Comenzó otro nuevo curso universitario con viejos problemas.
El principal, la asfixia financiera de las 50 Universidades públicas, que han perdido 1.370 millones y 15.000 profesores desde
2010. Pero lo peor lo sufren los universitarios: el coste de las matrículas se ha disparado y España es el 4º
país más caro de Europa para estudiar una carrera: 1.257 euros frente a 200 euros en Alemania o 185 en Francia. Y
además, estudiar en Cataluña o Madrid cuesta
más del doble que en Andalucía o Galicia. Los universitarios españoles
tienen menos becas que los europeos
y cobran muy distinto según donde vivan. En consecuencia, estudiar
una carrera se ha puesto por las nubes y 70.000 jóvenes lo han dejado. Urge un pacto político para aportar
más recursos a la Universidad y bajar las matrículas. Y reformar los Planes
para que más universitarios estudien lo
que las empresas necesitan. Si no, pasa lo que pasa: 14% de titulados en
paro y 1 de cada 3 universitarios trabajando en lo que no han estudiado. Un desastre.
enrique ortega |
Un millón y medio de jóvenes han iniciado el nuevo curso universitario 2015-2016, el quinto con recortes, aunque
menores que en los años anteriores. España comenzó a recortar su gasto en
educación en 2010, por primera vez en treinta años, y en este quinquenio se han
recortado unos 8.000 millones en todas las enseñanzas. De ellos, a la Universidad (que se lleva un 20% del presupuesto educativo), le han tocado 1.370 millones de recortes,
con lo que las 50 Universidades públicas tienen ahora un 14% menos para gastar que en 2010. Y para sobrevivir, han tomado dos
medidas, sobre todo desde 2012: recortar
gastos (unos 900 millones) y aumentar
ingresos, subiendo las matrículas a los estudiantes (470 millones).
Los recortes en las Universidades públicas,
promovidos por Hacienda y las menores aportaciones hechas por las autonomías
(que financian el 84% de las Universidades), se han traducido en un fuerte recorte de los gastos (desde luz y
calefacción a material y laboratorios), un desplome de las inversiones (ni arreglos ni nuevas aulas), en un abandono de proyectos (I+D+i), un
fuerte endeudamiento (a costa de
pagar elevados gastos financieros) y, sobre todo, en un despido o no renovación de profesores jubilados: se han perdido13.200 empleos sólo entre 2008 y 2013 (9% de su plantilla), según Hacienda.
Y ya van más de 15.000 despidos.
Todo ello en perjuicio de la calidad de
la enseñanza universitaria española.
Pero si la asfixia financiera de las Universidades es grave, peor lo están pasando sus alumnos,
obligados a pagar unas matrículas cada
vez más caras y que ya financian un
23% del coste de sus estudios (el 77%
restante lo pagan el Estado y las autonomías). El coste de las matrículas
se ha disparado, según datos de la Conferencia de Rectores (CRUE): de media han subido un 45%, pero hay autonomías donde el coste se ha duplicado y
más, como Cataluña (+158,4%), Madrid (+117,3%), Comunidad Valenciana (93,9%) o Castilla
y León (+78%), mientras en otras subían poco, como Galicia (+5,1%) o Andalucía
(+9,7%). Con ello, hay familias que, según donde viven, tienen difícil ya
enviar a sus hijos a la Universidad: la matrícula
media (gastos para vivir aparte) para
estudiar un Grado costaba en el curso 2013-2014 (últimos datos de los Rectores)
2.011 euros en Cataluña, 1.820 euros
en Madrid o 1.386 en Valladolid, frente a 713
en Galicia, 757 en Andalucía o 810 en Cantabria.
Con estos precios de
las matrículas, España es el cuarto
país de Europa donde resulta más caro estudiar en la Universidad, según los rectores (CRUE): 1.257 euros
de media en 2013-2014, un coste sólo inferior al de Reino Unido (4.409 euros), Irlanda
(2.500 euros) e Italia (1.300 euros)
y muy superior al de las matrículas universitarias en Alemania (200 euros), Francia
(283 euros), Polonia (41 euros) y países nórdicos (0 euros). De hecho, hay
11 países europeos donde estudiar en la Universidad es gratuito (Austria, Dinamarca, Estonia,
Finlandia, Grecia, Malta, Noruega, Escocia –RU, Suecia, Turquía y Chipre). Y
los precios de estudiar en Cataluña sólo se superan en Irlanda y Gales. Esto en
cuanto a las tasas para estudiar un Grado. En las tasas para estudiar un Master, las
diferencias son mayores, porque en España se paga una matrícula media de 2.094 euros (casi el doble que en un Grado),
mientras en la mayoría de Europa las tasas son similares a las de Grado y por
tanto mucho más bajas, salvo en Reino Unido (4.810 euros) e Irlanda (6.000
euros): 1.300 euros en Italia, 200 en Alemania, 254 en Francia, 41 en Polonia y 0 euros en los países nórdicos.
Para este curso
2015-2016, las matrículas universitarias siguen subiendo, aunque algo menos
porque los nuevos Gobiernos autonómicos controlados por la izquierda han tratado de congelar o frenar las subidas. Las Universidades más caras siguen siendo las de Cataluña (39,53 euros por crédito, a
multiplicar por 60 cada curso: 2.371 euros), Madrid (33 euros/crédito),
Castilla y León (30,25€), Comunidad Valenciana (24,89 €) y Aragón (25,83€). Y las más baratas, Andalucía (12,62 euros/crédito: 757 euros/curso), Galicia
(13,93 €), Cantabria (16,65 €), Murcia (16,78€), Extremadura (18,51€) y
Canarias (18,95€). Esto son medias, ya que hay carreras más caras (como Medicina)
y otras más baratas (Humanidades). Al final, cuesta casi 4 veces más
estudiar en la Universidad más cara (Politécnica de Cataluña: 3.345 euros) que en la más barata (La Coruña: 854
euros). Una injusta desigualdad.
Las becas podrían
ayudar a contrarrestar esta fuerte subida de las matrículas. Pero no es así. Desde
2012, el Gobierno Rajoy ha modificado la política de becas, recortando
importes (270 millones) y
endureciendo los criterios económicos y académicos para concederlas. El
resultado es que hay más universitarios que reciben becas
(unos 317.000, el 26%) pero con un importe mucho más bajo: la beca
media ha bajado 466 euros por estudiante, de 2.530 euros (2010)) a 2.063 euros en 2014 (-18,5%), según datos de los Rectores (CRUE). Y pasa lo mismo que con las tasas: el importe de las becas varía mucho entre
las autonomías. Los mayores recortes
en el último quinquenio se han dado además en las autonomías más pobres, en Galicia (-21,3%),
Andalucía (-21,3%) y Murcia (-19,5%) y los menores en Cantabria (-1,97%),
Comunidad Valenciana (-6,11%) y Madrid (-6,58%).
En esto de las becas universitarias, España también “es diferente”. En la mayoría de países occidentales se gasta más en becas (0,31% del PIB en la OCDE y 0,39% del PIB en USA
frente al 0,14% en España) y encima se dan más becas en los países con los
estudios más baratos (o gratuitos), porque la beca se concede más para pagar los gastos totales de los universitarios que
su matrícula (aquí, el 20% de las becas son sólo para pagar matrículas). Y
sólo en 12 países europeos se utilizan criterios académicos para conceder becas, como hace el
Gobierno Rajoy en España (en la mayoría, lo único que cuenta es la renta). Y en
muchos países hay además desgravaciones
fiscales a las familias.
Tenemos pues una Universidad asfixiada por los recortes y muy cara para los estudiantes, porque
está mal financiada: le faltan recursos públicos. España
dedica unos 8.400 millones a la Universidad pública, un 0,84% del PIB, muy por debajo de la media europea (1,26% PIB) y de países
como Francia (1,35%) o Alemania (1,30%), en línea con Italia y Reino Unido
(0,84%9, donde los universitarios pagan también matrículas caras. Haría falta aumentar esta financiación pública, hasta el 3% del PIB que recomendaba en 2013 el Comité de Expertos sobre la reforma universitaria. Eso supondría dedicar a la
Universidad 22.000 millones más al año, algo impensable a corto plazo. Pero si
muchos expertos defienden destinar 10.000 millones más cada año a toda la enseñanza, bien podrían destinarse 2.000 millones más a la Universidad, lo
que permitiría contratar profesores,
superar los recortes que más afectan a la enseñanza, rebajar matrículas y,
sobre todo, aumentar becas, en
importes y beneficiarios, para que nadie deje de ir a la Universidad
por su precio (los Rectores estiman que 70.000 estudiantes la han dejado por eso desde 2012).
Pero no sólo hace
falta más dinero, aunque sea prioritario. La Universidad tiene que resolver
otros problemas, empezando por ajustar su oferta, recortando titulaciones (2.413 Grados y 2.758 Master) y
fusionando centros (hay 236 Campus de 83 Universidades, 50 públicas y 33
privadas), con ofertas
similares a pocos kilómetros. Y es clave orientar a los universitarios hacia carreras técnicas (más
demandadas), reduciendo la oferta de Humanidades y Ciencias sociales (con menos
salidas) y fomentando el trasvase de jóvenes bachilleres a la Formación Profesional Superior (con más empleos).
Porque el gran drama de la Universidad
es que, después de ser una de las más caras de Europa para las familias, no asegura el trabajo futuro de los jóvenes. Por un lado, los titulados tienen un 14% de paro, el triple que en la OCDE (4,8%), aunque sea la mitad que el paro de los no titulados (del
22 al 50%) y buena parte de la culpa la tenga la estructura de nuestra economía, no sólo la formación. Y por otro, 1 de cada 3
universitarios españoles acaban trabajando (con contratos temporales y por horas) en algo que nada tiene que ver con
lo que han estudiado, sobrecualificados
y frustrados, desde camarero a cajera de supermercado. "La educación española no prepara para el mundo laboral", acaba de dictaminar un estudio de la OCDE.
Así que habría que aprovechar las próximas elecciones para
plantear un debate serio y un gran pacto político-educativo sobre el futuro de la Universidad española, centrado en su financiación, sus costes, su oferta y la utilidad
para el empleo de la enseñanza que se ofrece, debatiendo de nuevo la conveniencia
o no de aplicar última reforma impuesta por el Gobierno Rajoy, las carreras de tres años más
uno de Master (3+1), en sustitución
del sistema actual (4+1), un cambio motivado básicamente por recortar más gasto
(entre 600 y 800 millones de euros) y que los
Rectores han pedido retrasar dos cursos más, hasta el año 2017. La Universidad
es clave para la recuperación y el empleo, pero ahora está medio quebrada y es poco
eficiente, cara y muy desigual según donde los jóvenes vivan. Y eso es muy injusto. Hay que empezar a cambiarlo
en la próxima Legislatura. Piense también en ello al votar en diciembre.
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