Las bajas laborales vienen creciendo en España desde 2014, cuando se empezó a superar la crisis financiera de 2008. En 2012, en lo peor de la crisis, la tasa de absentismo (porcentaje de ocupados que se ausentan del trabajo por incapacidad laboral temporal, por ILT) había bajado al 2%, desde el 2,8% de 2007. Y a partir de 2014 sube, hasta una tasa del 2,7% en 2019. La pandemia de 2020 y 2021 trastoca las cifras (de un 4,3% de absentismo en junio de 2020 al 4,9% en marzo de 2021) y las mantiene en un 4,1% de absentismo en 2022 y 2023, según los datos oficiales, un máximo histórico. Y este alto nivel de absentismo casi duplica el de Europa (2,5% de ocupados se ausentaron de su trabajo por enfermedad), según Eurostat (2022), siendo España el 2º país europeo con más absentismo, tras Francia (4,6%) e igualado a Portugal (4,1%), lejos del absentismo de Italia (1,3%), Paises Bajos (1,6%), Alemania (2,4%), Austria, Finlandia o Suecia (2,9%) y Bélgica (3,6%).
lunes, 1 de abril de 2024
Récord histórico de bajas laborales
El dato es impactante: más de un millón de españoles
(1,1) no van cada día a su trabajo por enfermedad (ILT), según
los datos oficiales de bajas laborales, que en 2023 alcanzaron un récord
histórico. De cada 1.000 trabajadores, más de 400 cogieron una baja
laboral el año pasado, lo que duplica el absentismo de 2012. Y coloca a
España como el 2º país europeo con más ocupados que se
ausentan del trabajo por enfermedad, accidente o incapacidad temporal (ILT),
por detrás de Francia e igualados con Portugal. Pero aunque se pierden 396
millones de horas de trabajo, la mitad de estas bajas son por menos de 3
días y no las pagan las empresas ni la Seguridad Social. Mientras la patronal
habla de grave aumento del absentismo, sindicatos y expertos lo achacan
a las listas de espera en la sanidad y a la poca agilidad en los expedientes de
ILT. Ahora, el Gobierno prepara una norma para que muchas bajas las
controlen y agilicen las Mutuas laborales. Enrique Ortega
Las bajas laborales vienen creciendo en España desde 2014, cuando se empezó a superar la crisis financiera de 2008. En 2012, en lo peor de la crisis, la tasa de absentismo (porcentaje de ocupados que se ausentan del trabajo por incapacidad laboral temporal, por ILT) había bajado al 2%, desde el 2,8% de 2007. Y a partir de 2014 sube, hasta una tasa del 2,7% en 2019. La pandemia de 2020 y 2021 trastoca las cifras (de un 4,3% de absentismo en junio de 2020 al 4,9% en marzo de 2021) y las mantiene en un 4,1% de absentismo en 2022 y 2023, según los datos oficiales, un máximo histórico. Y este alto nivel de absentismo casi duplica el de Europa (2,5% de ocupados se ausentaron de su trabajo por enfermedad), según Eurostat (2022), siendo España el 2º país europeo con más absentismo, tras Francia (4,6%) e igualado a Portugal (4,1%), lejos del absentismo de Italia (1,3%), Paises Bajos (1,6%), Alemania (2,4%), Austria, Finlandia o Suecia (2,9%) y Bélgica (3,6%).
El absentismo laboral en España presenta 3
rasgos preocupantes sobre el resto de Europa, según
un reciente estudio del Instituto valenciano Ivie y la Mutua Umivale Activa
: la intensidad del fenómeno y el gasto asociado, su rápido
crecimiento en los últimos 16 años y que se produce en todas las
autonomías, aunque más en el norte que en el sur. En cuanto a la
intensidad, España
es el 4º país europeo que más gasta en prestaciones por incapacidad laboral
temporal (ILT) con relación al PIB, un 1,4% en 2022, unos 18.850 millones de
euros), sólo por detrás de Paises Bajos y Alemania (gastan el 2% del PIB) y
Suecia (1,5%), muy por encima de la media UE-27 (el gasto en ILT supone el 1,2%
del PIB), del coste en Francia (0,8%), Portugal (0,6%) o Italia (0,5%).
Por
autonomías, todas tienen en 2023 tasas de absentismo superiores a las
de 2007 y a las de la mayoría de paises europeos, destacando el alto
absentismo en el norte de España, sobre todo en el País Vasco
(5,8% de la población ocupada, frente al 4,1% de España y el 2,5% de Europa),
Galicia (5,5%), Asturias y Cantabria (5.1% cada una), seguidas de Canarias (4,9%),
Murcia (4,7%), Castilla y León (4,5%), Navarra (4,3%), Extremadura (4,2%) y
Melilla (4,1%). El resto de autonomías tienen un absentismo inferior a la
media, tanto Ceuta Y Comunidad Valenciana (4&), la Rioja y Cataluña (3,9%),
Castilla la Mancha (3,7%), Aragón (3,4%), Baleares (3,3%) y Madrid (3,2%),
la región con menos absentismo de España.
Hay dos
formas de medir el absentismo, la ausencia al trabajo por
enfermedad, accidente o incapacidad temporal (ILT). Una es la baja
por contingencias comunes, una baja que se solicita por enfermedad
común (una gripe) o accidente fuera del trabajo (una rotura de un
brazo). Esta baja surte efecto al 4º día de solicitarse y el trabajador cobra el
60% de la base reguladora del día 4 al 21º (la empresa paga del 4ºal 20º) y un
75% después (cuando la paga la Seguridad Social. Estas bajas son la
mayoría (el 91% del total) y las gestionan la Seguridad Social y las Mutuas.
La otra baja es por
contingencias profesionales, causadas por el desempeño de la actividad
profesional, por una enfermedad profesional o accidente de trabajo. Estas bajas
surten efecto desde el primer día y el trabajador cobra el 75% de la base reguladora
desde el día siguiente. Estas bajas supusieron el 9% del total en 2023 y
son mayoritariamente gestionadas por las Mutuas.
El ”problema” del actual absentismo laboral se da
ahora en el primer grupo de bajas, las bajas por contingencias
comunes, que supusieron
414 bajas por cada 1.000 ocupados en las gestionadas por la
Seguridad Social (409 en el caso de las Mutuas), cuando en 2008 eran 350 (y
340 en el caso de las Mutuas). En Cataluña, esas bajas llegan a 669 por cada
1.000 ocupados (SS), en Navarra a 657, en Baleares 473, en el País Vasco 459 y
en Madrid 399, mientras sólo son 237 en Extremadura, 334 en Asturias y 340 en
Galicia, según
los datos de la Seguridad Social en 2023, aportados por Ivie. Sin embargo, las
bajas por contingencias profesionales sólo fueron de 41,6 por 1000 ocupados
(Mutuas) o 55,6 por cada 1000 (bajas gestionadas por la SS, unas bajas
que apenas han crecido desde 2008.
Al final, se suman los dos tipos de bajas y aparece el dato
de 450,6 bajas laborales (ILT) por cada 1.000 ocupados (en las
gestionadas por las Mutuas) o 473,6 bajas totales en el caso de las
gestionadas por la Seguridad Social. Eso significa una media de 20 días
de ausencia por trabajador al año, sólo por enfermedad
(no por otras causas personales). Y eso se traduce, según los expertos, en que 1,1
millones de trabajadores no fueron ningún día a trabajar en 2023 por
incapacidad temporal (ILT) . Y también significa que en España se
perdieron más de 396 millones de jornadas laborales por ILT en 2023, un 62%
más de las horas perdidas por enfermedad o accidente en 2018.
La duración
media de las bajas por contingencias
comunes (el 91% de todas las bajas) osciló en 2023 entre los 38,2 días
(en las gestionadas por la SS) y los 31,9 días (Mutuas), o sea, más de
un mes, aunque lo positivo es que esta duración ha bajado (de 41 días de media en
2018-19 a 34,4 días en 2023), según la Seguridad Social, siendo las bajas que
gestionan las Mutuas las que más han reducido la duración (un -20%).
Al final, el coste de estas bajas para las empresas y la
Seguridad Social es menor de lo que podría pensarse porque más
de la mitad de las bajas no se pagan, por su corta duración, según los
datos de la Seguridad Social. Así, en todo 2023 se iniciaron 6.334.995 procesos
de bajas laborales (ILT), de los que sólo 2.351.221 procesos fueron indemnizados
(por las empresas o la SS), un 37,11%). Y al final del año, habían finalizado
6.253.629 procesos de los iniciados, de los que 2.591.506 fueron indemnizados,
sólo el 41,44% de los expedientes de ILT finalizados, con un coste total de
10.108 millones de euros, según
la última estadística de la Seguridad Social. Eso quiere decir que la
mayoría de bajas (58,56%) no se pagaron
al trabajador, básicamente porque fueron inferiores a 3 días o porque no se
justificaron adecuadamente. El problema está en esos 81.366 expedientes de
baja abiertos en 2023 y no finalizados: son las bajas más complejas, de
mayor duración (180 días los procesos en vigor) y los más costosos.
¿Por qué se ha disparado el absentismo laboral en España?
Para
muchos expertos, la pandemia supuso una situación disruptiva que
agravó los problemas sanitarios, laborales y sociales que ya habían elevado el
absentismo. Y sobre todo, el subsiguiente deterioro de la sanidad pública, que
ha
aumentado las listas de espera para el médico de familia, las pruebas y las
consultas de los especialistas, lo que complica que muchos trabajadores con
problemas de salud o roturas puedan volver a trabajar. Y además, la falta de
personal en la Seguridad Social ha retrasado la resolución de muchos
expedientes, a pesar de la ayuda inestimable de las Mutuas (que han de pasar
por un médico de familia para dar las altas).
También hay otros factores que explican el
aumento del absentismo, en España y en todo Occidente : el aumento de la
población ocupada (hay 4,2
millones de trabajadores más en España que en 2014), la menor tasa de paro
(11,76% frente
al 26,94% en 2013), con lo que hay “menos miedo a perder el empleo y, sobre
todo, una “distinta
actitud ante el trabajo” de los jóvenes: muchos tienen contratos
precarios y mal pagados y tienen menos interés por su trabajo, mientras han
aumentado los problemas de ansiedad y salud mental. Y no ayuda a bajar el
absentismo la falta de conciliación familiar y los disparatados horarios
laborales.
Al final, el elevado absentismo laboral daña la
productividad del país y de las empresas, pero también a los trabajadores,
que cobran mucho menos mientras están de baja o no cobran nada. Por eso, el
absentismo preocupa no sólo a los empresarios (que llevan
años quejándose del aumento) sino también a los sindicatos, lo que
se ha traducido en que ambas partes hayan dedicado un capítulo (el
VII) a abordar el absentismo en el V
Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, firmado el 10 de mayo de
2023. En ese documento, tanto la patronal como los sindicatos exhortan al estudio
de las causas, incidencia y duración de las bajas laborales y están de
acuerdo en pedir una mayor colaboración de las Mutuas de Trabajo para
agilizar los expedientes, en coordinación con el personal sanitario del SNS. Y además,
piden más medios para reducir las listas de espera de la sanidad pública y
medidas para proteger la salud de los trabajadores y reducir los procesos
de bajas.
En linea con estas propuestas de las fuerzas sociales, el
Gobierno anunció en febrero que
aprobará próximamente una medida para agilizar y reducir las bajas
laborales: que las Mutuas laborales (que son parte del sistema público de SS) controlen las bajas
laborales (ILT) de origen traumatológico, que concentran 8 de
cada 10 bajas por contingencias comunes. Eso supondrá que los médicos de
familia derivarán estas bajas a las Mutuas, que gestionarán el proceso de
recuperación y rehabilitación, proponiendo después el alta a los médicos del
SNS, los únicos que podrán darlas. No se trata de “privatizar” el proceso,
que estará siempre supervisado por entidades públicas y sujeto al
consentimiento del trabajador, pero sí de aligerar de la mayor parte de esta
tarea a los médicos de los centros de salud, que hoy están superados con el
seguimiento de las bajas.
En paralelo, otra
medida que estudia el Gobierno (la Seguridad Social) es reformar los
criterios para autorizar jubilaciones anticipadas a trabajadores
que lleven meses o años con bajas persistentes, que en realidad
justifican flexibilizar los procedimientos para que puedan optar a una jubilación
anticipada con coeficientes reductores.
En resumen, tenemos un problema de demasiadas bajas
laborales que tardan en resolverse, en perjuicio de los propios
afectados, sus empresas y la Seguridad Social. No se trata de acusar a
los trabajadores de “escaquearse” y pedir una baja injustificada
para no trabajar (como hacen algunos líderes patronales) sino de analizar
con datos y rigor qué está pasando, por qué se han disparado las bajas
y qué se puede hacer para reducirlas y evitar su abultado coste, que perjudica
al trabajador, a la empresa y a toda la economía. Hay
que huir de soluciones “fáciles”, “populistas o demagógicas”
y pactar fórmulas para agilizar los tratamientos y los
expedientes. Y, en paralelo, avanzar en prevención y salud laboral,
fortaleciendo una sanidad pública que no se recupera. Pero, sobre todo,
hay que mejorar el trabajo en las empresas: menos “ordeno y mando” y más
integración, mejor ambiente laboral, para que ir a trabajar
no sea un tormento. Así también habrá menos absentismo.
Las bajas laborales vienen creciendo en España desde 2014, cuando se empezó a superar la crisis financiera de 2008. En 2012, en lo peor de la crisis, la tasa de absentismo (porcentaje de ocupados que se ausentan del trabajo por incapacidad laboral temporal, por ILT) había bajado al 2%, desde el 2,8% de 2007. Y a partir de 2014 sube, hasta una tasa del 2,7% en 2019. La pandemia de 2020 y 2021 trastoca las cifras (de un 4,3% de absentismo en junio de 2020 al 4,9% en marzo de 2021) y las mantiene en un 4,1% de absentismo en 2022 y 2023, según los datos oficiales, un máximo histórico. Y este alto nivel de absentismo casi duplica el de Europa (2,5% de ocupados se ausentaron de su trabajo por enfermedad), según Eurostat (2022), siendo España el 2º país europeo con más absentismo, tras Francia (4,6%) e igualado a Portugal (4,1%), lejos del absentismo de Italia (1,3%), Paises Bajos (1,6%), Alemania (2,4%), Austria, Finlandia o Suecia (2,9%) y Bélgica (3,6%).
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