A mediados de agosto, Eurostat dio la alarma: Europa no crece, Italia está en
recesión, Francia casi y la economía alemana cae. Los líderes europeos,
asustados, han convocado una Cumbre extraordinaria en octubre para reanimar la economía (la tercera en
tres años). Prometen un Plan de inversiones, sin dinero nuevo, que no estaría
hasta febrero de 2015. Mientras, piden al BCE
que les saque las castañas del fuego, como en 2012 y 2013. Draghi ha bajado testimonialmente los tipos y va a comprar créditos a los bancos para inyectar dinero a la economía europea, pero lo que hace
falta no es sólo liquidez sino reanimar las economías con un verdadero Plan
Marshall europeo. Eso choca con la austeridad
(suicida) que pregona Merkel y apoya Rajoy. Se espera que Francia, Italia y España hagan más recortes
en 2015, para reducir sus déficits. Y eso podría llevar a Europa a la tercera
recesión de esta crisis, hundiendo
la tímida recuperación española. Cambien, reanimen la economía
europea como ha hecho Obama con éxito. Si no, vamos
hacía atrás, otra vez al agujero.
La economía europea
no
despega, tras cuatro años de austeridad. Al contrario, empeora:
la zona
euro se ha estancado en el
segundo trimestre, creciendo un 0%
(frente al +0,2% del primer trimestre), según
Eurostat. Y la UE-28 creció sólo un +0,2%, frente al +0,3% del trimestre
anterior. Lo más preocupante es que las
tres grandes economías europeas están estancadas o cayendo: Italia ha caído en su tercera recesión
en esta crisis (-0,1% en el primer trimestre y -0,2% en el segundo), Francia está parada (creció un 0% en el
primer y segundo trimestre) y Alemania,
el motor de Europa, decrece un -0,2% en el segundo
trimestre (+0,7% en el primero), por el pinchazo de sus exportaciones y la
crisis con Rusia.
Otro dato preocupante es la baja inflación
europea, que cayó un -0,3% en agosto y está en el 0,4% anual (el dato
más bajo desde 2009), con 4 países con inflación negativa (España entre ellos). Un
indicador claro de que la economía
europea está enferma
y un factor que retrasa las compras y el consumo, debilitando las ventas, las
inversiones y el empleo, muy débil. De hecho, Europa tiene 27
millones de parados, 2 millones más que en 2008, una tasa de paro del 11,5% (zona euro), la más alta desde la postguerra.
Lo positivo es que el
euro se ha debilitado, hasta los 1,30 euros/dólar (desde 1,40 en mayo), lo que facilita las exportaciones
europeas, pero es otro síntoma de que el ahorro se va de Europa a EEUU (que
subirá tipos en 2015), algo que antes o después va a encarecer la deuda y las primas de riesgo. Y lo más preocupante es que la crisis de Ucrania y las sanciones
a Rusia van a ser la puntilla para Alemania y la Europa del este, agudizando el estancamiento europeo.
En medio de este panorama, Rajoy “saca pecho” con el dato de que España
crece más que la mayoría de Europa: +0,6% en el segundo trimestre, tras crecer
también los tres trimestres anteriores (+0,1% el tercero de 2013, +0,2% el
cuarto y +0,4% el primero de 2014).Es cierto, pero se trata de un crecimiento
muy coyuntural, ligado a la temporada turística y a las rebajas, como demuestra
que en
agosto se ha roto la racha de mejora del empleo, con una pérdida de casi 100.000 afiliaciones a la Seguridad
Social. Un crecimiento pequeño, que aporta un empleo
escaso, precario (muchos contratos temporales y por horas) y mal pagado.
Y lo peor es que España lleva ya un año con baja inflación (desinflación)
y los dos últimos meses con inflación negativa (-0,5% de inflación anual en agosto). La baja
inflación es un cáncer para la
recuperación: retrasa las compras de
los consumidores, retrae las ventas y las inversiones de las empresas y por
tanto la creación de empleo. Además,
dificulta devolver las deudas,
en un país donde el Estado debe más
de un billón de euros (100% PIB) y las
empresas y particulares 1,86 billones más. Sin ventas y con salarios de
miseria (1 de cada 7 trabajadores son pobres), resulta más difícil
desendeudarse y además consumir o invertir. Y más si no hay crédito (ha
caído otro 10% este año), el doble de
caro que en Alemania.
Rajoy presume de que la recuperación de España
está ahí y se apoya en la caída de
la prima
de riesgo, que ronda los 120 puntos (2,15% interés bono a 10 años)
cuando hace dos años estaba en 610 (6,8% en 2012). Un síntoma de que algo
va mal, de que los mercados no ven proyectos privados rentables para
invertir y de momento se conforman con la deuda, a la espera de que suban
los tipos en EEUU (2015) y se vayan allí. Porque una economía que crece al 0,6% no es atractiva. Y menos cuando las exportaciones
llevan tres meses cayendo y ya no tiran de la economía. Y van
a tirar menos en los próximos meses si Francia, Italia, Alemania o Portugal,
nuestros principales compradores, no crecen. Y lo mismo el turismo.
Si Europa va mal,
España irá a peor. Y hay un gran
riesgo de que Europa caiga en la tercera
recesión de esta crisis, tras una primera en 2009 (-4.5% PIB), por las hipotecas basura en USA, y otra
segunda en 2012-2013 (-0,7% y -0,4%
la zona euro), por culpa de la
austeridad impuesta por Merkel y Bruselas en mayo de 2010, tras la
crisis de Grecia. Los dirigentes
europeos han visto las orejas al lobo, sobre todo el francés Hollande y
el italiano Renzi, y han
pedido al Banco Central Europeo
(BCE) que les ayude, que haga de
“bombero” como en 2012 y 2013. En julio
de 2012, el BCE
evitó la ruptura del euro y el rescate de España (y de Italia) con la
famosa frase
de Draghi: “haré lo que sea necesario
para sostener al euro”. En julio de
2013 volvió a calmar los mercados, asegurando tipos bajos y liquidez. Y
en junio
de 2014, aseguró otro verano tranquilo al bajar los tipos (al 0,15%) y
anunciar que este septiembre subastaría 400.000 millones para que los bancos
pudieran dar más créditos.
Las medidas del BCE y
los anuncios de Draghi han evitado
una catástrofe pero no el estancamiento de la economía europea. Ahora, el 4 de septiembre, el BCE ha ido más lejos: bajó los tipos del 0,15% al 0,05% (algo impactante, pero poco efectivo) y anunció para octubre la compra de créditos a la banca privada (deuda vinculada a préstamos e hipotecas concedidos), en otro intento de inyectar liquidez, dinero, a la débil economía europea. Son medidas decididas pero tardías (se debieron tomar en 2012). Además, Draghi es prudente y no se atreve a lanzar toda su artillería para estimular la economía europea (podría comprar bonos y deuda privada, como hacen EEUU y Reino Unido desde 2009), por no despertar más los recelos de Alemania.
La actuación del BCE animará algo a la economía europea pero es insuficiente. Porque el problema de Europa no es la falta de liquidez (aunque falte crédito accesible en el sur) sino que no hay demanda ni inversión, que la economía está sin pulso, sin crecer y sin inflación, como Japón en los últimos 25 años. Y por eso, lo que urge es reanimar la economía desde los Gobiernos. De momento, los líderes europeos han convocado una Cumbre extraordinaria el 7 de octubre en Italia “a favor del empleo, el crecimiento y la inversión”. Suena bien, pero hay precedentes de Cumbres similares inútiles. En junio de 2012 se celebró una Cumbre donde los 27 aprobaron un “Pacto por el Crecimiento y el Empleo” que se quedó en nada. Y en junio de 2013, otra Cumbre europea aprobó un Plan de empleo juvenil (apoyado en tres Cumbres más ese año), con sólo 6.000 millones para los 28, que no se ha puesto en marcha en España hasta julio de 2014.
La actuación del BCE animará algo a la economía europea pero es insuficiente. Porque el problema de Europa no es la falta de liquidez (aunque falte crédito accesible en el sur) sino que no hay demanda ni inversión, que la economía está sin pulso, sin crecer y sin inflación, como Japón en los últimos 25 años. Y por eso, lo que urge es reanimar la economía desde los Gobiernos. De momento, los líderes europeos han convocado una Cumbre extraordinaria el 7 de octubre en Italia “a favor del empleo, el crecimiento y la inversión”. Suena bien, pero hay precedentes de Cumbres similares inútiles. En junio de 2012 se celebró una Cumbre donde los 27 aprobaron un “Pacto por el Crecimiento y el Empleo” que se quedó en nada. Y en junio de 2013, otra Cumbre europea aprobó un Plan de empleo juvenil (apoyado en tres Cumbres más ese año), con sólo 6.000 millones para los 28, que no se ha puesto en marcha en España hasta julio de 2014.
Ahora, el reelegido presidente de la Comisión Europea,
Jean-Claude Juncker, ha prometido un Plan
para movilizar 300.000 millones de inversiones públicas y privadas en
Europa. Suena bien, pero tiene dos pegas.
Una, que el Plan no se aprobará hasta
febrero de 2015 (y 2014 será un año
perdido). Y la otra, que no habrá un euro nuevo, según él mismo ha
aclarado: se tratará de aprovechar mejor los recursos existentes. Es una concesión a Merkel y los fundamentalistas de Bruselas,
que no quieren gastar más para reanimar la economía europea. Y que insisten en
que hay
que seguir con el rigor presupuestario,
con reducir los déficits. Así que lo seguro es que seguirán los recortes, ya anunciados en Francia
e Italia.
Y también en España en 2015, aunque sea un
año electoral: la Comisión ya le ha dicho a Rajoy que para cumplir el
déficit tendrá
que recortar 20.000 millones extras en 2015. Lo veremos en los Presupuestos
que se presenten a finales de septiembre. Y a las autonomías, Montoro les ha enviado 255 medidas de ahorro (más recortes).
El
dilema de Europa es que si
Francia, Italia, España (junto a Grecia, Portugal y algunos países del
Este) hacen más recortes, la tercera recesión será un hecho. Y
si se pone en marcha un Plan de
reactivación europeo, Alemania y los países ricos del norte tendrán que
pagarlo y dejar que la Europa del sur retrase el recorte del déficit. Más austeridad,
como defiende Europa desde 2010, o
reanimar la economía, como viene
haciendo EEUU desde 2008. El balance
de ambas políticas es incontestable: Europa
está estancada y EEUU crece
al 4% (2º trimestre 2014). Europa tiene un 11,5% de paro (zona euro), tras perder 2 millones de empleos,
y EEUU tiene un 6,2%, tras crear Obama 9 millones de empleos.
Europa debe acabar
con la política de austeridad, reanimando
la economía europea con un Plan de
inversiones públicas y privadas potente: los sindicatos han propuesto un
Plan Marshall europeo que
destine un 2% del PIB durante 10 años a inversiones, para crear 11 millones de
empleos. Además, Alemania y la Europa
más rica deben fomentar el consumo y
la inflación, mientras en la Europa
del sur se flexibilizan los objetivos del déficit público, para dar más
margen a fomentar la inversión, la investigación, la formación y el empleo. Y ayudar
a que los países del sur paguen su deuda,
mutualizándola con eurobonos,
para rebajar intereses. Y facilitar la renegociación de la deuda de empresas y
particulares, para que puedan consumir e invertir, mientras se facilita el crédito, comprando el BCE más deuda
privada.
En España, el
Gobierno debería mejorar la recaudación
y luchar de verdad contra el fraude fiscal: si
recaudáramos como Europa, se podrían
ingresar 90.000 millones más, para reducir el déficit y sostener
inversiones públicas y el Estado del Bienestar. Además, hay que fomentar el consumo, con menos impuestos indirectos y salarios más
altos (la mitad de los españoles ingresan
menos de 1.000 euros al mes). Y el
crédito y la inversión, con una política
activa de fomento
del empleo, que exige gastar más en formación y en colocar a los
parados. Hay que volcarse en la reindustrialización,
la educación, la investigación,
el turismo
y la exportación.
Y corregir la pobreza y la desigualdad,
un lastre para el crecimiento.
Si Europa se estanca
o cae en la tercera recesión, España no se recupera. Rajoy no
debería aliarse con Merkel y sus recortes sino sumarse a Hollande
y Renzi para forzar un cambio en
Europa, para reanimar la economía y salir de cuatro años de estancamiento,
fruto de una austeridad suicida. Lo necesitamos más que nadie, porque
tenemos el doble de paro. O cambian
de política o vamos al abismo. Todos, pero nosotros más.
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