Uno de los mayores tajos
del Presupuesto 2012 se da a la
inversión en infraestructuras, por
tercer año consecutivo: España va a invertir
en obras públicas la mitad que en 2010. Se trata de la mayor paralización de obra civil de las últimas décadas, lo que
se traducirá en más paro, cierre de
empresas y pérdida de competitividad. No se trata de hacer obras faraónicas, sino salvar la brecha
con Europa en transportes,
comunicaciones, obras hidráulicas, depuradoras de aguas y equipamientos
sociales. Hace falta pactar un Plan
de infraestructuras para una década y pelear con Bruselas para financiarlo, con
créditos y ayudas europeas, que se acaban. Nos jugamos la competitividad y el futuro.
Hemos pasado de un extremo al otro en tres años: de ser el país de Europa que más invertía en infraestructuras (unos 25.000 millones al año en el boom 2004-2008) a recortar la inversión a menos de la mitad (- 20.000 millones en los últimos 3 años). De la burbuja de las infraestructuras, con obras faraónicas por doquier, a no tener presupuesto para hacer depuradoras, arreglar viejas carreteras o terminar obras hidráulicas contra la sequía.
En el Presupuesto
2012, la inversión en infraestructuras
de Fomento (11.386 millones) cae un 22,2%, que se suma a los recortes de
2011 (-31,7%) y 2010 (-19%), con lo que es ya la mitad que hace dos años (21.240
millones en 2010). El mayor tajo se lo llevan las obras hidráulicas (-36,3%), cuando España tiene un serio
problema de sequía y Bruselas
nos ha llamado la atención por la mala depuración de las aguas residuales.
También caen las inversiones medioambientales
(-64% en 2 años) y en puertos (-33,1%), donde ha habido un
exceso de hormigón. Sube la inversión en carreteras
(+7,8%), aunque apenas hay dinero para conservación: 873 millones, la mitad de
lo que haría falta, según la Asociación Española de la
Carretera, que denuncia que tenemos” la
peor red de carreteras en 25 años”.
La mitad del presupuesto se lo lleva el ferrocarril, sobre todo la alta
velocidad (4.187 millones para el AVE), con fuertes inversiones en los accesos a Galicia (1.217 millones) y al País Vasco (1.080 millones AVE Norte), donde
habrá elecciones
en 2013. Y 135 millones para el AVE a Extremadura, que ya no continúa a
Portugal. El Gobierno Rajoy (gallego
como la ministra de Fomento) apuesta por llevar el AVE
a Galicia, más de 10.000 millones para una dudosa inversión: no llegará
a 2 millones de pasajeros cuando harían falta más de 3 (en el primer trimestre,
el AVE
Orense-Santiago-A Coruña ha transportado una media de 68 pasajeros por
tren). Mientras, Cercanías
se lleva sólo 28,5 millones del Presupuesto 2012, aunque las utilicen millones de pasajeros. Y la mayoría de los puertos y aeropuertos siguen sin
conexión con el ferrocarril.
A este recorte de 3.300 millones en Fomento hay que sumarle el de autonomías
y Ayuntamientos,
con lo que el tajo serán unos 8.000
millones, que van a provocar unos 150.000 despidos y la asfixia de muchas
empresas. Sobre todo, porque hay muchas obras ya comprometidas (1.700 millones heredados en carreteras y 28.000
millones en ferrocarril, según Fomento), con lo que apenas habrá obra nueva. Y eso supone la puntilla para las empresas,
que ya han sufrido una drástica caída de
la licitación pública: de 47.198 millones en obras públicas (2006)
se ha pasado a 13.659 (2011).
Este tijeretazo en
las obras públicas se da en un país que todavía tiene un gran retraso de infraestructuras frente a Europa. La propia patronal
CEOE ha pedido al Gobierno que se inviertan 80.000 millones en
infraestructuras en 5 años, en tres frentes. Uno, construir 5 corredores ferroviarios (Bruselas sólo
va a ayudarnos a financiar el Mediterráneo y el Atlántico), invirtiendo 50.000
millones, para duplicar el transporte de mercancías
por tren (van sólo el 4%, frente al 11% en Europa). Dos, invertir 16.000
millones en el ciclo del agua, con
infraestructuras y depuradoras. Y tres, invertir en equipamientos sociales: 4.600
millones en 30 nuevos hospitales y
10.000 millones en residencias de
ancianos (en Dependencia podrían crearse un millón de empleos, según CEOE).
Para financiar estas
obras, los empresarios plantean invertir ellos la mitad, a cambio de concesiones, tarifas y créditos. El
Gobierno Rajoy está preparando para julio un Plan
de infraestructuras 2012-2024, donde contempla invertir 225.000 millones (unos 16.000 al año, frente a los 20.000
de los ocho años anteriores). Para financiarlo, contempla pedir créditos al Banco Europeo de Inversiones (BEI),
abrir una línea de crédito oficial (ICO)
y buscar capital privado, a cambio
de darles concesiones y privatizar la gestión
de las obras (ya lo han hecho con hospitales y residencias).
Hay que volcarse en
este Plan, porque es la última
oportunidad para recuperar el retraso en infraestructuras frente al norte
de Europa, con quien tenemos que
competir. Y la última oportunidad de optar
a fondos europeos (los de cohesión se nos acaban en 2014). Invertir en
infraestructuras que hagan falta es clave para relanzar la inversión, el
empleo (18 empleos por cada millón invertido) y los ingresos públicos (580.000 € de ingresos fiscales y menos
gastos en desempleo por cada millón invertido). Y para conseguir una industria
y un transporte con menos costes y menos consumo de energía, más competitivos.
Ha habido muchos excesos:
AVEs sin viajeros, autopistas
sin coches, puertos
sin barcos o aeropuertos
sin aviones. Pero recortar la
inversión en infraestructuras es un suicido para un país en recesión,
que va camino de los 6 millones de parados y que todavía tiene retrasos frente
a Europa en transportes, comunicaciones, gestión del agua, equipamientos y medioambiente.
Hace falta un gran Pacto de
infraestructuras para una década y
sumar esfuerzos para financiarlo. Y pelear
con otros países de la Europa del Sur para conseguir más fondos europeos.
El Plan Marshall del que se habló en
la Cumbre
europea de enero y que quedó en agua
de borrajas. Un Plan de grandes
obras para salir de la recesión invirtiendo en futuro. No podemos esperar más.
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