jueves, 30 de noviembre de 2017

Atasco en el cielo: ganan los vuelos "low cost"


Cada día, más de 105.000 vuelos surcan los cielos, atascados como la M-30 en hora punta. Unos 4.000 millones de personas viajarán en avión este año, el doble que a principios de siglo. Y serán 16.000 millones en 2050. España ya ha recuperado el tráfico aéreo de antes de la crisis y es el 4º país del mundo en tráfico aéreo (tras EEUU, China y Reino Unido), aunque pasará al 6º lugar en 2036. Los que se benefician de este “boom aéreo” son las aerolíneas de bajo coste, que en España ya transportan al 52% de los viajeros internacionales, con Ryanair, EasyJet y Vueling en cabeza. Y ahora, la guerra del “low cost” se ha trasladado a los vuelos con América y Asia. La clave está en saber si los aeropuertos, sus accesos y servicios van a soportar un mayor aumento del tráfico aéreo. Y si aguantaremos las incomodidades de los vuelos “low cost”, volcados en recortar costes. Volar sí, pero no como ganado. 


enrique ortega

En el mundo, cada vez se vuela más. Cada día se producen más de 105.000 vuelos, con más de 700 rutas aéreas y 28.645 aeronaves, que este año transportarán a 4.000 millones de pasajeros, casi la mitad de la población mundial (7.200 millones), según la IATA, el doble que en el año 2.000. El fuerte aumento del tráfico aéreo se debe al aumento de pasajeros en Oriente Medio (+11,8% en 2016) y Asia Pacífico (+8,3%), donde los vuelos crecen más que en Norteamérica (+2,6%) y Europa (+5%), continente donde volarán este año 1.000 millones de pasajeros, según Eurostat.

El tirón del tráfico aéreo este siglo, y especialmente esta década, se debe al mayor crecimiento de las economías y del turismo, pero sobre todo a la caída de precios del petróleo, que ha abaratado desde 2014 los carburantes (suponen un tercio de los costes de las aerolíneas). Además, también ha contribuido al “boom”  la renovación de los aviones, con la incorporación de modelos de tamaño medio y pequeño, de menor consumo (ahorran hasta un 20% de combustible)  y una configuración interna de “doble pasillo” (lo tienen ya el 24% de los aviones), que permite transportar más viajeros (más juntos).

El “boom aéreo” va a seguir, incluso con más fuerza, y la IATA acaba de pronosticar que habrá 7.800 millones de viajeros aéreos dentro de 20 años, en 2036. Y que los viajeros actuales se cuadruplicarán para 2050, alcanzando los 16.000 millones. El tirón de viajeros vendrá en las próximas décadas, según la IATA, de 5 paises: China (+901 millones de viajeros en 2036), EEUU (+401 millones), India (+337 millones), Indonesia (+235 millones) y Turquía (+119 millones). O sea,que el atasco en los cielos se producirá, de aquí a mediados de siglo, en las rutas de Asia y Oriente Medio, junto a las del Pacífico.

También va a cambiar el liderazgo de los cielos, según la IATA. Actualmente, el país líder en tráfico  aéreo es Estados Unidos (748 millones de pasajeros en 2016), seguido de China (550 millones), Reino Unido (240 millones), España (230 millones), Japón (225 millones) y Alemania (200 millones). En 2022, el líder pasará a ser China, que en 2036 moverá ya 1.500 millones de pasajeros, por delante de Estados Unidos (1.100 millones). Y el tercero del ranking será  India (478 millones), seguida de Indonesia (355 millones), superando ambas a Reino Unido, que pasará del 3º al 5º puesto, con 300 millones de pasajeros en 2036. Y en el 6º lugar del ranking se colocarán España (hoy el 4º) y Japón, empatados con 250 millones de viajeros, seguidos de Alemania, Turquía y Tailandia. Y ya fuera del Top 10, Francia (11º) e Italia (12º).

Este enorme tirón del tráfico aéreo en los próximos 20 años supondrá una revolución para la industria aeronáutica, el control del tráfico aéreo y las instalaciones aeroportuarias. Por un lado, habrá que renovar gran parte de la flota aérea: se estima que harán falta entre 33.000 y 39.000 nuevos aviones de aquí a 2036. De hecho, Airbus acaba de recibir el mayor pedido de su historia (430 aviones para líneas low cost de América y Europa) y Boeing otros 225, en un duelo tecnológico y comercial que se va a intensificar en los próximos años. Y con un reto ecológico: rebajar las emisiones de CO2 de los aviones, que hoy aportan el 2% del total de emisiones. Por otra parte, habrá que mejorar los controles de tráfico aéreo, para evitar saturaciones y atascos, lo que obliga a Europa a agilizar la entrada en vigor del Espacio aéreo europeo, que está retrasado y podría entrar en vigor en 2035 (no tener un “Cielo único europeo” nos cuesta 5.000 millones al año). Y en tercer lugar, los aeropuertos deben prepararse para este aluvión de pasajeros y vuelos en 2036, con nuevas instalaciones, accesos y servicios. Todo apunta a que más que crear “mega aeropuertos” (hay 55 en el mundo), el futuro pasará por  ampliar aeropuertos medianos y pequeños, fuera de las grandes capitales ya muy saturadas.

En España, la recuperación económica  y los récords de turistas (más la bajada de tarifas aeroportuarias)  han permitido superar las cifras de tráfico aéreo de antes de la crisis. En 2016 pasaron por los aeropuertos españoles 230.229.523 viajeros, superándose por primer año los 210,5 millones de 2007, según las estadísticas de Aena. Y este año 2017, van ya 216,2 millones de viajeros hasta octubre, un 8,1% más, con lo que podemos acabar el año con casi 250 millones de viajeros aéreos. Claro que el “boom” del tráfico aéreo se circunscribe a la mitad de los aeropuertos, porque de los 48 aeropuertos españoles, sólo 21 han recibido más de 1 millón de pasajeros este año y hay 15 aeropuertos que tienen menos de 60.000 viajeros: a la cola, Huesca (246 viajeros este año), Albacete (987), Son Bonet, cerca de Palma (1.046), Cuatro Vientos (2.776), Sabadell (3.816) y Burgos (5.358 viajeros).

Actualmente, España, el cuarto mayor país del mundo en tráfico aéreo, tiene 4 aeropuertos entre los 25 mayores de Europa. Un ranking que encabezan Heathrow-Londres (75,6 millones de pasajeros en 2016), Charles de Gaulle-París (65,8 millones), Schiphol-Amsterdam (63,5 millones) y Frankfurt-Alemania (60,6 millones),  seguidos de Madrid-Barajas (49,17 millones de viajeros) y Barcelona-El Prat (43,7 millones), según datos de Eurostat. En el puesto 13º de este ranking aeroportuario europeo está Palma de Mallorca (26,2 millones de viajeros 2016) y en el lugar 25º está el aeropuerto de Málaga-Costa del Sol (16,6 millones de viajeros). Los expertos alertan de la pérdida de importancia internacional de Madrid-Barajas, que aunque bate récord de viajeros (más de 50 millones en 2016, según AENA), tiene ahora menos operaciones (aterrizajes y despegues) que en 2006, cuando se inauguró la Terminal 4 (T4). Y eso, añaden, porque Iberia, al integrarse en  el grupo IAG (British) en 2011, se ha visto afectada por un desvío de operaciones internacionales (sobre todo a América) de Madrid a Londres. Y también le ha afectado que algunas compañías apuesten por el Prat como origen de vuelos internacionales de bajo coste con destino a Asia.

Otro problema  de España es que, a pesar de ser una potencia mundial en turistas y viajeros, no controla las compañías aéreas que les traen: de las 172 compañías que operan en España, sólo 15 son españolas, según Fomento,  y han perdido cuota (un 13%) en la última década. Y casi el 70% de los pasajeros que pasan por los aeropuertos españoles son transportados por compañías extranjeras, que apuestan como centros de conexión y distribución de tráfico (“hubs) por los grandes aeropuertos donde tienen su base (IAG en Londres, Air France-KLM en París y Ámsterdam, Lufthansa en Frankfort) y no por Madrid o Barcelona. Un serio problema de futuro, como que no haya un gran tour operador español y el turismo esté en manos de los grandes operadores británicos o alemanes.

En esta guerra por trasportar a los turistas y viajeros, las compañías de bajo coste han ganado la batalla de los cielos: por primera vez en la historia, este año 2017 transportan ya más pasajeros que las compañías tradicionales. Si en 2016, las compañías aéreas de siempre transportaron 67.000 viajeros más, en los 10 primeros meses de 2017, las compañías low cost llevan ya 3,8 millones de pasajeros de ventaja y copan ya el 52% del mercado aéreo de vuelos internacionales, según Turespaña, con  40,4 millones de viajeros transportados, procedentes sobre todo de Reino Unido (36,9% de los pasajeros low cost), Alemania (11,7%), Italia (11,3%) y Francia (8,1%), viajeros que han volado principalmente a Barcelona (destino del 23,8% de pasajeros low cost), Málaga (12,1%), Palma (12,1%), Alicante (11,1%) y Madrid (10,8%).

El mercado aéreo en España está repartido, según las estadísticas de Fomento, entre los vuelos internacionales a Europa (112,2 millones de pasajeros entre enero y septiembre, el 67,9% del total), los vuelos interiores (27,5 millones de pasajeros, el 16,7%) y los vuelos internacionales fuera de Europa, los que más crecen (25,4 millones hasta septiembre, el 15,4% del total). En los tres mercados, las compañías “low cost” ganan terreno. En el mercado más importante, los vuelos a Europa, el líder sigue siendo la irlandesa Ryanair (21% del tráfico de enero a septiembre 2017), seguida de lejos por la británica EasyJet (9%), Vueling (la compañía de bajo coste de IAG, con el 8% del mercado), la británica Jet2.com (5%) y la austriaca Niki (fundada por Niki Lauda, con el 4% de tráfico). En los vuelos dentro de España, el liderazgo este año es de Vueling (31% mercado), seguida de Ryanair (15%, que ha superado a Air Europa (13%), Iberia Express (9%) e Iberia (otro 9%). Y en los vuelos internacionales fuera de Europa, el líder es Iberia (17%, con pérdida de cuota cada año), seguida de Air Europa (7%) y las compañías del grupo Norwegian (6%), la compañía noruega de bajo coste que ha revolucionado el negocio low cost el último año.

Y es que, hasta ahora, las compañías “low cost” eran compañías que se habían especializado en vuelos nacionales e internacionales de corta y media distancia, aprovechando pequeños aeropuertos y las subvenciones públicas locales. Pero este verano, la compañía noruega Norwegian revolucionó el mercado ofreciendo vuelos low cost a América, obligando a seguirla a otras compañías low cost, como Air Europa, Level (low cost del grupo IAG), Eurowings (grupo Lufthansa) o Joon, la compañía low coste de Air France-KLM. Esta pelea por los vuelos baratos de largo recorrido se traduce en ofertas a Nueva York o al Caribe desde Europa por 200 euros y menos (149 euros desde Barcelona con Norwegian).

Así que ahora, la guerra de los vuelos “low cost” ya no tiene límites. La cuestión es si esta nueva guerra de precios no se llevará por delante a alguna compañía, como ya ha pasado este año con las quiebras de Air Berlín o la británica Monarch y la suspensión de pagos de Alitalia (intervenida y pendiente de venta). Pero de momento, la apuesta es el”low cost”. Por un lado, hay tres compañías low cost europeas que crecen de forma imparable, aunque no en beneficios: Ryanair (120 millones de pasajeros), EasyJet (80 millones) y Norwegian (30 millones). Y por otro, tres compañías tradicionales que se han visto obligadas a crear aerolíneas low cost: Air France-KLM, el primer grupo aéreo europeo (que opera con Transavia y ahora con la nueva compañía Joon), Lufthansa, el segundo grupo (que afronta el reto low cost con Eurowings) y el tercero, IAG (British-Iberia), que operaba con Vueling y que ahora ha creado Level, una línea de bajo coste para vuelos de larga distancia.

Todas estas compañías "low cost" tienen una obsesión: los costes. Su estrategia es rebajarlos como sea, a costa de volar más, de pilotos más baratos, de aviones que consuman menos y lleven más pasajeros, de buscar aeropuertos con tarifas más bajas y de conseguir ayudas locales. Y en esta estrategia, los pasajeros estamos por medio, sufriendo las incomodidades de suprimir vuelos (Ryanair), no tener prioridad en los aeropuertos o viajar en aviones con menos espacio por pasajero, además de pagar extras por casi todo (equipaje, reserva de asiento, servicios a bordo…) para ofrecernos un precio del billete irrisorio. Un servicio de baja calidad, que molesta a muchos y está provocando que otras compañías se vuelquen en ofrecer volar mejor pagando un poco más, con nuevos billetes  a medio camino entre turista y business.

En resumen, cada vez volamos más y vamos a volar más en el futuro, lo que complicará los vuelos, desde las esperas y controles a los retrasos y llegadas, tras viajes en aviones cada vez con menos espacio y menos servicios. Es el precio para conseguir que viajen casi 8.000 millones de personas dentro de veinte años. Los pasajeros tenemos unos derechos pero estamos muy desvalidos para defenderlos: son los Gobiernos quienes deben velar por nuestra seguridad , derechos y comodidad, evitando que las compañías nos lleven como a ganado. Volar sí, pero en condiciones.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Bajan los sueldos y Europa pide que suban


Es muy fuerte: la economía y los beneficios empresariales llevan 4 años subiendo pero los sueldos bajaron en 2016, por primera vez en 10 años. Y ahora, los españoles ganan 94 euros al mes más que en 2008 (+0,4%), un aumento ridículo que se ha comido la inflación (+11.7%). Para compararnos con Europa, sepamos que un español tarda 19 meses en ganar lo que un alemán en un año. O sea, tenemos unos sueldos de pena: el 30% de los trabajadores son mileuristas y el 70% ganan menos de 1.557 euros netos al mes. Y no solo es injusto que los sueldos no se beneficien de la recuperación, es que además pueden ponerla en peligro, porque no se reanima el consumo y hacen peligrar las pensiones. Por ello, la Comisión Europea y el BCE acaban de pedir que los sueldos suban en Europa. Mientras, los salarios perderán poder adquisitivo en España, en 2017 y 2018. Y así se frena el crecimiento y el empleo.


enrique ortega

El INE acaba de dar la alerta: el salario medio de los españoles bajó en 2016, por primera vez en los últimos 10 años: el sueldo bruto fue de 1.878,1 euros al mes, un 0,8% menos que en 2015, según el Decil de Salarios de la EPA 2017. Ese es el sueldo bruto y si descontamos cotizaciones y otros conceptos, quedaría en 1.596 euros netos en 12 pagas (o 1.368 euros netos en 14 pagas). Un sueldo muy bajo. Y esa es la media. Quiere decir que hay trabajadores que ganan menos. Concretamente, pueden hacerse tres bloques de sueldos entre los 15.282.000 asalariados españoles, según el INE. Un 30% (4,5 millones) son mileuristas: ganan menos de 1.229 euros brutos al mes (1.045 netos en 12 pagas o 895 euros netos en 14 pagas). Otro 40% de trabajadores (6,11 millones) están regular pagados: ganan entre 1.229,3 y 2.137 euros brutos al mes (entre 1.045 y 1.816 euros en 14 pagas y entre 895 y 1.557 euros en 14 pagas). Y sólo hay un 30% de asalariados (4,5 millones) relativamente bien pagados: ganan más de 2.137 euros brutos mensuales (más de 1.816 euros netos en 14 pagas o más de 1.557 euros netos en 12 pagas).

Como puede verse, los sueldos son bajos en España y apenas han subido en los últimos años. De hecho, el sueldo medio bruto anual ha pasado de 21.638 euros en 2008 a 22.771 euros en 2016, según la Encuesta de coste laboral del INE. Son 1.133 euros al año, 94 euros más al mes (+0,4%), un aumento mínimo que se ha comido con creces la inflación (+11,7% de inflación media en esos 8 años). Y ese ha sido el aumento medio de los que trabajan. Porque un joven que entra ahora a trabajar, recibe un sueldo que es un 12% inferior al que se cobraba en 2008, según FUNCAS. Y esta devaluación de los nuevos sueldos, causada por el alto paro y la reforma laboral de 2012, ha tirado de todos los sueldos a la baja.

Además de bajos, los sueldos en España son muy desiguales, según el Decil de Salarios del INE 2017. Primero, por sexos: las mujeres ganan un 20% menos que los hombres (1.661 euros brutos frente a 2.075), debido a que tienen empleos más precarios (más contratos temporales y a tiempo parcial) y en sectores peor pagados (servicio doméstico, comercio, administrativas y hostelería). Segundo, por edad: un 71,2% de los jóvenes menores de 25 años son mileuristas (ganan menos de 1.229 euros brutos) y cobran 7,7 euros la hora, la mitad de lo que cobran los mayores de 55 años (14 euros la hora). Tercero, por la formación: el 90% de los que tienen poca formación (la ESO o menos) son mileuristas o tienen sueldos medios (entre 1.229 y 2.137 euros brutos). Cuarto, por tipo de contrato: los trabajadores temporales ganan un 63% menos que los trabajadores con contrato indefinido y los que trabajan a tiempo parcial, unas horas, ganan el 35% de los que trabajan a jornada completa. También juega mucho la antigüedad (los que llevan más de 10 años trabajando ganan casi el doble que los nuevos) y el puesto de trabajo: los directores y gerentes ganan el triple que un camarero.

Con todo, un elemento clave de desigualdad salarial es el sector donde se trabaja, según los datos del INE. Los salarios más bajos se concentran en el servicio doméstico (832 euros brutos al mes, 7007 euros netos), el campo (1.159 euros brutos) y la hostelería (1.172 euros brutos) y los más altos en banca y seguros (3.126 euros brutos de media), eléctricas (3.070), información y comunicaciones (2.655) y educación (2.378 euros brutos). También cuenta mucho el tamaño de la empresa: el salario medio bruto en las pymes de menos de 10 empleados (1.363 euros mensuales) es la mitad que en una gran empresa (2.640 euros de sueldo medio bruto). Y ganan más, en general, los que trabajan para la Administración pública (2.623 euros brutos) que los que trabajan en una empresa privada (1.694 euros, un tercio menos), ganando más los funcionarios de las autonomías y menos los de los Ayuntamientos. Por último, hay mucha diferencia de sueldos por autonomías: donde más se gana es en el País Vasco (2.235 euros de sueldo medio bruto, un 19% más que los 1.878 euros de la media española), Madrid (2.165,8 euros brutos), Navarra (2.085), Asturias (1.957 euros) y Cataluña (1.952 euros). Y donde menos en Extremadura (1.613 euros brutos, un 14% menos que la media española), Murcia (1.628 euros), Canarias (1.631 euros) y Andalucía (1.686 euros).

Tras esta radiografía de los sueldos españoles, comparémoslos con los europeos. Según un estudio de Adecco, el sueldo medio bruto en España (2016) era un 15,4% inferior a la media de los sueldos europeos (1.636 euros frente a 1.934 euros). España se sitúa en la zona intermedia, con 12 paises europeos donde se gana más: en cabeza, Dinamarca, donde se ganan 3.637 euros brutos (más del doble que en España), Luxemburgo (2.986 euros) e Irlanda (2.668), seguidos de Alemania (2.576 euros, un 36,5% más), Reino Unido (2.395 euros brutos), Francia (2.249 euros) o Italia (1.977 euros). Y hay otros 15 paises con sueldos más bajos que España, de los que en 12 ganan menos de 1.000 euros brutos (Grecia, Portugal y 10 paises del Este, con Bulgaria (380 euros brutos de sueldo) y Rumanía (499 euros) a la cola.

La comparación de los sueldos españoles con la Europa rica se resume en este dato: un trabajador español necesita trabajar 19 meses para ganar lo que un alemán en un año. Y en este otro: España es el tercer país europeo con más porcentaje de trabajadores pobres, los que ganan menos del 60% de la renta media del país. Tenemos un 13,1% de trabajadores que pueden considerarse “pobres” aunque tengan un empleo (son 2 millones de asalariados), frente a un 9,5% de media en la UE-28 o en Alemania y Portugal, el 11,5% de Italia, el 8,6% en Reino Unido o el 7,9% en Francia. Y sólo nos ganan en porcentaje de trabajadores pobres Rumanía (el 18,9%) y Grecia (14,1%). Como para presumir de salarios.

España ya tenía antes de la crisis sueldos más bajos que Europa, pero ahora se ha agravado la brecha salarial porque los sueldos han subido menos en España en los últimos años, por el elevado paro y la reforma laboral aprobada por Rajoy en 2012. Así, los salarios en convenio, que habían subido un 12% entre 2007 y 2011, como si no hubiera crisis (y eso provocó una mayor pérdida de empleo) moderaron las subidas después, en 2012 (+1,16%), 2013 (+0,53%), 2014 (+0,57%), 2015 (+0,48%), 2016 (+1,06%) y 2017 (+1,4% hasta octubre). Y como los precios han subido más, los salarios españoles, además de bajos, han perdido poder adquisitivo, más que los europeos: un -8,6% entre 2008 y 2015, según el INE. Y aunque lo ganaron en 2016 (porque cayó la inflación media un -0,2%), volverán a perder poder adquisitivo en 2017 (la inflación media será del 2%) y en 2018 (1,6% de inflación prevista).

Estos datos de los salarios, con mínimas subidas que se come la inflación, contrastan con la recuperación de la economía (crece desde 2014) y sobre todo, con la recuperación de los beneficios empresariales, que crecen desde 2014. Así, las empresas españolas ganan ya un 1,6% más que antes de la crisis, según la Contabilidad nacional del INE (473.032 millones en 2016 frente a 465.182 millones en 2008). Y las grandes empresas del IBEX, que pelean por no subir los sueldos a sus empleados, han ganado un 18% más este año (31.683 millones hasta septiembre), mientras los sueldos de los convenios suben un 1,4%. Y con esto, los salarios han perdido un trozo en el reparto del pastel de la renta nacional (PIB): si en 2008 se llevaban el 51,6%, en 2016 era el 47,6%, mientras los beneficios empresariales mantienen su porción (42,2%) y aumentaba el trozo de renta nacional que se llevan los impuestos (de 8,8% en 2008 al 10,25% actual).

Mientras los trabajadores españoles apenas han visto mejorar sus sueldos, la competitividad de España no ha mejorado, sino que ha empeorado, a pesar del “sacrificio salarial”. Y eso porque hay otras cosas que cuentan a la hora de competir en Europa y en el mundo: los precios (la inflación lleva 15 meses seguidos subiendo más en España que en Europa), la moneda (el euro ha subido frente al dólar y eso encarece los productos españoles fuera de Europa) y otros costes, como la energía (la luz le cuesta a nuestras industrias un 28,3% más que a las alemanas y un 30,3% más que a las francesas, según Industria), el dinero (los créditos a empresas y familias son más caros en España), la distribución (hay demasiados “intermediarios” que suben los precios) y la logística (España compite peor por estar físicamente en un extremo de Europa). Así que de poco vale que los sueldos españoles no suban o incluso bajen (2016) si a las empresas les sube la luz, el dinero o el transporte.

Es hora de que suban más los salarios y dejemos de ser la China de Europa. Primero, por pura justicia, porque no puede ser que suban los beneficios de bancos y empresas pero no los sueldos de quienes trabajan. Pero también por pura economía: si los sueldos se estancan y se los come la inflación, las familias reducen su consumo, crecen poco las ventas, se crece menos y se crea menos empleo. Además, con sueldos bajos, los jóvenes no pueden pensar en independizarse y formar una familia y tener hijos, en un país envejecido donde cae la población. Y así, con menos gente trabajando y mal pagada es difícil asegurar el futuro de las pensiones, que tienen un “agujero” de 18.950 millones de euros.

Por todo ello, muchos expertos han empezado a pedir que suban más los salarios, como acaba de hacer la Comisión Europea: “sería importante para sostener la expansión en Europa”, ha dicho el economista jefe de la Comisión, preocupado porque la recuperación no avanza, por los riesgos económicos (subida del petróleo, el euro y, pronto, los tipos de interés) y políticos (Brexit, Trump, populismos y Cataluña). Y el presidente del BCE, Mario Draghi, ha pedido a los agentes sociales "que den prioridad a las subidas de sueldos" en Europa. Pero no parece que el Gobierno Rajoy ni los empresarios españoles estén por la labor. Por un lado, Hacienda ofrece a los funcionarios una  subida del 5,34% en los próximos 3 años (hasta el 8% con productividad), que los sindicatos consideran insuficiente. Y la patronal no ha sido capaz de llegar a un acuerdo salarial para 2017 y tampoco parece posible lograrlo para 2018, al ofrecer subidas del 1,5 al 2%, que apenas cubrirían la inflación prevista (1,6%). Mientras, UGT pide un 3% de subida salarial para 2018.

Si es verdad que la economía se recupera, tienen que subir más los salarios, sobre todo en los sectores y empresas que han recuperado sus ventas y beneficios, que han salido claramente de la crisis. Hay que buscar un pacto salarial con un calendario de subidas importantes a cuatro años vista. Y en paralelo, Gobierno y oposición deben pactar una mayor subida del salario mínimo, que está en 707 euros, para colocarlo en 1.000 euros de aquí a cuatro años (en Alemania o Francia, el salario mínimo está hoy en 1.480 euros). Sólo así, con sueldos dignos, puede alimentarse el consumo, el crecimiento y el empleo. Claro que para eso hace falta, en paralelo, reducir la precariedad laboral, porque si los salarios españoles son tan bajos es porque un tercio de los contratos son precarios y mal pagados. Sólo con contratos decentes se pueden conseguir sueldos decentes. Empecemos a mejorar ambos. No podemos seguir siendo la China de Europa. Porque tirar los sueldos no basta para competir mejor. Y arruina al país, además de hundir a la mayoría de las familias.   

jueves, 23 de noviembre de 2017

Retrato de España (de la OCDE, no de Rajoy)



España va bien, reitera Rajoy mientras un 70% de españoles dicen que no notan la recuperación. La OCDE acaba de publicar un informe sobre cómo es la vida en España donde analiza 11 áreas, desde el empleo a la educación, comparando a España con los otros 34 paises desarrollados de esta organización. Y en 6 de ellas quedamos muy por debajo, con 12 de 25 indicadores peor. En resumen, estamos peor en empleo y paro, salarios, ingresos, pobreza y desigualdad, educación, vivienda, medio ambiente y bienestar. Y mejor en salud y esperanza de vida, apoyo social, vida personal  y seguridad. Pero quizás lo más preocupante es la mayor insatisfacción con la democracia y la corrupción y el creciente individualismo de los españoles. Un serio retrato de España que ha pasado desapercibido, pero que nos muestra donde debíamos volcarnos en el futuro: empleo, desigualdad, educación, tecnología, medio ambiente y servicios públicos. Y regeneración de la democracia. Son problemas de fondo, que no podemos olvidar por Cataluña.

enrique ortega

El informe se llama “Cómo va la vida 2017” y lo publica cada dos años la OCDE sobre los 35 paises desarrollados que integran esta organización, para comparar indicadores de vida y bienestar. Hagamos un repaso de estos datos, una radiografía reciente de España en 11 áreas, más una adicional  sobre la desigualdad y la pobreza.

El primer tema clave es el empleo y el paro, que explican casi todo lo demás y donde España está peor que la media OCDE en todos los indicadores. Empezando por la gente que trabaja (60,5% de los adultos frente al 67,1% en la OCDE, el 74,7% en Alemania, el 69,4% en USA o el 74,3% en Japón). Y claro, somos el 2º país de la OCDE (tras Grecia) con más paro total (16,7% frente a 5,7%) y más paro juvenil (39,2% frente a 11,96%). Y también el 2º país con más paro de larga duración (parados durante más de 1 año): 9,56% de los adultos activos frente al 2% en la OCDE. Además, los que tienen trabajo tienen “más inseguridad en el empleo” (el triple que en la OCDE) y más “tensión laboral” (parados que no encuentran empleo aunque lo buscan). Y finalmente, los que trabajan en España ganan un 15,7% menos que la media OCDE (37.333 dólares brutos frente a 44.290 dólares).

Segundo indicador, los ingresos. Los ingresos medios netos de las familias españolas (2015), que han caído un 6% sobre los de 2005, son una cuarta parte menos que los ingresos de las familias de los 35 paises OCDE (23.129 dólares frente a 30.620), lo que significa que hay 24 paises desarrollados cuyas familias ingresan más que las españolas. Eso sí, como España es un país de propietarios y la vivienda ha recuperado parte de su valor perdido, el patrimonio neto de las familias españolas es un 4,3% superior al de las familias en la OCDE (345.583 dólares frente a 331.132 dólares).

Tercer indicador añadido, la desigualdad y la pobreza. El indicador 80/20 mide la proporción de renta que tienen el 20% de los más ricos sobre el 20% que menos ingresa: 6,61 veces en España frente a 5,39 veces en la OCDE (y 4 veces en Suecia, 4,47 en Francia, 4,42 en Alemania, 5,91 en Italia y 6,11 en Reino Unido). Y también tenemos más pobres: ingresan menos del 50% de la renta media el 15,3% de los españoles, frente al 11,52% en la OCDE. Y según el Informe sobre España 2017 de la OCDE, somos el tercer país de la OCDE donde más ha crecido la pobreza durante la crisis (tras Lituania y Rumanía) y el 8º país con más pobreza relativa entre los 35 paises desarrollados de la Organización (un 15,5% de la población, frente al 11,8% de media en la OCDE), tras Israel, EEUU, Turquía, Chile, México, Estonia y Japón. Y resalta el grave problema de la pobreza infantil en España, que alcanza al 23,4% de los menores, casi el doble que en la OCDE (13,3%).

Cuarto indicador, la vida laboral y personal. En España hay menos personas que trabajan mucho, más de 50 horas a la semana (4,5% frente al 12,6% en la OCDE) y hacemos la mitad de horas extras que la media OCDE. Por ello, tenemos más tiempo libre: las horas de ocio, de no trabajar son 15,9 en España, una hora más que en la OCDE (14,9).

Quinto indicador, la vivienda. España tiene casas más grandes (1,9 cuartos por persona frente a 1,8 de media en la OCDE y Alemania, por ejemplo) y con todos los servicios básicos (sólo el 0,1% de viviendas no los tienen, frente al 2,2% en la OCDE). Pero aquí gastamos mucho más en mantener la vivienda, en gastos del hogar, que han subido mucho con la crisis: el 21,8% de los ingresos, frente al 19% de media en los paises OCDE. Y además, tenemos que dedicar mucho más esfuerzo (36,5% del sueldopara comprar una vivienda que las mayoría de europeos (entre el 15% y el 27% del sueldo les basta para comprar piso a los daneses, irlandeses, holandeses, suecos, alemanes, belgas, británicos, franceses e italianos), según recientes datos de pisos.com.

Sexto indicador, la salud. Hay una mayor proporción de españoles adultos que gozan de buena salud (el 72,4%) que en el resto de la OCDE (el 68,75). Y España tiene la segunda mayor esperanza de vida de la OCDE (83 años frente a 80,1 años en los 34 paises), sólo por detrás de Japón (83,9 años). Séptimo indicador, también favorable a España, el  apoyo social: aquí, un 94,8% de las personas tienen familias, amigos o instituciones y organizaciones a las que recurrir y que les apoyan, frente al 88,6% de las personas en la OCDE.

Octavo indicador, la educación, uno de los puntos negros del retrato de España. Hay tres indicadores claves. Uno, las competencias de los jóvenes de 15 años, que están por debajo de las de los jóvenes OCDE en comprensión lectora, matemáticas, ciencia y cultura financiera, según los sucesivos informes PISA. Dos, los adultos españoles tienen poca formación: sólo el 58% de los adultos españoles tienen estudios de 2 ciclo (Bachillerato, FP o Universidad) frente al 67,1% de los ciudadanos de la OCDE, con lo que somos el 4º país peor formado de los 35, sólo por detrás de México (36,6%),Turquía (38,5%) y Portugal (46,9%). Y tres, tenemos un elevadísimo  fracaso escolar, jóvenes (18 a 24 años) que dejan sus estudios al final de la ESO (o sin acabarla): eran el 19,97% en 2015, el porcentaje más elevado de toda la OCDE  y casi el doble que la media europea (11%), según la OCDE.  

Noveno indicador, medio ambiente. Por un lado, hay más españoles satisfechos con la calidad del agua (72,7%) que en el resto de la OCDE (80,8%). Pero hay menos población expuesta a la contaminación por partículas (11,5% frente a 13,9% en la OCDE), aunque ha aumentado en los últimos años. Décimo indicador, seguridad, uno de los “puntos fuertes” de España: tenemos una menor tasa de muertes por agresión (0,6% frente a 3,6% en la OCDE) y aquí hay más personas que se sienten seguras al salir de noche (83,1% frente a 68,6% en la OCDE), lo que nos hace el cuarto país con más sensación de seguridad en la OCDE, sólo por detrás de Noruega (87,7%), Islandia (87%) y Suiza (84%).

Undécimo indicador, que sirve de resumen: satisfacción ante la vida. Los españoles han reducido su nivel de satisfacción en la última década (el triple que la OCDE) y queda ahora en 6,9 puntos sobre 10, frente a 7,3 puntos de media en la OCDE. Y con ello, somos el 7º país menos satisfecho de los 35, tras Corea (5,9), Hungría (6,1), Grecia y Portugal (6,2), Letonia y Estonia (6,5 puntos).

Y dejo para el final el indicador sobre el compromiso cívico y la gobernanza, muy clarificador. Ha bajado el porcentaje de los que votan, en toda la OCDE, pero en España todavía votan más (69,8%) que en el resto de paises (68,6%), aunque son pocos los españoles que creen que pueden influir en lo que hace el Gobierno: sólo un 23% frente al 33% en la OCDE. En términos generales, la satisfacción con el funcionamiento de la democracia es inferior a la de los demás paises europeos de la OCDE: hay más porcentaje aquí de ciudadanos que dudan sobre la libertad e imparcialidad de las elecciones, sobre las políticas públicas para reducir desigualdades o sobre los mecanismos de participación. Y somos el tercer país más preocupado por la corrupción (el 82% de la población cree que está generalizada, frente al 56% en la OCDE), tras Italia (89%) y México (83%).

Los españoles están también más insatisfechos que en la OCDE con tres servicios públicos básicos: la sanidad (6,36 puntos de nota frente a 6,40 en la OCDE), la educación (6,11 frente a 6,48) y la policía (5,77 frente a 6,26). Y al final, tras toda esta insatisfacción política y con el Estado del Bienestar, los españoles se encierran en sí mismos. Cuando la OCDE les pregunta qué es lo que más les importa, responden (ver aquí resultados) por este orden: la salud, la educación, el equilibrio de la vida personal y laboral y la satisfacción ante la vida. El empleo queda en 6º lugar entre sus preocupaciones y lo que menos les importa es el compromiso cívico y la comunidad. O sea, los españoles son individualistas y frente a los problemas, se encierran en sí mismos y en su mundo. No en mejorar la política y la sociedad. Así nos va.

Cara al futuro, este retrato de España de la OCDE analiza los cimientos del país, los recursos básicos que tenemos y su potencial para el futuro. Primer cimiento, el capital natural. Señala como positivo que emitimos menos gases, CO2 y partículas que la media OCDE, pero les preocupa que tengamos menos bosques (la mitad de superficie por habitante) y menos recursos de agua dulce, mientras estamos en la media en animales y plantas amenazadas. El gran problema está en el capital humano: el atraso educativo y la baja formación de los adultos son un gran hándicap para el futuro, aunque estamos mejor en salud y esperanza de vida, si bien llaman la atención sobre nuestro alto nivel de tabaquismo (somos el 9º país europeo que más fuma, según el último Eurobarómetro). En el tercer pilar, el capital económico, destacan como problemas cara al futuro la elevada deuda, la menor inversión y sobre todo el desplome del gasto en Ciencia (I+D+i). Y en el cuarto cimiento de un país, el capital social, destacan los problemas de la falta de confianza en las instituciones, una menor confianza en los demás y en un bajo nivel del voluntariado social.

Bueno, como se ve con los exhaustivos datos (datos, no “impresiones”) de este Retrato de la OCDE, España no va tan bien como dice Rajoy. El Excel con todos los indicadores de España y los 34 paises restantes de la OCDE (verlo aquí), debería ser “la hoja de ruta” del Gobierno y la “oposición” para los próximos años, para que dejaran de obsesionarse con sus peleas cotidianas y afrontaran los grandes problemas del país a medio plazo: empleo de calidad, mejora de ingresos, lucha contra la desigualdad y la pobreza, apuesta por la educación, la sanidad y los servicios públicos, defensa del medio ambiente y regeneración de la democracia. Esto es lo que hace que “Spain is different”. Y aquí es donde nos jugamos el futuro. Así que, una vez que pasen las elecciones de Cataluña, afrontemos los problemas de fondo, los que hay que resolver como sea para equipararnos al mundo desarrollado. Y los ciudadanos también tendríamos que mirar este Excel  y su retrato de los males de España a la hora de analizar los programas electorales y votar. Luego no se quejen.