lunes, 27 de enero de 2020

Jóvenes, los "paganos" de la crisis


Los jóvenes son los que más han sufrido la crisis y los que menos se benefician de la recuperación. El dato del Banco de España es demoledor: los ingresos de los menores de 30 años han caído un 18% desde 2011, los de sus padres han caído ligeramente o se han recuperado y los de sus abuelos han subido un 18%. La crisis ha agravado la desigualdad entre generaciones. Al final, el fracaso de los jóvenes se refleja en este otro dato: un 81% siguen viviendo con sus padres porque no se pueden emancipar. Y menos si la mitad de los jóvenes están “infrautilizados” (inactivos, subempleados o parados), como denuncia la OIT. Es un grave problema, como las pensiones o el Cambio Climático, que exige un Plan de choque, con medidas desde la enseñanza (menos fracaso escolar y estudios que ayuden a trabajar) al empleo (menos trabajo precario), la vivienda y las ayudas a las familias jóvenes. Urge dar una salida a nuestros jóvenes, porque son los "paganos" de la crisis. Apoyémosles más.

enrique ortega

El primer gran cambio con la crisis es que ahora hay menos jóvenes: si en 2007 había en España 8.357.000 jóvenes de 16 a 29 años, en 2019 había 6.707.100, o sea, 1.650.000 jóvenes menos, por la caída de la natalidad y el número de hijos de las familias. Y además, segundo gran cambio, estos jóvenes de hoy trabajan menos y están más parados que antes de la crisis: hay menos jóvenes activos (trabajando o buscando trabajo: un 56,14% frente al 69% en 2007), menos jóvenes trabajando (el 42,4% frente al 60,16% en 2007) y más jóvenes parados (el 13,71% en 2019 frente al 8,84% en 2007), según el último balance publicado por Trabajo. La crisis ha hecho pues que haya más jóvenes “inactivos” (el 43,8%, frente a sólo 31% en 2007), debido a que muchos jóvenes siguen estudiando o no hacen nada (ni-nis: ni estudian ni trabajan, un 20,2%, 619.000 jóvenes de 18 a 24 años).


Estos datos indican claramente que los jóvenes españoles están hoy peor que antes de la crisis (2007) y que apenas se han beneficiado de los 6 años de recuperación (2014-2019). El mayor problema está en el empleo, porque los jóvenes perdieron más empleo que los mayores y se han beneficiado menos de los 2.923.700 empleos creados desde 2014 (sólo la quinta parte de los nuevos empleos, 561.800, fueron para los jóvenes de 16 a 29 años, según el INE). Y además, los jóvenes se encuentran con nuevos empleos más precarios aún que los más mayores. Así, de los 2.845.400 jóvenes que trabajan (según los últimos datos de Trabajo) más de la mitad (el 56,78%) tienen un contrato temporal, según la EPA, el doble de temporalidad que la media de trabajadores españoles (el 26,7% tienen un contrato temporal). Y además, una cuarta parte de los jóvenes que trabajan (el 24,26%) tienen un contrato a tiempo parcial (por horas o días), casi el doble que el conjunto de trabajadores (un 14% tienen contratos a tiempo parcial), según la última EPA.


Ya no es sólo que trabajen pocos jóvenes (recordemos: el 42,4% de los que tienen entre 16 y 29 años) sino que muchos jóvenes están subempleados (el 14,5% querrían trabajar más horas, pero no encuentran) y otros está sobrecapacitados para el trabajo que hacen, porque tienen demasiada formación: es lo que les pasa al 37,6% de los universitarios españoles, que trabajan “sobrecualificados” (de camarero o cajera con una carrera, por ejemplo), frente a sólo un 23,4% de universitarios que lo hacen en Europa, según la Fundación CYD. Dos motivos de frustración (subempleo o sobrecualificación) que se traducen también en bajos salarios. Pero además, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) acaba de dar un dato impresionante: el 48% de los trabajadores jóvenes españoles están infrautilizados, porque están subempleados, desanimados (ni buscan empleo) o parados, un problema que afecta  sólo una cuarta parte de los jóvenes (al 28%) en Europa, según la OIT.


Este empleo escaso y precario de los jóvenes españoles se traduce en unos salarios más bajos que los del resto de trabajadores. Así, el salario neto de los jóvenes de 16 a 29 años era de 15.500 euros anuales (1.107 euros mensuales en 14 pagas), según los últimos datos del Consejo de la Juventud. Y en el caso de un hogar joven (familia), su ingreso medio es de 28.000 euros, 2.000 euros netos al mes. Pero el sueldo es menor con la edad. Así, los jóvenes de 16 a 24 años ganaban 1.091,7 euros brutos al mes (927 euros netos), según el Decil de salarios del INE/EPA(2018), muy por debajo del sueldo medio bruto de los españoles, estimado en 1.944,4 euros brutos (1.652 euros netos al mes). Y los que tienen entre 25 y 34 años también ganan menos que la media: 1.615,2 euros brutos (1.372 netos).


Al final, entre que trabajan menos jóvenes y que ganan menos, la renta de las familias jóvenes (menores de 35 años) ha caído más que la del resto de familias españolas, según un reciente informe del Banco de España. Cayeron más durante lo peor de la crisis, entre 2011 y 2014 (-23,10%), y han mejorado menos durante la recuperación (+7%). El resultado es que las familias jóvenes tienen hoy una renta, unos ingresos (22.800 euros anuales) que son un -17,7% menores que antes de la crisis (27.700 euros en 2011), cuando el conjunto de familias españolas han recuperado prácticamente sus ingresos (25.600 euros frente a 25.800). Y mientras los jóvenes todavía ingresan mucho menos, las familias más mayores ingresan más (las de 35 a 44 años, un +3,8%) o sólo un poco menos (-10,12% las familias de 45 a 54 años y un -5,22% las familias de 55 a 64 años). Y los pensionistas ingresan más que en 2011: un +27,5% las familias de 65 a 74 años y un +18,3% las familias de más de 74 años, según este informe sobre renta y riqueza durante la crisis y la recuperación.


El balance es claro: los jóvenes han sido los que han visto más recortados sus ingresos, mientras sus padres los mantenían o recortaban menos y sus abuelos eran los que salían mejor parados de la crisis. Y lo mismo en el patrimonio, en la riqueza de las familias, que ha caído un -26,8% de 2011 a 2017, por el desplome del precio de la vivienda y los ingresos: el patrimonio de los jóvenes ha caído un -92,6%, menos el de las familias de edades medias (del -46% para 35-44 años al -32% para 45-54 años y  el -28,7% para familias de 55 a 64 años) y mucho menos los jubilados (-10,6% para familias de 65 a 74 años), según ese estudio del Banco de España. Y en paralelo, los jóvenes tienen un porcentaje de deudas (62,1%) mayor que la media de familias (53,2% con deudas).


Todo este panorama (menos empleo, sueldos bajos y más deudas) se acaba trasladando a otro dato muy esclarecedor de la situación de los jóvenes: el 81,4% de los menores de 30 años siguen viviendo con sus padres. Sólo el 18,6% han podido “emanciparse”, el dato más bajo en España desde 2002, según el Consejo de la Juventud, un dato que contrasta con el 30% de emancipación en Europa. Significa que de 6,67 millones de jóvenes (16-29 años), sólo 1,2 millones se han marchado de casa. Y la proporción es aún menor entre los chicos (14,8% emancipados) que entre las chicas (22,5%) y sobre todo en Cantabria (14% jóvenes emancipados), Andalucía (15%), Canarias (15,1%) y Castilla y León (15,4%), siendo más alta en Cataluña (23,1%) y Madrid (19,6% emancipados). En todos los casos, la tasa de emancipación es menor entre los jóvenes que tienen menos formación y empleos precarios.


El problema básico que tienen los jóvenes para no irse de casa de los padres es el coste de la vivienda, sobre todo  por los elevados alquileres. En junio de 2019, el pago de un alquiler medio se llevaba el 94,4% de los ingresos de un joven, cuando en 2008 suponía sólo el 55,7%, según el Consejo de la Juventud. Y si pretenden comprar un piso, la hipoteca se les lleva el 62,4% de un sueldo joven medio, menos que el alquiler, pero con un problema insoluble: necesitan un fuerte desembolso para la entrada y los gastos, además de que en muchos casos lo bancos no les prestan por su precario trabajo. Y si los jóvenes alquilan compartiendo piso (lo que hacen el 84% de los que se emancipan), el alquiler todavía se lleva el 30,8% de sus ingresos, del 30 al 40% en 21 capitales y más del 40% de los ingresos de un joven que comparta piso en Madrid o Barcelona. 


Al final, todos estos datos confirman con creces algo que ya intuíamos: la mala situación de los jóvenes españoles. El Banco de España ha dado la alerta: tenemos un problema de desigualdad entre generaciones, “hay que poner más énfasis en la equidad intergeneracional”. Es hora de pensar en nuestros hijos y nietos, que han sufrido la crisis con más dureza que nosotros. Como pasa con las pensiones, hay que buscar soluciones “solidarias entre generaciones”, pensar en mejorar su futuro y no sólo en el nuestro.


¿Qué se puede hacer? Como en todos los problemas de fondo, no hay atajos ni soluciones mágicas. Hay que actuar en varios frentes, a 20 o 30 años vista. El primer frente ha de ser mejorar la formación de los jóvenes, desde la escuela a la Universidad. Es vital reducir el alto porcentaje de repetidores (el 28,7% de jóvenes de 15 años repiten curso frente al 13% en la UE-28), mejorar el tipo de enseñanza (ocupamos el puesto 19 y 17 de Europa en matemáticas y ciencias en el informe PISA), reducir el abandono escolar temprano (España es líder en Europa, con un 17,9% de jóvenes que no acaban Bachillerato o FP frente al 10,6% en la UE-28) y los jóvenes que ni estudian ni trabajan (20,2% de “ni-nis” frente al 13,1% en Europa y el 9,6% en Alemania). Son eslabones de una “mala educación”, que se traducen en que los jóvenes españoles (25-34 años) están peor formados que los europeos: el 32,3% están poco formados (tienen la ESO o menos) frente al 13,6% de los europeos, el 23,4% tienen una formación media (Bachillerato y FP grado medio) frente al 43,5% en Europa y el 44,3% de los jóvenes son universitarios, incluso más que en Europa (42,9%), según los datos del “Panorama de la Educación 2019” (OCDE). 


Y en la Universidad, hay también malos resultados académicos y un exceso de títulos que se corresponden poco con lo que demandan las empresas, por lo que el paro de los universitarios españoles (12%) duplica al de la OCDE y Francia (6%) y cuadruplica el de Alemania (3%) y Reino Unido (2%). Y además, 1 de cada 3 universitarios (37,6%) están “subempleados”, trabajan en empleo de menos cualificación, el porcentaje mayor en Europa (23,4%) y por encima de Reino Unido (27%), Francia (23%), Italia (22%) o Alemania (19%). 


Otro frente de actuación debe ser mejorar el empleo de los jóvenes, con un Plan de choque que favorezca la formación dual (estudiar y trabajar), los contratos para la formación, la contratación de jóvenes y su supervisión y apoyo por mayores en las empresas, luchando contra la explotación juvenil y los falsos becarios. Y un mayor control de la Inspección de Trabajo. En paralelo, avanzar de una vez en la reforma de las oficinas de empleo (SEPE), para que sean verdaderas oficinas de contratación que ayuden a los jóvenes (y no jóvenes) a emplearse, con cursos de reciclaje ligados a lo que necesitan las empresas.


Un tercer frente clave es una política de vivienda que tenga como prioridad la emancipación de los jóvenes, con ayudas al alquiler (más elevadas y eficaces que las actuales) y con una mayor oferta de viviendas públicas (VPO) en alquiler para jóvenes (incluidas residencias y apartamentos) y para familias jóvenes con niños, impulsadas sobre todo por autonomías y ayuntamientos, que deberían aportar suelo público y facilitar estas promociones.


En cuarto lugar, hace falta toda una política pública de ayuda a la familia, para animar a los jóvenes a salir de su casa y formar un nuevo hogar, con ayudas por hijo, permisos de paternidad y maternidad, facilidad de guarderías y colegios, incentivos fiscales y un apoyo público decidido a las mujeres/hombres solos con niños, volcándose sobre todo en las familias con niños y jóvenes pobres: 1 de cada 4 niños y adolescentes (el 26,8%) menores de 18 años está en situación de pobreza en España, según el Alto Comisionado para la pobreza infantil. Y también son pobres 1 de cada 4 jóvenes de 18 a 34 años (el 25,3%).


Urge mejorar la situación de la juventud, con un Plan global de apoyo a los jóvenes que deberían apoyar todos los partidos y grupos sociales, porque es una asignatura pendiente de todos, una “deuda” de padres y abuelos con hijos y nietos. Es otro reto urgente de las próximas décadas, de una enorme envergadura, como el empleo, las pensiones, la lucha contra el Cambio Climático o la modernización de nuestra economía. Tenemos que volcarnos en los jóvenes, porque tenemos una deuda con ellos tras esta crisis: viven ahora peor mientras otras generaciones se recuperan. Apoyémosles más.


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