España ha creado 1.262.000 nuevos empleos en los últimos 15 meses, de más calidad. Pero algunos expertos alertan: aumentan los empleados fijos que dejan su trabajo (40.064 este año). Temen que pase como en EEUU, donde hablan de “La Gran Renuncia”. No tiene nada que ver: en EEUU abandonaron su empleo en agosto 4,2 millones de trabajadores, frente a 7.490 en España. Y eso pasa porque allí hay mucha rotación laboral: 11,2 millones de empleos disponibles (2 por cada parado), mientras en España sólo hay 145.053 vacantes (1 por cada 20 parados). Lo que sí tenemos en España (y en el mundo) es “una gran insatisfacción” con el trabajo: la mitad de los trabajadores están desmotivados y querrían cambiar de empleo. Como no pueden, trabajan “pasando”, cumpliendo sin más: es “La Gran Dimisión”. Un problema serio, que baja la productividad. Recetas: mejores sueldos, más flexibilidad y menos jefes “tóxicos”. Urge modernizar el trabajo y las relaciones laborales, ancladas en el “ordeno y mando”.
Enrique Ortega |
“Quien del trabajo huye, su porvenir destruye”. Refranero
Desde pequeños, nos han enseñado la necesidad de trabajar (“ganarás el pan con el sudor de tu frente” ) y que trabajar es el único camino para labrarse un futuro (“el trabajo y la economía son la mejor lotería”). Además, los más mayores hemos conocido épocas donde se podía tener un trabajo decente de por vida. Con la crisis de 2008, el mundo cambió drásticamente y llegaron los despidos masivos y, después, la recuperación de los trabajos precarios, sobre todo para los jóvenes. Y con el parón de la pandemia, muchos trabajadores “reflexionaron sobre sus empleos”: ¿merece la pena malvivir para trabajar por 1.000 euros o menos? Y eso ha provocado en muchos países que algunos trabajadores (ojo, los que podían) dejen sus trabajos o los cambien por otros menos agobiantes. Es lo que algunos llaman “La Gran Renuncia”: trabajadores que dejan sus empleos. Un tema que agrandan y explotan algunos empresarios y expertos en España para quejarse de que ahora no encuentran trabajadores.
Pero “La Gran Renuncia” es otra cosa. El concepto lo inventó Anthony Klotz, profesor de la Universidad de Texas, en mayo de 2021, tras conocerse el dato de que, en abril, casi 4 millones de norteamericanos (el 2,7% de los empleados) habían dejado su trabajo, la mayoría para buscar otro. Y se ha seguido hablando del tema, porque en todo 2021 han sido casi 50 millones los norteamericanos (el 33% de los ocupados) que han dejado sus trabajos. Y también se ha hablado del “problema” de “la Gran renuncia” en Reino Unido (más de medio millón) y Francia (523.000 en el primer semestre de 2023). En España, la alarma saltó en abril de este año, con 5.467 empleados fijos que dejaron su trabajo, un récord desconocido. En mayo, la ministra de Trabajo convocó incluso a sindicatos y patronal para hablar del tema, pero la reunión acabó sin ningún acuerdo ni medida.
Y la verdad es que “La Gran Renuncia” de la que se habla en EEUU poco tiene que ver con la de España. Allí, este mes de agosto ha habido otros 4,2 millones de trabajadores que han renunciado a sus empleos (un 3% de los trabajadores), mientras en España, la cifra de agosto, con ser otro récord (7.490 “renuncias”), apenas supone el 0,0004% de los asalariados. Y, sobre todo, los norteamericanos que dejan sus empleos voluntariamente no lo hacen para irse a su casa (una minoría) sino para cambiar de trabajo, dado que ahora hay “un boom” de empleo y resulta fácil cambiarse: había 11,2 millones de empleos vacantes en EEUU a finales de julio, el doble que parados (5,66 millones). Así que hay una enorme “rotación”, que explica “La Gran Renuncia”. En España, por desgracia, no pasa esto: a finales de junio había 145.053 empleos vacantes, para casi 3 millones de parados, según el INE. Con ello, el porcentaje de “vacantes” en España es el más bajo de Europa (0,9% de los empleos), según Eurostat: menos de un tercio que en la UE-27 (3% de vacantes), mucho menos que Alemania (4,5% vacantes) y sobre todo que en Estados Unidos (7,5% de los empleos están vacantes).
Así que aunque pueda parecer que en España tenemos el problema de “La Gran Renuncia” (46.064 trabajadores con empleos fijos han dejado su trabajo hasta finales de agosto), no es así, porque son pocos y porque no hay puestos vacantes (y mucho paro) como para que los españoles puedan pensar en cambiar de trabajo, como hacen los norteamericanos. En EEUU, hay ahora un gran dinamismo económico y laboral tras la pandemia y las empresas se ven con el “problema” de tener que competir para que sus trabajadores no se les vayan y atraer a los que necesitan. Ojalá tuviéramos aquí ese problema USA… “Páguenles más” (“Pay them more”) fue la receta que les dio Biden a sus empresarios.
El problema que sí ternemos en España (y en todo el mundo) es que ha aumentado “la insatisfacción en el trabajo”, tras el paréntesis de la pandemia, donde los trabajadores tuvieron tiempo para reflexionar sobre sus vidas. Tener que dejar sus hogares y familias, el teletrabajo y volver a las largas jornadas laborales y a ambientes laborales tóxicos, a cambio de bajos salarios (y contratos precarios) ha dado que pensar a muchos trabajadores, en todo el mundo y en España. Los que pueden (en España una minoría) han optado por cambiar de empleo y trabajar menos (o “de otra manera”), poniendo su vida y su familia por delante del trabajo (nada de “vivir para trabajar”). Pero la mayoría han tenido que volver a sus rutinas y aguantar un trabajo que no les convence, por falta de alternativas mejores.
Lo que está claro es que la pandemia ha sido “un punto de inflexión” para los trabajadores en todo el mundo y que hay una gran “insatisfacción”, como revela una encuesta hecha por la consultora PwC en 44 países: 1 de cada 5 trabajadores tiene previsto “renunciar” a su trabajo (irse) en 2022, ya sea para buscar otro o dejarlo. Y dan tres razones básicas: el bajo salario, no “realizarse” en el trabajo y carecer de futuro profesional. Otra encuesta de la consultora McKinsey, hecha en 6 países, releva que el 40% de los trabajadores consultados “no están contentos con su trabajo y están pensando en dejarlo cuando puedan”. Y citan como causas los salarios, la falta de flexibilidad y su bienestar.
En España, el último informe Hays, de 2022, señala que más de la mitad de los trabajadores están “desmotivados en su trabajo”: un 54%, frente al 47% en 2021. El primer motivo de descontento señalado es el sueldo, algo normal en un país donde los sueldos medios han subido un +10,2% entre 2007 y 2020, según la Agencia Tributaria, la mitad que la inflación (+20,3%), con lo que los ingresos “reales” de los trabajadores son menores (-10,1%) que antes de la crisis de 2008. Y recordemos que el salario medio en España son 1.751 euros brutos (unos 1.400 euros netos), un 20% por debajo del sueldo medio europeo. El segundo problema señalado son las condiciones de trabajo: contrato, horario, falta de flexibilidad y conciliación laboral. Y el tercero, señalado por muchos encuestados, “tener un jefe tóxico”, que dificulta o impide la carrera laboral. Ojo a este dato: 3 de cada 5 trabajadores aseguran haber sufrido “discriminación en su trabajo”, por género, edad, apariencia física o inclinación política, según un recientísimo informe de Cegos.
Con esta “insatisfacción” de más de la mitad de los trabajadores, lo que tenemos en España no es “La Gran Renuncia” que preocupa en USA (trabajadores que se van a otro empleo) sino lo que algunos llaman “La Renuncia Silenciosa”: trabajadores insatisfechos que como no encuentran otro trabajo, se quedan en el que tienen y “cumplen a secas”. Hacen su horario estricto y no se implican en su trabajo, “pasan”, sin hacer nada que pueda justificar su despido. No están motivados y trabajan “lo indispensable”. Es un fenómeno que se da cada vez más en trabajos que no son vocacionales: en el campo, la hostelería, la construcción y el comercio. Como sienten que la empresa “les da poco”, ellos también aportan lo mínimo. Y eso daña seriamente la productividad de las empresas y del país.
Urge tomar conciencia de este problema laboral, el “pasotismo”, agravado tras las reflexiones durante la pandemia. Es hora de que las empresas reestructuren a fondo sus políticas laborales y dejen de quejarse del absentismo para intentar detectar su origen y combatirlo con eficacia. Hay que cambiarla gestión de los recursos humanos, en cuestiones básicas: procesos de selección, contratos, salarios, formación, organización del trabajo, conciliación e integración laboral. Yo siempre digo que la democracia ha entrado en España en las instituciones y en la política, pero no en las empresas: hay demasiadas empresas donde rige el “ordeno y mando” del dueño. Y si no te gusta, ya sabes dónde está la puerta…
Además, la mala organización del trabajo y la escasa integración de los trabajadores en la marcha de la empresa no sólo empeora los resultados de las compañías sino que es uno de los factores que explican la baja productividad de España (la menor entre los grandes países europeos), junto al modelo económico (demasiado peso de los servicios), la baja tecnología, el exceso de pymes y la falta de formación de los trabajadores. Así, “los jefes” en España ejercen más control sobre sus subordinados (un 41% frente al 24% en Alemania), sólo un 26% de las empresas encuestan las opiniones de sus empleados (un 51% en Alemania) y sólo el 17% toman las decisiones “en equipo” (el 35% en Alemania), según revela un estudio de CaixaBank Research. En definitiva, que tiene un gran peso la gestión del “ordeno y mando” y eso no ayuda a mejorar la productividad de las empresas y el país.
Frente a estos problemas, la mayoría de las empresas no modifican su gestión de personal y la patronal aprovecha para quejarse de que “no encuentran trabajadores para contratar”: en el campo dicen que les faltan entre 50.000 y 100.000 jornaleros (a los que “mal contratan” y “mal pagan”, obligándoles a “malvivir” en chabolas de temporeros que denuncia la ONU), en la construcción dicen que les faltan 700.000 trabajadores, 50.000 en la hostelería y otros 20.000 camioneros… Parece que “la gente no quiere trabajar”. No es así: la gente quiere trabajar con contratos, sueldos y condiciones dignas, no de cualquier manera. Y en otros casos, no encuentran trabajadores formados, porque las empresas y el país no apuestan por formar empleados más capacitados. Así que el problema no es “La Gran Renuncia”, sino “La Gran Desilusión”, que el trabajo ya no es lo que era. Paguen más y traten mejor a los trabajadores: verán como tienen más. Están a tiempo.
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