La crisis no se
nota sólo en las tiendas y en las oficinas del paro. La notan también los médicos y los farmacéuticos: se han triplicado las consultas por depresión y
se han duplicado las ventas de ansiolíticos, los segundos
medicamentos más vendidos en España. Y seguimos bebiendo mucho alcohol, sobre todo los jóvenes:
la mitad de los que tienen 18 años se ha emborrachado
en el último mes. Y España es el país europeo con más consumo de cannabis
y cocaína, incluso entre menores. Pastillas, alcohol y drogas como
falsos remedios para superar el paro
o el estrés
laboral que sufren cuatro de cada diez trabajadores. Un problema que se
plantea cuando la sanidad pública
está en plenos recortes y cuando las empresas no pueden aplicar planes eficaces
de salud laboral. Pero urge
tomar medidas para que la crisis no se lleve por delante nuestra salud.
Porque luego no se recupera.
enrique ortega |
Los síntomas
son cansancio, estrés y apatía. Cada
día, miles de españoles acuden a su médico buscando un remedio a su ansiedad
o estrés. Muchos son parados
y otros trabajadores con problemas
en su empresa. Y la mayoría, mujeres
agobiadas por sacar adelante su casa. No
siempre presentan un cuadro de depresión: las más de las veces, han somatizado
sus problemas y acuden con hipertensión, desnutrición y obesidad, diarreas,
dolores de estómago, mareos, palpitaciones o anemias. Pero el origen está en la
ansiedad, el estrés o la depresión que tienen detrás. Y que no es fácil de
curar.
No hay datos globales,
pero los médicos de familia aseguran
que se
han triplicado las consultas
por depresión. Baste un ejemplo. En Andalucía, la región con
más paro (35,86%) y pobreza (4 de cada 10 andaluces), 800.000 personas acudieron el año pasado a la consulta de su médico
por ansiedad o depresión, según la Consejería
de Sanidad: son 1 de cada 8 andaluces mayores de 16 años. Y las bajas
por depresión duplican al resto.
El colectivo más vulnerable son los 6
millones de parados, sobre todo los
mayores de 50 años, que ven su
vida un fracaso sin salida. La mitad de los desempleados cae en la
depresión, según la última encuesta
de la SER. El 40% tiene dificultad para dormir, muchos tienen relaciones
tensas con su familia y problemas sexuales. El riesgo de padecer una enfermedad mental es cinco veces mayor en los
parados que en los activos, según el último Congreso
de Psiquiatría Y a un 15% se le
acaba diagnosticando depresión (un 20% en mayores de 65 años). Además, son
los más proclives al suicidio.
En España hay un suicidio al día (en
Italia hay 2 y en Grecia 4,7) y se estima que la tercera parte son por culpa de la crisis (el último,un padre de familia con deudas antesdeayer en Córdoba).
Los que trabajan
también tienen ahora más problemas de salud, por el temor
a perder su empleo y el endurecimiento de sus condiciones laborales. Se estima
que dos
de cada tres trabajadores (11,3
millones) está más estresado, un problema que afecta ya a 40
millones de europeos, según los especialistas en medicina del trabajo (AEEMT). Esto nos acarrea
unas pérdidas de 5.000 millones anuales,
en menos productividad y más
bajas laborales (una de cada cuatro bajas es por estrés), sin
olvidar el aumento de accidentes
laborales.
El estrés laboral
no es una enfermedad sino que la enfermedad puede ser
consecuencia del estrés, por lo que es clave detectarlo a tiempo por sus síntomas:
mentales (dificultad para
concentrarse, malhumor, nerviosismo), físicos
(agotamiento, dolor de cabeza, sequedad bucal) y de conducta (comer o dormir poco o en exceso, consumir alcohol o
drogas). Los más afectados por el estrés laboral son los más jóvenes y los mayores de 50 años.
Unos y otros, parados
y trabajadores con estrés, buscan resolver sus problemas con pastillas,
alcohol y drogas. De las tres, se
ha disparado el consumo de sedantes, tanto
tranquilizantes como somníferos con receta (Lexatín, Orfidal, Tranquimazín,
Stilnox…): los tomaban en 2011 un 11,4%
(4,3 millones de españoles mayores de 16 años), más del doble que en 2005 (5,1%). El porcentaje es mayor en mujeres
(15,3%, frente al 7,6% en los hombres) y mayores
de 35 años, aunque un 5,2 % de los adolescentes
(14-18 años) reconocen haber tomado
sedantes en el último mes. España
está a
la cabeza de la OCDE en el consumo de ansiolíticos (51,9 dosis diarias por
1.000 habitantes, el doble de las 24,1 dosis en 18 países) y somníferos (26,8 dosis por 1.000
habitantes frente a 24,9 en la OCDE).
Actualmente, entre un 40 y un 60 % de las consultas
de los médicos de atención primaria encubren problemas de ansiedad, estrés o
depresión. Pero los médicos de
la Sanidad
pública no tienen tiempo ni medios
(formación y unidades especiales de atención mental) para afrontar el problema
de fondo y buscan una salida rápida: recetar
ansiolíticos. Una medida que está bien para uno o dos meses, pero que
se acaba haciendo crónica. Y así crea
dependencia y muchos efectos
secundarios: insomnio, ansiedad, trastornos funcionales… Haría falta
potenciar las unidades de salud mental, pero la Sanidad pública carece de psicólogos:
hay 4,3 por 100.000 habitantes frente a 51 en Alemania (o 23 en Ecuador).
Otras personas con problemas recurren al alcohol
y a las drogas, cuyo consumo ha bajado ligeramente pero es
altísimo. Dos de cada tres españoles ha consumido alcohol en el último
mes y un 15% de los españoles se ha emborrachado rápido (“binge
drinking”), el 30% hombres y el 18% mujeres. Pero lo más grave son las borracheras
de los jóvenes, casi niños,
que pasan del Cola-Cao al botellón
como “salida” a la falta de futuro:
el 36% de los chicos de 20 a 24 años (y 21%de las chicas) se han dado un atracón de alcohol en el último mes.
Y el
52,8 % de los chicos de 18 años (46,6% a los 17 años, 38,8% a los 16,
32% a los 15 y 16% a los 14 años).
Un auténtico
drama que a veces acaba en urgencias,
por coma etílico o accidente de tráfico.
Y quedan los que se drogan para evadirse de la crisis.
España
es el país europeo con mayor
consumo de cannabis (lo
consumen el 7,6% de la población frente al 3,6% en Europa, el 6,9% en Italia o
el 4,6% de Francia) y cocaína (1,3%
de españoles lo ha consumido en el último mes, frente al 0,5% en Europa). Un consumo que ha caído ligeramente, porque
hay menos dinero para comprar, pero que es
demasiado alto entre los
jóvenes: un 8,2% entre 15 y 17 años ha consumido cannabis en el último mes,
pero llega al 40,1% entre los jóvenes de
18 años (30,6% entre los de 16 y 10%
entre los de 14 años). Tremendo.
Y luego pasa, que en los controles
de Tráfico que se hicieron el verano pasado, el 56% de los conductores dieron positivo en drogas. Y casi la mitad de los muertos en las carreteras
en 2011 tenían droga, sedantes o alcohol en la sangre.
Todo esto, sedantes, alcohol y drogas, ya se consumía antes, pero ahora mucho más
con la crisis. Y entre más personas,
sobre todo jóvenes, mujeres y mayores de
50 años. Por eso es urgente un Plan de salud contra la crisis, en las empresas y en la sanidad pública, gastando
más en detección y en prevención,
para evitar que el estrés y la depresión acaben en enfermedades mentales (muy
complejas de curar) o en suicidios. Hace falta crear
unidades específicas de atención en los ambulatorios, una inversión que
rebajaría luego el coste de las bajas
laborales por depresión y su coste farmacéutico y hospitalario.
La crisis nos ha traído paro, empleo precario y pobreza,
pero también más
enfermedades. Y contra esto hay que luchar con decisión, sin reparar en
gastos, porque de la crisis saldremos
pero si salimos enfermos todo será más complicado. Hay que apostar por la salud y evitar los
atajos de pastillas, drogas y alcohol. Nos
destrozan como personas y como país.
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