Francia y los países
del centro y norte de Europa acaban
de meterle otro rejón a la Europa del
sur, sobre todo a España: un nuevo acuerdo agrícola con Marruecos,
que facilita la entrada de aceite,
frutas y hortalizas a precios más
bajos. A cambio, Francia, Alemania, Holanda y Reino Unido colocarán mejor sus excedentes de
cereales, leche y carnes en Marruecos, además de importar alimentos más baratos. Los agricultores españoles se quejan de competencia desleal y de falta de control a los productos
marroquíes, que van a hundir los precios
del tomate, las frutas y el aceite en España, con pérdida de empleos en
Andalucía, Canarias, Comunidad Valenciana y Murcia. Los consumidores tenemos que mirar
el origen de lo que compramos, porque si no, un día nos quedaremos sin alimentos de aquí, sin agricultura.
El acuerdo
agrícola UE-Marruecos, aprobado por
el Parlamento Europeo (369 votos a favor, y 255 en contra), facilita la entrada de alimentos
marroquíes en los próximos 10 años. Su aceite
podrá entrar ahora en la UE sin limitaciones de cantidad (contingentes) y sin aranceles
(pagaba 1,25 € por Tm), mientras que el
aceite comunitario (y español) tendrá aranceles en Marruecos a partir de
las 2.000 Tm. Las naranjas marroquíes
ya no tendrán contingentes en la UE y
baja su precio de entrada un 30%, lo que hace imposible competir a las españolas.
En clementinas, también se les sube el
contingente y se baja el precio de entrada. Se quitan los contingentes a los pimientos, sandías y melones marroquíes.
Y se aumentan los de calabacín
(duplican), pepino (triplican), ajo y fresa, una fruta que podrán
exportar más en abril y mayo, compitiendo con la española. Y el resto de frutas y verduras, exportación
libre.
España, por su
clima, produce frutas y hortalizas en las mismas fechas que Marruecos, pero
a
precios más altos. Primero, porque un obrero marroquí cobra 5 euros al día recogiendo tomates y en
Almería ganan 50 €. Y la empresa cotiza
por él y paga impuestos, mucho más que en Marruecos. Además, nuestros
productos tienen más controles
fitosanitarios, mientras Marruecos utiliza pesticidas prohibidos en la UE.
Al final, todo esto se traduce en que un
kilo de tomate español para la
exportación cuesta 0,85 € mientras el marroquí
entra a 0,46 €. Y menos, ya que nuestros
agricultores se quejan de que las aduanas europeas son “un coladero”,
donde no se vigilan ni precios de entrada ni cantidades en las importaciones
agrícolas marroquíes. Que hay un fraude
generalizado, denunciado por los propios servicios antifraude de la UE
(OLAF).
Al final, los
agricultores españoles se quejan de competencia desleal de Marruecos, que
va a tirar los precios de nuestras frutas y verduras en Europa, donde exportamos 8.100
millones de euros (2011). El mayor daño lo tendrá el aceite (exportamos 2.000
millones €), que ya sufre la caída de ventas y precios, con grandes excedentes.
Luego se verán muy afectados los productores de naranjas (exportamos 864 millones a la UE), mandarinas (756), nectarinas
(433) y fresa (575). Y los productores de tomate (800 millones exportación a Europa), pimientos (547), pepino (273),
calabacín (160) y ajo (148).
Al final, son 450.000
agricultores de frutas y hortalizas, más los del aceite,
que venderán menos y a menos precio,
lo que puede suponerles perder 3.500
millones € al año. Y peligran unos 50.000 empleos (cada 1.000 Tm de tomate que se deja de
exportar son 50 empleos), en Andalucía,
Canarias, Murcia y Comunidad Valenciana, algunas ya con más del 30% de paro. Por eso, los agricultores piden más controles y compensaciones
a la UE por este acuerdo, que van a denunciar
ante el Tribunal europeo de Luxemburgo.
Teóricamente, este
acuerdo beneficia a Marruecos y se ha vendido como “una ayuda a su desarrollo y democratización”. Pero los expertos
destacan que la agricultura exportadora del país vecino gira en torno a grandes
empresas, ligadas al rey marroquí y a empresas mixtas con europeos
(incluso empresas españolas están
plantando olivos en Marruecos). Y que no
beneficia ni al pequeño agricultor marroquí ni a sus consumidores, ya que
el país importa alimentos básicos para poder exportar otros a Europa.
A quien sí beneficia
el acuerdo es a Francia, sobre todo, y a Alemania, Países Bajos y Gran Bretaña, que ahora podrán exportar
mejor a Marruecos sus excedentes de cereales, leche, carnes y aceites de
semilla. Por eso, Francia
quiere extender este acuerdo a Túnez, Egipto y Jordania. También ganan los países del centro y norte de
Europa, ya que no producen aceite, frutas y hortalizas y ahora las podrán consumir más baratas. Y
Bruselas trata de ahorrarse ayudas a
la Europa del sur, preparando ya los recortes
de la PAC en 2013.
Los consumidores
españoles también salimos
ganando, en teoría, ya que los
alimentos marroquíes van a tirar a la baja de los precios. Pero habrá que ver si la rebaja se traslada al
consumidor, o aumenta el margen de la distribución: de hecho, pagamos los alimentos cinco veces más caros
que el precio que recibe el agricultor, según el observatorio
de COAG. Y hay que pedir a esos
mismos distribuidores que informen sobre
lo que comemos: si compramos tomate,
aceite, naranjas o fresas marroquíes, que sea sabiéndolo. Y sabiendo que
contribuimos a cargarnos el campo español.
El problema es que llueve
sobre mojado: este acuerdo con Marruecos se suma a la crisis del pepino (E.coli)
y al aumento de importaciones agrícolas
de terceros países, un proceso imparable que ha provocado una caída
del 11 % del valor de la producción de frutas y verduras, un tercio de
nuestra agricultura, donde la renta
ha caído otro 4,5 % en 2011. Hay
que tomárselo en serio y planificar el futuro. Y como consumidores, saber que o
cuidamos a nuestros agricultores, eligiendo sus productos y su calidad, o
desaparecerán. Nuestro campo se
deteriorará (ellos cuidan el medio ambiente) y dependeremos de otros países
para alimentarnos, con otro sabor y menos calidad y seguridad. Podemos evitarlo.
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