lunes, 28 de septiembre de 2020

Pandemia: parches para evitar el confinamiento


Los contagios por coronavirus han seguido creciendo en septiembre y los datos son muy preocupantes: España es el 2º país del mundo con más contagios en las últimas dos semanas y el 2º con más muertos por millón de habitantes, el doble que Europa. La pandemia se ha cebado en Madrid, donde hay 53 zonas que cuadruplican la media española de contagios, pero  también son muy elevados en Navarra, la Rioja, Murcia, Aragón, Castilla y León y Melilla. Y lo más preocupante es que la mayoría de centros de salud están colapsados, lo mismo que muchos hospitales y UCIs. Mientras, cada autonomía toma medidas tardías, insuficientes y descoordinadas, parches para evitar el confinamiento, por miedo a hundir más la economía. Pero si no se cortan los contagios, no hay economía posible. Urge confinar Madrid y varias regiones más. Y reforzar con más médicos, enfermeras y medios los centros de salud y hospitales, aumentando test y rastreadores. La prioridad es salvar vidas, no empleos. Actúen ya.

El coronavirus sigue imparable por el mundo y batiendo récords de contagios, tres en este mes de septiembre, el último el día 24: 361.390 contagiados, 32 veces los contagios del 14 de marzo (inicio estado de alarma). Hoy van ya 33.078.537 contagiados en 188 paises, según los datos de la Universidad Jhons Hopkins. El epicentro de la pandemia sigue en Estados Unidos (7.115.046 contagiados) y Latinoamérica (8.963.344 contagiados), destacando Brasil (4.657.702 contagiados), Colombia (813.056), Perú (800.142), México (730.317) y Argentina (711.325 contagiados). El tercer foco está en Europa (5.450.309 contagiados), donde destacan los contagios en Rusia (1.143.273), España (el 8º país del mundo con más contagiados: 716.841), Francia (552.473), Reino Unido (437.517), Italia (309.870 contagiados, menos de la mitad que España) y Alemania (286.339 contagiados). Del resto, destacan los contagios en India (6.074.702), Sudáfrica (670.766) e Irán (446.448).

La cifra de muertos por la pandemia se acerca al millón: son hoy 997.737 fallecidos en el mundo por coronavirus, según la Universidad Jhons Hopkins. La quinta parte han muerto en Estados Unidos (204.756 muertos, más que en todas sus guerras juntas), seguido de Brasil (141.741), India (95.542), México (76.430), Reino Unido (40.077), Italia (35.835), Perú (32.142), Francia (31.675) y España (31.232 muertes), el 9º en el ranking mundial, aunque somos ya el 2º país del mundo con más muertos por millón de habitantes, tras Perú. Y eso, por el alto número de contagios, ya que la tasa de letalidad (muertos/contagiados) de España (4,4%) es la 3ª más baja de Europa, tras Alemania y Portugal, según Sanidad.

En España, el rebrote de contagios iniciado en agosto se ha agravado en septiembre, mes en que ha habido 253.983 contagios nuevos (716.841 contagios hasta el viernes 25), la mitad de todos los contagios que hubo en España entre marzo y agosto (462.858 contagios al 31 de agosto). Tras esta 2ª ola, España se coloca en 282 contagios por 100.000 habitantes (en las últimas 2 semanas), con lo que somos ahora el 2º país del mundo con más contagios nuevos, solo por detrás de Argentina (314 contagios/100.000) y muy por encima del nivel de contagios del resto de Europa (por debajo de 100). Además, en septiembre ha habido un aumento de los hospitalizados por COVID (de 6.957 el 31 de agosto a 11.006 el viernes) y un aumento de enfermos en UCIs (de 846 a 1.465). Y se han producido 2.138 nuevas muertes este mes (hasta el viernes), con unos 100 muertos diarios la última semana, el doble de nuevas muertes por millón (2) que en Francia, Alemania o Italia.

Como se ve por estos datos, la situación es muy grave, mucho peor que la del resto de Europa, donde también sufren una 2ª ola de contagios que preocupa a las autoridades comunitarias. De hecho, España tiene 9 de las 10 regiones europeas con más contagios, debido a una mayor “alegría” en la desescalada, un exceso de contactos entre familias y amigos, una descoordinación en las medidas (17 autonomías “a su aire”) y menos medios sanitarios, desde médicos a test y rastreadores, según el diagnóstico de los expertos. Y el problema es que 4 de cada 10 nuevos contagios son asintomáticos, con lo que resulta muy difícil cortar la transmisión sin medidas más drásticas de aislamiento.

El problema más grave de esta 2ª ola de contagios se da en la comunidad de Madrid, donde están 9 de las 10 localidades españolas con más contagios (y 14 de las 20 más afectadas). La región tiene una tasa de contagios (721 por 100.000 habitantes) que triplica la media española (282/100.000). Y además, hay 53 zonas de salud que superan los 1.000 contagiados por 100.000 habitantes en las últimas dos semanas, sobre todo en la zona suroeste de la comunidad, más poblada y más pobre, con familias que no pueden teletrabajar y viven hacinados en pequeñas viviendas y barrios con mucha movilidad. Y todo esto se traduce en que Madrid, que ahora está haciendo 151.000 PCRs a la semana, sufre un porcentaje de positivos que duplica la media española: el 22,1% de los test, frente al 12,1% en España. Y tiene 3.873 pacientes COVI hospitalizados la última semana (el doble que a finales de agosto) y 455 en UCIs (el triple), con 565 muertos más este mes.

Pero el problema de una pandemia descontrolada no lo sufre solo Madrid. Hay otras 8 regiones españolas con un porcentaje de contagios muy elevado en las últimas 2 semanas, según Sanidad: Navarra (662 contagios nuevos/100.000 habitantes), La Rioja (494), Castilla la Mancha (418), Murcia (404), Aragón (380), Castilla y León (372), Melilla (328) y País Vasco (281), siete por encima de la media española de contagios (282) y cuadruplicando la tasa europea de contagios. Y es preocupante el nivel de hospitalizados en Andalucía (503 la última semana), Castilla y León (313), Aragón (193) y Comunidad Valenciana (180), así como los ingresos en UCIs en Canarias (30 la última semana), Castilla y León (26) y Comunidad Valenciana (22). Y en cuanto a muertos, donde más aumentaron en septiembre (hasta el viernes) fue en Aragón (+264 fallecidos), País Vasco (+259), Castilla y León (+164) y Comunidad Valencia (+118), según los últimos datos de Sanidad.

Esta 2ª oleada del virus ha colapsado aún más en septiembre los centros de salud, que además no pueden atender el resto de las consultas y enfermedades no COVID, especialmente en Madrid. Y  esta nueva oleada de contagios empieza a colapsar ya los hospitales de muchas ciudades, sobre todo en Madrid, donde las cifras oficiales hablan de que los enfermos COVID ocupan ya un 25,43% de las camas de hospital (frente a un 8,14% de ocupación media en España), aunque también crece la ocupación en Castilla y León (11,77%), Aragón (11,40%), Castilla la Mancha (14,29%), la Rioja (11,03%) o Navarra y País Vasco (superan el 10%).Y preocupa mucho la saturación de las UCIS, porque aunque las cifras oficiales señalan un 17,17% de ocupación media en España (y 40,12% en Madrid o 31% en Aragón), eso se calcula sobre todas las camas UCIs posibles, pero en realidad hay muchos hospitales de Madrid y grandes capitales que tienen ya las UCIs ocupadas al 100%, con enfermos COVID y el resto de pacientes.

¿Qué ha fallado para que los contagios se hayan desmandado en los últimos 2 meses? Parece claro que hay dos tipos de “culpables”. Por un lado, los ciudadanos, que han relajado en julio y agosto su precaución, multiplicando los contactos y reuniones con familiares y amigos, en medio de las vacaciones y los viajes, sobre todo los más jóvenes. Pero lo que más han fallado han sido los poderes públicos, en especial las autonomías (que, recordemos, tienen casi en exclusiva la gestión sanitaria), que no tomaron medidas a partir del 21 de junio: aceleraron demasiado la desescalada, sobre todo Madrid (por razones “políticas” y económicas), y no reforzaron la atención primaria ni contrataron médicos, enfermeras y rastreadores, a pesar de que en julio recibieron del Estado los primeros 6.000 millones de euros para sanidad, del Fondo creado para las autonomías (16.000 millones: 9.000 para sanidad, 2.000 para educación y el resto para compensar los menores ingresos). Pero la mayoría no lo han gastado en contratar sanitarios ni rastreadores.

Al producirse esta 2ª oleada de contagios, cada autonomía ha tomado medidas por su cuenta, con aislamientos parciales y reducción de la movilidad, teniendo mucho cuidado en no dañar al turismo y la hostelería. Pero han sido poco efectivas, como demuestra que hoy tengamos más del doble de contagios que a finales de julio: 716.841 frente a 288.522. Y ahora, a la vista de la gravedad de la situación, las autonomías más afectadas siguen dando palos de ciego, para evitar tomar la única medida que se ha visto efectiva: el confinamiento. El caso más paradigmático es Madrid: ha confinado a más de 1 millón de habitantes que viven en 45 distritos con más contagios, pero les permiten salir a trabajar, al colegio y hacer otras 9 cosas más (incluidas “gestiones administrativas” y “causas justificadas”), con lo que el 85% de estos confinados parciales viajan al resto de Madrid (según un estudio de la Universidad Politécnica) y trasladan el riesgo de contagio al resto de la región. Todo por “salvar la economía”. Pero si no se frenan drásticamente los contagios, en una o dos semanas habrá que cerrar Madrid, con mucho más coste y poniendo en peligro la sanidad y muchas vidas.

Urge tomar medidas más duras en Madrid, como exigió el viernes el ministro de Sanidad (“no valen los atajos”) para el 71% de Madrid que supera los 500 casos por 100.000 habitantes (4,7 millones de habitantes, en 200 zonas sanitarias de las 286 existentes). Y llegar al confinamiento total donde haga falta, en Madrid y en otras regiones. Además, poner más dinero y más medios para atajar la pandemia, no basta con tirar de los militares y de la policía. Hay que contratar de una vez más médicos y enfermeras, sobre todo para los centros de salud, porque hay pocos: 76,5 médicos de primaria por 100.000 en España frente a 123,4 en Europa, según Eurostat. Y 520 enfermeras frente a 840. Los facultativos calculan que hay que contratar entre 5.000 y 9.000 médicos de familia en España (600 en Madrid, junto a 150 pediatras). Y en paralelo, abrir más centros de salud, en polideportivos y carpas, para atender a los enfermos COVID y al resto, multiplicando los test PCR  y poniendo en marcha los test de antígenos (cuestan 4,5 euros y detectan contagios en 15 minutos). Y contratar de una vez más rastreadores, asegurando que las cuarentenas se cumplen (las han bajado a 10 días: otro parche).

España sufrió más la primera ola del coronavirus y no hemos aprendido, porque somos también el país europeo que más sufre esta 2ª ola. La Comisaria de salud de la UE ha urgido a los paises a “tomar medidas inmediatas”. Y la única realmente efectiva para frenar drásticamente los contagios es el confinamiento. Hundirá más la economía, pero ya se ha frenado la recuperación con la 2ª ola  de contagios y si no se frenan, la economía sufrirá más. O ponemos el país en cuarentena un mes, o dentro de unas semanas será peor y la economía se hundirá más. El viejo dilema “la bolsa o la vida” no vale: sin salud no hay economía. Confinemos las regiones con más contagios, mantengamos las actividades esenciales, volvamos a la enseñanza online y mientras reforcemos la sanidad y la educación para que la siguiente desescalada nos pille mejor preparados.

Mientras, la emergencia económica sigue ahí y la recuperación se retrasa, porque empresas y consumidores tienen demasiada incertidumbre sobre el futuro. Esta situación obligará esta semana a prorrogar  los ERTEs, donde todavía hay 700.000 trabajadores a los que se les acababan las ayudas y prorrogar también las ayudas a más de 1 millón de autónomos, además de mantener exenciones de cotizaciones a las empresas afectadas. Y se pone en marcha, a partir del 13 de octubre, la nueva Ley del teletrabajo, que puede ayudar a uno de cada cinco trabajadores como mucho. Pero la 2ª ola obligará a mantener otras ayudas, lo que agravará el déficit público y obligará a aprobar el Presupuesto 2021 con más ingresos (además de los 20.000 millones de ayudas europeas), para financiar las ayudas y las inversiones que necesitamos para salir adelante y modernizar el país. Porque la Comisión Europea lo ha dicho claro: los paises tendrán que seguir apoyando la economía al menos hasta 2022, porque la salida de esta crisis no se vislumbra hasta 2023.

Pero no hay recuperación posible si no se frena al virus. Por eso es hora de tomar medidas sanitarias drásticas y eficaces, al margen del “politiqueo”, como proponen en este manifiesto más de 170.000 sanitarios españoles. No es hora de fotos y banderas, de políticos y gestores que intentan salvar la cara: es hora de confinar las regiones con más contagios y pedir más sacrificios a los ciudadanos, pero asegurándoles que se va a destinar el dinero, los sanitarios y los medios que hagan falta para combatir esta pandemia. Sobran parches y faltan medios y medidas eficaces. Nos jugamos mucho.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Población: menos españoles y más viejos


El coronavirus nos agobia tanto que no vemos otras noticias preocupantes, como la que nos dio este martes Estadística (el INE) y pasó desapercibida: perdemos población, porque nacen menos niños y mueren más viejos. Y para 2070, seremos 33,8 millones de españoles, 6,5 millones menos que hoy. La población residente  crecerá, pero solo gracias a los inmigrantes, porque en 2070 habrá 9,8 millones más de extranjeros viviendo en España. Además, la población española está cada vez más envejecida: si hoy, un 19,6% tiene más de 65 años (9,2 millones), en 2050 serán un 31,4% de la población (15,6 millones de personas), con lo que  habrá menos personas en edad de trabajar, menos a pagar pensiones e impuestos. Un preocupante panorama, más negro que en el resto de Europa, que exige un Pacto demográfico urgente, para apoyar la natalidad y las familias, para frenar esta caída de la población española que es un torpedo al crecimiento y al futuro. Hay que conseguir que nazcan más españoles.

La población mundial lleva siglos creciendo imparable, pero ahora también se frena. Desde la aparición del hombre en la Tierra, hace unos 200.000 años, hubo que esperar hasta el año 1804 para alcanzar los primeros 1.000 millones de personas. Llegar a los 2.000 millones, en 1927, costó más de un siglo( 123 años), pero los 3.000 millones se alcanzaron en la tercera parte de tiempo (33 años), en 1960. Y luego, se dieron los saltos en poco más de una década: 4.000 millones (1974), 5.000 millones (1987), 6.000 millones (1999) y 7.000 millones (2011). Ahora, se espera que la población mundial crezca algo más despacio, según las últimas previsiones de la ONU: 8.000 millones en 2027, 9.198 en 2040, 9.735 millones en 2050, 10.151 millones en 2060 y 10.875 millones en 2100.

Además de crecer menos rápido este siglo, la población mundial va a crecer de una manera muy desigual, cayendo la población en Europa (donde vive el 10% de la población mundial), según la ONU. Eso sí, seguirá creciendo en Asia (donde hoy vive el 61% de los humanos), en Africa (17% de la población), en Norteamérica (5% población) y menos en Latinoamérica (8% población mundial). A mediados de siglo, en 2050, el país más poblado será India (1.639 millones frente a 1.402 millones China) y en 2100 seguirá siéndolo, aunque con menos población (1.447 millones), seguida de China (1.065) y Nigeria (733 millones de habitantes frente a 206 millones hoy). Estados Unidos saltará de los 331 millones actuales a 379 (2050) y 424 millones a finales de siglo. Latinoamérica pasará de 654 millones (2020) a 762 (2050) y 679 millones (2100). Y Europa sufrirá una caída drástica de población: de 747,6 millones hoy a 710,4 en 2050 y 629,5 en 2100. España será uno de los paises con más pérdida de población, según estas previsiones de la ONU: de 46,7 millones este año a 43,6 en 2050 y 33,2 en 2100, casi 13 millones menos de población a finales de siglo.

Y todavía hay otros estudios que ralentizan más el crecimiento de la población mundial este siglo y auguran mayores caídas de población en Europa. Así, un estudio del Instituto IHME de la Universidad de Washington, publicado en Lancet en julio de 2020, prevé que el mayor pico de la población mundial se dé en 2060, con 9.700 millones de personas y que a partir de ahí baje la población mundial, hasta 8.800 millones en 2100 (2.000 millones menos que los 10.875 millones estimados por la ONU), debido al aumento de la educación femenina y a un mayor peso de las medidas de contracepción. Según este estudio, financiado por la Fundación Gates, la población se reducirá a la mitad este siglo en 23 paises, entre ellos Italia, Portugal, Japón, Corea del Sur, Tailandia y España, donde estiman que caerá de los 46 millones actuales a 23 millones en 2100.

En medio de estas previsiones internacionales, Estadística (el INE) publico este martes sus proyecciones de población para España entre 2020 y 2070.Y el dato es demoledor: la población española (nacida en España) caerá de 40,33 millones en 2020 a 37,10 millones en 2050 y a 33,79 millones en 2070. Habrá 6.540.263 españoles menos dentro de 50 años. Lo que supone reducir la población española en 130.805 personas cada año.

La causa de este desplome de población es doble: caen los nacimientos y aumentan las muertes, algo que ya viene pasando en España desde 2016, el primer año en que cayó la población española  (-19.242 habitantes) desde la Guerra Civil. La natalidad cae en España por dos motivos. Uno, porque hay menos mujeres españolas en edad fértil (entre 15 y 49 años), por la crisis de natalidad en los años 80 y principios de los 90.Y el otro, porque las mujeres españolas tienen menos hijos: 1,23 niños por mujer en 2020, la mitad que en 1976 (2,8 niños por mujer) y menos que la media europea (1,55 en 2018), que Italia (1,29), Alemania (1,57), Reino Unido (1,68) o Francia (1,88), según Eurostat. Y entre tanto, la mortalidad ha aumentado más, a partir de 1976 (299.007 defunciones), subiendo a 420.408 defunciones en 2015 y 466.583 muertes que se esperan este año 2020 (50.000 por el COVID). Y en los próximos años se espera que las defunciones sigan aumentando, hasta un 40% (a 612.160 en 2050 y a 648.504 muertes en 2070), según el INE, por el creciente envejecimiento de la población española, que no se compensa con el aumento en paralelo de la esperanza de vida (hasta 86,22 años en 2070 frente a 50 años en 1941 y 73,34 años en 1975).

Esta fuerte caída de la población nacida en España (-6,5 millones los próximos 50 años) se va a compensar con el aumento de la población inmigrante residente en España: aumentará en 9.800.093 personas entre 2020 y 2070, según el INE. Los inmigrantes fueron clave en el crecimiento de población de principios de siglo, pero con la crisis, muchos se fueron a sus paises y el saldo fue negativo a partir de 2010, con pérdidas importantes en 2012 (-142.592 netos) y 2013 (-256.289). Pero los inmigrantes han vuelto y el saldo migratorio crece desde 2016 (+87.422), año tras año hasta 2020 (+109.571). Ahora, el INE estima que la inmigración siga creciendo más cada año, sobre todo entre 2025 y 2050 (con aumentos netos de inmigrantes de +177.000 a +275.000 cada año) y más después (+295.914 en 2070). Eso permitirá que la población inmigrante residente en España pase de 6.995.647 en 2020 (el 14,78% de la población total) a 12.801.714 en 2050 (el 25,64%) y 16.795.740 en 2070 (el 33,19%), según el INE. Así que habrá un inmigrante por cada 2 nacidos en España en 2070, cuando hoy son 1 inmigrante por cada 6 españoles.

Este creciente flujo migratorio “salvará” la población total en España, que gracias a los extranjeros no caerá, sino que aumentará en 3.259.830 residentes entre 2020 y 2070, según el INE: pasaremos de ser 47.329.981 habitantes en 2020 a 49.910.653 en enero de 2050 y 50.589.811 habitantes en enero de 2100. Pero ojo, con inmigrantes y todo, habrá 10 regiones españolas que perderán población entre 2020 y 2035, según el INE: Castilla y León (-10% y -239.064 habitantes), Asturias (-10% y -101.436 habitantes), Extremadura (-8,3% y -88.404 habitantes),Galicia (-6,6% y -178.257 habitantes), Cantabria (-5,3%), Ceuta (-3,9%), Castilla la Mancha (-3,3% y -66.756 habitantes), País Vasco (-1,7%), Aragón (-0,9%) y la Rioja (-0,3%). O sea, que la España vaciada se va a vaciar aún más. Las restantes regiones ganan población, sólo gracias a la inmigración, en especial Baleares (+14,9% y +179.921 habitantes), Madrid (+9,1% y +614.049 habitantes), Canarias (+8,4% y +182.272 habitantes), Murcia (+6,1% y +91.512 habitantes), Cataluña (+5,4% y +414.061 habitantes), Navarra (+4,5%) y la Comunidad Valenciana (+3% y +152.724 habitantes).

Vista la evolución prevista para la población española en el próximo medio siglo, el 2º grave problema, tras la caída de la población española, es su progresivo envejecimiento: si este año 2020 habrá un 19,6% de población (total) mayor de 65 años (9.276.676 habitantes), para 2050, los mayores serán ya casi un tercio de la población: el 31,4%, 15.671.945 personas, según la proyección del INE, que prevé una bajada posterior, hasta el 28,6% de mayores de 65 años en 2070 (14.468.685 personas). En definitiva, si ahora 1 de cada 5 españoles tiene más de 65 años, dentro de 3 décadas, los mayores serán 1 de cada 3 personas. Eso se debe a dos causas: la baja tasa de natalidad (recordemos, 1,23 hijos por mujer, cuando la “tasa de reemplazo”, para que los niños sustituyeran a los mayores, debería ser de 2,1 hijos/mujer) y el aumento de la esperanza de vida, que estará por encima de los 85 años en 2050: pasará de 80,01 a 84,65 los hombres y de 85,44 a 88,88 las mujeres (en 2049). Y subirá a casi 88 años de media en 2069 (85,81 hombres y 90 años las mujeres), según el INE.

Este aumento del envejecimiento situará a España como el país más envejecido del mundo en 2050, según la ONU. Y esto tendrá un impacto muy negativo sobre la economía española, como analiza este informe de CaixaBank. Por un lado, reduce la población en edad de trabajar, que además en España se recorta más por la caída de la natalidad, porque nacen menos niños que trabajen mañana: pasaremos de tener  28,8 millones de personas entre 20 y 64 años en 2020 a 25,9 millones en 2050, según el INE. La consecuencia es muy clara: si hoy hay 3 personas en edad de trabajar por cada mayor de 65 años, en 2050 habrá 1,65 activos por cada jubilado. Otra manera de verlo es comparar los españoles en edad de trabajar (los que han de crear riqueza y pagar impuestos y pensiones) con los españoles niños (menores de 16 años) y jubilados (más de 65 años). Es lo que se llama “la tasa de dependencia”: pasará de 53,4% en 2020 a 81,1% en 2050. A lo claro: si hoy tenemos 54,2 mayores y niños por cada 100 españoles en edad de trabajar, en 2050 serán 81,1. O sea, que si hoy cada inactivo tiene 1,84 activos para sostenerle, en 2050 tendrá 1,23 activos.

Este dato es una bomba de relojería para las pensiones y para el sostenimiento del Estado del Bienestar: cada vez habrá más personas mayores y menos jóvenes para trabajar, pagar impuestos y cotizar para financiar las pensiones de sus padres. Y además, los estudios demuestran que el envejecimiento de la población reduce la productividad de las empresas y los paises. De hecho, este estudio de CaixaBank revela que el envejecimiento en España en la década de 2010 a 2019 (+4,7%) ha provocado que España creciera un 0,6% menos cada año. Y está previsto que el mayor envejecimiento lastre el crecimiento futuro: lo recortará -07% cada año entre 2020 y 2029, -0,6% anual entre 2030 y 2039 y -0,1% anual entre 2040 y 2049, según este estudio de CaixaBank. Es muchísimo y eso se traduce en menos empleo y menos renta, en un nivel de vida peor del que podríamos tener.

Así que perder población y encima que seamos cada vez más viejos es una tremenda hipoteca sobre el futuro. Para muchos expertos, es uno de los tres grandes retos de España este siglo, junto al cambio climático y a la revolución tecnológica que se va a comer parte de los actuales empleos. Por eso, urge tomar medidas en cuanto se pueda, a pesar de los agobios inmediatos del coronavirus, porque actuar sobre la población tarda décadas en dar frutos. Dentro del paquete de reformas a medio plazo, una prioridad debe ser la población: urge un Pacto demográfico para conseguir que nazcan más niños, a la vez que se organizan los flujos de inmigración legal, que necesitamos para cubrir el desplome de población española. Necesitamos cuanto antes un Plan de fomento de la natalidad, asentado en 4 patas. Una, establecer más ayudas a las familias, desde las guarderías y enseñanza a la sanidad, transporte, vivienda, luz,  agua, subsidio de paro o la Dependencia. Dos, establecer una fiscalidad de apoyo a la natalidad, con propuestas como mejorar la pensión de los que tengan más hijos (campaña “Más hijos, más pensión) o contabilizar como tiempo cotizado los años en que las madres cuidan a sus pequeños. Tres, avanzar en las políticas de conciliación laboral en las empresas. Y cuatro, favoreciendo el trabajo de la mujer, que tiene más paro y  peores empleos y sueldos por su potencial maternidad.

Mejorar la natalidad y perder menos población es uno de los retos claves para salvar el futuro. España tiene el doble de paro que Europa y menos riqueza (el 91% de la media UE-28) porque aquí trabaja menos gente y trabajamos con menos eficacia (productividad). Tenemos ya 1,5 millones menos trabajando de los que deberíamos si tuviéramos la tasa de empleo europea. Y encima, dentro de tres décadas, habrá 3 millones menos de españoles en edad de trabajar. O lo recomponemos, o no podremos sostener la sanidad, la educación, las pensiones, la dependencia y los servicios públicos. Por eso es tan fundamental que haya más niños, a la vez que dejamos entrar a más inmigrantes: unos y otros nos salvarán.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Pensiones: más agujero y urgente reforma


La pandemia ha destrozado las cuentas de la Seguridad Social: se han desplomado los ingresos por cotizaciones y se han disparado las ayudas. El déficit de la SS ha crecido un 38% y las pensiones tendrán este año un “agujero” de -22.871 millones. Y si no se hace nada, tendremos ese déficit los próximos tres años, por las secuelas del coronavirus. Si ya antes había que reformar las pensiones, porque las cuentas no salían, ahora urge esa reforma. El Gobierno la ha propuesto en dos fases. Primero, quitar a las pensiones 22.871 millones de gastos “impropios” (prestaciones que no debería pagar) y cargarlos a los Presupuestos. Y luego, ya sin déficit, buscar más ingresos y menos gastos, retrasando la edad real de jubilación (que está en 64,6 años). Pero no es suficiente. Hay que pactar una reforma a fondo, que aumente ingresos y atempere el gasto, porque habrá  15 millones de pensionistas en 2050. Y porque el sistema debe asegurar también las pensiones de nuestros hijos. 

 

El coronavirus no sólo se ha cebado sobre los mayores sino que ha destrozado aún más las cuentas de las pensiones. Desde marzo, los ingresos de la Seguridad Social se han desplomado, al haber ahora menos españoles cotizando (había 755.000 afiliados menos a finales de agosto que a principios de marzo) y al haberse perdonado cotizaciones a las empresas en ERTEs (hasta 3,4 millones en marzo y abril) y a los autónomos (1,2 millones). Y en paralelo, la SS ha tenido más gastos, tanto en desempleo (556.767 parados más) como con esos trabajadores en ERTEs y autónomos cobrando parte de su sueldo y todas las ayudas vinculadas al COVID 19. El resultado es que este año 2020, la Seguridad Social espera un déficit de -22.191 millones de euros (2% del PIB), frente a los -16.052 millones de déficit (1,3% del PIB) con que se cerró 2019. Y el agujero sería mucho mayor de no ser por los 14.500 millones que el Estado ha aportado a la SS para cubrir parte de las ayudas de la pandemia.

El problema es que llueve sobre mojado, que este déficit extraordinario se suma a 10 años de déficit creciente de la Seguridad Social (ver gráfico déficit SS): -2.433 millones en 2010, -1.063 en 2011, más de -10.000 millones en 2012,2013 y 2014, -13.038 millones en 2015 y sobre -17.000 millones de déficit en 2016, 2017 y 2018, para acabar con -16.052 millones en 2019. En total, un “agujero” acumulado de -116.642 millones de euros en los últimos 10 años, que se ha “tapado” con deuda, aportaciones del Estado y tirando de “la hucha” de las pensiones (tenía 66.815 millones en 2011 y está casi a cero). Y ahora, con la pandemia y la recesión que acarrea, el Gobierno prevé que el déficit suba hasta  -30.000 millones en 2021 (2,5% del PIB) y se mantenga en -20.000 millones en 2022 y 2023. Un agujero insostenible para las cuentas públicas y que pone en grave riesgo el sistema de pensiones.

Por eso, la Comisión Europea y los paises ricos del norte presionan a España para que reforme cuanto antes las pensiones. En septiembre, los diputados integrados en el Pacto de Toledo han iniciado sus debates para perfilar una nueva reforma (tras la de 2011 de ZP y la de 2013 de Rajoy), que deberían haber aprobado hace años. Y allí, el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, planteó el pasado 9 de septiembre (ver aquí su intervención íntegra), las bases de una reforma, en dos fases. Reforma que el Gobierno quiere pactar con los demás partidos y con las fuerzas sociales, para aprobarla a lo largo de 2021.

La primera fase de la reforma sería descargar a la Seguridad Social de una serie de gastos “impropios”, partidas que pagan las cotizaciones sociales pero que debería pagar el Estado vía Presupuestos (con impuestos). La lista es larga y costosa (ver documento): subsidios de paro no contributivos (11.305 millones), tarifas planas de autónomos y reducciones de cotizaciones (1.818 millones), prestaciones por nacimiento y cuidado hijos (2.953 millones), pago complemento de maternidad (1.082 millones), subvenciones a regímenes especiales (1.014 millones), costes extras cálculo pensiones (788) y gastos de funcionamiento del Ministerio de Seguridad Social (3.911 millones), que se paga con cotizaciones en vez de financiarlo el Presupuesto (como los demás Ministerios). En total, 22.871 millones de euros, el equivalente al déficit de la SS previsto para este año.

La propuesta  del ministro Escrivá es cargar estos gastos al Presupuesto del Estado y descargar así a la SS y a las pensiones de estos costes “impropios”. Es un “apaño contable”, cambiar quien paga las partidas, porque pagarlas hay que pagarlas. Eso sí, liberaría a la SS de su déficit y las cotizaciones podrían ir a pagar sólo las pensiones. La idea es empezar a hacerlo ya en el próximo Presupuesto 2021: que una parte de esos 22.871 millones se financien con impuestos y dejen de lastrar a las pensiones. El problema  es de dónde sacar ingresos públicos para asumir parte de esta factura, dado que la pandemia va a multiplicar los gastos del Presupuesto de próximo año y no se podrán subir mucho los impuestos.

Supongamos que se puede hacer y que en varios años se descarga a la SS de ese lastre de “gastos impropios”, de esos 22.871 millones. Eso permitiría afrontar el futuro sin déficit. Pero si no se hacen reformas, el “agujero” surgiría y aumentaría enseguida, porque el problema de fondo de las pensiones es que el gasto crece más deprisa que los ingresos: cada vez hay más pensionistas, con pensiones más altas y que hay que revalorizar cada año, mientras el empleo y los cotizantes crecen menos y además el nuevo empleo es muy precario, con bajos sueldos y cotizaciones. Y encima tenemos un país muy envejecido, con alta esperanza de vida, por lo que las casi 10 millones de pensiones de hoy serán 15 millones en 2050. Y la población apenas crece y lo mismo el empleo, con lo que los cotizantes crecerán menos que los pensionistas: si hoy hay 3 españoles trabajando para pagar 1 pensión, en 2050 habrá 2 trabajando. Y ese es el problema de fondo, que exige una reforma en profundidad de las pensiones, no solo ajustes contables para cambiar los costes de sitio.

Para afrontar este futuro, el ministro Escrivá plantea una segunda fase de reforma de las pensiones, consistente en aumentar ingresos y reducir costes. Por un lado, plantea que los autónomos empiecen a cotizar por sus ingresos reales, ya que el 85% cotiza ahora por sus bases mínimas. Y no se descarta subir algunas cotizaciones, sobre todo las de los sueldos más altos (hoy “topadas”). Eso sí, también se contemplan más gastos, porque el Gobierno defiende una revalorización de las pensiones con el IPC, abandonando el sistema que aprobó la reforma de Rajoy (las pensiones se revalorizarían según las cuentas de la SS: como hay déficit, no más del 0,25% en los últimos años de su Gobierno). Y además, el Gobierno quiere que este compromiso, revalorizar las pensiones con la inflación, se incluya en la Ley de Seguridad Social, para que todos los Gobiernos la tengan que aplicar.

La gran “baza” de la reforma que propone Escrivá es aumentar la edad real de jubilación, que los españoles se jubilen más tarde: teóricamente, la edad legal será de 67 años en 2027 y este año 2020 es ya de 65 años y 8 meses, pero la edad real de jubilación es de 64,6 años en 2020 (de enero a julio), según la última estadística de la Seguridad Social, porque muchos españoles  (el 37,6% este año) se jubilan anticipadamente. El ministro Escrivá señala que subir 1 año la edad real de jubilación (de 64,6 a 65,6) supondría un ahorro anual de 15.000 millones de euros para el sistema de pensiones, porque aumenta el ingreso por cotizaciones y reduce el coste de las pensiones. Para lograrlo, propone aprobar dos medidas complementarias. Una, incentivar que los españoles se jubilen más tarde, algo que hoy no hacen porque tampoco les compensa mucho. De hecho, la bonificación que se concede en España por retrasar la jubilación es de sólo un 2%, frente al 10,4% en Reino Unido, el 6% en Alemania o el 5% en Francia. Y la otra medida sería penalizar más las jubilaciones anticipadas, corrigiendo lo que pasa ahora: que la penalización a los sueldos altos es del 2% y a los sueldos medios y bajos del 6,5% al 8%, lo que resulta regresivo. Por eso, el Gobierno está pensando sobre todo en penalizar las jubilaciones anticipadas más altas.

Esta propuesta, aumentar la edad real de jubilación, ha sido ya criticada en el seno del propio Gobierno, por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (Podemos), que cree que sería una forma de “quitar empleo a los jóvenes”. Algo que no es cierto (como tampoco que las mujeres o inmigrantes “quiten el trabajo” a los hombres), porque el mercado de trabajo no es un juego de suma cero sino que un aumento del empleo de los mayores provocaría un mayor consumo y crecimiento y más empleo para todos, como han demostrado varios estudios hechos recientemente en EEUU, Reino Unido y en 22 paises del mundo. Lo que necesita España no es “repartir” el trabajo escaso sino aumentar el empleo, porque aquí trabajan menos personas que en Europa: trabajan un 68% de los españoles (20-64 años), frente al 73,1% de media en la UE-27, el 82,1% en Suecia, el 80,6% en Alemania o el 80,1% en Holanda, por ejemplo, según Eurostat. Eso significa que hay 1.500.000 españoles menos trabajando de los que deberían si tuviéramos la tasa de empleo europea. Por eso, porque trabajamos menos gente (y trabajamos peor, con menos productividad) somos más pobres que la media europea. Aquí tendría que trabajar más gente (mayores y jóvenes), no menos.

Y la última baza de esta reforma que defiende el Gobierno es promover los planes de pensiones de empresa, que en España tienen poco peso (sólo los tienen 2 millones de trabajadores, según INVERCO) frente a otros paises (como Alemania, Austria o Reino Unido). No creen que haya que apoyar los planes de pensiones privados individuales, porque las ayudas fiscales (1.100 millones anuales) son  utilizadas en un 70% por las rentas más altas y los mayores, no por la mayoría de españoles ni los jóvenes. El objetivo es promover que estos planes de pensiones de empresa (pagados por las compañías y sus trabajadores) se pacten más en los convenios, cubran a trabajadores jóvenes (como complemento de su pensión pública) y tengan más ayudas fiscales.

Toda esta estrategia de reforma de las pensiones puede ser un buen punto de partida, pero es insuficiente a medio plazo. Porque el desajuste de fondo, entre ingresos y gastos, no se corrige sólo con aumentar un año la edad real de cotización. Hay que hacer un reajuste más drástico, con la vista puesta en 2027, cuando se empiecen a jubilar los españoles del “baby boom” (los nacidos entre 1960 y 1975). Y para conseguirlo, los expertos recomiendan actuar en varios frentes. Por un lado, “atemperar” el gasto en pensiones, no recortarlo sino que crezca menos, con medidas como  aumentar los años de cómputo de cotizaciones (hasta llegar a toda la vida laboral) y los años exigidos para jubilarse con el 100% de la pensión. Y por otro, tratar de aumentar los ingresos, con una subida  de cotizaciones, que son ligeramente más bajas (35,4%) que en Francia (35,5), Alemania(36%) o Italia (37%), sobre todo la parte de los trabajadores (mejor que coticen más que se tengan que pagar un plan de pensiones privado, con altas comisiones y baja rentabilidad).

Y a corto plazo, el debate va a estar en cuánto se revalorizan las pensiones en 2021. Algunos, como los expertos de FEDEA plantean congelar las pensiones el año que viene, salvo las mínimas, porque eso ahorraría 2.500 millones. Pero lo más lógico sería que subieran como la inflación prevista para 2021, un 1%. Eso sí, hay que seguir gastando en subir las pensiones mínimas, porque 1 de cada 8 pensionistas (1.091.454) reciben menos de 600 euros al mes de pensión. Y corregir en unos años el hecho  de que más de la mitad de los pensionistas (4.831.416) cobren menos del salario mínimo, menos de 950 euros al mes, según las últimas estadísticas de la Seguridad Social.

Este otoño y todo el año 2021, las pensiones van a ser uno de los centros del debate político y económico, porque son el mayor gasto del país (140.000 millones al año) y la recuperación tras la pandemia va a obligar a fijar prioridades. Y Europa presiona para que hagamos una reforma, argumentando que el gasto en pensiones “es inasumible”. No es verdad, porque gastamos en pagar pensiones menos que Europa: un 10,9% del PIB en 2019, frente al 12,4% de media en la UE-27 y mucho menos que Italia (16,8%), Austria (14%), Francia (13,9%) o Finlandia (13,5%), aunque más que Alemania (9,5%) o Portugal (8,1%), según datos del Ministerio de SS. El problema es el futuro, porque somos el país más envejecido de Europa y en unas décadas tendremos más jubilados y pocos trabajadores.

Por eso hay que buscar ya nuevas vías de ingresos (cotizaciones e impuestos) y nuevas vías para “atemperar el gasto, no recortando las pensiones que están en mínimos o no superan el salario mínimo sino consiguiendo que crezcan menos las pensiones futuras, teniendo en cuenta que se van a cobrar durante más años (20 y más). Y sobre todo, si tenemos en cuenta que las nuevas pensiones españolas son “más generosas” que las de otros paises: suponen el 84,3% del último salario cobrado, frente al 65,5% de media en Europa, el 58,6% en la OCDE (36 paises), el 80,2% en Holanda, el 73,6% en Francia o el 51,9% del último salario (más alto) en Alemania, según este informe de la OCDE.

Al final, la pandemia y la grave recesión que ha provocado obligan a acelerar la reforma de las pensiones, que ya era urgente antes. Y hay que hacerlo sin demagogias, con datos reales y medidas eficaces, no electoralistas. El futuro de las pensiones es un problema complejo y exige soluciones complejas, no simplificaciones populistas. Y no vale con pensar sólo en esta Legislatura, hay que reformar pensando en 2050 y después, no sólo en asegurar nuestras pensiones sino también las de nuestros hijos y nietos. Porque las decisiones que tomemos ahora, si solo pensamos en nuestras pensiones, pueden poner en peligro las suyas. Se trata de asegurar el pastel de las pensiones hoy y mañana y repartirlo con solidaridad entre generaciones. Reformar con la vista puesta en el futuro.