Hace ya 13 meses
que los líderes europeos aprobaron la Garantía Juvenil, un Plan que pretende ofrecer formación, prácticas o un empleo a todos los jóvenes europeos
menores de 25 años, en un plazo de 4 meses desde que acaben sus estudios o
estén en paro. Tras 5 Cumbres posteriores, donde Hollande, Merkel, Rajoy y los
demás dirigentes han reiterado su “cruzada”
contra el paro juvenil (5,8 millones de jóvenes europeos, 881.400 en
España), no ha llegado ni un euro
europeo y el Plan no se ha puesto en marcha en ningún país. En España, la excusa es que Bruselas no adelanta el dinero (poquísimo: 943
millones anuales) y no quieren aumentar el déficit
público. Mientras, lo negocian con las autonomías y dicen que podría echar a andar en
julio: las ofertas a los jóvenes empezarían noviembre. Casi dos años perdidos para una generación sin alternativas.
Una vergüenza. Y encima quieren que voten.
enrique ortega |
En Europa se
empezó a hablar de la Garantía
Juvenil hace tres años y medio, en 2010, de la mano de una
europarlamentaria verde que propuso importar
un modelo de Plan que había dado buenos resultado en Austria y Finlandia. Se trataba de garantizar a todos los jóvenes de 16 a 24 años que se les ofrece una
de estas tres alternativas en el plazo de cuatro meses desde que han
terminado sus estudios o están en paro: formación,
prácticas o un empleo. El Parlamento
europeo movió la propuesta y en
el Consejo
europeo del 7 y 8 de febrero de 2013, los líderes europeos hicieron un
hueco presupuestario (mínimo) al Plan: 6.000 millones de euros para 2014-2020. Y en la Cumbre
europea del 22 de abril de 2013, aprobaron formalmente la Garantía Juvenil.
El 28 de mayo, en otra Cumbre
informal en París, Hollande y Merkel, junto a Rajoy y los ministros de
empleo de los 28, “vendieron” a Europa este
Plan contra el paro juvenil, “una
emergencia contra la que hay
que actuar ya” (sic).
En la Cumbre
del 27 y 28 de junio de 2013, volvieron
a “vender” el Plan: no sólo se aprobó, sino que decidieron gastar esos 6.000
millones en los dos primeros años (2014 y 2015) y arañar otros 2.000 millones hasta 2017. Y reiteraron que los jóvenes europeos menores de 25 años (5.630.000 parados, un 22,6%) podrían optar a formación, prácticas o un
empleo a partir de enero de 2015. A España,
líder
en paro juvenil (55,5%) después de Grecia (59%), le correspondió la
mayor parte del Plan
europeo: 1.887 millones entre 2014 y 2015. Todavía hubo tres Cumbres informales posteriores (3 de julio en Berlín,
12 de noviembre y 9 de diciembre en París)
donde los líderes europeos volvieron a hablar de la Garantía Juvenil. Y en la Cumbre
europea del 20 de diciembre, se pide a los países que manden sus Planes, porque 19 de los 28 no lo habían hecho. Y el Gobierno Rajoy manda su Plan de empleo juvenil a Bruselas el 23 de
diciembre.
El 8 de abril de 2014,
el presidente de la Comisión Europea,
Durao
Barroso, reitera a los ministros de empleo de los 28 que pongan en marcha cuanto antes la Garantía Juvenil. Y hoy, 13 meses después de aprobarse en una Cumbre, ningún país europeo lo ha puesto en marcha. En España, además, el Gobierno Rajoy
mantiene
una pelea con Bruselas, que
está retrasando más el Plan: quieren
que nos anticipen el dinero
(repito: 943 millones para 2014) y si
no, que no cuente para el déficit público
(como los 45.500 millones del rescate bancario). Pero Bruselas
dice que primero hay que aprobar el destino del gasto, luego justificar
que se ha hecho y después están dispuestos a pagarlo. Unos por otros, el Plan sigue sin un euro y sumido
en negociaciones
con autonomías, sindicatos
y patronal, porque va a suponer cambios.
Y ahora se habla de tenerlo listo para el
verano, con lo que entraría en vigor en julio. A partir de ahí, los jóvenes
se apuntarían en una web y en 4 meses habría que ofrecerles formación,
practicas o un empleo. Ya a finales de 2014.
El Plan
de Empleo Juvenil enviado por España a Bruselas tiene cuatro
patas. La primera, mejorar la intermediación laboral y el servicio público de empleo (SEPE),
algo que no se hace en unos meses, porque es un
desastre: el SEPE sólo participa en el 2,6% de contrataciones,
cuando las ETTs hacen el 14% (y en algunas autonomías el 20%). La Comisión
Europea acaba
de urgir, por enésima vez, esta reforma de los servicios de empleo españoles, que además de ineficaces no se han librado de los recortes: hay un funcionario por cada 190 parados, frente a 1
por 59 en Europa. Además, en agosto de 2013 se aprobó dar entrada a 60 ETTs en la contratación de parados y por supuestas irregularidades en la licitación, no
será un hecho hasta septiembre, un año después (y no en Andalucía, Cataluña
y Euskadi, que se han negado). La segunda pata del Plan es la mejora de la empleabilidad de los jóvenes, con más y mejor
formación. La tercera, fomentar su contratación (reduciendo
cotizaciones). Y la cuarta, apoyo para que se hagan emprendedores
(ayuda al autoempleo, aunque la mayoría acaben cerrando).
El Plan
de Empleo Juvenil, la base de la
Garantía Juvenil, es un paso en la
buena dirección para dar una salida
a los 1.865.000 jóvenes
ni-ni (menores de 25 años) que ni estudian ni trabajan (881.400 de ellos parados, según la última EPA).
Pero tiene dos problemas serios. El
principal, que sus recursos
son muy escasos. La Organización
Internacional del Trabajo (OIT) ya dijo en julio de 2012 que un programa europeo
así necesitaba para funcionar al menos 21.000 millones de euros
(no 6.000), la cifra que ahora piden socialistas y verdes europeos. Y la otra,
clave en España, que hace falta una enorme
colaboración entre el Estado, autonomías
(políticas de empleo están transferidas), sindicatos
y empresas para conseguir de verdad que todos los jóvenes menores de 25 años tengan una oportunidad
en 2015.
Pero este Plan de
Empleo Juvenil no puede ser la
panacea. Hace falta una política
de empleo global, que no sólo se ocupe de “tener haciendo algo” a los menores de 25 años, sino de darles un
empleo con futuro y lo mismo a los
jóvenes que tienen entre 25 y 30 años (768.000 en paro) e incluso a los de 30 a 34 años (803.000
parados), dos colectivos a los que no se ofrece ningún Plan (como al conjunto
de los 25,7 millones de parados europeos). Hace falta que Europa
crezca más (los sindicatos han propuesto un Plan Marshall europeo, que Rajoy
y otros líderes han rechazado), reanimar
la economía española y afrontar los dos
problemas clave del paro juvenil en España: la baja formación y la falta de
experiencia laboral.
Tenemos a los jóvenes
mejor formados de la historia, es verdad, pero la mayoría carecen de las competencias
básicas que piden las empresas (idiomas, matemáticas, competencias
personales, espíritu emprendedor), según diversos
estudios. Y de los 1,9 millones de jóvenes (menores 30 años) que han perdido
su empleo, la mitad no acabó la
secundaria. El otro problema es la falta
de experiencia: sólo el 54% de
los universitarios y el 66% de los que estudian FP hacen prácticas durante su formación. Y sin experiencia,
no les contratan en un país donde sobra
la mano de obra, con casi 6 millones de parados. De hecho, el poco empleo que se está creando no
es para los jóvenes (primer trimestre, para 50-54 años). Y eso hace que
muchos jóvenes se desanimen y dejen de
buscar trabajo o emigren. De hecho, en los dos últimos años, hay 480.000 jóvenes (menores de 35 años) que han
dejado se ser activos, que ya no buscan trabajo: han vuelto a estudiar,
han emigrado o no hacen nada.
En definitiva, Europa y España (más) tienen un grave
problema de paro juvenil y la única iniciativa aprobada, la Garantía Juvenil para menores de 25
años, lleva más de un año sin ponerse en
práctica y retrasará hasta finales de 2014, por la burocracia y las peleas para financiar unos míseros 6.000 millones
(mientras se han gastado 591.900
millones en ayudas a la banca europea). Y el resto de jóvenes (más de 25 años) sigue sin perspectivas, sin formación adecuada, sin experiencia y con ofertas
basura o emigrando fuera para subemplearse.
Es una vergüenza para el continente.
Y encima ahora, quieren que voten.
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