Hay barrios donde
vemos muchas personas mayores. Hoy, un
17,7% de españoles tienen más de 64 años, pero los viejos serán uno de cada tres habitantes
en 2050. Hasta ahora, sólo se insiste en los problemas que supondrá para
España ser el país más envejecido del mundo, tras Japón: más gasto en pensiones, Sanidad, Dependencia y servicios sociales.
Pero el envejecimiento del país supondrá también una revolución de la economía y sus empresas,
que tendrán que adaptar productos y
servicios para atender a ese tercio
de consumidores mayores. Y será
una oportunidad para nuevos negocios,
ligados al consumo, el ahorro, la salud, la
vivienda, el turismo, el ocio y el cuidado de los viejos. El problema es que los mayores tienen menos ingresos y muchos malviven con una economía de subsistencia. Y con un tercio del país consumiendo
poco, será difícil crecer con fuerza
y crear empleo estable.
enrique ortega |
Europa es el continente más envejecido del mundo,
por la caída de la natalidad y la mejora del nivel de vida y la salud. Ahora, España
es el noveno país europeo con más viejos (17% población mayor de 64 años en
2010), por detrás de Italia (20,5%), Alemania (20,4%), Grecia (18,9%), Portugal
(18%), Austria y Bélgica (17,6%), Suiza (17,5) y Finlandia (17,3%). Pero en cuatro
décadas más, para 2050, España será el
país más envejecido del mundo (35,7% de viejos), tras Japón (39,6% de
mayores), según
la OCDE. Y ese salto en el envejecimiento se debe a
que, a partir de 2022, se
jubilará la generación del “baby boom” (nacidos entre 1957 y 1977, una
década después que en el resto de Europa).
España
tenía a principios del siglo XX poco
más de 1 millón de personas mayores
(más 64 años), en 1975
ya eran 3,5 millones (10,5% del
país) y en 2012 fueron 8,2 millones
(17,7%). Pero el
INE estima que serán 15,2 millones para 2052 (36,58% de la
población). Y de ellos, casi la mitad
tendrán más de 80 años: 6.509.732 personas (el 15,6% de los
españoles). Este fuerte envejecimiento de España tiene dos causas. Una, la demografía:
la crisis de fecundidad de los años 80 y
90 ha reducido las mujeres en edad fértil,
con lo que la tasa
de natalidad española es la más baja de Europa (1,38 hijos por mujer, frente a 1,59 en UE
27, 1,94 en Reino Unido o 2,03 en Francia). Y la otra, el aumento de la esperanza
de vida, por los avances sanitarios y la mejor calidad de vida: si en
1975, la esperanza de vida era de 70, 4 años (hombres) y 76,2 (mujeres), en
2012 era ya de 79,3 y 85,1 y para 2051 está previsto que
los españoles vivan mucho más (86,88
años los hombres y 90,75 las mujeres).
En definitiva, más
españoles viejos viviendo más años, sobre todo mujeres (10 por cada 7
hombres mayores hoy) y habitantes de Castilla
y León (22,4% mayores hoy), Galicia
(21,9%) y Asturias (21,8%), las más envejecidas, aunque 7 de
cada 10 mayores viven en ciudades (1,4 millones en las 6 grandes capitales). La
mitad de los viejos viven con su cónyuge, un 20% solos (1,7 millones, tres de cada
cuatro mujeres) y el resto con su familia. Cara al futuro, el dato más importante
es que, para 2051, los viejos vivirán
después de jubilarse entre 19 años (hombres) y 23 años (mujeres),
cuando en 1975 eran entre 7 y 13 años.
La preocupación
de los Gobiernos es que van a tener que pagar las pensiones de estos mayores durante más años, con muchas
menos personas trabajando (1,2 empleados
por pensionista para 2050 frente a 1,9 hoy). Y que van a tener que sacar más recursos para afrontar el mayor
gasto sanitario (el gasto
sanitario de los mayores multiplica por 3,4 el del resto, según Sanidad) y la mayor factura para Dependencia
y atención a los mayores, ya que un 46% necesitarán atención (el doble que
ahora), según un estudio
del CSIC.
Todo esto es cierto, pero también que el envejecimiento de España está
revolucionando, y lo hará aún más, la economía y las empresas. Y puede ser
una oportunidad para crecer y crear
productos y servicios nuevos, dirigidos a esa gran masa de consumidores
mayores, uno de cada tres españoles en 2050. Eso obligará a la mayoría de empresas
a reconvertir su oferta, centrando gran parte de sus productos y marketing
en los mayores, con ofertas específicas: productos biosaludables, más
pequeños y fáciles de transportar y abrir, con una tipografía grande, con
calidad y precio ajustados a un consumidor
exigente.
El envejecimiento de la población no sólo va a modificar
los hábitos de consumo, sino también las finanzas, la vivienda, el turismo y el ocio, la salud, los
medicamentos y la atención a los ancianos. De hecho, ya hay bancos (sobre todo Cajas) que se han volcado en captar el ahorro de los mayores, con abusos
tan manifiestos como las preferentes.
El hecho de que tres de cada cuatro ancianos vivan
solos o con su cónyuge va a revolucionar el mercado de la vivienda (muchas se quedarán grandes) y fomentará la rehabilitación (casas sin
ascensor, sin servicios adecuados a mayores, desde duchas a accesos). Y disponer de mucho tiempo libre impulsará el turismo de la tercera edad (hoy sólo un 10% del
turismo total) y el ocio, en
especial el deporte, la cultura y la formación
(es llamativo que un 87% de nuestros
mayores no han superado los estudios primarios). Y sobre todo, impulsará la
industria de la salud y del cuidado de
ancianos, un nicho de empleo para
este siglo.
Hasta ahora, el gasto
en salud de los mayores es pequeño, porque utilizan básicamente la
sanidad pública y porque los seguros
médicos privados les penalizan (sólo
10% tiene una póliza privada). Pero con
los recortes, las listas de espera y casi duplicarse los mayores, muchos serán
futuros clientes de la sanidad
privada, que crece imparable.
Y tantos viejos aumentarán la demanda de
medicamentos,
potenciando la industria farmacéutica.
Pero el gran salto se dará en la demanda
para cuidar a los ancianos (los mayores
de 80 años casi se triplicarán:
de 2,4 millones hoy a 6,5 millones para 2052), un sector que podría crear un millón de empleos en los
próximos años, según
la patronal CEOE.
En definitiva, en unas
décadas, uno de cada tres españoles será
viejo pero consumirá productos y servicios, cambiando
drásticamente el mapa económico. El
mayor problema es que los
mayores ingresan menos y también gastan menos, lo que restará impulso al crecimiento del país y al
empleo. Por un lado, los ingresos de los mayores son un
25% inferior a los del resto,
según distintas estimaciones, porque la mayoría viven de una pensión baja, muy inferior a los
sueldos: la pensión
media es de 864 euros (un 65% de la europea),
pero 4 de cada 10 jubilaciones son menores
de 645 euros y lo mismo 2 de cada 3 pensiones de viudedad. Y un
63,4% de jubilados (y el 90% de las viudas) ganan menos
de 1.000 euros al mes. Con eso, aunque la mayoría tengan la casa
pagada, poco pueden gastar: en general, gastan
un 20% menos que los demás españoles y centran su consumo en alimentos, gastos de vivienda y salud
(medicamentos), donde gastan más, según el INE.
España debe
prepararse para el gran cambio: ser
un país envejecido. Y no sólo con recortes
a las pensiones, al gasto farmacéutico, a la sanidad o a la Dependencia, como
ha hecho el Gobierno Rajoy. Es una auténtica revolución
económica, que obligará a modificar la estructura de ingresos y gastos
públicos, pero también la estructura empresarial y de servicios, para hacer
frente a esta nueva
demanda, diferente a la actual. Y si sabemos que el consumo
es el principal motor del crecimiento, tendremos que preocuparnos porque un
tercio de ese consumo pase a unos españoles que viven con menos y gastan menos,
muchos con una economía de subsistencia.
Por eso, seguir recortando las pensiones y las ayudas a los mayores es empobrecerlos
y a la vez, tirar piedras contra nuestro crecimiento futuro.
Vamos a ser más viejos, es un hecho anunciado.
Habría que prepararse desde hoy, mejorando
las pensiones e ingresos de los mayores del futuro, para que ayuden con su
gasto a sostener una economía que estará mucho más en sus manos. Para
eso, hay que crecer más ahora, reforzar
ingresos y cotizaciones, para sacar a los mayores de su economía de
subsistencia. Y también, ahorrar
desde jóvenes, para que la
tercera edad no sea peor. Si no, nuestros mayores malvivirán y la economía y el empleo futuros se
resentirán. Sin remedio.
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