por ejemplo, el
mar subiría en nuestras costas a finales de siglo entre 60 y 72 centímetros
(80 cm. en Canarias), provocando retrocesos
de las playas (entre 20 y 40 metros) y afectando
seriamente la vida y los negocios (turismo) de los 15 millones de españoles que
viven en la costa.
Parece evidente
que es mejor tratar de evitarlo, aunque
sea costoso. Eso pasa por ahorrar
energía y huir
lo más posible del petróleo, el carbón y el gas, en
el transporte (responsable del
40% de las emisiones de CO2 en España), en la
agricultura, los servicios y la vivienda (responsables de otro 25% de
emisiones) y en
las empresas (emiten el 35% restante del CO2), la mitad las eléctricas
(51% emisiones industriales), seguidas de las refinerías y petroleras (11%),
las cementeras (9%), la siderurgia (8%) y el resto de industrias. España tiene que hacer un
esfuerzo mayor que el resto de Europa, porque somos el país europeo donde más han crecido las emisiones de CO2 desde
1990 (un +23,68% hasta 2012, frente al +15% objetivo). Y lo peor no es sólo
que España no cumple ahora con el Protocolo de Kioto
sino que tampoco lo cumplirá al final
del plazo, en 2020: sólo rebajará las emisiones un -2,5% frente al -10% de
objetivo (sobre 2005), según un informe
de junio de la Comisión Europea. Y mucho de eso se debe a los recortes a las
renovables y a las políticas de
ahorro energético del Gobierno Rajoy.
Se acaba el tiempo y
hay que actuar ya y con decisión contra
el cambio climático. A nivel mundial, más en España y cada uno de nosotros,
cambiando los hábitos de vida y tratando
de ahorrar energía (en casa, con el coche, en el trabajo) y de apoyar las
energías renovables. Es un esfuerzo que merecerá la pena, porque ayudaremos
a salvar el Planeta. No es una obsesión
de ecologistas: la alerta de los científicos sobre las emisiones de CO2 es
muy real y los riesgos del cambio
climático son muy graves. Hay que mentalizarse
de una vez y exigir medidas urgentes y eficaces, aunque sean costosas. Es el mayor desafío del mundo en este siglo.
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