Nos ha pasado alguna
vez: ir a la farmacia y que no tengan la medicina que pedimos. La mayoría de las veces es porque se les ha acabado el stock, pero otras
es porque el laboratorio o el almacén no
se la sirven al farmacéutico, porque no
hay. Los desabastecimientos de
medicinas han aumentado en
paralelo a la forzada bajada de precios de
los medicamentos, hasta un 40%: a esos
precios, el laboratorio prefiere vender
esa medicina, más cara, en otro país. Y por eso, se han duplicado las
exportaciones mientras hay 117 medicamentos que faltan. El problema provocó
que todos los grupos del Congreso pidieran en junio medidas al Gobierno, que ha restringido algunas exportaciones. Pero mientras las medicinas sigan bajando (en diciembre otra vez) y sean en España un 20% más baratas que en
Europa, corremos el riesgo de
que los
vendan fuera y falten aquí. Es lo que pasa cuando muchas medicinas cuestan menos que una cerveza.
enrique ortega |
Por fin parece que se
está poniendo coto al despilfarro
de medicamentos. Este año, la factura farmacéutica podría acabar sobre los 9.000 millones de euros, un 28% menos de los 12.505 millones de 2009, el año récord. Casi un tercio menos de gasto, gracias
a que hay menos recetas (2,35
millones al día frente a 4 millones
en 2009) y por menos importe (10,67
euros de media). Una rebaja que se
debe a las medidas tomadas por Zapatero en 2010 y 2011 (recorte 30% impuesto a los precios
de los laboratorios, descuentos obligatorios sobre ventas a laboratorios,
almacenes y farmacias, obligación a los médicos de recetar por principio activo
y dispensar el genérico más barato) y, sobre todo, a los drásticos recortes impuestos por Rajoy en 2012: copago
del 10% para jubilados
y aumento copago hasta el 60% según ingresos (julio) y un medicamentazo
(septiembre) que sacó a 426 fármacos de la financiación pública, más nuevos copagos en farmacia hospitalaria, nuevas
bajadas de precios y más descuentos impuestos
a las farmacias, distribuidores y laboratorios.
Medidas que han
servido para ahorrar 3.500 millones de
euros, pero que tienen “efectos colaterales” negativos, como
el riesgo de pacientes que dejen de medicarse (enfermos
crónicos y jubilados con baja pensión) y la grave
crisis de muchas farmacias pequeñas (venden menos, a menos precio
y con menos margen), asfixiadas además por los impagos en algunas autonomías (como Cataluña o Valencia). También los laboratorios se ven muy afectados, al haber perdido
casi un tercio de mercado, aunque buscan una salida en las
exportaciones, en vender medicinas fuera a un precio más alto,
lo que provoca, ya desde hace unos años, el desabastecimiento de algunos
medicamentos, agravado en 2013.
Y que puede empeorar más en 2014, porque
el Gobierno aprobará este diciembre una
nueva bajada de precios de referencia para 11.300 medicamentos.
Las denuncias de desabastecimiento son habituales en todas las autonomías y se agravaron en
2012, con la falta de algunos fármacos clave en los hospitales: Thyrogen
(cáncer), Sinemet (Parkinson), Triptizol (cefaleas de tensión). En septiembre
2012, los pediatras denunciaron la falta de vacunas de la varicela. Y a raíz de las subastas andaluzas de medicamentos, en Almería se alertó que faltaban 80
principios activos al mes. En junio 2013, el problema de los desabastecimientos llegó al Congreso, con una moción de CiU, que citaba estos
medicamentos como difíciles de encontrar: Cemidon,
Pulmicort 400, Terbasmin, Calcium, Atarax, Aldactine o Eutirox. Y consiguió
que todos los grupos (algo inaudito)
aprobaran una proposición no de Ley para que
el Gobierno “subsanara a la mayor
brevedad posible el desabastecimiento de medicamentos en hospitales y farmacias”.
Pero hoy, existen 117 medicamentos con
desabastecimiento, según esta lista que publica cada día Sanidad (la mayoría se sustituyen por otros, pero eso causa incertidumbre a los
pacientes).
La principal causa
del desabastecimiento de un fármaco es que baja de precio, o porque se le
termina la patente o porque se abarata en exceso tras las bajas de precios de
referencia. Y a ese precio, al
laboratorio o al almacén no les compensa venderlo en España, sino fuera,
sobre todo en Europa, más caro: los precios de los medicamentos son un 20% más bajos en España, el país
europeo con las medicinas más baratas salvo Portugal, Eslovaquia y Estonia. Y
por eso, las exportaciones españolas de medicamentos acabarán este año por encima de los 10.000 millones de euros, cuatro veces lo exportado en el 2000.
Y, por primera vez, España exportará más
medicinas de las que importará en 2013. Este “boom” ha movido a las multinacionales
a reforzar sus fábricas en España, convertida ahora en una factoría mundial de
medicamentos (como de coches), aumentando plantas o trayendo producciones de
otros países (caso de Lilly, Roche, Pfizer, Sanofi o Bayer), al amparo de
nuestros bajos sueldos, experiencia,
productividad y ayudas fiscales (Plan
Profarma).
Pero no sólo exportan medicinas los laboratorios, también los almacenes de distribución, a pesar de que los laboratorios tratan de impedírselo con
dos medidas. Una, el doble precio:
les venden a un precio superior (europeo) y sólo cuando demuestran que el
medicamento lo han vendido en España, les abonan la diferencia. Además, les
envían un máximo de envases (cupo) de
medicamentos susceptibles de exportar. A pesar de esto, muchos almacenes (sobre todo de zonas fronterizas) exportan medicamentos que inicialmente habían comprado para
farmacias españolas, a veces en connivencia
(comisiones) con ellas. Y la Guardia
Civil ha detectado también redes de farmacias
que exportan (está prohibido) en Cataluña, Castilla y León,
Extremadura, Galicia y Andalucía (son casos
muy minoritarios).
Por una u otra vía, el
medicamento acaba en Gran Bretaña, Alemania, Holanda y países del Este, donde se pagan los precios más altos. De
hecho, el desabastecimiento es un
problema que preocupa en toda Europa, según una
encuesta de la Agrupación Farmacéutica Europea, que revela que ha
ido en aumento en el último año por carecer de una política común de precios y unos controles efectivos a nivel UE.
La Agencia Española
del Medicamento emitió en julio 2012 una Circular para evitar la salida de España de
medicamentos cuya escasez pueda causar problemas a los pacientes. Pero no sirvió para acabar con los
desabastecimientos, como se vio en la moción del Congreso. A raíz de ella, el Gobierno ha dado un paso más,
aprobando en octubre 2013 un real Decreto para regular las
situaciones en que se puede limitar o
impedir la exportación de medicamentos, estableciendo un mayor control sobre almacenes y bróker de distribución. Es un paso importante,
pero hace falta una Ley de suministro,
que regule con transparencia el mecanismo
de las ventas y el poder de los laboratorios, con más controles y sanciones. Y sobre todo, establecer una política de precios realista,
porque si se fija un precio ridículo
para un medicamento, el laboratorio y los distribuidores tratarán de venderlo fuera, como sea. Un avance puede ser fijar precios
mínimos, como pretende hacer el Gobierno en
2014.
Pero el problema de fondo es que el Gobierno
ha ido demasiado lejos en el recorte farmacéutico, que ha permitido a
las autonomías aliviar sus cuentas sin tocar apenas la sanidad:
el
80% del ahorro sanitario ha sido en medicamentos. Y con
ello, el gasto farmacéutico, que
antes estaba desbordado, es ahora más bajo que en Europa: 206 euros per cápita frente a 349 euros en
la UE-25. Se han pasado de frenada. Consecuencia:
a
los laboratorios les
compensa menos invertir e investigar en España, porque venden menos y
más barato. Tenemos menos fármacos innovadores y se
utilizan la mitad de fármacos nuevos que
antes (5,8% fármacos tenían menos 3 años en 2009 y ahora son el 2,7%).
Es el problema de que una medicina cueste lo que una cerveza:
que no compensa venderla ni tampoco investigar en nuevos fármacos. Ahorrar y evitar el despilfarro sí, pero poner en riesgo la producción y la investigación de medicamentos, no. Ni
poner en peligro a los farmacéuticos,
que no son tenderos sino nuestros
asesores sanitarios más cercanos.
Unos y otros tienen que ser rentables, por el bien de nuestra salud.
Racanear con los medicamentos sólo
nos llevará al cierre de farmacias y a la fuga de medicamentos. Al tiempo.
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