jueves, 12 de enero de 2017

Carburantes: suben por partida doble


Esta Navidad y Reyes hemos pagado los carburantes más caros: la gasolina cuesta un 10,1% más que hace un año y el gasóleo un 18,1% más. Y subirán otro 10% más hasta el verano, por dos razones. Una, porque se ha acabado el petróleo barato: el crudo va camino de los 60 dólares barril, un 40% más de lo que costó en 2016. La otra, porque hay que pagarlo en dólares más caros, por la caída del euro: otro 9% más a pagar por el crudo. Esta mayor factura del petróleo no sólo encarece los carburantes, sino que subirá el transporte y el IPC (ya está en el 1,6%), hasta el 2% este año según el Banco de España. Y esta alta inflación se comerá la subida de salarios (1,5%) y pensiones (0,25%), lo que recortará el consumo, la inversión, el crecimiento y el empleo. Para contrarrestar al petróleo y al euro, más la subida de tipos, el Gobierno debería reanimar la economía, no aprobar los recortes previstos en los Presupuestos 2017.
 
enrique ortega

Este pasado otoño se acabó con algo más de 2 años de petróleo barato. Antes, el crudo llevaba tres años de precios altos, entre junio de 2011 y junio de 2014, cuando llegó a su máximo precio: 112,88 dólares por barril de Brent (25 junio). Pero a partir del verano de 2014 empezó a bajar. En septiembre perdió los 100 dólares por barril, en octubre los 90, en noviembre los 80 y en diciembre cerró el año 2014 con 55,46 dólares por barril. Y durante todo el año 2015 siguió bajando, con altibajos, hasta los 37,36 dólares a fin de año. Y a principios de 2016 alcanzó el precio mínimo: 27,77 dólares el 20 de enero. Había sido la tercera mayor caída del crudo en los últimos 24 años, desde los años 90.

¿Por qué se desplomó el precio del petróleo un 75% en estos dos años y medio? Las razones básicas fueron dos, según el World Bank. La primera y fundamental, porque había en el mercado un exceso de petróleo, estimado en 2 millones de barriles diarios. Arabia Saudí, el principal productor, había bombeado exceso de crudo para hundir los precios y con ellos a sus competidores, en especial Estados Unidos, que estaba produciendo mucho petróleo del fracking (pizarras bituminosas), rentable con el crudo por encima de 60 dólares. Y también bajó la demanda de Occidente, por los altos precios y la crisis. Y la otra razón, la apreciación del dólar, que encarecía por partida doble el crudo que se pagaba con otras monedas.

En 2016, con los precios del crudo por los suelos, el mercado empezó a ajustar su exceso de producción y Arabia Saudí mostró signos de que quería recortar producción para subir precios. El crudo subió de ese mínimo de 22,77 euros en enero a un máximo de 52,92 dólares en octubre. El 30 de noviembre de 2016, los paises de la OPEP (productores de un tercio del petróleo mundial) acordaron en Viena recortar su producción un 4,5%, 1,2 millones de barriles diarios. Y lo más importante, el 10 de diciembre, alcanzaron otro acuerdo con paises productores no OPEP (Rusia, México y otros de África y Oriente Medio) para que recortaran su producción otros 600.000 barriles diarios. En total, 1,8 millones menos de barriles diarios de crudo.

El efecto de este doble recorte ha sido inmediato y a finales de diciembre, el crudo estaba ya en 56,50 dólares por barril, 10 dólares más que el día anterior al acuerdo de la OPEP y una subida del 103,5% sobre el precio mínimo de 2016 (27,77 dólares el 20 de enero). Y ahora, los expertos apuestan a que el crudo siga subiendo al menos hasta mayo, cuando la OPEP revise su acuerdo, y llegue este año 2017 a los 60 dólares barril. Eso supone una subida del 40% sobre los 43 euros de media que habrá costado el petróleo en 2016.

Pero la subida no se queda ahí. El petróleo hay que pagarlo en dólares y la moneda USA sube desde 2014 y también en el último año: a finales de 2016 cotizaba a 1,0455 euros por dólar, un 3,6% más cara que a finales de 2015 (1,0855 dólares). Y todas las previsiones (subida de tipos, crecimiento e inflación en USA, Trump) apuntan a que el dólar siga subiendo y se coloque a la par que el euro este año: 1x1. Eso significaría que el dólar se revalorizará aún más y que costaría este año un 9% más que en 2016 (cotización media: 1,10 euros por dólar). O sea, un coste extra para el crudo en euros del 9%, a sumar al 40% que costaría más el barril en dólares. Un 49% más a pagar por el petróleo en 2017.

La primera consecuencia de esta tremenda subida en la factura del petróleo ya la hemos visto al repostar carburante esta Navidad y Reyes. Incluso antes, porque el gasóleo ya había subido (un 1,1%) antes de que la OPEP recortara la producción en noviembre, debido al aumento de consumo este verano (turistas). Pero la subida se ha acelerado en diciembre y a finales del año 2016, los carburantes ya habían subido mucho sobre un año antes: un 8% la gasolina y un 15% el gasóleo. Y en enero, con las fiestas y la mayor demanda, los carburantes han seguido subiendo. Al final, la subida de los carburantes en el último año, hasta este lunes 9 de enero (desde el 4 de enero de 2016) es muy importante: un 10,1% la gasolina súper (cuesta 1,2468 euros por litro) y un 18,1%  de subida el gasóleo (cuesta 1,1368 euros por litro), según el Boletín petróleo de la UE.

Los carburantes suben menos que el petróleo porque no todos sus costes son el crudo. Más de la mitad del precio son impuestos (el 57% del PVP en la gasolina y el 52% en el gasóleo), a pesar de que tenemos los impuestos más bajos de Europa y el Gobierno no ha querido subirlos, como le recomendaba la Comisión Europea y el FMI. Y del resto, una parte son los costes de distribución (almacenamiento, transporte y distribución, un 13% del coste final en la gasolina y un 14% en el gasóleo), otra parte el margen de la petrolera (2% del precio) y sólo un 32% es para pagar el coste del gasóleo comprado fuera o refinado aquí (y un 28% del precio final de las gasolinas), precio que varía según el mercado internacional (Marsella y Rotterdam). Eso significa que sólo menos de un tercio del precio final de los carburantes tiene que ver con el mercado. Y no con el precio del crudo sino con la cotización internacional de la gasolina y el gasóleo, que tiene mucho que ver con el consumo y el clima.

Sin embargo, en el caso de España, pagamos unos carburantes más caros (sin impuestos) que en el resto de Europa, a pesar de que esos precios internacionales de los carburantes son los mismos para todos. Y eso tiene que ver con que las petroleras españolas cargan más costes por refino, almacenamiento, transporte y distribución, además de un mayor margen final. Sólo así se explica que España tenga la segunda gasolina sin impuestos más cara de Europa (tras Dinamarca), un 9,9% más cara que la media de la UE-28 (aquí cuesta 5,20 céntimos más por litro), según los últimos datos del Boletín petrolero de la UE. Y el 7º gasóleo más caro sin impuestos (tras Dinamarca, Finlandia, Suecia, Portugal, Hungría y Grecia), un 7,7% más caro que la media de la UE-28 (cuesta 4,10 céntimos más por litro en España). A lo claro: el crudo y los carburantes cuestan igual a todos los paises, pero nosotros los pagamos más caros si descontamos los impuestos, o bien porque nuestras petroleras son menos eficientes o bien porque ganan más (o por las dos cosas).

Con todo, si sube el petróleo en 2017 y baja el euro con el que lo pagamos, subirán también los carburantes este año, probablemente otro 10% hasta el verano, la época en que son más altos porque hay más demanda (vacaciones y turistas). Eso colocaría la gasolina para julio en un precio de 1,38 euros por litro y el gasóleo en 1,25 euros por litro. Y llenar el depósito nos costará entre 8 y 12 euros más que el verano pasado. Eso sí, los carburantes son más caros en las gasolineras de marca que en las independientes y de los híper, según el estudio de la Comisión de la Competencia (CNMC). Y más caros en las gasolineras de autopistas que en las de carreteras convencionales. Y por provincias, la gasolina está más cara en Pontevedra, Orense y Asturias y más barata en Salamanca, Soria y Segovia. Y el gasóleo, el más caro se vende en Pontevedra, Orense y Guadalajara y el más barato también en Soria, Salamanca y Segovia, por la competencia y los menores impuestos autonómicos.

Pero la subida del crudo y la bajada del euro no sólo afectan a los carburantes. A corto plazo, subirá casi todo, por el efecto de la subida del crudo sobre el transporte y la energía, que sube casi todos los costes. Y en consecuencia, se espera un repunte de la inflación, tras habernos beneficiado de un IPC en negativo (-0,2%) en 2014 y 2015: el Gobierno augura una inflación media del 1,4% en 2017, pero el banco de España va más allá y cree que el IPC llegará a subir un 2,5% este mes de febrero (diciembre acabó en el 1,6%) para subir un 2% de media en 2017. Sea una u otra la subida de precios, lo que es seguro es que “se comerá” la subida de salarios prevista (la patronal pretende subirlos el 1,5% este año), la subida de los funcionarios (sobre el 1%) y, sobre todo, la subida de las pensiones, fijada en el 0,25% para 2017.

Así que la subida del petróleo y la bajada del euro acabarán comiéndose las subidas de sueldos y pensiones, con lo que las familias podrán gastar menos (y menos todavía por la subida de tipos de interés, que encarecerá las hipotecas). Y con menos consumo, bajarán las ventas de las empresas, que, al tener también más costes energéticos y de transporte, podrán invertir menos y crear menos empleos. Al final, si el petróleo barato nos ayudó a crecer más entre 2014 y 2016, ahora actuará de freno a la economía, que crecerá menos. De hecho, el Gobierno estima que crezca este año un 2,5% (frente al 3,2% en 2015 y 2016) y el FMI lo rebaja al 2,4%. Con menos crecimiento, la economía creará también menos empleo: 420.000 nuevos empleos en 2017, frente a 620.000 creados en 2016. Y eso si el petróleo no se desmanda y sube más de 60 dólares barril, que podría ser.

La subida del petróleo es un mayor problema para España porque es uno de los paises europeos que más depende del crudo y la factura podría subirnos 9.500 millones de euros en 2017. Pero además, es también más grave porque España necesita crecer más que el resto de Europa, porque tenemos el doble de paro que Europa y hay todavía 4.320.800 parados estimados (EPA), la mitad llevando más de 2 años sin trabajar. Así que el Gobierno y la oposición deberían poner en marcha este año 2017 un Plan de choque, para compensar los perjuicios que nos va a crear el petróleo caro y el dólar débil (además de los tipos altos). Y frenar el ajuste de 16.500 millones que contempla el Presupuesto 2017, para rebajar el déficit, porque bastante ajuste nos va a suponer ya la subida del petróleo y de los tipos de interés (más pago de intereses).

¿Qué se puede hacer? Si en 2017 vienen “mal dadas” desde fuera, si soplan “vientos de cara” de la economía internacional, el Gobierno y la oposición deberían pactar  una política económica para “reanimar la economía”, con más gasto y más inversiones públicas, que son posibles si España recauda más. Y se puede ingresar hasta 50.000 millones más si España recauda más con el IVA, los impuestos especiales sobre carburantes y en impuestos medioambientales (como piden el FMI y la Comisión Europea), con impuestos financieros (Tasa Tobin) y, sobre todo, haciendo que paguen más los que pagan pocos impuestos: grandes empresas, las multinacionales y los más ricos.

O reanimamos desde dentro la economía española en 2017, en lugar de hacer más ajustes que en 2015 y 2016 juntos, o no podremos contrarrestar las malas noticias que vendrán de fuera: petróleo, euro, tipos, Trump, Brexit, incertidumbre política en Europa… Y España no puede permitirse crecer menos, porque tenemos demasiado paro, menos renta y mucha mayor pobreza y desigualdad. Es el año de cambiar las tijeras por el empujón a la inversión y al consumo, de apostar por el empleo, a pesar del petróleo, el euro, los tipos de interés y la incertidumbre política en EEUU y en Europa. Mirarnos un poco el ombligo y tratar de salir adelante aquí dentro, con un mayor esfuerzo de todos. Aunque parezca un deseo imposible. Se puede.  

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