Somos un país de “teleadictos”: pasamos cada día 3 horas y 49 minutos ante el televisor, 2 meses al año. Es la tercera actividad de nuestra vida,
tras dormir y trabajar o estudiar. Y hay más telespectadores que internautas. Por
eso, crecen las ofertas de las empresas telefónicas para que
contratemos TV de pago, una nueva
forma de ver televisión que ya pagan 6 millones de españoles. Un
negocio boyante donde acaban de
desembarcar en España los grandes del sector: Netflix, HBO y Amazon, cada uno con sus series y películas. Y
mientras, sigue creciendo el negocio de la
televisión en abierto, “la de siempre”, con más “telerrealidad” y menos
calidad. Es la TV que ven cada día 32,6 millones de españoles adultos y cuya
publicidad se reparten Mediaset (Tele5)
y Atresmedia (Antena 3), un “duopolio” cada vez más fuerte que se
lleva el 86,4% del negocio. Cara
al futuro, crecerá la TV de pago: si
queremos ver televisión de calidad, cuando y como queramos, tendremos que pagarla.
enrique ortega |
España es el segundo país de Europa que dedica más horas cada día a ver
televisión: eran 246 minutos en noviembre
y se estima que 2016 cerró con una media de 229 minutos ante el televisor, 3 horas y 49 minutos, según Barlovento Comunicación, sólo por detrás del tiempo que ven TV en Italia (4 horas y 40 minutos) y por delante de Francia (3 horas y
44 minutos) y Reino Unido (3 horas y 7 minutos), según el informe IHS Markit 2015. Aunque los
españoles ven ahora 17 minutos menos de TV que en 2012, el año récord (con 246
minutos), el tiempo que pasamos ante “la caja tonta” es una barbaridad: 59 días al año, casi 2 meses. Es la 3ª actividad a la que dedicamos más
tiempo, tras dormir y estudiar o trabajar. Increíble pero cierto.
Cada día, el 73,4%
de los españoles mayores de 4 años ve televisión, lo que da una audiencia
media diaria de 32.677.000 personas,
según Barlovento Comunicación. Las mujeres ven
algo más la televisión que los hombres (17% del día frente al 15%) y son más
“teleadictos” los mayores de 64 años
(la ven una media de 6 horas, el 24% del día) y mucho menos los jóvenes (de 13
a 24 años la ven una media de 2 horas, el 8% del día). Y hay cuatro regiones
donde la gente ve más de 4 horas diarias
de televisión (Cantabria, Castilla la
Mancha, Extremadura y Aragón). La mayoría ve la televisión en abierto (78,6%) pero hay ya un 20,6%
de telespectadores que ven la TV de pago.
Este enorme atractivo de la televisión en España (y su baja calidad) han llevado a las empresas
de telecomunicaciones (las “telecos”)
a buscar una nueva vía de negocio en la TV de pago, desde que en 2013
Movistar lanzó Movistar TV a partir de Digital + (antes Canal Plus). Y la
batalla comercial por este nuevo nicho de negocio se ha profundizado en 2016, con una enorme inversión de todas las
telecos en compra de contenidos (fútbol, retransmisiones deportivas, series y
películas) y una pelea constante por lanzar ofertas atractivas a sus
clientes de teléfono e Internet, para que se “enganchen” a la TV de pago. Y
así, hoy día reconocen, desde Telefónica, Vodafone y Orange, que “nuestro
producto estrella es la TV de pago”.
La TV de pago se
ofrece dentro de los llamados "paquetes convergentes" que ofrecen las telecos en España en los últimos años,
una oferta de paquetes “cuádruples” (telefonía fija+ móvil
+acceso a Internet+ datos móviles) y quíntuples (que añaden a los 4
servicios anteriores la TV de pago). Estos paquetes son algo propio de España, porque las telecos europeas no los ofrecen y
sus clientes contratan los servicios por separado. Aquí, las grandes telecos se
han centrado en estos paquetes, que ya tienen contratados 10,3 millones de hogares
(1,3 millones más que hace un año), porque así consiguen un cliente más fiel
(no cambia tanto de compañía) y sobre todo, al que puedan cobrar más: hay paquetes
básicos (40% clientes) de 40 a 60 euros, otros medianos (30% clientes) de 70 a 80 euros y los Premium (20% clientes), que llegan a pagar más de 120 euros por
telefonía, Internet, datos y TV casi sin límites.
Por esta vía de los
paquetes convergentes llegan a la TV
de pago la mayoría de los españoles. A finales de septiembre 2016 había en
España 5,84 millones de personas abonadas a la TV de pago, un 9,2% más
que un año antes, y 4,9 millones la tenían contratada a través de “paquetes
convergentes”. Un negocio con ingresos crecientes y que ha resultado clave para que las telecos mejoren sus
cuentas en 2016. De hecho, los ingresos de la TV de pago fueron de 686,1 millones en el segundo trimestre 2016 (último
dato), un 33,2% más que el año anterior. Y superaron ya los ingresos por publicidad que factura la TV en abierto:
548,8 millones de euros en el tercer trimestre (+11,2%).
Este negocio de la TV de pago está dominado por Telefónica,
la primera que se anticipó con Movistar TV y la posterior compra de Digital+
(antes Canal+): controla dos tercios del
mercado, con 3.711.400 abonados a septiembre (ha ganado 128.000 clientes en
el último año). Le sigue Vodafone,
con 1.200.000 abonados, la teleco que más clientes ha ganado (300.000) por sus
ofertas de fútbol, películas y series. El tercero es Orange, con 458.000 abonados a la TV de pago, seguido de Euskaltel (265.000 abonados en el País
Vasco y Galicia).
El auge de la TV de pago se debe a varios factores. El primero y
fundamental, que las telecos lo están vendiendo con ofertas, “por un poco
más”, no como un servicio de lujo sino como un producto que se puede contratar
junto al teléfono e Internet por unos euros más al mes e incluso gratis durante
unos meses iniciales (cuando ya los clientes estén “pillados”, les subirán el
precio). La segunda, que son contenidos
atractivos, frente a una TV en abierto que apuesta cada vez más por la
“telerrealidad” y los programas en directo sin interés o las producciones
extranjeras de “telebasura”. El “gancho” fue primero el fútbol, luego las motos y la F1, pero
ahora son las series (“Juego de
tronos” y otras “de culto”) y las
películas. Además, la implantación creciente de la fibra óptica ha hecho que cada vez haya más hogares que puedan
acceder a emisiones de alta definición,
con mucha calidad de imagen y sonido.
En esas estaban
las tres grandes telecos (Telefónica, Vodafone y Orange), en vender la TV de
pago a sus millones de clientes de teléfono e Internet, para facturarles más,
cuando han visto llegar a unos duros competidores,
varias multinacionales especializadas en la TV de pago. Primero se lanzó en 2010 Wuaki.tv (comprada en 2012 por
la japonesa Rakuten), la única que ofrece un servicio híbrido: o plataforma de
películas y series en streaming (6,99 euros al mes) o servicio de alquiler
(1,99 euros) y compra de películas (4,99 euros.) Luego desembarcó Netflix, en octubre de 2015, con un catálogo de series, documentales y
películas que ofrece por una tarifa plana de 7,99 euros al mes. Ahora ya tiene
216.000 suscriptores y llega al 1,8% de los hogares con Internet. En noviembre de 2016, llegó HBO, otro gigante con 3.000
títulos y series, que ofrece un mes gratis y luego una tarifa de 7,99 euros al
mes, aunque también se puede ver su catálogo a través de Vodafone, que llegó a
un acuerdo con ellos. Y el último en llegar, en diciembre de 2016, ha sido Amazon,
a través de Amazon Prime Vídeo, una
plataforma disponible en más de 200 paises. También ofrece series, películas y
programas, por 2,99 euros los primeros 6 meses y luego 5,99 euros.
La
pelea por la TV de pago se centró primero en el fútbol
(es inevitable), pero ahora gira sobre las
series, sobre todo en la oferta de grandes series norteamericanas “de culto”,
que atraen a jóvenes y edades medias. Pero Telefónica y también HBO quieren producir series propias, porque creen que ahí estará el éxito de estas
plataformas en el futuro: invertir en
contenidos (Movistar ha invertido 70 millones en 2016 en 8 grandes series
españolas, aprovechando todo el equipo humano y la experiencia de la antigua
Canal+, ahora la productora Movistar+). En paralelo, Telefónica está trabajando
en impulsar la tecnología televisiva de alta definición 4K,
que estará generalizada para 2018: Movistar quiere ser también líder en esta TV de
pago de alta definición y está apostando, además de por contenidos 4K, en
acuerdos con los fabricantes para que sea una oportunidad para renovar el parque de aparatos de TV en España.
Entre tanto, la TV en
abierto, “la de siempre”, sigue ahí y creciendo, tanto en
audiencia como en publicidad, mientras languidece la prensa escrita y los
medios online. Entre enero y septiembre de 2016, la publicidad en TV creció un 6,4%, facturando 1.515 millones de
euros, según Infoadex. Y de ese pastel, sólo 2 grupos se llevaron el 86,4%:
Mediaset (Tele 5 y 6 canales más) el 43,8% y Atresmedia (Antena 3 y 5 canales
más) otro 42,6%. Con ello, este “duopolio” televisivo ha aumentado su cuota publicitaria un 0,5%
(era el 85,9% en 2015). Y eso a pesar de que desde abril de 2016 hay 6 nuevos canales en abierto, que el Gobierno Rajoy adjudicó en octubre de
2015 a 13TV (Conferencia Episcopal), Ten (productora Secuoya, próxima al PP),
DKiss (Kiss FM y Blas Herrero), Real Madrid TV, BeMad (Mediaset) y AtresSeries
(Atresmedia). Entre todos y con los demás canales marginales (Paramount, Disney
Channel, Discovery Max y Gol TV), sólo han conseguido arañar un 3,5% de
publicidad, más otro 3,5% para las TV de pago y el 6,6% restante para las TV
autonómicas.
Mediaset y Atresmedia son un
“duopolio”
que controlan la publicidad (86,4%) en un porcentaje muy superior
a su audiencia (57,8% hasta noviembre
2016), gracias a su posición de dominio
y a una agresiva política de precios y ofertas,
que ha sido multada en varias ocasiones por la Comisión de la Competencia
(CNMC). Este poder de los 2 grandes grupos
audiovisuales es algo desconocido en Europa, donde los 2 mayores grupos televisivos de
cada país (Francia, Alemania o Reino Unido) sólo controlan del 60 al 77% de la publicidad televisiva. Esta posición de
“duopolio” permite que ambos grupos españoles, que cotizan en Bolsa,
multipliquen año tras año sus beneficios: Atresmedia
ganó en 2016 (de enero a septiembre) 101,5 millones, más que en todo 2015
(99,2 millones, casi el doble que los 52,5 millones de 2014) y Mediaset otros 131,8 millones de euros
(un 15% más, tras ganar 166,2 millones en todo 2015, casi el triple que los
59,5 millones de 2014). “Hacemos
televisión para vender publicidad”, decía en los años 90 el presidente de Tele5, sin ningún pudor. Y ahí siguen,
facturando cada vez más sin importar cómo. Y con un poder tan tremendo, sobre el mercado
publicitario y de contenidos, que las TV pequeñas piensan abandonar la patronal de las televisiones privadas, UTECA.
Ahora, los dos grupos
que pelean por nuestra atención televisiva, las TV en abierto y las TV de pago (telecos y
multinacionales), están enzarzados en una batalla por la audiencia y el pastel
publicitario. De momento, va ganando la TV de pago, que es la que más crece en clientes e ingresos y la que ha
cambiado la forma de ver TV:
el espectador ya no se preocupa de “lo
que ponen hoy” sino de lo que quiere ver, cuándo y cómo (la mitad de la TV
de pago se ve en el móvil y tablets). De momento, crecen menos en publicidad,
pero a medida que ganen clientes, los anunciantes les buscarán. Por eso, la
patronal de la TV privada en abierto (UTECA) ya ha pedido al Gobierno que la TV de pago se rija por las mismas reglas que ellos:
que paguen para sostener a TVE y al cine (las privadas en abierto pagan un
canon) y que cumplan las mismas normas sobre contenidos y porcentajes de
publicidad (la TV de pago no las tiene).
Y entre medias, tenemos una
televisión pública, RTVE, a la
que Zapatero quitó la publicidad en 2009 (para mayor beneficio de las privadas), que languidece,
perdiendo audiencia
(16,2% en 2016, otro -0,4% menos) y manteniendo pérdidas (500 millones de euros
desde 2008, unos 10 millones perdidos en 2016), a pesar de recibir 344 millones de los Presupuestos en 2016. Una televisión pública muy tendenciosa
y sin un Plan estratégico de futuro, cuya programación no se justifica como
servicio público. Y lo mismo pasa con la docena de televisiones autonómicas, con poquísima audiencia a la baja (6,8%
de media en 2016) y muchas pérdidas (más de 50 millones anuales), tras recibir cada año casi 1.000 millones de euros de los contribuyentes autonómicos. Eso sí, las televisiones públicas en España (TVE y las autonómicas) cuestan a los ciudadanos la mitad que las TV públicas europeas (39 euros/habitante en 2014 frente a 67 euros en la UE-28), según un estudio de la Universidad de Santiago. Y son las TV públicas europeas que más han sufrido los recortes presupuestarios entre 2010 y 2014 (-35,5% TVE y -19% las autonómicas, frente al 0% de recorte medio en la UE-28 o el 9,4% que aumentó su gasto la TV pública alemana).
Cara al futuro,
todo apunta a que la TV en abierto
seguirá apostando por programas baratos y de baja calidad (“telerrealidad”),
con los que consigue aumentar de forma escandalosa sus beneficios gracias al “duopolio”
publicitario. Y que los jóvenes y las familias con ingresos apostarán cada vez
más por otra televisión de mayor
calidad, con contenidos cuidados y poca publicidad, que desgraciadamente hay
que pagar aparte. Una TV de pago, especializada en franjas de
espectadores que buscarán sus programas, series, películas y deportes
favoritos, pagando por lo que ven. Una TV
a la carta, la televisión del futuro
que ya está aquí y busca conquistar nuestras casas. Atentos a la pantalla.
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