lunes, 30 de septiembre de 2013

La luz sube más de lo que dicen (3,1%)


Sube la luz el 1 de octubre, la cuarta vez este año, tras otra muy reciente en agosto. Dicen que subirá el recibo un 3,1 %, pero 5 millones de familias pagarán bastante más, porque en julio el Gobierno aprobó cambios que suben la luz por triplicado a muchos usuarios: cambia el sistema de cobro, se restringe el bono social y se penaliza la autoproducción. Tras esta subida, la luz se ha encarecido un 17,85% en estos dos últimos años y un 76% desde 2008. Pero el déficit de tarifa, el agujero eléctrico, sigue creciendo, porque los costes reconocidos a las eléctricas siguen inflados. En lugar de afrontar el problema, rebajando unos costes excesivos, el Gobierno ha aprobado una reforma eléctrica que carga esos extracostes en nuestro recibo, en el Presupuesto y en las energías renovables. Así no evitará que la luz siga subiendo, otro 7% en 2014.
enrique ortega

Nueva subida de la luz en el cuarto trimestre, un 3,1%, tras subir en agosto otro 3,2%. Y sube, aunque cae la demanda de electricidad, porque las eléctricas nos cargan una serie de sobrecostes que quedan fuera del control del Gobierno: compensación por la dispersión de precios en las distintas horas, pagos por capacidad (por tener centrales de gas disponibles, aunque no se usen) y por usar carbón nacional. Otro trimestre más, sufrimos el tener un mercado eléctrico poco transparente, donde las compañías “manipulan los precios”, como ha denunciado la Comisión Nacional de la Energía (CNE), aunque reconoce que no puede multarles porque realizan sus “triquiñuelas” al amparo de la regulación. Estas maniobras supusieron un sobrecoste en el recibo del 8% en 2012, según la CNE. Y otro tanto en 2013.

Esa es la subida “oficial”, el 3,1%. Pero para 5 millones de usuarios, uno de cada cuatro recibos, la subida del próximo recibo será mucho mayor. Y eso porque han entrado en vigor tres cambios que el Gobierno aprobó en julio. Uno, un cambio en el recibo de la luz: sube un 36% la ponderación de la potencia (lo que se contrata), para compensar a las eléctricas la caída del consumo, y baja un 40% la ponderación del consumo. Con ello, se penaliza a los clientes que gastan poco (segundas viviendas y viviendas vacías), unos 2 millones de recibos. El segundo cambio afecta al bono social, un descuento del 30% en el recibo al que tienen derecho pensionistas (con pensión mínima), familias con todos en paro, familias numerosas y clientes con  menos de 3kw de potencia. Ahora, se les pone un tope de renta (34.689 para una familia con 3 hijos), lo que supondrá que más de la mitad de los que reciben este bono social (3 millones familias) lo pierdan. Y además se les revisa la tarifa, congelada desde 2009, a todos. Y en tercer lugar, se pone un impuesto a los usuarios que auto-producen electricidad con paneles solares o molinos, encareciendo su factura un 27%.

Así que para estos 5 millones largos de familias, el recibo subirá mucho más del 3,1 % (hasta el 45%). Y se sumará a las subidas de agosto (+3,2%), julio (+1,2%) y enero 2013 (+3%), no compensadas con la bajada de marzo (-6,6%). Y al 13,95% que subió la luz en 2012, con lo que ya va un aumento del recibo del 18% en estos dos últimos años, diez veces la subida de salarios. Con ello, ya hay un 10% de familias que no pueden pagar el recibo, 4,6 millones de españoles que han caído en la pobreza energética, según un estudio de ACA. De hecho, Iberdrola y Endesa cortaron la luz por impago a 1,12 millones de clientes en 2012.

Remontándonos más atrás, la luz ha subido desde 2006 un 88% para los consumidores domésticos y un 60% para las empresas, según Eurostat, con lo que los españoles somos el tercer país europeo que más paga por la electricidad, tras Irlanda y Chipre: pagamos un 32% más que la media de los consumidores europeos (y un 21% las empresas). A pesar de pagar más cara la luz, el recibo no paga los costes reconocidos a las eléctricas. Y por eso, se ha producido, desde 2002, un déficit eléctrico, un agujero que en mayo 2013 superaba los 26.000 millones de euros. Una deuda que tenemos los consumidores con las eléctricas, una hipoteca que tenemos que pagar hasta 2027 y que nos cuesta unos 3 euros al mes en cada recibo. Y un déficit que sigue creciendo, a pesar de las subidas del recibo: este año, hasta julio, la deuda ascendía a 4.100 millones de euros.

El Gobierno quiere parar esta bola del déficit y para ello aprobó en 2012 y 2013 cinco paquetes de medidas, que, básicamente, consistían en tapar el agujero eléctrico con subidas de tarifas, el Presupuesto (también lo pagamos los ciudadanos) y cobrando impuestos verdes a las eléctricas (que nos acaban cargando en las tarifas). Ahora, en septiembre, ha aprobado una Ley del sector eléctrico que pretende reducir a cero el déficit de tarifa para 2014. Para ello, fija un sistema por el que tapa el agujero eléctrico (unos 4.500 millones cada año) por tres vías: subida extra de tarifas (900 millones), crédito extraordinario (900 millones) y recorte de ayudas a las eléctricas (1.350 millones por distribución y transporte) y a las energías renovables (otros 1.350 millones). Y si no se cubre, nos subirían más las tarifas.

Esta reforma es otro parche, porque no afronta el problema de fondo del déficit: que a las eléctricas se les reconocen unos costes excesivos, inflados, y así no hay tarifas que los cubran. El origen está en la Ley eléctrica (LSE) de 1997, aprobada por Aznar, que fijaba un doble sistema de precios. Por un lado, los precios de mercado: se paga por la luz lo que cuesta producirla en la central más cara (térmicas de gas y fuel), lo que beneficia a las centrales con menos costes (hidráulicas y nucleares). Es como pagar lo mismo por la carne picada al que la hace con pollo o con chuletón. Y como con esos precios, la mayoría de las centrales (todas, menos hidráulicas y nucleares) apenas cubrían costes y no inversiones, se les compensa con otros ingresos, los pagos regulados, que aprueba el Gobierno: primas, pagos por capacidad, costes de transporte y distribución, incentivos, disponibilidad…

Ahora, el Gobierno y su reforma quieren recortar esta segunda parte, los precios regulados, sin tocar  los precios reconocidos, que están inflados para las centrales hidroeléctricas y nucleares. Y centran el recorte en lo más fácil,  las primas a las energías renovables, donde España es una potencia mundial y que pueden ayudarnos a reducir la desmesurada factura del petróleo. Pero no entra en el fondo del problema: desinflar los costes reconocidos a las eléctricas, sobre todo a las centrales hidroeléctricas y nucleares, que nos venden carne picada hecha con pollo (luz que les cuesta menos) como si fuera de ternera. No en vano, las eléctricas españoles son las más rentables de Europa y ganan el doble que las grandes europeas (un 6,78% sobre ventas frente al 2,62%).

En resumen, pagamos la luz un tercio más cara que en Europa porque a las eléctricas españolas se les reconocen unos costes que están inflados, sobre todo para la luz que se produce en centrales hidroeléctricas y nucleares. Y el Gobierno, para no enfrentarse al poderoso lobby eléctrico, no recorta estos costes (ya amortizados), sino que busca poner un parche al agujero eléctrico con subidas extras del recibo, créditos del Presupuesto y recortando primas a las renovables, las energías que ahora necesitan ayudas hasta consolidarse. Y tampoco afronta una urgente reestructuración del sector, estallando la “burbuja eléctrica”: sobran la mitad de las centrales, por la fuerte caída de la demanda.

Menos centrales y una luz más barata. El Gobierno debe hacer una auditoría de costes, para que paguemos la luz por lo que cuesta, no por lo que piden. Esa es la reforma que hace falta, para que familias y empresas no paguemos facturas infladas. Ya está bien.

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