lunes, 2 de octubre de 2017

Refugiados: Europa incumple (y España más)


La semana pasada se cumplieron los 2 años dados por Bruselas para que los paises acogieran a 120.000 refugiados, de los 2,6 millones que entraron entre 2015 y 2016. Pero los Gobiernos europeos han dado asilo a la tercera parte (38,5%). Y España peor: ha acogido a 1.980 refugiados, sólo el 11,4 % de los que nos tocaban. Ahora hay más de un 1 millón de inmigrantes ilegales por Europa y millones esperando en Turquía, Líbano o Jordania, mientras las pateras siguen llegando a Italia, Grecia y España, con 2.000 muertos este año. El aluvión de inmigrantes ha bajado en 2017, pero el problema sigue ahí y no parará. Europa tiene que afrontarlo con más dinero y medios, porque son una cifra mínima (2 inmigrantes irregulares por cada 1.000 europeos) y un gasto asumible (10.000 millones, el 0,06% del PIB UE). Urge otro acuerdo europeo para afrontar la inmigración, por solidaridad y economía: pueden ayudar a una Europa envejecida. Y un Pacto político en España, para acoger más inmigrantes.



                                                                                            enrique ortega

El mundo se ha llenado de refugiados y desplazados: 68,5 millones en 2016, la mayor cifra conocida desde finales de la II Guerra Mundial, según el Comité Español de Ayuda al Refugiado (CEAR). Y de ellos, 21,3 millones son refugiados, sobre todo de Siria (5 millones en 120 paises), Afganistán (2,7 millones) y Somalia (1,1 millones), más los palestinos (5,2 millones). Europa es un destino principal para muchos refugiados, sobre todo a partir de 2011, cuando las “primaveras árabes” acabaron con los controles migratorios en Libia y Túnez. Pero el gran salto migratorio a Europa se dio a partir de 2014 y sobre todo en 2015, con 1.354.000 solicitantes de asilo en Europa, a los que siguieron otros 1.259.265 solicitantes en 2016. Un aluvión de 2,6 millones de migrantes que provocó una auténtica crisis humanitaria y que puso en apuros a la Unión Europea y sus reglas, favoreciendo los controles, los muros y la xenofobia.

Hasta entonces, Europa se regía por una norma, la Regulación de Dublín (aprobada en 1977 y modificada en 2003), por la que el responsable de gestionar a los refugiados era el país al que el migrante llegaba en primer lugar. Y si se le denegaba, no podía volver a solicitarlo en otro estado miembro, para lo que se creó una base de datos de huellas dactilares en 2003 (Eurodac). El sistema europeo común de asilo (CEAS) funcionó bien mientras el flujo de migrantes fue bajo (Europa recibió 300.000 solicitudes de asilo al año entre 1994 y 2002), incluso en 2014 (663.000 solicitudes), pero no en 2015, al superar de repente las 1,3 millones de solicitudes. Y más porque los migrantes llegaban por paises del sur de Europa que estaban colapsados y sin medios (Grecia, Italia, España), que no podían aplicar las normas de asilo y “dejaban pasar el problema” a los Balcanes y centro y norte de Europa.

En un momento dado, a partir del verano de 2015, el aluvión migratorio puso en peligro uno de los pilares básicos de la Unión Europea, el acuerdo de Schengen, vigente desde 1995, que aseguraba la libre circulación de personas entre los paises comunitarios. Muchos paises empezaron a poner controles fronterizos y barreras por los migrantes (Austria, Alemania, Francia, Suecia, Dinamarca), e incluso muros (Hungría), que ponían en peligro la Europa del euro. Y en paralelo, crecían por toda Europa los partidos xenófobos, alimentados por el “miedo a la invasión extranjera” en un continente con 19 millones de parados. Ante todo esto, los líderes europeos convocaron una Cumbre extraordinaria el 23 de septiembre de 2015 para buscar una salida, repartiéndose un contingente de 120.279 refugiados,  a los que los paises tendrían que dar acogida en el plazo de 2 años, según un reparto pactado contra el que votaron Hungría, República Checa, Eslovaquia y Rumania.

El plazo para este reparto limitado de refugiados terminó la semana pasada  y el balance es muy pobre. De los 120.729 refugiados comprometidos a asilar, los paises europeos sólo han concedido asilo a 46.475 refugiados, un 38,5% del total, según los datos aportados por Intermón Oxfam y la Comisión Europea. Ha funcionado mejor el reasentamiento de refugiados que están en campos de Turquía, Líbano y Jordania (de 22.474 previstos, se ha concedido asilo a 17.331, el 77%) pero peor la reubicación de los refugiados instalados en Italia y Grecia (los europeos sólo han asilado a 29.144 de los 98.255 previstos, un 29,7%). Hay 9 paises europeos que han reasentado al 100% de los refugiados de Turquía, Líbano y Jordania que les tocaba (Finlandia, Irlanda, Estonia, Suecia, Alemania, Liechtenstein, Suiza y Reino Unido) y otros tres más que han asilado a casi todos (Noruega, Austria y Francia), pero la mayoría ha fallado en dar asilo a los refugiados que están en Grecia e Italia. Y hay paises del Este, como Hungría o Polonia, que no han acogido a ningún refugiado. Y otros a casi ninguno, como Bulgaria, Eslovaquia, República Checa, Polonia, Rumanía, Croacia o Eslovenia. De hecho, la Comisión Europea ha abierto procedimiento de infracción a Hungría, Polonia y República Checa por negarse a aceptar refugiados.

España está también entre los paises con más baja acogida de refugiados: se ha concedido asilo en estos dos años a 1.980 refugiados, el 11,45% de los 17.337 asignados. De ellos, 1.257 proceden de Grecia (1.089) y de Italia (190) y otros 701 refugiados vivieron de los campos de Turquía (506) y Jordania (195). El Gobierno, por boca de los ministros de Exteriores e Interior, culpa de esta baja acogida a Grecia e Italia, a que no les han ofrecido refugiados que cumplan los requisitos del acuerdo europeo. Y las ONGs se quejan de la excesiva burocracia, que ha dificultado los asilos en toda Europa, al incluir solamente a los refugiados de tres paises (Siria, Eritrea y Yemen) que están en Grecia e Italia y no al resto (de Afganistán y resto de África). De momento, Intermón Oxfam ha denunciado a España ante la Comisión Europea por su incumplimiento en el asilo a refugiados, mientras 9 ONGs han puesto en marcha este vídeo de denuncia (“Orgullo de incumplir”) de la política de asilo del Gobierno Rajoy.

En definitiva, la Operación asilo de refugiados ha sido un fracaso en Europa (y más en España). Y el problema sigue ahí, con millones de refugiados esperando en Turquía (3 millones), Líbano (1,1 millones) y Jordania (700.000), en Grecia e Italia y dentro de la propia Europa, donde se estima que hay más de 1 millón de migrantes ilegales, una parte refugiados y la mayoría migrantes económicos, personas que huyen de la miseria. Frente a esta migración ilegal, Europa ha vuelto a dar otra respuesta equivocada: en marzo de 2017, la Comisión Europea ha pedido a los paises europeos que expulse a más de 1 millón de inmigrantes sin papeles, que acelere las devoluciones a sus paises de origen. En lugar de intentar regularizar su situación, les plantea dos medidas a tomar. Una, ampliar el plazo de detención de los inmigrantes ilegales que permite la directiva europea, hasta los 18 meses (en España se trabaja con 60 días), para dar tiempo a los trámites de devolución. Y la otra, que Bruselas amplíe el número de paises con los que tiene acuerdos de readmisión, que ahora son sólo 17 (la Comisión trabaja ahora con Nigeria), para facilitar las expulsiones.

Así que frente a millones de inmigrantes y refugiados a las puertas o dentro, Europa reacciona con las expulsiones de la mayoría y el asilo de una minoría que ni siquiera cumple. Y ahora, la Comisión propone conceder asilo a otros 50.000 refugiados, pagando 10.000 euros por asilado a los paises terceros que los acojan (como han hecho con Turquía) y buscando ampliar el marco de asilo también a los refugiados que vienen del resto de África y Asia, no sólo de Siria, Eritrea y Yemen. Pero la cifra es ridícula para hacer frente al problema que ya existe y al futuro. Porque aunque la migración a Europa ha bajado a la mitad este año (350.000 solicitudes de asilo hasta junio, unas 700.000 esperadas), se debe al acuerdo de la UE con Turquía, firmado en marzo de 2016, para aceptar migrantes llegados a Grecia y atender a los que les llegan, a cambio de mucho dinero europeo. Es sólo un pequeño muro que cualquier día puede romperse. Y más cuando la miseria y el atraso de África y Asia no mejoran y la mayoría de su población son jóvenes dispuestos a todo por buscar un futuro en Europa y EEUU.

Europa (y España) se tienen que tomar en serio de una vez el reto migratorio, que va mucho más allá de acoger a refugiados que huyen de la guerra y que tiene que ver con millones de extranjeros que pugnan por trabajar y vivir en Europa (y en España). La única opción razonable es establecer una política de integración de inmigrantes a medio plazo, con reglas claras y fondos, no tomar medidas sólo cuando llegan avalanchas humanas. Primero, porque el fenómeno migratorio está ahí y va a seguir durante décadas. Segundo, porque si no se toman medidas, se alimenta entre los europeos el miedo y la xenofobia contra los extranjeros, lo que puede poner en peligro la propia democracia, ante el auge de la ultraderecha en muchos paises (Francia, Alemania, Austria, Holanda, Grecia, Noruega, Finlandia…). Y tercero, porque la inmigración regulada puede ser una baza positiva para Europa, un continente envejecido que necesita mano de obra y jóvenes para seguir creciendo y pagando sus pensiones.

La política migratoria europea (y española) necesita, antes que nada, contar con más medios. Los 8 mayores paises de la UE dedicaron 10.275 millones de euros en 2016 para gastos de acogida a refugiados, una cifra ínfima, que supone sólo el 6,5% del Presupuesto comunitario (y el 0.06% de su PIB). Es casi el Presupuesto de los 32 equipos de fútbol que juegan la Champions… Y además de ser poco, la mitad recae sobre un país, Alemania, que hace un enorme esfuerzo con los refugiados, como algunos paises nórdicos, mientras el resto hace muy poco (y los paises del Este, nada). España está a la cola del gasto en refugiados: 32 millones de euros en 2016, una miseria. Y además, estos Presupuestos para refugiados están saliendo de los Fondos de Ayuda al Desarrollo (AOD) de España y los demás paises europeos. O sea, que encima de ser recursos escasos, se los están quitando a proyectos de ayuda en los paises del Tercer Mundo, proyectos ya recortados (España gastará en 2017 en Ayuda al desarrollo 2.177 millones del Estado, la mitad que en 2007).  

No basta con gastar más en acoger a los refugiados, ayudando específicamente a Grecia, Italia y España, los paises que más los reciben. Hay que gastar más en integrar a los inmigrantes, regularizando en lo posible la situación de los que lleven más tiempo. Un millón de inmigrantes ilegales son muchos, pero sólo suponen el 0,2% de la población europea, 2 por cada 1.000 europeos. Y pueden ser a medio plazo la mano de obra que necesita una Europa (y una España) que envejecen y pierden población (Alemania necesitará 8 millones de trabajadores extranjeros de aquí a 2030, según los expertos). Pero para eso hacen falta políticas de integración, con medios y medidas laborales, educativas y de vivienda, que eviten su explotación y su precariedad (en España, los marroquíes por ejemplo tienen una tasa de paro del 52%), como ha propuesto incluso el FMI.

Y en paralelo, Europa (y España) se tienen que implicar más en las zonas de origen de los inmigrantes, en dos sentidos: colaborando en la pacificación de los países (es irresponsable el interés europeo, con la excepción de Francia, en las guerras de Siria, Afganistán o la mayor parte de África) y favoreciendo su desarrollo, para que los jóvenes no emigren. En esta línea, urge aprobar “un Plan Marshall europeo” para África y Oriente Medio, que incluso ha pedido Rajoy para el norte de África. Invertir en evitar las futuras avalanchas de inmigrantes.

No se pueden poner puertas a personas desesperadas. Ni afrontar un problema tan grave con parches como “el reparto de refugiados” de 2015. Europa tiene serios problemas de fondo a medio plazo (euro, paro, desigualdad, fiscalidad, competitividad…)  y uno de ellos es la inmigración. Un problema además, que si no se resuelve bien, puede romper la propia convivencia entre europeos (extremismos y populismos). Así que urge una nueva Cumbre europea que ponga las bases de una política común de inmigración, empujada por Macron (ha propuesto crear una Oficina europea de Asilo) y Merkel (aunque esté debilitada y con la presión de Alternativa para Alemania), con el apoyo decidido de España, una país que se juega mucho en ello, por su posición geográfica. Y en paralelo, urge un Pacto de estado sobre inmigración y refugiados en España, para afrontar con realismo el problema de la inmigración ilegal y los refugiados. Por pura solidaridad de una España que ha emigrado mucho y por puro egoísmo, porque nosotros también vamos a necesitar a los extranjeros para crecer y pagar las pensiones en el futuro. Piénsenlo.

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