jueves, 20 de junio de 2024
El teletrabajo vuelve a crecer
Aumentan los empleados que teletrabajan uno o dos días
por semana desde casa, el campo o la playa y también los que teletrabajan
más de la mitad de su jornada semanal. En total, son 3,05 millones de
teletrabajadores, un récord que supera el de 2021 (por la pandemia), aunque
estamos por debajo del teletrabajo en Europa. Teletrabajan
más las mujeres, los empleados de 35 a 54 años, en información
y comunicaciones, finanzas y seguros, energía, actividades profesionales,
inmobiliarias y educación, en Madrid, Cataluña, País Vasco, Comunidad
Valenciana y Galicia. Mientras, los funcionarios reclaman poder
teletrabajar 3 días por semana, como les prometieron, porque ahora sólo teletrabajan
1 día (algunos). En general, las pymes y muchas empresas
son reacias a que sus empleados teletrabajen, porque les
supone costes y temen “el escaqueo”. Pero está demostrado que
en las actividades donde se puede teletrabajar (un tercio), se pierde menos
tiempo en viajes y mejora la productividad de las empresas, facilitando la necesaria
digitalización de la economía española. Trabajemos más a golpe de clic. Enrique Ortega
La pandemia supuso un gran salto para el
teletrabajo en España, que era marginal antes de 2020: en 2009,
sólo teletrabajaban en España 1,12 millones de trabajadores, el 5,9% de
los ocupados y diez años después, en 2019, sólo trabajaban a distancia 1,64
millones de ocupados, el 8,3% de la mano de obra, según
el INE. Pero en 2020, con el COVID-19 y el confinamiento, el salto
del teletrabajo fue espectacular: 3.015.200 trabajadores (1 de cada 6
ocupados) optaron por trabajar desde casa entre abril y junio de 2020,
según la EPA. Al acabarse el estado de alarma y reanudarse la actividad
casi normal, el teletrabajo perdió peso, pero aún cerró con 2,87
millones de españoles teletrabajando en 2020 (el 15% de los
ocupados). Y en 2021, con las sucesivas oleadas de COVID, el
teletrabajo logró su máximo: 3,03 millones trabajando a distancia (el
15,3% de los ocupados), la mayoría (1,86 millones) teletrabajando más de la
mitad de su jornada semanal y el resto (1,16 millones) teletrabajando
ocasionalmente, uno o dos días a la semana), según
la última EPA.
En 2022, al superarse lo peor de la pandemia, el
teletrabajo se desinfló y muchos trabajadores volvieron a sus fábricas
y oficinas toda su jornada laboral. De hecho, en 2022 sólo teletrabajaron 2,81
millones de empleados (el 13,7% de los ocupados). Pero en 2023, en
la primavera, el teletrabajo repuntó (2,91 millones en el 2º trimestre) y
aunque cayó algo en verano (2,71 millones en el tercer trimestre), alcanzó
un récord histórico en el último trimestre del año: 3,06 millones de
personas teletrabajando. Y la tendencia se ha mantenido al inicio de
2024: 3,05 millones teletrabajando en el primer trimestre (un 14,4% de los
ocupados), por encima del récord de 2021, tras la pandemia. Crece el
teletrabajo, pero sólo
los que teletrabajan “ocasionalmente”
(uno o dos días a la semana): han pasado de 1,16 millones en 2021 (el anterior
récord) a 1,46 millones a principios de 2024 (+300.000 teletrabajadores
ocasionales). Porque los que teletrabajan “habitualmente” (más de la
mitad de los días de su jornada semanal) han bajado, de 1,86
millones en 2021 a 1,59 millones en 2024.
Estos datos de la EPA indican claramente que lo que crece
son los trabajadores que consiguen que sus empresas les permitan teletrabajar
uno o dos días por semana, generalmente viernes o lunes (desde casa o desde
una “escapada al campo o a la playa”), como una “compensación”
para “retener a los empleados mejor formados y más necesarios”, en lugar de
subirles más el sueldo. Son
ya el 6,9% de los ocupados, un récord histórico (eran el 5,9% en
2021). Pero el teletrabajo “importante”, el que supone un cambio estructural
en las condiciones laborales (trabajar más días a distancia que en la empresa),
pierde peso desde 2021 y sólo lo disfrutan el 7,5% de los
ocupados en 2024 (9,4% en 2021).
Con todo, este modelo de teletrabajo “híbrido”
(1 o 2 días en casa y 3 o 4 días en la empresa) parece ser el que se
está imponiendo en España, sobre todo entre los hombres
(814.000 teletrabajan “ocasionalmente” frente a 670.000 mujeres) y los
empleados de mediana edad (511.900 de los que trabajan ocasionalmente
tienen entre 45 y 54 años y otros 384.900 teletrabajadores ocasionales tienen
entre 35 y 44 años), básicamente en actividades de servicios, finanzas y
seguros y administrativas, especialmente en grandes ciudades.
Analizando a todos los teletrabajadores (ocasionales
y habituales), esos 3,05 millones que trabajaban a distancia en el
primer trimestre, la mayoría son mujeres (53% del total), que aprovechan
el teletrabajo para conciliar su empleo con la atención a niños y a mayores y las
tareas del hogar. Y el teletrabajo se concentra entre los empleados de
mediana edad (casi 1 millón de los 3 millones que teletrabajan tienen entre
45 y 54 años), así como entre los empleados de 35 a 44 años (800.000
teletrabajan), siendo casi inexistente el teletrabajo entre los menores de
24 años (menos de 90.000). Por sectores, el teletrabajo se concentra en
los servicios (el 85%), sobre todo en las finanzas y seguros, la energía,
el trabajo administrativo, las inmobiliarias y la educación, según
un estudio de Adecco. Y por autonomías, destaca el teletrabajo en Madrid
(19,1% de los ocupados, frente al 14,1% de media en España en 2023), por la
mayor concentración de sedes centrales de empresas, Cataluña (14,1%), País
Vasco (12,6%), Asturias (12,4%), Comunidad Valenciana(11,9%) y Galicia (11,8%).
De los 3,05 millones de empleados que teletrabajan, 2,1
millones son asalariados y el resto autónomos y empresarios, según
un detallado estudio de CCOO. La mayoría de asalariados que
teletrabajan son mujeres (el
51,2%) y por sectores, destaca el altísimo teletrabajo de los asalariados de
la información y telecomunicaciones (375.000, el 55% de los ocupados), finanzas
y seguros (171.000 teletrabajadores, el 39% de ocupados), electricidad y
gas (37% ocupados teletrabajan), actividades profesionales, científicas
y técnicas (282.000 teletrabajan, el 32%), inmobiliarias (24%
teletrabajan) y educación (330.000 teletrabajan, el 23% de ocupados). Hay
otros sectores que tienen muchos teletrabajadores pero que suponen un
bajo porcentaje del total de ocupados, como la industria (228.000
asalariados teletrabajan), la administración pública (194.000
teletrabajan) o el comercio (134.000). Y 6 autonomías concentran el
82% de todos los asalariados que teletrabajan: Madrid (22,8% asalariados
teletrabajan, el doble del 11,6% de media en España), Cataluña (12,4%), País
Vasco (11,8%), Comunidad Valenciana (10,7%) , Galicia (10,1%) y Andalucía
(9,1%).
A pesar del nuevo salto en el teletrabajo, desde la
primavera de 2023, España sigue por debajo del teletrabajo en Europa:
ocupamos el puesto 13º en porcentaje de ocupados que teletrabajan, un 14,1% frente
al 24,1% de media de ocupados que teletrabajan en la UE-27, según
Eurostat (2023). Eso nos sitúa muy lejos de los paises líderes en
teletrabajo, como Holanda (56,8% de los ocupados teletrabajan), Suecia
(48%), Finlandia (43,3%) o Luxemburgo (43,1%) y también por debajo de Francia o
Dinamarca) (el 36,4% de ocupados teletrabajan), de Austria (29,5%), Alemania (25,9%)
o incluso Portugal (19,6%), aunque mejor que Italia (donde sólo teletrabajan el
13,1 de los ocupados). Y lo peor es que desde 2019 (antes de la pandemia) ha
aumentado “la brecha” de teletrabajo con Europa (del 8,5 al 10%
actual).
Una parte del retraso de España en teletrabajo se
debe a nuestro modelo productivo: tenemos una economía muy
basada en sectores y actividades donde es más difícil el trabajo a distancia
(como el turismo, la hostelería y parte del comercio), un exceso de pymes
(el 99% de las empresas), poco proclives a la digitalización y el teletrabajo,
y una mano de obra menos formada digitalmente (12 millones de españoles
no son capaces de manejarse en entornos digitales y otros 7,6 millones más solo
acreditan habilidades digitales “básicas”, según
este estudio de UGT). Además, nuestra estructura económica sólo permite
teletrabajar a 1 de cada 3 ocupados, como mucho, según este
estudio de CaixaBank: pueden hacerlo en la mayoría de los servicios, pero no
en gran parte de la industria (sólo en un 25%), el comercio, la
hostelería y el transporte (sólo el 23%), las actividades
artísticas y recreativas (sólo el 19% del personal) o en
la construcción (el 14%).
El teletrabajo crece, aunque lentamente, en las empresas
privadas, pero ha caído en la Administración y en las empresas públicas.
En abril de 2021 estaban teletrabajando
un 30% de los empleados públicos (la mayoría 3 días por semana), para
atender servicios esenciales. Pero en octubre de 2021, el Gobierno decidió
que sólo teletrabajaran un día los
funcionarios de la Administración General del Estado (229.310 funcionarios)
, una tendencia que siguieron los 2,3 millones de empleados públicos de
autonomías y Ayuntamientos. Y aunque en 2022 aumentaron los empleados públicos
que teletrabajaban, por el Plan de ahorro energético que siguió a la invasión
de Ucrania, la mayoría de los
funcionarios y empleados públicos ya no teletrabajan ( o sólo lo hacen 1
día a la semana). Y eso a pesar de que, en abril de 2021, los
sindicatos de la Función Pública firmaron un acuerdo con el ministro Iceta para
regular el teletrabajo de los empleados públicos: se les prometió 3 días por
semana. Al día de hoy, siguen
a la espera de un Decreto del Gobierno que cumpla lo prometido.
En el sector privado, muchas empresas, sobre todo
pymes, no acaban de desarrollar el teletrabajo de sus empleados,
a pesar de la Ley que
regula el teletrabajo, que entró en vigor el 13 de octubre de 2021.
En ella se
reguló el teletrabajo (“voluntario y reversible”), obligando a las
empresas a dotar a sus empleados del equipo necesario para teletrabajar y pagarles
los gastos acarreados (equipos, wifi y electricidad), regulando la jornada,
el alcance y los sistemas de control (y “desconexión digital”, un
derecho de los teletrabajadores). Han pasado casi 3 años y muchas
empresas no han aprobado sus Planes para fomentar el teletrabajo, a
pesar de que sindicatos y patronal lo incluyeron (Capítulo X) en
su V
Acuerdo sobre el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), firmado en
mayo de 2023. Pero se avanza poco: así, en 2023, sólo se firmaron 181
nuevos convenios colectivos que regulaban el trabajo a distancia, según UGT.
El teletrabajo es una fuente de conflictos y demandas
ante los Tribunales de lo Social, básicamente por reclamaciones de gastos que
las empresas no asumen y por la falta del material adecuado para teletrabajar,
así como por excesos en el control. En general, muchas empresas (sobre
todo pymes) no son favorables a que sus empleados teletrabajen, por dos
motivos: por
el aumento de costes que les
supone y por el miedo a que los teletrabajadores “se
escaqueen”, un temor a no controlar bien el teletrabajo que hacen y los
posibles abusos. Además, pesa mucho la cultura del “presentismo”
en el trabajo,
la costumbre de “calentar la silla” para justificar el trabajo de los
empleados.
Sin embargo, la mayoría de expertos hacen hincapié en los
enormes beneficios del teletrabajo. Básicamente, que se
evita la pérdida de tiempo en los desplazamientos (hasta 3 horas diarias
en las grandes ciudades) y la consiguiente factura para el medio ambiente
(contaminación y gasto de combustibles fósiles), además de que el teletrabajo facilita
la conciliación familiar y el cuidado de hijos y
dependientes. Pero además, teletrabajar
puede ser tan productivo o más que el trabajo presencial, ya que
evita reuniones y pérdidas de tiempo innecesarias, permitiendo un mayor control
de resultados, siempre que la empresa tenga un Plan concreto de teletrabajo y
aporte medios y formación. Eso sí, el teletrabajo tiene
algunos inconvenientes que hay que anticipar y evitar: menor
seguridad y más riesgo de ciberataques, un posible bajón de la
creatividad, dificultades para el trabajo en equipo (y el liderazgo) y menores oportunidades
para la formación de los nuevos empleados.
La clave del teletrabajo es que la empresa (o la
administración pública) tengan un
Plan detallado de teletrabajo y destinen personal y medios para
aplicarlo. Pero España tiene dos problemas “estructurales”, dos “cuellos
de botella” para ampliar el teletrabajo: el primero, la baja
formación digital de los trabajadores: 10,7 millones no se han formado
nunca en competencias digitales, según
la UGT. Sin embargo, el 64% de los adultos tienen competencias digitales básicas,
más que en la media europea (54%), aunque sólo tenemos un 4,3% de especialistas
TIC, frente al 4,6% en la UE-27, según el estudio DESI 2023.
El 2º problema es el retraso digital de las empresas españolas, sobre
todo las pymes. En general, invierten poco en herramientas digitales y España es el 5º país europeo con más empresas de bajo nivel digital: el 56,8%, frente al 45,8% en la UE-28, 38,4% en Reino Unido, 41,4% en
Alemania y 50,3% en Francia, según
este estudio de UGT.
Cara al futuro, una
mayoría de los trabajadores está a favor del teletrabajo, un 27% para teletrabajar
al 100% y un 38% apuesta por un modelo híbrido (teletrabajo ocasional y trabajo
en la empresa), según un
estudio de Edenred y Seresco. Incluso para muchos jóvenes, un
motivo básico para cambiar de trabajo es que les impidan teletrabajar. Pero
la realidad es que muchas empresas se están pensando reducir los días
de teletrabajo e incluso suprimirlo, según
una reciente Encuesta de EADA, donde las empresas temen por los costes y la
pérdida de creatividad con el teletrabajo. Así que cara al futuro, nos
debatimos entre un interés creciente de los trabajadores (sobre todo los más
jóvenes) por el teletrabajo y una desconfianza empresarial creciente, salvo
entre algunas grandes empresas y sectores. Hay que dar un empujón al
teletrabajo donde se puede ampliar, porque es una garantía
de mejorar
la productividad y la digitalización de la economía, dos retos
claves para España. Y de conseguir una mejor calidad del trabajo, que nos
permita conciliar la profesión, los horarios, la familia y el ocio. Trabajemos
más a golpe de clic.
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