El Gobierno Rajoy
presume de defender como nadie la “Marca España”, pero esconde que ha recortado un 46% los fondos de ayuda a países
pobres, un eficaz instrumento para tener peso político y económico en el
mundo. España es el 6º país occidental que menos ayuda al
desarrollo, lo que entorpece nuestro papel en Latinoamérica y dificulta
la lucha contra la inmigración ilegal en África.
Además de los recortes, que han provocado el cierre de proyectos y ONGs,
el Gobierno ha pasado la mayoría del gasto en Cooperación a Hacienda y a
Economía, quitando peso a la Agencia
Española para el Desarrollo (AECID). Y acaba de aprobar, en contra de toda
la oposición, una enmienda que liga los
proyectos de Cooperación a la estrategia
de empresas y bancos. España gasta poco y mal en ayudar a países
pobres y así torpedea la “Marca España”. Porque ayudar
tiene una triple recompensa: moral,
política y económica.
enrique ortega |
La Gran Recesión dio
la puntilla a las ayudas al desarrollo
de los países ricos, aunque tardíamente: venían creciendo desde 1997, con un récord en 2010, y cayeron en 2011 y 2012. El gasto en Cooperación de los 28 principales países donantes volvió a crecer en 2013, un 5,2%, según
la OCDE, aunque todavía aportan una miseria: 134.800 millones de dólares, un 0,3% de su renta bruta (RNB), muy lejos del 0,7% que fijó la ONU como objetivo en
1980 y que hoy sólo cumplen 5 países
(1,07% Noruega, 1,02% Suecia, 1% Luxemburgo, 0,85% Dinamarca y 0,72% Reino Unido).
Dos de cada tres euros para
Cooperación proceden de los cinco
grandes donantes (23.000 millones de dólares EEUU, 13.000 Reino Unido, 10.500
Alemania, 10.000 Japón y 9.300 Francia,) y Europa
lidera las mayores aportaciones, con un 0,41%
de su renta para ayudas.
España está en
el pelotón de cola de las ayudas al desarrollo: es el
6º país que menos aporta entre los 28 donantes, junto a Italia, sólo
por delante de Eslovaquia, Polonia, República Checa, Grecia y Corea. Aportamos
en 2013, un 0,16% de nuestra renta bruta
(RNB), frente al 0,72% de Reino Unido, el 0,41% de Francia, el 0,38% de
Alemania o incluso el 0,21% de Portugal. Eso contrasta con el 0,5% que llegamos a aportar en
2008, año récord en la Cooperación española, que Zapatero cuadriplicó desde 2002 (de 1.712 a 5.500
millones de euros), convirtiendo a España
en el 6º país donante del mundo, tras los cinco grandes. A partir de 2010, los
recortes se ceban en la Cooperación,
que ha
perdido un 70% de sus recursos. Y así, en 2014, el Presupuesto de ayuda al desarrollo es 1.739,27
millones de euros, un 0,17% de la renta bruta y menos de la tercera parte de lo donado en 2008.
Se gasta la tercera
parte en Cooperación y además se gasta mal. Primero, porque no
se gasta todo lo presupuestado:
en 2012, un tercio de la ayuda al
desarrollo no llegó a su destino por problemas de gestión de los créditos
reembolsables. Y segundo, porque falta
una auditoría eficaz de las ayudas, desconociéndose
en muchos casos su distribución por sectores y países (sólo se conoce detalladamente la que gestiona la Agencia
Española de Cooperación a través de las ONGs). Además, casi la mitad del gasto se destina a pagar burocracia, las cuotas obligatorias
de España a la UE y organismos internacionales. Y cada vez hay más ayuda
vía créditos (un 17% del total), lo que aumenta la deuda de los países
pobres.
Los recortes en Cooperación, del Estado y de autonomías, Ayuntamientos, Universidades,
entidades y empresas (más de 900 instituciones dan ayudas, un 15% del gasto
total) han supuesto el cierre de
proyectos en muchos países y la desaparición
de un tercio de ONGs,
según un informe
de La Caixa. En España hay unas 2.000 ONGs que gestionan ayudas
al desarrollo en unos 100 países y su futuro es muy incierto porque
dependen, en un 60%, de recursos públicos (recortados). Las que no han cerrado
han reducido plantillas (10% desde 2008)
y sueldos (78% han congelado salarios) y buscan
desesperadamente recursos de empresas y particulares. Pero los
españoles no somos muy solidarios, según un estudio
de Fundraising: sólo el 19% (7,5
millones) dan dinero a una ONG,
frente al 33% en Europa (56% en Reino Unido y 53% en Francia). Y sólo 682.500 españoles (el 1,5%) aportan
dinero mensual o trimestralmente a una ONG.
El problema no está
sólo en los recortes de las ayudas a los países pobres. El
Gobierno Rajoy ha cambiado
el modelo de gestión de la
Cooperación y para 2014, más de la mitad del Presupuesto lo gestionan Hacienda
(50%, para pago cuotas internacionales) y Economía (14,5%), mientras Exteriores
sólo gestiona un 34% y ha caído drásticamente la ayuda a través de la Agencia Española de Cooperación
Internacional (AECID), el organismo más profesionalizado: si
gestionaba 980 millones de euros en 2008, en 2014 sólo gestionará 264 millones,
un 13,61 % del gasto total en Cooperación.
La puntilla a la Cooperación se la acaba de dar el Gobierno, al
aprobar
el Congreso una enmienda (10 abril), introducida por
la puerta de atrás en el Senado, por la que se reforma
el Fondo para la Promoción del Desarrollo (FONPRODE): ahora, en vez de gestionarlo Exteriores lo
gestionará COFIDES, una sociedad mixta dependiente
de Economía y en cuyo capital participan, además del ICEX y el ICO, bancos
como Santander, BBVA, Sabadell o Popular. El objetivo es vincular más la ayuda al desarrollo a los proyectos de las empresas
españolas en el exterior, lo que hace
temer a las ONGs que se
desvíen fondos públicos destinados a la lucha contra la pobreza en
beneficio de intereses empresariales y financieros.
La Cooperación para el
desarrollo de los países más pobres no es sólo una obligación moral de los países ricos, sino también una herramienta
clave de política exterior,
una pieza básica para reforzar la
presencia política y económica de España en el mundo. Algo que tienen muy
claro, desde hace décadas, Reino Unido,
Francia, Alemania, Estados Unidos o Japón. Incluso los países emergentes se están lanzando a la Cooperación
Sur-Sur: es el caso de China,
Brasil o México. Por eso, es un gran contrasentido
intentar vender
la “Marca España” por el mundo y a la vez recortar cada año en Cooperación
(-165 millones en 2014). Con la ayuda
por delante, es más fácil influir, invertir y vender, tres
claves para la recuperación.
Cara al futuro, España debe gastar más y mejor en
Cooperación al desarrollo. Intermon
propone gastar 500 millones extras durante 6 años, con los que España
se pondría a nivel europeo (0,47% de la renta para 2020). Ese dinero podría salir en parte de la Tasa
Tobin sobre operaciones financieras (Bolsa y bonos), que van a
instaurar España y otros 10 países europeos en 2015.Y habría que fomentar
las donaciones de empresas y particulares en la próxima reforma fiscal: las ONGs
piden que desgraven más en el IRPF
(70%, con la deducción íntegra de los primeros 150 euros donados) y en Sociedades (60% desgravación a
empresas).
Además, hay que gastar
mejor, con auditorías de
resultados y una ayuda más técnica (asesoramiento) y menos financiera.
Y concentrada en menos países: ahora la
Cooperación española llega a 38 países y el IV
Plan Director 2013-2016 pretende concentrarla en 23: 12 de
Latinoamérica (Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití,
Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú y República Dominicana), 4 del norte África
y Oriente Próximo (Marruecos, Mauritania, Sahara y Palestina), 6 más resto de África
(Malí, Níger, Senegal, Etiopía, Guinea y Mozambique) y Filipinas (?). Dos zonas
claves para España, Latinoamérica,
y África, donde la ayuda puede reducir la inmigración
ilegal que “invade” nuestras costas.
En definitiva, hay
que ser solidarios con los más pobres por
una cuestión ética
y moral. Pero además, ayudar
al desarrollo desactiva
tensiones geopolíticas y mejorará la
estabilidad mundial. Y gastar en Cooperación es practicar un egoísmo
inteligente: es una forma
eficaz de defender los intereses de España en el mundo. Más que fotos y campañas
para vender la “Marca España”, ayudemos
a los países con dinero y asesoramiento. Será nuestro mejor pasaporte.
Porque ayudar tiene siempre recompensa.
Moral, política y económica.